miércoles, 18 de junio de 2008

El peletero propenso



10 de junio de 2006


El peletero propenso a ser peletero y la propensión humana a usar pieles para vestir son dos hechos interesantes que formulados como preguntas no sabemos si sabremos responder.

Históricamente han existido tres clases de interpretaciones de la probabilidad. Una, la probabilidad como medida de la certidumbre o incertidumbre. Dos, la probabilidad como medida de la frecuencia. Y tres, la probabilidad basada en las teorías estocásticas como medida de la propensión o tendencia.

Nosotros adoptaremos la última. “Conforme a ésta, las probabilidades son medidas de la intensidad de una propensión, tendencia o inclinación que tienen ciertos estados o sucesos a presentarse. Esta interpretación objetivista puede encontrarse en Poincaré, Smoluchowski, Frechet, Bunge, y popularizada por Popper”. (Bunge 1985).

Debemos puntualizar dos cosas, primera, que el concepto de probabilidad certifica la realidad del concepto de azar. Segunda, que gracias a Kolmogoroff, “el cálculo de probabilidades es una rama de la matemática pura, motivo por el cual puede aplicarse en tantos campos de investigación diferentes, (los constructos, cuanto más abstractos, tanto más portátiles)” (Bunge 1985).

Nosotros no somos matemáticos y mucho menos puros. Pero siguiendo a Mario Bunge afirmaremos con él que: “la interpretación propensiva supone que ciertos sucesos son realmente posibles: que la actualidad está preñada de posibilidades, que el azar es real. Si una cosa concreta, p. ej., un átomo o una persona, tienen la propensión Pr(x) de estar en el estado x, o de experimentar el cambio x, entonces ésta es una propiedad que la cosa posee independientemente de nuestras creencias y que a veces puede comprobarse, observando frecuencias relativas” (Bunge 1985).

Observando la frecuencia relativa de los dos hechos mencionados en el primer párrafo de este escrito y teniendo en cuenta que: x=piel/peletero, y que “las frecuencias a la larga (a largo plazo) son condiciones de verdad” (Bunge 1985), dicha frecuencia es, como mínimo, no sólo no nula, si no que x se observa bastante comúnmente, lo cual significa que x tienen una propensión apreciable. Esto es el resultado de una observación intuitiva y aleatoria.

La prueba de cargo definitiva sólo puede venir de las técnicas estadísticas que alguien debería emprender si le place y si es que no tiene nada mejor que hacer.

Dicho todo lo anterior nos hemos quedado a gusto, hemos descargado y aliviado el intestino grueso y el recto cerebral. Hemos necesitado un instrumento matemático filosófico para afirmar algo obvio. Existimos comúnmente. Y algo no tan obvio, nuestro padre o nuestra madre es el azar.

La vida es a veces así de bonita, como un globo de colores lleno sólo de aire que flota y flota y va a la deriva donde el viento lo lleva, y con el que podemos jugar a lo que nos dé la gana, si así nos apetece.