Hemeroteca peletera.
Mientras existían los soviets
Hace dos semanas y media que no cambio las sábanas como si
en mi cama no durmiera nadie porque no estoy del todo seguro que en ella duerma
yo. Sin embargo, a veces me encuentro, debajo de las mantas, y como pétalos
marchitos dentro de cajones, alguna chica perdida y desconcertada que no sabe
ni de dónde viene ni a dónde va, y que, para bien o para mal, no usa pijama ni
falta tampoco que le hace. No deja de tener su gracia y su interés.
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“(...) Al entrar en la cuestión Unión Soviética, desde el
primer momento pisamos un terreno harto confuso. El Estado de antaño ha dejado
de existir, pero ¿qué hay en su lugar? Se ha derrumbado la estructura vieja, pero
no se ha creado una nueva para sustituirla. Se ha producido una dispersión de
los centros de poder, de los problemas y de los conflictos. Ante esta nueva
realidad los rusos suelen hablar de “espacios” (“posttranstvo”). Nos
encontramos, pues, ante unos enigmáticos “espacios”, como el económico o el
militar, sin que podamos identificarlos con unas estructuras claras y
nítidamente dibujadas. Y éste es el primer gran problema.
Sin ir más lejos, toda la prensa del mundo no para de
escribir: Boris Eltsin, el presidente de Rusia. Sin embargo, vista desde la
óptica del estado y del derecho, no hay tal Rusia. Rusia, pura y simplemente,
no existe. Elsin es el presidente de la República Federativa
Rusa en cuyo marco no se sabe dónde empieza Rusia y dónde termina. En cambio sí
es sabido que el territorio de la República Federativa
Rusa alberga a treinta y cuatro países –entre regiones, territorios y
repúblicas autónomas- muchos de los cuales manifiestan ya muy fuertes
aspiraciones nacionalistas. Y no tienen ningunas ganas de someterse ni a los
dictados de Rusia ni a los de Eltsin. Así pues, tras el derrumbe de la URSS, sigue una segunda etapa
del desmoronamiento de la Federación Rusa.
(...)”
(“Mientras existían los soviets”, Ryszard
Kapuscinski. La Vanguardia
de Barcelona, 24 de noviembre de 1.992)
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Estoy haciendo mudanza y aparte de los ojos, las manos, el
labio superior, los dos testículos y la pierna derecha que no puedo llevarme
conmigo, he de decidir qué cama, de las cinco que tengo, meto en la mochila. Me
cuesta tomar una decisión y elegir una, habré de llevarme el saco de cuando
hacía acampada y existían los soviets.