martes, 8 de julio de 2008

El peletero milagroso



17 de julio de 2006

Albert Einstein y Niels Bohr llevaron a cabo una de las más famosas polémicas de la historia de la ciencia. No pretendemos desarrollar aquí los detalles de la misma, pero sólo citaremos dos cosas: la famosa frase con la que Einstein resumía y defendía sus tesis y el resultado final de dicha polémica. La frase es extraordinariamente ingeniosa y compendia toda una línea de pensamiento: “Dios no juega a los dados”. El resultado final de la polémica fue la derrota más estrepitosa de Albert Einstein.

Efectivamente, Dios sí juega a los dados, lo que sucede es que no hace trampas.

En un pueblo de los Estados Unidos de Norteamérica, fronterizo con Canadá y en pleno invierno nos encontramos con dos fugitivos que han conseguido huir de la policía disfrazados de sacerdotes católicos. Al disfraz sólo le faltan los zapatos. Los dos pobres muchachos están muertos de frío, pisando la nieve con sus pies desnudos. En su huida entran en una Iglesia católica para resguardarse y descansar un rato. A uno de ellos se le ocurre, a pesar de las burlas del otro, arrodillarse frente la imagen de una Virgen y pedirle con todo el fervor y la fe que le es posible mostrar que tenga la bondad de darles dos pares de zapatos. No ocurre nada. Vuelve a insistir. De un rincón de la Iglesia aparece un cura con dos pares de zapatos y los utensilios de limpieza de zapatos. Sale de una habitación y entra en otra, no ha visto a nuestros fugitivos. Éstos, que sí han visto la escena, sigilosamente se dirigen a la puerta por donde se ha ido el limpiabotas clerical. Al rato salen con los dos pares de zapatos robados. Que quede claro, “robados”. Al salir al exterior, esta vez calzados, el fugitivo que le suplicaba a la Virgen se gira hacia ella y le da las gracias. Lo ves, tonto, le dice a su compañero incrédulo, cómo nos ha hecho caso.

En la historia del mundo hay muchas clases de milagros, personas que resucitan, paralíticos que andan, ciegos que ven, náufragos rescatados, pobres millonarios, pero no seremos tampoco nosotros quienes hagamos aquí una apología de todos ellos, pero sí diremos que a nuestro peletero milagroso los que le gustan son aquellos en los que interviene el azar, la casualidad, donde la realidad física no es violentada y donde caben tanto grandes milagros como pequeñas casualidades poéticas que adornan nuestros días al igual que las flores adornan un jardín.

(El relato de los dos fugitivos disfrazados de cura está extraído de la película “Nunca fuimos ángeles”, dirigida por Neil Jordan, con guión de David Mamet e interpretada por Robert de Niro y Sean Penn).