domingo, 6 de julio de 2008

El peletero tourmaline



12 de julio de 2006

Decir que lo mejor de la película “Los pájaros” de Alfred Hitchcock es el abrigo corto de visón de color tourmaline que lleva Melanie Daniels es una exageración, porque no es verdad. No es un buen abrigo, lo visones tienen poco pelo y se abren en las costuras. Bien es cierto que Melanie no lo trata muy bien, pero eso no tiene importancia. Tampoco los pájaros ayudan, pero eso tampoco tiene importancia. El abrigo es malo y barato. Sí que es un acierto, en cambio, el color tourmaline; ese color de arena intenso es perfecto para el verde de su traje chaqueta. Y para sus cabellos rubios manchados de sangre.

Melanie es una niña malcriada, pero por lo menos tiene buen gusto al vestir. Buen gusto que según parece no comparten ni las gaviotas ni los cuervos que la atacan enloquecidamente. Deberían respetarla, porque ella es una buena muestra de la belleza en la especie humana que hay que preservar, pero esta lógica los pájaros no la entienden, si bien es cierto también, que una cura de humildad no le viene mal. Melanie necesita una buena bofetada a tiempo y los pájaros se encargan de dársela. A partir de este día en que la naturaleza se ha trastocado Melanie es otra. Pero Hitchcock no nos lo muestra del todo, no sabemos ni sabremos jamás que ocurre después. ¿Llega a casarse con Mitch Brenner?, ¿llega a deshacerse de su dominante suegra?

El tourmaline es un color natural, suave y sofisticado, conseguido artificialmente después de múltiples cruces en las granjas de visones. El abrigo corto es una pieza de día, muy apropiado para trabajar o ir de compras. Por ejemplo, una pareja de periquitos, que habrás de llevar en tu deportivo descapotable a un encantador pueblo de la costa californiana. Una vez allí cruzar un lago remando, allanar una morada ajena y depositar a los malditos periquitos en el salón. Y una vez hecho todo esto, desencadenar sin saberlo a las furias más terribles de la Madre Naturaleza.

“Todo esto empezó a ocurrir a partir de que ella llegó”, le espetan en la cara a la pobre Melanie los habitantes de Bahía Bodega. Perfecto, ya tienen identificado al chivo expiatorio. A punto están de consumar el sacrificio y de apaciguar a los dioses oscuros, cuando éstos, cada vez más desquiciados, la salvan a ella sin querer -y seguro que también a su abrigo corto de visón tourmaline- de una muerte segura y de una rapiña.

“Los pájaros” es una película que da para mucho, incluso para hablar de un mal abrigo corto de visón. Y levantar también acta aquí para lo que haga falta, incluso, si es necesario, de nuestra crítica más absoluta a la jefa de vestuario del film Edith Head por no saber encontrar un abrigo con mejores visones. Así como nuestra felicitación más entusiasta a Alfred Hitch-cock por no permitir que ningún pájaro haga sus necesidades ni en público, ni encima de nuestro querido abrigo de visón tourmaline. Que conste.