viernes, 11 de julio de 2008

El peletero geógrafo



21 de julio de 2006

Desde el mar Caspio hasta el Turquestán chino, al pie de las montañas del Pamir, se halla la región llamada de Astrakán, donde se crían los carneros karakul, también llamados, naturalmente, carneros astrakán. Esta cría y sus rebaños llegan hasta el mismo Afganistán y el Turquestán ruso. Como afirma José Tapbioles en su Tratado de Peletería del año 1944: “el más apreciado de todos ellos es el persianer, que es de tamaño pequeño, bucle mediano y uniforme, apretado, sedoso y brillante y de cuero fino”.

A principios del siglo XX el gobierno alemán inició la cría de carneros karakul en sus colonias del Sudoeste africano, la Namibia actual, allí nació el Swakara, acrónimo de South West African Karakul. El éxito fue y es enorme. Su rizo es más plano, más largo, más estrecho y más elegante.

El pelo rizado en el carnero karakul apunta hacia la cabeza y no hacia la cola como en los demás animales. Eso significa que hay que confeccionar las pieles con la cabeza hacia abajo. Su extraordinario muaré obliga también a tener muy en cuenta el “acostillado” de sus rizos a la hora de hacer los cortes para las uniones entre piel y piel. Estos cortes tendrán que imitar las ondulaciones y hacerlos donde el rizo sea igual y no sólo parecido. La confección de una pieza de astrakán es el resultado de una larga sabiduría y buen gusto artesano.

No todo el mundo sabe hacer un abrigo de astrakán y no todo el mundo debe vestir una pieza de astrakán. Su sensibilidad tal vez no le permita soportar el hecho de que a las crías se las sacrifica a las pocas semanas de nacer. O su cuerpo quizás no sepa ni sabrá jamás moverse adecuadamente con un vestido de astrakán. Su peletero tendría que saber confesárselo con diplomacia, determinación y exactitud a su clienta.

El astrakán es raro, sus muarés, acostillados y ondulados siguen una trayectoria horizontal y la pieza normalmente tiene una arquitectura vertical. Su pelo no se deja prender, sólo acariciar. Su olor es sui géneris y su aspecto inconfundible. Por eso es fácil hacer imitaciones artificiales. En su virtud está su defecto.

El astrakán permite muchos, por no decir todos, los colores, incluso los más inverosímiles, pero el más clásico sin duda es el negro, que combinado con otras pieles puede dar resultados espectaculares, extravagantes o delicados

África del Sur, incluida en ella Namibia, es la esperanza de África, el modelo a seguir y a imitar. En cambio, toda la enorme región del Asia central, es un polvorín a punto de estallar, almacena en su interior un bien todavía mucho más preciado para los humanos que estos simpáticos carneros. También es de color negro y oleaginoso y se llama petróleo, pero esta es otra historia que no nos toca a nosotros contar.