sábado, 15 de mayo de 2010

El peletero/Quince días (1 de 23)


1 Marzo 2010

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Para V. con todo mi amor.

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Día uno.

Hace mucho tiempo que somos buenos amigos, nos vemos cada cuatro o seis meses, y aunque no es muy a menudo debería ser bastante y quizás también suficiente.


A mediados de septiembre pasado viniste y me solicitaste que te prestara “El amante”, de Marguerite Duras, querías leerlo de nuevo. Yo mismo te lo regalé cuando nos conocimos, quince años atrás, y ahora, según me confiesas, lo debes de haber extraviado en algún rincón olvidado.


Al pedírmelo me recordaste mi elogio de entonces que calificaste de “encendido”. Te respondí que aunque exagerado, y seguramente equivocado, era también adecuado para una historia esencialmente sexual entre una colegiala y un hombre maduro. Te reíste.


“A nosotros nos separaban veinticinco años”, me escuché a mí mismo evocar en voz alta delante de ti.


Lo dije sin pensar, observando el cielo inmaculado en tu frente y el arcobaleno dibujado en medio de tu ceño.


Recuerdo que hoy, igual que ayer, los colores saltaban de un iris al otro adornando el gesto de tus ojos.


Al oírme sonreíste y me miraste sin dejar de sonreír ni de mirarme.


- Es cierto, solamente veinticinco, acababa de cumplir los dieciocho, y aunque ya era toda una mujer fuiste mi primer hombre- me respondiste resplandeciente y serena.


- Sí, lo eras- reconocí.


- Me gustaría ser de nuevo tu amante- añadiste de repente, escueta, manteniendo la mirada, cabalgando mis palabras y sin más preámbulo que el de pedirme ese libro.


- Únicamente dispongo de quince días- te respondí tan lacónico como tú. Fue lo primero que se me ocurrió balbucear aparte de ser verdad. A primeros de octubre espero visitas y deberé ser un buen anfitrión y también…


- … Aunque solamente fueran quince minutos los aceptaría igual, aunque fueran quince pobres segundos los quiero enteros y todos para mí, dijiste sin dejarme finalizar.


Igual que entonces, pensé, siempre terminabas quince veces o más antes que yo acabara.