martes, 27 de julio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (28)


19 Julio 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

28. El retrato y Dios.

El retrato sirve al poder y trata de superar a la muerte en un acto de rebeldía y quizás de soberbia. Poder y muerte forman parte del mismo proceso básico del vivir y del sobrevivir,
La nuestra es una naturaleza que siempre oscila entre la del asesino y la de su víctima, elegir a la una o a la otra marca la geometría de ese poder y de sus armas, el tiempo, el sexo y el miedo.
¿El tiempo es sexo y el sexo es miedo?

El retrato no es obra de sociedades pobres y sí la consecuencia del bienestar, de la lógica decadencia y del inevitable desasosiego y la loca sospecha que la nada nos causa, las tres son también las condiciones básicas de la filosofía que no es más que una variante sofisticada del grito desesperado y del primer llanto. 

Los primeros retratos son figuras de donantes frente a Dios, orantes humillados en su voluntad de abandonar todo poder en presencia del “Poder Total”. Sin embargo, es una actitud hipócrita y vanidosa al permitir ser retratados y así mostrar su individualidad, hecho que muchas religiones y dioses rechazan, abominan y prohíben, y que al hacerlo ponen en evidencia la cuestión fundamental del retrato y de toda la pintura en general, que es su legitimidad icónica. La pregunta básica es la siguiente: ¿es legítima la representación de los rasgos que individualizan a un ser humano? Cuando éste se concreta, al hacerse identificable y diferente a través de la imagen, el orden cósmico se altera y quizás Dios, o sus profetas, se sienten amenazados. Nuestro rostro, que aparece al ser pintado, compite con Dios. ¿Es la pintura una cuestión de poder?

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28M
-“Recuerda, Víctor, que Delacroix afirmaba también que en el acto de generalizar y elegir se halla el genio de pintar. Albert Camus, en su “Hombre rebelde”, considera que en esa “elección” el tiempo se detiene y los hechos que en él acontecen quedan fijados como tú mismo hiciste encarcelando a Sam Ot en su Trasatlántico de lujo, “La Hoja de Fresla”, en aquella vieja “Historia de la quietud”. Ésa es ahora la mejor manera de describir mi situación, parezco un salmón congelado en un mundo que de tan blanco parece un alba eterna que impide al sol remontar el vuelo. No se puede vivir sin el amarillo.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

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28H
-“Katya Berger le decía a su padre, en “Tiziano: ninfa y pastor”, que: “el que a lo largo de los siglos las mujeres nunca hayan dejado de ser deseadas, el que los hombres las deseen siempre, se debe, en parte, a una pequeña mentira, tan vieja como el mundo, según la cual toda la carne es femenina. (…) La piel del hombre -¿te has fijado alguna vez?- cuando es suave es mucho más suave que la de las mujeres.” 

Los mejores colores, querida Verónica, siempre son los ocres y los pardos, esos marrones de los franceses y algún que otro gris. Pero nunca podré olvidar el amarillo de tu falda y el blanco inmaculado de tu blusa de domingo, tu pañuelo, a veces azul y otras rojo, y tus zapatos negros, tan sucios por el polvo del color de la vainilla, que más parecían una pintura de Tapies que un calzado de mujer. Siempre me gustaron tus pies grandes, blancos y su tendón a punto de romperse.” (El hilo. Cartas a una amiga.)