sábado, 21 de junio de 2008

El peletero quántico



14 de junio de 2006

Un quantum es una realidad sui géneris, con propiedades propias, exclusivas, y ajenas a la cotidiana experiencia humana.

No vamos aquí a relacionar todas y cada una de estas propiedades pues este no es ningún texto de física cuántica divulgativa. Únicamente diremos que una de las características fundamentales de un quantum es la de estar en dos estados incompatibles al mismo tiempo, tanto en el pasado como en el futuro, y que sólo en el presente se nos presenta únicamente en uno solo de ellos.

Un peletero también es una realidad sui géneris y tampoco vamos aquí a relacionar cada una de sus propiedades puesto que este texto tampoco es un manual de peletería. Únicamente diremos que un peletero es una realidad con muchos estados, ninguno de los cuales es incompatible con los demás, ni en el pasado, ni en el presente. Respecto al futuro nadie se atreve a responder. Eso si, no tenemos el don de la ubicuidad, aunque sí podemos hacer dos cosas al mismo tiempo.

Las propiedades de un quantum son cuantificadas por los físicos con lo que ellos llaman “amplitud de probabilidad” que a pesar de ser algo extraordinariamente complejo también es algo bellamente poético.

Las propiedades de un peletero también son valoradas con varios raseros, uno de ellos es el dinero, que a pesar de ser algo extraordinariamente práctico y común también puede estar lleno de encanto.

En ambos casos, ambas cosas son únicas aunque una de ellas es exclusiva. Un quantum de tal clase es igual a otro de la misma clase, los dos son transmutables, transferibles y transponibles, igual sirven para un fregado que para un barrido. Un peletero no, él es único y exclusivo, tiene nombre y apellidos, y si ya no la tiene, tuvo una familia.

En la sopa primigenia, justo después del enorme estallido del BIG BANG, todo era indistinguible, todo era igual. Que de algo igual salgan cosas tan diferentes como las galaxias o los peleteros, tiene su gracia. Si existe el Diseñador decididamente hay que aplaudirle, trabajo le debe haber costado diseñar un cordero astracán de los desiertos del Kalahari.