miércoles, 16 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (95)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

95. El decorado.

La pintura inventa el paisaje convirtiéndolo en un horizonte interior al que se accede mirando hacia afuera. Él es una variante del retrato intimista, es la fase previa a la abstracción, y eso que nuestros contemporáneos llaman “mundo interior”. 

Contrariamente, la arquitectura es otra clase de horizonte al que se accede mirando hacia adentro porque es el Universo. Ella alberga las cosas que existen como si fuera un teatro. Todo el cuadro, la habitación entera, la ventana y el mundo son un decorado, y el pincel un ojo de mirlo mirando un mundo nevado.

Las representaciones de la vida real y cotidiana, la escena de costumbres, el retrato, el bodegón, el cuadro llamado de interiores, personas y objetos son, permítasenos la licencia, asimismo paisajes. El escenario de la vida deviene protagonista. 

Gracias a la pintura, las calles, la tierra y el mar, dejarán de ser lo que siempre fueron, nada, para convertirse en arquitecturas, panoramas y marinas y poder ser vistas para preguntarse, una y mil veces, por qué demonios no nos despeñamos todos por el horizonte. 

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95M
-“A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluido, claro está, su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras, muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por obra de un sentimiento equívoco y de otro equivocado. Somos felices. (Amor I, Raúl Brasca)

¿El amor son sólo palabras envueltas en pasión, querido Víctor?” (La madeja. Cartas a un amigo.)

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95H
-“No sé qué responderte, querida Verónica, ya deberías saber que la sinceridad y la verdad son cosas distintas, pero es de agradecer que vayan juntas. Torear siempre toreamos, da igual que el toro sea de verdad o de cartón, aunque algunos le piden al primero que no mate o al segundo que dé buenos mugidos.” (El hilo. Cartas a una amiga.)