miércoles, 30 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (5)

24 Mayo 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

5. La pintura y el barro.

“La pintura da a ver, y ello equivale a decir que nos enseña a ver no el ver, sino lo visto. En este caso su virtud se mide por la fidelidad de la imitación; y lo que representa o dobla es un real ya dado, convenido y conocido: dar a ver es dar a reconocer.”

“Malraux lo ha repetido hasta la saciedad, nadie inventaría la pintura, si no existiera ya, nadie buscaría lo pictórico si los otros no lo hubieran ya descubierto. (Y es por esto que se puede decir que el cuadro se refiere a todos los otros, que es un “texto plural”, o que constituye un objeto cerrado en el que toda la pintura se asemeja).” (Mikel Dufrenne, “Pintar siempre”, Revue d’Esthetique del año 1976.)

Así es, ninguno de nosotros es ni Adán ni Eva, pero en los gestos que imitamos de nuestros padres, hermanos, amigos y vecinos hallamos la fisonomía que nació del barro y, dicen ellos, de una costilla.

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5H
-“Querida Verónica, en la reseña realizada el pasado 12 de noviembre en el periódico “El País”, a “Una tempesta” (Una tempestad), la última novela publicada de Inmma Monsó, LLuis Muntada, su autor, nos recuerda que Wallace Stegner observaba que “las vidas humanas raramente se ajustan a las convenciones de la ficción”. No obstante, Muntada, nos sugiere también un “reverso poderoso” de este diagnóstico al proponernos que las convenciones de la ficción sí que se ajustan a las vidas humanas. ¿Las primeras anteceden a las segundas?, ¿o es al revés? En un buen alarde de tu saber me respondes con una cita perfecta:”

“Hallaba defectos de dibujo en su amante; sin darse cuenta, no consideraba a la mujer más que como modelo.”

- ¿Por qué –le dijo una vez- siempre estáis mirando la figura de la santa
Magdalena que sostiene el cuerpo del Salvador en el cuadro de “El Descendimiento de la Cruz?”

- Es que se parece a ti –había contestado Tiburce.

(…)…una mujer de verdad no lo habría emocionado tanto. Un hombre artificial sólo puede emocionarse con una cosa artificial; hay armonía: lo verdadero sería discordante.” “El vellocino de Oro”, Théophile Gautier.

Y terminas afirmando y medio lamentando que tú eres solamente para mí ese modelo y que nunca conseguiré ver en ti la mujer que dices que eres. Me has dejado estupefacto, no tanto porque considere que tienes razón, sino porque al pensar en ello no sé cuál de las dos me gusta más, si la mujer o tú”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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5M
-“Ya conoces el libro de poemas que te dediqué. Al final una editorial lo ha aceptado y piensa publicarlo aunque para ello haya tenido que pagar yo la mitad de los costes.

Quería haber incluido las fotografías que te hice y en la que posabas desnudo para mí, pero no lo haré, no me habrías dado el permiso si te lo hubiera pedido.

Hoy ha venido mi hijo, estará un par de días conmigo y se volverá a ir.

Sigo enviándote las cartas a la dirección que me diste, sé que las lees porque me respondes, es un correo electrónico pero sé también que ya no vives en tu casa, en realidad no sé cuál es tu casa ni sé tampoco dónde paras, si te has marchado, si vives solo, si has huido o si piensas regresar. Respondes a mis correos pero nunca a mis preguntas.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

martes, 29 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (4)

21 Mayo 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

4. El pecado y el secreto.

La anterior conclusión es una ironía fácil que logramos redondear y acrecentar al afirmar que ambas verdades pocos las conocen, ¿eso es todo lo que hay que saber?, ¿qué no hay nada que saber?

¿Cuál fue el pecado de Eva, y con ella el de todos nosotros?, ¿la vanidad? ¿Cuál llegó a ser la causa de su insatisfacción y de su malestar?, ¿la soberbia?, ¿la envidia?, ¿o fue sólo una mujer curiosa?

¿El descontento nos arroja de nosotros mismos? ¿Nos expulsa afuera, al frío y al abismo?, ¿el descontento nos engaña? ¿Éramos nosotros mismos el Edén o somos el Infierno?, ¿creemos encontrarlo ahora en los otros?

La felicidad no nos hace virtuosos, ni el serlo nos permite ser felices. ¿Cuál era la queja de Eva? ¿Quería ser feliz o virtuosa?

¿O quería ser otra?, ¿Eva quería escapar de sí misma?, ¿quería renacer?

Cuando se quiere ser otro normalmente se termina siendo un loco, la imagen de uno mismo o algo peor, la de otro.

Cualquiera puede elaborar la teoría que crea más adecuada sobre lo que considera que es el arte, sin embargo y a pesar de las mil y una hipótesis, tesis y conjeturas que podamos formular, él arte seguirá su camino imperturbable e indiferente, como hace la misma realidad, a todo aquello que los seres pensantes de cualquier especie cavilamos que es. 

Quizás el secreto del árbol fue otro.

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4H
-“Siempre fuiste una mujer barroca y dramática sin dejar de ser irónica y punzante. Con buen sentido del humor me comparabas con Odiseo cuando tú nunca pretendiste ser ni Penélope ni Nausicaa, te hubiera gustado ser Helena, pero sólo llegaste a ser mi amiga y a ratos mi amante, yo que ni llegué a ser Alejandro, ni Aquiles ni el cornudo Menelao. Aunque engañarme me han engañado muchas veces, tantas o más que al Rey de Esparta”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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4M
-“Cuando Antonio T. se iba de viaje yo te invitaba a entrar en sus palacios, a pisar sin ningún derecho sus suelos alfombrados que no eran los tuyos ni tampoco los míos, su secretaria y joven prostituta. En aquel tiempo me gustaba jugar a ser frívola.
A veces creo que me querías por envidia. Pero siempre reconocías que era el mejor profesor que habíamos tenido nunca, y era cierto, ambos lo admirábamos. Conservábamos los apuntes de sus clases como tesoros que fotocopiábamos y encuadernábamos con admiración y esmero. Casi puedo escenificar y repetir sus clases, las recuerdo igual que salen fáciles de mi boca tus propias palabras cuando me leías poesía o me hablabas de pintura en la playa con tu entusiasmo juvenil. En plena noche y en un otoño destemplado nos envolvíamos en una manta como si fuera una tienda india o la cueva donde pensábamos hibernar juntos. Encendíamos una vela que clavábamos en la arena, parecía un faro, estábamos solos, en el mundo no había nadie más que nosotros dos, esa luz, las sombras y el mar. Tú me hablabas de una ballena desdentada y yo te mordía”. (La madeja. Cartas a un amigo.)
 

lunes, 28 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (3)



19 de mayo de 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.


3. Los ojos de un bebé.

Vemos y leemos y al hacerlo recordamos porque únicamente podemos ver y leer lo que ya vimos y leímos. No reconocemos otra cosa que aquello que ya conocemos. Parecemos niños que sólo piden escuchar el mismo cuento cada noche al acostarse antes de dormir.

Los ojos de un bebé buscan siempre los nuestros en una mirada recíproca.

Así pues, ¿no vemos nunca nada nuevo?, ¿cómo es eso posible sabiendo, como sabemos, que sabemos algo?, ¿cuándo lo aprendimos?, ¿en otra vida?

La distancia entre el aprendizaje y la mímesis es muy estrecha, es la que existe entre el enseñar y el domesticar. Pocos aprenden o enseñan, sólo amaestran o imitan.

Sin embargo, nadie puede dudar de la capacidad de aprendizaje del ser humano, y de otras especies afines, mucho más alto, según parece, cuanto más joven es el individuo y su cerebro, pero... ¿realmente sabemos o únicamente simulamos saberlo repitiendo las palabras de otros?, ¿sólo es posible escribir al dictado?

¿Siempre besamos los mismos labios?

Esa serie de preguntas nos conducen a un absurdo lógico al concluir de ellas que nadie sabe nada cuando la realidad y el sentido común nos indican y enseñan que no es así. La razón y la experiencia, propia o ajena, también nos demuestran lo contrario, que sí sabemos algo aunque solamente sean un par las enseñanzas aprendidas, dos y ninguna más.

Tal vez la primera es que no hay nada que saber y la segunda es que lo mejor y más apropiado es no revelar al mundo este conocimiento.

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3H
-“A mis palabras sobre la soledad y el viaje me respondiste burlona con la “Invocación” que aparece en el primer canto de la Odisea: “Te pido, ¡oh Musa!, hablarme de aquel hombre ingenioso quien luego de asolar la ciudad de Troya visitó otras muchas, conociendo el espíritu de hombres; de aquel que sobre los mares pasó tantas fatigas, luchando para sobrevivir y repatriar a sus gentes. Mas ni a pesar de todas ellas pudo realizar su propósito de salvarlos, si bien debieron la muerte a su propia necedad, pues alocados devoraron los bueyes del Sol, haciendo que el hijo del altísimo les impidiera para siempre el regreso a la patria. Ven, hija de Zeus, a contarnos algunas de sus hazañas”. (El hilo. Cartas a una amiga.)


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3M
-“Nuestro profesor estaba perfectamente al corriente de mis, por decirlo así, infidelidades contigo, nunca se opuso, ni siquiera las mencionaba, hacía como si no las viera, para él no tenían importancia, ambos no éramos nadie ni nada. Estaba casado con una mujer mil veces mejor, era el padre de una hija casi de mi misma edad, y tenía como amante a una jovencita como yo, flaca y pálida de pies grandes. 

Ya sabes que era alguien muy reconocido, escribía libros y artículos en las más importantes revistas y periódicos, daba conferencias, asesoraba a unas cuantas galerías y museos y seducía a sus alumnas, y tú solamente podías alardear de ser un simple estudiante que compartía, medio escondido, a su amante muy de vez en cuando”. (La madeja. Cartas a un amigo.)



sábado, 26 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (2)


17 Mayo 2010


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.


2. La memoria que se nos escapa.

¿Por qué?

Porque la realidad nunca es descubierta, sólo es reconocida al ser recordada.

Cualquiera que pinta sabe que no hay diferencia entre su acto y el mirar, ambos pertenecen al mismo hecho trascendente de ver el mundo. Katya Berger así lo entiende al recordar las palabras de su padre, John. En su metamorfosis en lienzo trata de acogerse a sí misma en un intento vano de que algo, por poco que sea, no se le siga escapando.

La experiencia propia, y no la capacidad mecánica de imitación, es el fundamento de la pintura y de todas las demás artes que intentan representar la realidad a través de sus metáforas. Tal fundamento ha sido siempre conocido, pero sin duda es también un saber que se afianza con la modernidad al mismo tiempo que lo hace el individuo autónomo y el drama que siempre lo acompaña, la libertad.

La diferencia entre recuerdo y reconocimiento nos permite saber que la memoria necesita primero distinguir con claridad la realidad y las partes que la conforman o la trocean, sus elementos básicos y sus adornos. Reconocemos un rostro de entre una multitud de ellos y distinguimos también un ojo de una boca, una letra de otra, y de esta manera vemos y leemos y al hacerlo recordamos.

Al ver miramos y con ello observamos y elegimos una parte del escenario descartando el resto, nuestra atención se concentra como si acabáramos de hallar la aguja del pajar.

Parafraseando de nuevo la frase del profesor del Sr. Liebermann, diremos con ella que solamente logramos reconocer aquello que somos capaces de recordar y que ya percibimos, y quizás miramos también, en otro momento de nuestra vida y que configura, en la parte que le corresponde, nuestro conocimiento primordial.

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2H
-“Ya sabes que siempre preferí viajar solo, no tanto por la sensación de impunidad y de falsa libertad que te embarga y sí por esa rara desnudez que te permite despojar a la realidad de sus símbolos. Con la soledad no se puede regatear ni establecer componendas, solamente ella te dice la verdad, incluso te despoja del nombre que tus padres te dieron, y te convierte en un ser anónimo, porque el nombre siempre es de los otros, nunca nos pertenece del todo. ¿Por qué me hablas ahora de entonces?, tenía celos, sí, pero eso ya no importa.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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2M
-“No te faltaban razones para estar celoso, aunque a decir verdad nunca supe si venías por mí o por ver y admirar su enorme colección de cómics y de dibujos originales que casi amontonaba, de los más importantes maestros de ésa que llamábamos enfáticamente “literatura dibujada”, y que yo, con paciencia y laboriosidad, debía clasificar y archivar.

Ambos éramos muy jóvenes entonces y tú te sentías sobrepasado por todo lo que él representaba y poseía. Ésas dos, y otras casas espléndidas que no llegamos nunca a conocer, eran suyas, viajaba por todo el mundo y tú vivías en un piso de estudiantes que siempre estaba sucio. No podías creer que desde la misma cama de la habitación de Vallvidrera se pudiese contemplar la mejor vista de una Barcelona que descendía perpendicular al mar.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

viernes, 25 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (1)



14 Mayo 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.


1. El mundo.

“Para empezar un cuadro debe de haber un vacío en medio” (Pierre Bonnard), se supone que para llenarlo con algo, sea con colores y líneas o con manchas y sombras, quizás con rayos y truenos, o con flechas que cosan la nada igual que lo hace el hilo cuando pasa por el orificio de la aguja que cierra el saco.

Nadie sabe en qué consiste ese vacío, acaso es una puerta que hay que atrancar, o una ventana por la que huir o mirar, tal vez un pozo del que beber o bien puede ser una herida que debamos coser para no morir.

En cambio, otros cuentan que un poema produce una ausencia en lo real” (Wallace Stevens). ¿Si están en lo cierto podemos deducir que el arte es una sustracción?, ¿un robo?, ¿un hurto?, ¿es una arteria que se desangra?, ¿o acaso, como también decía el mismo W. S. en uno de sus famosos aforismos, es un meteoro que cae?

Nadie tampoco lo sabe, aunque yo sospecho que el misterio se halla en los otros y en sus ojos atónitos que miran a los nuestros como si se miraran a sí mismos.

Un viejo amigo mío, de profesión innombrable y asesina, me recordaba siempre que el poeta es un hacedor y que su poesía es una aportación en lo real y no una falta ni una desaparición. Es un ensanchamiento, aseguraba, y, exagerado él, la verdadera causa de la expansión del Universo.

A mi amigo le gustaba repetir una frase ingeniosa de Oscar Wilde que decía: Únicamente los que son superficiales no juzgan por las apariencias. “El verdadero misterio del mundo está en lo visible, no en lo invisible".

Yo solamente señalaré que Ernst H. Gombrticn citaba en “La imagen y el ojo” a Max Liebermann que recordaba a su vez a un profesor suyo, quien decía que “lo que no se puede pintar de memoria no se puede pintar”.

Tal afirmación no significa, de ningún modo, que todo aquel que tiene memoria sea capaz de pintar, dibujar o cantar, pero sí, y eso es lo importante, que al ver y mirar una imagen puede reconocer en ella el mundo o parte de él.

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1M
-“Querido Víctor, ya sé que no te gusta, pero me perdonarás si una vez más recuerdo nuestras veladas en la casa de la playa y en la “torre” de Vallvidrera. No puedo evitarlo, hace ya muchos años que me fui y en esta parte del mundo en la que ahora vivo la luz y el “color” apenas duran unas pocas semanas y al frío no sé acostumbrarme.

A mí me gustaba invitarte y a ti venir, pero también te sentías incómodo en las que llamabas “las cuevas del dragón”, como si en ellas me tuviera presa un ser magnífico o algún dios celoso y gruñón. Yo solamente era la joven secretaria y la amante también de nuestro profesor de “Arte contemporáneo”, la asignatura que él impartía en la Universidad y de la que nosotros fuimos alumnos”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

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1H
-“Querida Verónica, el otro día leía a Katya Berger y sus diálogos epistolares -Tiziano: ninfa y pastor”-, con su padre, John Berger. En ellos nos cuenta que cuando fue a Venecia el año 1990 para conocer la exposición de Tiziano, vio al pintor, ya viejo, aparecérsele como un fantasma, y a sí misma también convertida en “el óleo extendido en un trozo de lienzo. Eso fue lo que me dio ganas de empezar un diálogo con John, pues él me había insinuado cómo la vida acoge al arte; pues él sabía, como lo sé yo, que todo se nos sigue escapando.” En tu réplica me preguntaste qué es eso que se nos sigue escapando, no puedo decirte, tú elegiste el frío y en él debes de haber hallado alguna clase de respuesta”. (El hilo. Cartas a una amiga)

miércoles, 23 de junio de 2010

El Peletero/La aguja del pajar (00)


12 Mayo 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

00. Presentación. (y 2)

No obstante, quiero asimismo manifestar, y reconocer inmodestamente, que el significado de lo expuesto algo bebe de mí, en su desorden y vaga poesía estoy yo, y aunque sea de una manera imprecisa, difusa y casual, quiero pensar, necesito creer, que mis alumnos fueron del mismo modo también mis discípulos. 

En aquel tiempo, en el que se sentaban en estos mismos bancos en que ustedes se hallan ahora, sólo llegué a ser su depositario, el tesorero de su saber, algo su valedor, un extraño modelo y casi su único lector. Sin embargo, ellos han constituido el fundamento intelectual y la base de todo mi trabajo crítico, académico y docente en estos últimos treinta años, la fuente de mi inspiración y el origen de mi reconocimiento público, de mis premios y medallas. 

En mis archivos, que todo lo guardan, han estado depositados y custodiados sus trabajos y sus cartas, una larga relación epistolar que mantuvieron ambos durante muchos años y que en forma de legado ha llegado también a mis manos, y que aquí, ante ustedes, desvelaré en cada lección.
Durante todo este largo periodo han permanecido, su obra y su correspondencia, casi escondidas y salvaguardadas de miradas ajenas que no fueran la mía. Así ha sido por mi interés en obtener ventaja y provecho profesional de ambos, y, aunque sea difícil de creer, también por pudor y recato.

Sin embargo ahora... el triste fallecimiento de uno de ellos, acaecido hace poco, convierte en polvo toda mi vanidad, la ganancia mezquina y el tiempo pasado. 

Los recuerdos, la propia vida, la mía y las suyas, son ya colores desteñidos, y los sueños que un día tejimos, con una aguja que todavía no hemos hallado, se deshilachan como la mortaja de un moribundo. Su muerte desamparada me demanda, me exige, sacarlos a la luz de forma explícita y pública como si abriera mi propio féretro para dejar que el viento lo limpiara. 

Esos son mis huesos, yo fui, como profesor suyo, una especie de notario y albacea de su aprendizaje, quizás una escalera, y necesito creer también que logré ser su maestro, que hoy, frente a mi nuevo auditorio, siempre joven, demasiado joven siempre, debe repetir en su honor sus palabras y reconocer que fueron ellos los que me enseñaron a mí.

Traten ustedes de hacer lo mismo si son capaces, si no, callen y escuchen.

martes, 22 de junio de 2010

El Peletero/La aguja del pajar (0)


10 Mayo 2010

La aguja del pajar.

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

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Para Verónica, te lo prometí un día y ahí lo tienes.

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0. Presentación (1 de 2).

Mi nombre es Antonio T., buenos días y sean bienvenidos a este curso que tengo el honor de impartir, y que, de una manera vaga pero premeditada, he titulado, “La aguja del pajar. Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura”.
 
Gracias por su asistencia, por su interés y por su ilusión, que doy por descontados, y gracias también por la confianza que depositan en mí.

Antes de empezar las clases quiero aclarar que las siguientes lecciones que vamos a desarrollar en los próximos días no son obra mía, provienen todas ellas de una mezcla variopinta y desencajada de estudios, ensayos, monografías y escritos diversos de dos antiguos alumnos míos, Víctor y Verónica. 

La importancia de ello es obvia y evidente. Mi responsabilidad sobre los trabajos mencionados ha consistido sólo en tratar de ordenarlos de forma coherente para obtener la necesaria consistencia pedagógica que todo curso o seminario requiere. Sinceramente, dudo haberlo conseguido, ustedes me disculparán si ellas siguen ajustándose fielmente al título y continúan estando desordenadas y siendo más imaginarias y supuestamente poéticas que lecciones o conferencias bien trenzadas y tejidas. 

Su valor, como la vida, está en su verdad, ella es el orden y el ritmo, es el río que pasa, es el recuerdo y es el mar helado que un día nos atrapó en una mirada alucinada. 

La verdad es también el tiempo que para, el momento que se detiene en nuestros labios y en nuestras voces para escuchar el arpa. En ella se encuentra lo que nunca pudo ser, la verdad alimenta y mata, la verdad es un nombre, la verdad es una palabra, la verdad es alguien, es un jilguero, es un eco, la verdad no es nada.

Así pues, el presente curso que hoy iniciamos y que constará, como ya conocen, de tres clases semanales -los lunes, los miércoles y los viernes, a las doce del mediodía, excepto festivos-, hasta completar ciento once, corresponde y se fundamenta en unos textos ajenos a mí, no son mis palabras las que pronunciaré, yo no las escribí ni antes tampoco las pensé. Un necesario sentido de la decencia me obliga a desvincularme de su autoría.

lunes, 21 de junio de 2010

sábado, 19 de junio de 2010

viernes, 18 de junio de 2010

El peletero/Quince días (y 23)


30 Abril 2010

Dia zero.

Citas, adioses y últimas palabras:

(1). Poem nº IX ”A LAST CONFESSION”, Yeats.

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(2) “The mountains of Mourne”, Popular. 

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(3) Entre “La chica de ayer” de Nacha Pop, las canciones de Toni Zenet y las de Sabina. 

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(4) ”In the Mood for Love”, de Wong Kar Wai.

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(5) “Un beso de esos” de Toni Zenet.

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-¿En casa de quién estamos? –pregunté.

-La verdad es que no lo sé –dijo Charlotte-. Conocí este lugar a través de unos pintores. ¿Le interesa saberlo?

-No.

-Me chocaba en usted, tan… ¡Es tan agradable no saber en casa de quién esta uno!

Me sonrió con confianza. Me habría gustado que no supiese mi nombre para que estuviese aún más relajada. 

-¿No estará enfermo su joven amigo, madame Charlotte?

-No, gracias a Dios. Está en casa de unos parientes, en el campo. Vuelve dentro de ocho días.

Se ensombreció un poco, perdió la mirada en el fondo rojizo y humoso del estudio.

-¡Es tan agotador alguien a quien se quiere! –suspiró-. No me gusta mucho mentir.

-¿Cómo mentir? ¿Por qué? ¿Le quiere?

-Naturalmente que le quiero.

-Entonces...

Me dirigió una magnífica mirada de superior a inferior, que luego suavizó.

-Pongamos que sea una profana en la materia –dijo afablemente.

Pero yo recordaba la novelesca recompensa que concedía al joven amante, el placer, casi público, el gemido de ruiseñor, notas llenas, reiteradas, idénticas, que se prolongaban unas a otras y se precipitaban hasta la ruptura de su tembloroso equilibrio en la cúspide de un sollozo torrencial… Sin duda, en eso residía el secreto, la melódica y piadosa mentira de Charlotte. Pensé que la dicha del joven amante era grande, si la medía por la perfección del engaño de quien trabajaba delicadamente para dar, a un muchacho débil y sombrío, la más alta idea de sí mismo que un hombre pueda concebir.
Así pues, un genio hembra, entregado a la tierna impostura, a la deferencia, a la abnegación, se alojaba en aquella tangible Charlotte, tranquilizadora amiga de los hombres… Sentada, con las piernas extendidas, esperaba ociosa, a mi lado, reemprender la tarea que corresponde al mejor amante: la superchería cotidiana. Mentira deferente, embeleco mantenido con ardor, proeza ignorada que no espera recompensa… Tan sólo el azar, el anonimato, la atmósfera que se llama disoluta liberaban a aquella heroína cuyo silencio no me incomodaba en absoluto, a aquella desconocida a cuyo lado yo callaba como si acabase de confiarme a ella. Su presencia seducía a otras efímeras presencias extraídas del fondo de mi memoria, fantasmas que acostumbro a perder y recuperar, inquietos, mal curados de haber golpeado duramente, en otros tiempos, con la frente, con el costado, contra el arrecife sordo e ininteligible: el cuerpo humano… Ellos reconocían a Charlotte. Como ella, sólo habían hablado cuando se sintieron seguros, es decir, entre desconocidos a desconocidos. Un oído tenebroso –a veces el mío- se había puesto a su alcance y habían vertido en él, en primer lugar, su nombre –nombre ficticio, pero libremente escogido-; luego, en cualquier orden, todo lo que les agobiaba: carne, más carne, misterios, traiciones de la carne, fracasos de la carne, sorpresas de la carne.

(“Lo puro y lo impuro” Colette)

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“Una vez oí un refrán que me impresionó más que un voto matrimonial. No sé de dónde viene. Como aparece un río, puede que venga de [aquí se ha corrido la tinta y el nombre es ilegible]. Si vas río arriba, dice el refrán, coge una flor para mí, y si mueres antes que yo, espérame al otro lado de la tumba”
 
(Fragmento de una carta de A’ida a Xavier “De A para X” de John Berger)

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- Moriré después de ti.

- Así es.

--¿Me esperarás? 

- No, no te esperaré, no me busques porque no me hallarás, los quince días han terminado, han sido sólo un soplo en toda una eternidad, un beso corto, y ya no te mereces de mí ninguno más.

- Entonces adiós.

- Adiós, ¿sabes que te quise?

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jueves, 17 de junio de 2010

El peletero/Quince días (22 de 23)


29 Abril 2010


Día veintidós.

“Lo acepto, me encargaré de ti, seré tu hombre durante quince días. En todo este tiempo no saldremos de mi cama excepto para aquello que sea necesario. Quizás nos bañemos en la bañera, tal vez juguemos con el bidet, nos miraremos en el espejo. Algo deberemos comer, pero te prometo que no me separaré de ti, solamente te pido que me agarres bien, no me sueltes, no dejes que me caiga de mi propia cama. Yo no te abandonaré ni despegaré mi boca de la tuya, mis palabras no necesitarán del aire para ser dichas, pasarán de labio a labio, de lengua a lengua y en cada una te contaré mil cuentos, en todos los versos te amaré, serás mi novia, mi hembra y mi esposa, la reina de mi harén. No dejes que me quemen, quiero una nuez, una avellana y una almendra, quiero madera clara y tierra seca cerca de un ciprés”.