jueves, 28 de agosto de 2008
El peletero/Bella Lugosi
29 Noviembre 2006
A Ed Wood le cabe el honor y el mérito de ser considerado el peor director de la historia del cine. Sin embargo, dirigió una de las escenas más ingenuas, conmovedoras y extrañamente poéticas que se hayan podido realizar, a pesar de su tosquedad. Estos pocos metros de celuloide se encuentran al principio de su película “Plan 9 from Outer Space”, su peor película. Es una escena de cine mudo si uno consigue extraerse de la estúpida voz en off de su director. En ella, su único protagonista es el húngaro Bella Lugosi. La cámara permanece casi fija, oscilante, con una leve panorámica hacia la izquierda y con unos pocos cortes innecesarios.
Las imágenes nos muestran en blanco y negro a Bella Lugosi salir de su residencia, con sombrero, bastón y vestido con un abrigo largo y una capa corta, todo negro. Es tan alto como la casa prefabricada, o ésta es tan minúscula que a su lado parece una casa de muñecas. Lentamente se acerca a unas plantas que hay en su ralo y escuálido jardín, a su derecha, frente al pórtico y que albergan unas pocas flores. Arranca una de ellas y la huele, se da media vuelta y la flor se le cae de entre los dedos en un ademán de desaliento. Al darse cuenta, no la recoge del suelo, esconde los ojos tras esa misma mano en un gesto de aflicción. Con la misma parsimonia abandona el encuadre para no aparecer más, ni en la película ni en la vida. Eso es todo, la escena apenas dura no más de un par de minutos. Al cabo de unos días, el 16 de agosto de 1956, Bella Lugosi moría de un ataque al corazón.
La bondad, la verdad y el simbolismo de esta escena residen en la sencillez de su ejecución, en la pobreza de medios y en la simpleza estética narrada, más las circunstancias que nadie ve y que se esconden detrás de cada uno de los pocos fotogramas que componen este humilde poema visual, incrustado, casi sin querer, casi por casualidad, en una horrenda y ridícula película de terror.
Bella Lugosi hace ya tiempo que es un morfinómano y hace ya tiempo también que es un anciano solitario y enfermo. La admiración y la devoción desmesurada que por él siente Ed Wood, lo reconfortan y el entusiasmo infantil de ese director empujan al olvidado Bella Lugosi hacia la que cree es su última oportunidad. A ella se agarra el pobre vampiro que ya empieza a ver como se acerca la luz que lo matará. Por eso se le escapa la flor de entre los dedos blancos y por eso también esconde o se tapa los ojos, ocultándolos de esa luz asesina que lo espera al otro lado.
Ed Wood filmó a su actor preferido con un blanco y negro mortecino, sin proponérselo, o quizás sí, consiguió el gris adecuado para una escena muda que convierte a los espectadores en sordos y a los personajes en flores muertas.
¿Qué pena embargaba a Bella Lugosi al ver su flor en el suelo? Para saberlo habremos de traspasar esa línea invisible. Pero al menos ahora ya sabemos, gracias al peor director de cine de todos los tiempos, qué clase de luz ilumina el otro lado. Drácula y los ángeles existen.
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