sábado, 26 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (2)


17 Mayo 2010


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.


2. La memoria que se nos escapa.

¿Por qué?

Porque la realidad nunca es descubierta, sólo es reconocida al ser recordada.

Cualquiera que pinta sabe que no hay diferencia entre su acto y el mirar, ambos pertenecen al mismo hecho trascendente de ver el mundo. Katya Berger así lo entiende al recordar las palabras de su padre, John. En su metamorfosis en lienzo trata de acogerse a sí misma en un intento vano de que algo, por poco que sea, no se le siga escapando.

La experiencia propia, y no la capacidad mecánica de imitación, es el fundamento de la pintura y de todas las demás artes que intentan representar la realidad a través de sus metáforas. Tal fundamento ha sido siempre conocido, pero sin duda es también un saber que se afianza con la modernidad al mismo tiempo que lo hace el individuo autónomo y el drama que siempre lo acompaña, la libertad.

La diferencia entre recuerdo y reconocimiento nos permite saber que la memoria necesita primero distinguir con claridad la realidad y las partes que la conforman o la trocean, sus elementos básicos y sus adornos. Reconocemos un rostro de entre una multitud de ellos y distinguimos también un ojo de una boca, una letra de otra, y de esta manera vemos y leemos y al hacerlo recordamos.

Al ver miramos y con ello observamos y elegimos una parte del escenario descartando el resto, nuestra atención se concentra como si acabáramos de hallar la aguja del pajar.

Parafraseando de nuevo la frase del profesor del Sr. Liebermann, diremos con ella que solamente logramos reconocer aquello que somos capaces de recordar y que ya percibimos, y quizás miramos también, en otro momento de nuestra vida y que configura, en la parte que le corresponde, nuestro conocimiento primordial.

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2H
-“Ya sabes que siempre preferí viajar solo, no tanto por la sensación de impunidad y de falsa libertad que te embarga y sí por esa rara desnudez que te permite despojar a la realidad de sus símbolos. Con la soledad no se puede regatear ni establecer componendas, solamente ella te dice la verdad, incluso te despoja del nombre que tus padres te dieron, y te convierte en un ser anónimo, porque el nombre siempre es de los otros, nunca nos pertenece del todo. ¿Por qué me hablas ahora de entonces?, tenía celos, sí, pero eso ya no importa.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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2M
-“No te faltaban razones para estar celoso, aunque a decir verdad nunca supe si venías por mí o por ver y admirar su enorme colección de cómics y de dibujos originales que casi amontonaba, de los más importantes maestros de ésa que llamábamos enfáticamente “literatura dibujada”, y que yo, con paciencia y laboriosidad, debía clasificar y archivar.

Ambos éramos muy jóvenes entonces y tú te sentías sobrepasado por todo lo que él representaba y poseía. Ésas dos, y otras casas espléndidas que no llegamos nunca a conocer, eran suyas, viajaba por todo el mundo y tú vivías en un piso de estudiantes que siempre estaba sucio. No podías creer que desde la misma cama de la habitación de Vallvidrera se pudiese contemplar la mejor vista de una Barcelona que descendía perpendicular al mar.” (La madeja. Cartas a un amigo.)