viernes, 20 de febrero de 2009
El peletero/Poesía Fría-El primer canto (2 de 4)
7 Noviembre 2007
LA RISA Y LA IRA
En el curso 1967-1968, Jorge Luís Borges impartió seis conferencias sobre poesía en la Universidad de Harvard. Todas ellas están editadas en un pequeño libro delicioso, que nos sorprende al pensar que fueron leídas después de haberlas escrito, y no simplemente dichas, tal cual conversáramos entre buenos amigos, tomando café. Tal es su devenir y ese carisma que siempre sabía desprender J. L. Borges, dulce y claro, manso y sólido, la lección de un maestro que sabe contar mejor aquello que no sabe, que todo aquello que supone que sabe.
Una duda bien expresada siempre nos dice mucho más que una certeza bien afirmada. En la verdad hay a veces un halo de animosidad, una antipatía hacia aquello que nos inquieta y nos desconcierta y que no sosiega nunca nuestra zozobra, como si la verdad se vengara de nuestra ignorancia.
La tercera conferencia se titula “El Arte de contar historias”. Borges nos relata que el origen de la poesía debemos buscarlo en la épica, aunque en ella, nos advierte, cabe todo. Dicho así, es no decir demasiado al querer decirlo todo. Quizás Borges diga mal aquello que Wallace Stevens dice bien:
La poesía es el tema del poema.
De aquí el poema nace
Y aquí vuelve. Entre ambos,
Nacimiento y retorno,
Hay una ausencia en lo real,
Las cosas como son. O eso es lo que decimos.
Pero ¿están separados? ¿Es acaso una ausencia
Para el poema, que allí adquiere
Su verdadera faz, verde de sol,
Rojo de nube, tierra que siente, cielo que piensa?
De éstos toma. Tal vez da
En reciprocidad universal.
La épica pues es todo aquello que es contado, pero debemos ser exigentes y detallar que no lo es cualquier cosa. No todo sirve. Solamente los avatares en los que nos jugamos la vida. La física y la otra. Cuando nuestro ser está al descubierto y él mismo es defensa y ataque, escudo y espada.
Aunque la vida nos la jugamos viviéndola, todo hay que decirlo. Ningún ángel se juega lo que nosotros.
Naturalmente Borges nos habla de la Iliada, de ese poema homérico dónde, con el pretexto de narrar la ira del protagonista principal, Aquiles, se nos cuentan también otras cosas mucho más importantes.
Eso sí, sin dejar de mencionar, casi de pasada, que la ira, la cólera o el enfado de ese hombre es el motivo que lo lleva a la guerra. Las suyas son razones personales, y no otras. La muerte de su amigo Patroclo y el deseo de vengarlo es la verdadera causa de su guerra.
Resaltar ese hecho es primordial, pues no solamente es la razón del poema, sino que también es uno de los rasgos que caracteriza siempre al héroe, en contraste con las guerras modernas, las religiones y las ideologías que han conformado nuestro mundo de hoy, siempre solidarias con los conocidos y los desconocidos.
Aquiles sólo se debe a quien ama, a nadie más. Él es un ser libre, y por eso es un héroe.
Su compromiso no es social, es privado y lo es hasta el final.
Albert Camus lo corroboró muchos años después.
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