jueves, 14 de mayo de 2009

El peletero/El blog apócrifo de Lorena, una carta y una canción (1 de 8)



31 Marzo 2008

Atada y amordazada a la columna vertebral,
mi cabeza se balancea descoyuntada,
es una peonza que cabecea frenética.
El cerebro se ha despegado del interior del cráneo,
y la carne del rostro se ha despegado del hueso.
Si pudiera moverme yo misma me degollaría.
Decapitada, con la cabeza en el suelo,
vería mi cuerpo caído o todavía erecto,
destaponado y desatascado.
Parecería un manantial.
El hedor sería terrible.

(El Pilar, Memorias de la bruja monja)


Me llamo Lorena y nací hace 40 años en México D. F. No soy ninguna bruja ni tampoco ningún manantial del que los otros puedan beber. En un tiempo bailé para los demás y por ello me pagaron. La que tiene sed soy yo, pero casi no la noto. Acabo de parir a un hijo de un segundo marido. Esperaré un tiempo y me iré. Quiero regresar a casa. Cuando lo haga sé que nada más llegar me iré otra vez. Buscaré a mi hijo y estaré un tiempo con él y con su padre. Acaba de nacer, es un varón y mi amor se desboca cuando le canto, él me sonríe y yo no paro de llorar. Todo está descuadrado y mal cosido, todo se rompe y se rasga fácil. Hay alguien que debe de haber hecho trampas en algún momento. A mi hijo le gusta que le cante y yo apenas puedo gritar o susurrar. Pero estoy sola. No paro de llorar y no puedo evitarlo. No amo a ése que es mi marido. Tampoco amo al que fue el primero, aunque lo amé, pero ya no. Yo creo que no amo a nadie, y ahora mismo desearía no haber parido. Hace años le robé a mi amiga María una de sus cartas, una que alguien le escribió. Ahora es mía, es robada, pero mía, ella ya no la puede leer y yo sí. Ahora ése que firma me escribe a mí. María mentía tanto que seguramente la carta es apócrifa y simulada, falsa, nadie le escribió nada. Pero yo no puedo evitar recordar aquellos meses. Ya sé que con ello me muestro débil. ¿A quién le puede importar?, ¿a todos los que mantienen silencio?, ¿a todos aquellos que dicen ser fuertes? Bien, yo no lo soy. Todo el texto que sigue ahora es un preámbulo a esa carta robada que nadie me escribió jamás. Antes quiero recordar que durante un tiempo vivió conmigo mi padre. Yo no paraba de llorar, y él me miraba atónito sin saber qué sucedía. Me miraba llorar y callaba…

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El mundo que hay fuera de un escenario no es el mundo.

¿O es al revés?

Desde una tarima o desde un estrado, aquello que ves lo ves en esa visión de túnel con la que los borrachos o los moribundos creen llegar a divisar el cielo.

¿O es al revés?