5 Octubre 2009
Me cuentas tus penas porque no tienes a nadie más que quiera oírte. Estás amortizada y no quieres darte cuenta. Cuando me ves te desnudas rápida como si quisieras compensarme de algo, pero yo solamente he venido a recoger un traje recién comprado que el otro día dejé olvidado en una de las sillas del comedor. Cuando te das cuenta que no he venido para quedarme te pones a llorar.
Solamente he de recorrer el tramo que hay desde tu habitación hasta la puerta que da al relleno de la escalera, abrirla y cerrar.
Apenas son diez metros, quizás once, tu piso es pequeño y no sabes llorar.