jueves, 8 de enero de 2009

El peletero/El colibrí y las muchachas en flor (1)



21 Agosto 2007

“El amor es un género literario. Disfraza lo nuevo y lo convierte en mágico”.

(Joana Bonet, La Vanguardia 17-08-2007)

“El amor es un género literario. Disfraza lo viejo y lo convierte en nuevo”.

(El peletero)

Gwyneth Paltrow emula a Peggy Lee preguntándose: “What is this thing called love?” en la película “Infamous”. En uno de los cameos más memorables que este peletero recuerda haber visto.

A media canción balbucea, se detiene, se queda transportada y casi absorta en sus propios recuerdos y emociones. A la vista de todo el mundo, que la observa en silencio y con el alma en vilo, preguntándose a su vez si podrá reponerse y continuar con la canción. Naturalmente que sí, chasqueando los dedos se repone y se responde así misma preguntándose de nuevo:

I saw you there one wonderful day
You took my heart and threw it away
That’s why I ask the Lord in Heaven above
What is this thing called Love?


“Es la primera y la mejor escena de la película”, dijo el peletero. Aunque en realidad ésa no era una afirmación, más bien parecía una pregunta.

¿A quién se la hacía?

A Nadie y a Nada.

Estaba solo en su tienda hablándole al aire acondicionado que en extrañas ocasiones le respondía, pero si no lo hacía al menos cumplía con su misión: enfriar.

La Nada lo miraba atenta y lo escuchaba con interés. Estaba allí para hacerle un rato de compañía en su tienda.

- Tienes razón, le respondió la Nada, lo es, es la mejor escena de la película, pero cuéntame por qué.

- Eso es algo que no se puede ni tampoco se debe…

- ¡No seas pedante y mezquino!, le espetó la Nada.

- De acuerdo, cuéntalo tú pues.

- Tú eres el que escribe, yo solamente te leo. La responsabilidad es tuya.

- Sí, pero tu no estas enamorada de Gwyneth Paltrow, y yo sí

- ¿Por qué supones que no?, yo también estoy enamorada de ella, y de ti y… también soy rubia como ella, incluso más, y canto mucho mejor que tu Gwyneth.

- Y también tienes su edad. Ambas estáis en vuestro mejor momento y las dos sois unas excelentes actrices. La interpretación de ella es memorable.

- Realmente sí, confirmado, eres mezquino.

En aquel momento el peletero debería haber hablado del arte y de la vida y de la imposible mezcla, pero fácil confusión entre ambas cosas cuando se es torero o se está completamente loco. Pero él sólo era capaz de ver unos grandes ojos grises, ese gris que contornea las sombras como si fuera su áurea. Ese gris que hay en el fondo del hielo y en el centro de todo aquello que es blanco.

En esas fantasías andaba el peletero, cuando entró una mujer en la tienda.

Era una vecina de dos casa más a la izquierda. Vivía sola y era de Bruselas y cada vez que viajaba a su país para visitar a su hijo le llevaba un regalo.

Delgada, pelo negro lacio, vestidos largos y sombrero. Siempre sombrero.

Debía de haber sido elegante y ahora se había quedado sólo en desmañada, había perdido el punto justo de “tensión” que necesita la elegancia. Parecía una goma elástica, pero sin su fuerza.

La Nada y esa mujer ni siquiera se miraron mientras el peletero procuraba atender a su clienta lo mejor que sabía.

Dos gemelos de acero inoxidable cumplieron el propósito del regalo. Antes de irse se quedó un rato mirando un retrato que hay en el escaparate de la pintora O’Keefe, ya mayor y con su rostro lleno de arrugas. A su lado hay también una fotografía de un colibrí en pleno vuelo buscando su flor. Al marchar sonreía contenta.

- Qué clientas más raras tienes, le dijo la celosa Nada cuando “la desmañada” se fue.

- ¿Rara?, ¿por qué? Te has fijado que sus pies a penas tocan el suelo.

- ¿Qué?

- ¿No te has fijado? De joven fue bailarina y patinadora sobre hielo.

- Y tú eso, ¿cómo lo sabes?

- Te puedo asegurar que por telepatía no.

- Eres hiriente y mezquino.

Le dijo ella dándole un sonoro beso en los labios, húmedo y frío. Resbaladizo y desequilibrante.