Diari d’estiu (20)
Terra de cristall.
En el proper post parlaré del David Bowie,
del Chick Korea i d’el Thelonius Monk i potser, només potser, d’en Coyote
Man, però avui no, avui ho faré dels terres de cristall i que els llibres
només són llibres i no pas columnes ni arbres, els llibres no aguanten pas com
les pedres cap sostre capaç de protegir-nos ni del sol ni de la pluja, aquest,
però, és el seu valor.
Ahir, a la Central del Raval del carrer
Elisabets, em vaig comprar La nit sexual,
d’en Pascal Quignard, un llibre que és una petita mostra d’imatges obscenes que
el Sr. Quignard col·lecciona i que va decidir recopilar i comentar en un sol volum
a rel de la llei que es va votar als USA sobre la decència que han de mantenir
els mitjans de comunicació. Una llei que, em sembla a mi, molt bona part de la
població europea, inclosa la progressista, puritana i d’esquerres, aprovaria
també. I aquest matí, al mercat vell de llibres de Sant Antoni, i només per un
trist i pansit euro, Política y
literatura de l’Azorin (Alianza Editorial, 1968)
Diu Azorín que “En España el vocablo
mandar ha sido siempre sinónimo de prohibir: nuestra política secular puede
resumirse en las prohibiciones y en las expulsiones. Hemos expulsado a los
moriscos y a los judíos; sabios economistas (como Fernández Navarrete en su
Conservación de Monarquías, discurso VII) han llegado a aconsejar que se
lanzase también fuera de España a los gitanos, a los irlandeses y a los
extranjeros de toda suerte. No hemos ido tan lejos por esa vía; más el éxodo
forzado de los moriscos no es una empresa despreciable.”
I no fa encara dos dies que els ministres espanyols d’Interior i de
Justícia han manifestat que l’Estat Islàmic pot infiltrar yihadistes entre els
refugiats que són assignats a Espanya. Ni fa tres dies tampoc que el Pablo
Iglesias atia diferències ètniques en la societat catalana que només hi són en
el seu cap ple de prejudicis d’universitari i de polític ja professional. A
l’igual que les burles miserables del Fernando Savater, del Julian Marías i de
bona part de la intel·lectualitat espanyola amb només unes poques excepcions. Sincerament,
la demanda d’independència d’una part de la societat catalana en relació a
Espanya és tant una fugida com una expulsió d’uns estrangers, els catalans que
no cabem dins de la matriu castellana de l’Estat i som foragitats com si fóssim
un cos aliè, estrany i perillós. Aquí, a Catalunya, sempre fem broma dels tancs
que l’Exèrcit d’Espanya ens enviarà per fer callar la secessió, i que, val a
dir, en realitat ja ens els ha enviat amb les darreres declaracions del ministre
espanyol de Defensa a l’afirmar que no
farà falta si tothom compleix amb el seu deure.
Espanya no pot ni vol saber les raons de la secessió catalana, creu viure
confortable amb el seu sempitern vel que el separa de la realitat. Si volgués
conèixer-les s’hauria de mirar al mirall i s’adonaria si ho fes que la
independència catalana implica també la seva pròpia, la independència espanyola,
al fer-se definitivament adulta. Ja sé que dit així pot semblar una
impertinència o un excés de supèrbia per la meva part perquè no sóc ningú per
donar consells excepte per la bandera que hi surt en el meu DNI. De l’Estat
espanyol només ens arriben amenaces i burles de gent amargada, plena de
rancúnia, de bilis i de ràbia com un marit que no compren que la seva esposa li
demani el divorci. En les seves propostes no hi ha res d’il·lusionant, d’engrescador
ni pels catalans ni tampoc pels espanyols, no hi ha ni esperança, ni goig ni
horitzó comú com el que es va viure a la Meridiana de Barcelona el passat dia
11.
En el proper post, com he dit al principi,
parlaré del David Bowie, del Chick Korea i d’el Thelonius Monk i potser d’en Coyote Man, però avui no, avui ho fet
dels terres de cristall i de la pluja sobtada que no t’esperes i et mulla tota
la roba estesa. Ahir tarda va ploure i jo tenia roba acabada d’estendre i havia
d’haver obert la meva botiga a l’espera de la clientela, però em vaig declarar
en vaga amb mi mateix i me’n vaig anar a caminar, va ser una passejada i una pluja
lleugera que va omplir d’humitat l’atmosfera igual que en una sauna turca; els
tolls d’aigua semblaven quars o diamants polits, però només era vidre, cristall
que es trenca quan reflexa la realitat o li cau al damunt el cel.
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Diario
de verano (20)
Suelo
de cristal.
En
el próximo post hablaré de David Bowie, de Chick Korea y de Thelonius Monk y
tal vez, sólo tal vez, de Coyote Man,
pero hoy no, hoy lo haré de los suelos de cristal y que los libros sólo son
libros y no columnas ni árboles, los libros no aguantan como las piedras ningún
techo capaz de protegernos ni del sol ni de la lluvia, éste, sin embargo, es su
valor.
Ayer,
en la Central del Raval de la calle Elisabets, me compré La noche sexual, de Pascal Quignard, un libro que es una pequeña
muestra de imágenes obscenas que el Sr. Quignard colecciona y que decidió
recopilar y comentar en un solo volumen a raíz de la ley que se votó en los USA
sobre la decencia que deben mantener los medios de comunicación. Una ley que,
me parece a mí, muy buena parte de la población europea, incluida la
progresista, puritana y de izquierdas, aprobaría también. Y esta mañana, en el
mercado de libros de viejo de San Antonio, y sólo por un triste y mustio euro, Política y literatura de Azorin (Alianza
Editorial, 1968)
Dice Azorín que: “En España el vocablo mandar ha sido siempre
sinónimo de prohibir: nuestra política secular puede resumirse en las
prohibiciones y en las expulsiones. Hemos expulsado a los moriscos y a los
judíos; sabios economistas (como Fernández Navarrete en su Conservación de
Monarquías, discurso VII) han llegado a aconsejar que se lanzase también fuera
de España a los gitanos, a los irlandeses y a los extranjeros de toda suerte.
No hemos ido tan lejos por esa vía; más el éxodo forzado de los moriscos no es
una empresa despreciable.”
Y no hace todavía dos días
que los ministros españoles de Interior y de Justicia han manifestado que el Estado
Islámico puede infiltrar yihadistas entre los refugiados que son asignados a
España. Ni hace tres días tampoco que Pablo Iglesias
atiza diferencias étnicas en la sociedad catalana que sólo están en su cabeza
llena de prejuicios de universitario y de político ya profesional. Al igual que
las burlas miserables de Fernando Savater, de Julian Marías y de buena parte de
la intelectualidad española con sólo unas pocas excepciones. Sinceramente, la
demanda de independencia de una parte de la sociedad catalana en relación a
España es tanto una fuga como una expulsión de unos extranjeros, los catalanes
que no cabemos dentro de la matriz castellana del Estado y somos expulsados
como si fuéramos un cuerpo ajeno, extraño y peligroso. Aquí, en Cataluña,
siempre bromeamos con los tanques que el Ejército de España nos enviará para
acallar la secesión, y que, vale decir, en realidad ya nos los ha enviado con
las últimas declaraciones del ministro español de Defensa al afirmar que no
hará falta si todo el mundo cumple con su deber.
España
no puede ni quiere saber las razones de la secesión catalana, cree vivir
confortable con su sempiterno velo que lo separa de la realidad. Si quisiera
conocerlas debería mirarse en el espejo y se daría cuenta si lo hiciera que la
independencia catalana implica también la suya propia, la independencia
española, al hacerse definitivamente adulta. Ya sé que dicho así puede parecer
una impertinencia o un exceso de soberbia por mi parte porque no soy nadie para
dar consejos excepto por la bandera que sale en mi DNI. De España sólo nos
llegan amenazas y burlas de gente amargada, llena de rencor, de bilis y de
rabia como un marido que no comprende que su esposa le pida el divorcio. En sus
propuestas no hay nada de ilusionante,
ni de estimulante ni para los catalanes ni tampoco para los españoles,
no hay ni esperanza, ni alegría ni un horizonte común como el que se vivió en
la Meridiana de Barcelona el pasado día 11.
En
el próximo post, como he dicho al principio, hablaré de David Bowie, de Chick
Korea y de Thelonius Monk y tal vez de Coyote
Man, pero hoy no, hoy lo hecho de los suelos de cristal y de la lluvia
repentina que no te esperas y te moja toda la ropa tendida. Ayer tarde llovió y
yo tenía ropa recién tendida y debía de haber abierto mi tienda a la espera de
la clientela, pero me declaré en huelga conmigo mismo y me fui a caminar, fue
un paseo y una lluvia ligera que llenó de humedad la atmósfera al igual que en
una sauna turca; los charcos de agua parecían cuarzo o diamantes pulidos, pero
sólo era vidrio, cristal que se rompe cuando refleja la realidad o le cae
encima el cielo.