jueves, 19 de febrero de 2009
El peletero/Poesía Fría-El primer canto (1 de 4)
EL LLANTO
Wallace Stevens (a partir de ahora W. S.) afirma que un poema produce una ausencia en lo real.
¿Una abertura?
Esa es una muy buena metáfora, poderosa, elaborada y evocadora de un bien valioso que nos es hurtado, aunque luego, tal y como el mismo W. S. reconoce, nos sea devuelto, en justa reciprocidad.
Y en forma de poema.
Esta tesis nos puede hacer pensar que la poesía tiene algo de usurpadora al vaciar al mundo de sentido para dárselo a la palabra.
La magia es eso.
Sin embargo, nosotros preferimos considerar que es todo lo contrario, y que el poeta es un hacedor y que su poesía es una aportación en lo real y no una falta, ni una desaparición. Es un ensanchamiento y quizás la verdadera causa de la expansión del Universo.
La poesía es la verdadera Ley de Hubble.
Si ello es así, y su corrimiento al rojo-sangre lo indica claramente, entonces será adecuado decir, como también afirma W. S., que:
“Un poema es un meteoro”.
Ese es el fundamento que permite a Félix de Azúa formular su definición de poesía.
La podemos leer en: “El peletero / La verdad”
Aceptado este hecho, ya tenemos el inicio que necesitamos para empezar diciendo que: casi todos estaremos de acuerdo si reconocemos en el llanto de un recién nacido el primer poema de una vida, la de ese cachorro que está empezando a respirar a base de llorar.
Ésa es la mejor metáfora.
No nos equivocaremos tampoco si pensamos que los gritos y las lágrimas debieron de empezar mucho antes del parto. En algún momento indefinido, lejano seguramente. Allí donde la música ya sonaba fértil y generosa.
Era el principio.
Y entenderemos así, y mucho más fácilmente, que todos también afirmen, que el retorno sea uno de los argumentos primordiales de numerosos relatos y cuentos. Muchas historias contadas y cantadas son un viaje en el que se regresa, nunca se parte, siempre se vuelve.
¿A dónde?
No se puede regresar más que a un lugar. En el viaje de vuelta está el destino, que siempre es un fin en el que se halla el origen. Desde Ulises sabemos que cuando vamos, regresamos.
A casa.
Así pues, si conseguimos llegar al hogar, -no todos lo consiguen- es muy posible, que ese primer canto acabe siendo también el último. Homero cantó el suyo sin sospechar que su poema acabaría siendo verdaderamente único. Aunque tal vez algo sospechaban sus protagonistas.
Ulises, Penélope, Telémaco y Nausícaa.
Nada de lo dicho hasta ahora es original, ni pretende tampoco aportar novedades a ese viaje de regreso ya tan frecuentado y siempre igual, y siempre distinto. Pero siempre es necesario recordarlo, siempre es una pequeña ayuda. Siempre.
Como si camináramos acompañados.
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