miércoles, 29 de junio de 2011

El peletero/El techo de cañas


Textos vírgenes o el arte de no decir nada.


El techo de cañas. (24)



“Al hacer una confección con pieles de visón se elegirán bien para que todas sean del mismo color y tengan la misma elevación de pelo, se humedecerán, dejándolas lo más llanas posible, y se procederá a marcar cuidadosamente el centro de la arista de la piel. Después de reparar todos los defectos, se podrán efectuar los alargamientos en forma de W tal como indica la figura 152. En la 153 puede verse el resultado.



Al contrario de la mayoría de animales, el astracán tiene el bucle retorcido en dirección hacía la cabeza; por dicha razón estas pieles se confeccionan en sentido inverso. De no hacerlo así, el roce natural de los bucles con la piel haría que se desrizaran. La figura 146 nos enseña la forma de unir las pieles de astracán. Generalmente éstas tienen el bucle mayor en la parte del cuello, y al juntar una piel con otra se procurará poner encima la piel de bucle más pequeño, aprovechando todo lo posible su pequeño rabo, por ser en esta parte donde el rizo es más bonito y apretado”.



“Tratado de Peletería”, José Tapbioles.



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Querida Paulina,

Siempre me repetías que cualquier animal tiene una arista, una joroba colocada en el centro de su espalda. Según parece, allí se alza el penacho que toma aire para refrescarse como si fueran las orejas de un elefante que quisiera volar.

Cuando se desolla a una bestia se debe procurar no arrancarle la carne que irremediablemente se pudrirá; vuelta como un calcetín, con el pelo hacia dentro, la deberemos extender bajo un techo de cañas y dejar que la sombra y la brisa las salvaguarden del sol. Al cabo de unos días se podrá llevar a un curtidor, con un poco de cromo y de ácido le dará el aspecto elástico que tanto imaginamos y deseamos.

Todavía recuerdo mi referencia cursi a tu “astracán”, te reías al oírla y al escuchar mis tonterías sobre maridos y esposas. Tumbada al sol y a la sombra en aquella desconchada terraza del Hotel Patras, cubierta igualmente por un techo de cañas, me decías que yo también terminaría siendo uno de ellos, un vulgar hombre casado. Pero te equivocaste de lleno, seguí en mi taller marcando con la tiza el centro de las espaldas, ese punto que indica el sentido del viento y de la corriente como si fuera una ola que se cabalga asimisma, el ombligo, el rizo, el remolino aquél que todos buscan y que pocos saben hallar.

Cualquier animal tiene esa línea, me contabas profesoral y sentenciosa, afectada, una cresta centrada que a veces termina en giba y otras en cola, ninguna de las dos se puede arrancar, nacemos con ella, diminuta y fina, luego, despacio, a medida que van pasando los años, va creciendo hasta convertirse en nimbo o en cirro, en ojo de buey o de mirlo, en las velas o en la quilla de un navío.

En otras es un Zeppelin en el cielo o un leve tartamudeo.

¿Es el pasado?, te preguntaba yo, no, cielo, me respondías tú, es el futuro y todo lo que no ha sucedido ni sucederá.

“Al contrario de la mayoría de animales, el astracán tiene el bucle retorcido en dirección hacía la cabeza...”, tal vez por ello no dejabas de advertirme que la vida aún sería más rara que todo eso. Tuviste razón, la vida lo fue, todavía más inaudita que todo lo que yo podía haber imaginado.

“Generalmente éstas tienen el bucle mayor en la parte del cuello, y al juntar una piel con otra se procurará poner encima la piel de bucle más pequeño, aprovechando todo lo posible su pequeño rabo, por ser en esta parte donde el rizo es más bonito y apretado”.

(Demóstenes Vilanova del Bell Puig, aprendiz de peletero)

miércoles, 22 de junio de 2011

El peletero/La colada


Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

La colada. (23)

“Los tiempos de revelado para los negativos de color y las películas reversibles no pueden ser reducidos y todo el proceso debe atenerse exactamente a los tiempos señalados. Si se intenta acelerar la marcha, los resultados serán a buen seguro insatisfactorios.

Sin embargo, en el caso de los negativos de blanco y negro existen toda una serie de técnicas que permiten acortar varios pasos del revelado. En algunos casos, la rapidez se paga con una merma de calidad o estabilidad de la imagen. Si el único motivo es la impaciencia es mucho mejor emplear los procesos estándar.

El lavado se puede acelerar si sumergimos la película en una disolución eliminadora del hipo, después de la fijación. Esto reduce el tiempo de lavado a unos cinco minutos. El tiempo de secado se puede acortar si también aplicamos calor o empleamos un baño de secado rápido después del lavado final. El revelado de los negativos de blanco y negro puede hacerse con gran celeridad si se combinan en un único paso el revelado y el fijado, empleando lo que se denomina un monobaño. El tiempo requerido para esta etapa combinada es aproximadamente de 5 minutos”


“El revelado amateur, una guía para aficionados”, R. E. Jacobson.




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Querida Mari Pili, amada prima, te repito, una vez más, que ni con los colores ni con los negativos se ha de acelerar la marcha.

Al igual que con los lavados y los lavajes la rapidez es contraproducente para los contrastes y las asimilaciones en los procesos Standard de positivado.

En una pica, o en una bandeja, con el revelado, o con el fijador, el material sensible ha de aparecer del fondo del negro en el blanco y del resto de colores en el iris sin usar nunca ningún “monobaño” y sí una variedad amplia de coladas y enjabonados que siempre mejorará la brillantez de un buen trabajo profesional y el agradecimiento entusiasta del cliente que, sin duda, tarde o temprano repetirá.

La lentitud siempre es agradable en esos famosos procesos Standard de lavados y enjuagues.

Recuerda mis advertencias como un buen consejo a tener en cuenta si quieres mantener una clientela amplia, variada y agradecida, ella terminará por convertirse después en un buen elenco de amigos y admiradores fieles que siempre buscarán en ti el contraste sutil y adecuado entre lo que tienen y lo que buscan. Tú se lo debes dar, has de ser para ellos el pecado y la penitencia, la película y el papel amarilleado por el tiempo. ¿No te parece mayor placer que te recuerden, como si miraran viejas fotografías, aquellos a los que ya ni recuerdas tú? Puedes estar segura que no hay día que pasa en que alguien que has olvidado completamente no te tenga en mente conmemorando su revelado.

Esa es la clave de la vida feliz, disfrutar de un desvelamiento suave en el que no se puede distinguir cuando termina un color y empieza el otro, donde nadie es, ni fue, exactamente cliente o amante, amigo o pasatiempo, esposo o asiduo.

El blanco y el negro son los extremos de una cuerda, de un beso, entre medio hay el arco iris entero, no la quieras cortar porque no podrás, se paciente, disfruta del mundo pasado más que del presente, deja que la luz, con su eterna languidez, te desvele sus propios misterios, las sombras, las tuyas primero, te lo agradecerán, y piensa, piensa siempre, que la vida será aún más rara que todo eso.

Te he estado acompañando durante algún tiempo, queridísima prima, hemos sido mucho más que hermanos, pero ahora ya es momento de irme, de alejarme de manera silenciosa, de soltarte como cuando te enseñaba a ir en bicicleta. Luego, ya lo sabes, o lo deberías saber, todos terminaremos en la terraza, o en la azotea, colgados para secar, como si fuéramos unas copias fotográficas o las sábanas de una colada sabatina.

Demóstenes, primo.

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La fotografia que encapçala el present text ha estat una gentilesa de l’Adela Fonts:
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lunes, 20 de junio de 2011

El peletero/El baile


Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

El baile. (22)

Baile lento de origen español. El bolero es una canción de amor desgarrado, de celos y desamor, de pasiones desesperadas. Un ritmo conocido en todo el mundo que ha dado lugar a multitud de extraordinarias canciones. ¿Quién no ha escuchado "Perfidia" o "Sabor a mi" alguna vez?

Su paso consta de tres movimientos laterales y una pausa —que se marca arrastrando el pie por el suelo, sin apoyarlo— y se ajusta como un guante a la música. Pasos cortos y arrastrados y un ligero balanceo de la cadera completan el estilo de este romántico baile, facil de aprender y con suficientes pasos para ser interesante para los bailarines.

El baile es demasiado divertido para limitarse a bailar dentro de la clase.
Bailar consiste en que uno de los miembros de la pareja dirija y el otro se deje dirigir. Hay otros métodos para organizar el baile pero este tiene dos ventajas apabullantes: permite aprender bailes y pasos mucho más rápido y, sobre todo, bailar con gente que haya aprendido en otros sitios.

Desde entonces la vida ha dado muchas vueltas, y F.L. ha participado en muchas actividades y aprendido muchos bailes nuevos, pero su opinión sobre esto no ha variado en absoluto. Por ello, en sus clases se insiste siempre al máximo sobre la importancia de aprender no sólo los pasos sino también cómo indicarlos y combinarlos. Por otra parte, se organizan regularmente fiestas y cenas de baile con objeto de facilitar la práctica fuera del ámbito de la clase.

Baila fácil, Faustino Lafuente.

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Mi desarrollo corporal fue lento y no siempre armónico, mi adolescencia separó de una manera extraña mis huesos de mi cerebro y mis gestos de mis palabras. Cantaba canciones desprovistas de música y tartamudeaba, no tenía ritmo, fluidez ni armonía tampoco. Algo decía, pero nadie me escuchaba más allá de la buena educación, mis palabras se perdían porque nunca se presta atención a lo dicho si no lo acompañan violines o trompetas y las mías, pobres y simples, parecían un tambor. Por eso el médico, al que me llevaron mis padres, me recomendó aprender a bailar, así lo hice y así logré navegar y dejarme llevar por las olas y los vientos, encararlos como si mi barca fuera una mágica alfombra voladora.

Pero se baila acompañado, o eso pensaba, y fuera de los necesarios ejercicios de estiramiento y calentamiento, debes encontrar a tu pareja de baile, una especie de doble, un raro clon.

Mi primer profesor acertó enseguida, tuve suerte, era un hombre hábil y experimentado y supo hallar mi mejor complemento, la pareja adecuada, una muchacha deliciosa y apropiada, ambos estábamos hechos para bailar juntos, nuestros cuerpos tenían las medidas precisas, el peso necesario y el sentido del tiempo armonizado como si fuéramos unos relojes suizos.

Con ella mis huesos se desataron, había parecido un nudo al despertar mi adolescencia, pero ahora, era una cinta de colores que colgaba de sus cabellos. Dejé de tartamudear y me di cuenta, gracias al baile y a su compañía, que la música es mucho más importante que las palabras. Era el instrumento que mi cuerpo había estando esperando para despegar y crecer, el acicate; las canciones se materializaban en ella y en nuestros pasos, giros y vueltas; mi sudor era el suyo y viceversa, respiraba su aliento y le daba el mío, me sonreía cuando la miraba y sus ojos parecían buscar en mi rostro la música que nos transportaba.

Éramos una pareja, una pareja de baile.

Yo era feliz, no necesitaba nada ni a nadie más, pero...

El profesor un día nos cambió, me emparejó con otra bailadora. Perdí todo lo ganado, tartamudeé de nuevo y mis pasos volvieron a ser torpes y patosos. Mi segunda compañera estaba bien, muy bien, pero era distinta, disfrutaba de otras medidas y de un peso diferente, sus volúmenes no eran los mismos, y más que suizo su reloj parecía ser japonés. Olía diferente y su aliento tenía una composición química a la que no estaba acostumbrado, me embriagaba de otra manera, era otra clase de vino. La rechacé educadamente y le pedí a mi profesor bailar de nuevo con mi antigua pareja.

-Como tu quieras, me respondió, pero debes saber que la verdadera compañía que necesitas eres tú mismo, has de armonizar tu esqueleto con tu cerebro, tus palabras con tu propio aliento, nadie respirará por ti, debes hacerlo solo y eso únicamente se consigue bailando con diferentes parejas.

-Pero si yo me encuentro bien con la primera, ¿para qué he de bailar con otra? He hallado un traje a mi medida, un guante de piel, con ella vuelo y las alas no pueden ser nunca ningún lastre, le dije.

-Ahora ella es tu libertad, pero dentro de un tiempo, ya verás, será tu jaula, añadió.

-¿Cómo puede suceder eso?, le pregunte.

-Porque las muletas ayudan a caminar, pero al final terminan por ser también la causa de tu cojera.

-Yo no cojeo.

-Ya estás empezando, no eres capaz de bailar con nadie más. Ten en cuenta que los mirlos no son gorriones ni los jilgueros estorninos, la soledad no es únicamente el punto de partida, es también el de llegada, las parejas son simplemente los pasos de un baile más grande, más amplio, siempre solitario, tus compañeras necesitan igualmente nuevos bailadores, no las enjaules tampoco, dales la libertad, no les pongas un nombre porque en el fondo no lo tienen, no son nadie.

-¿Nadie?

-Ni nada, si no quieres cojear ni tartamudear se fiel exclusivamente a la música que suena para todos, recuérdalo bien, la orquestra no toca solamente para ti, ella son las verdaderas alas, no los brazos ni los abrazos de tus parejas. Y piensa, piensa siempre, que la vida es más extraña que lo son nuestros días presentes, que escondidos detrás de los deseos ocultan la realidad, por ello, no te quepa la menor duda, la vida será aún más rara que todo lo que supones, esperas o imaginas.

(“Sofismas morales, el baile”, Demóstenes Vilanova del Bell Puig, mirlo)

viernes, 17 de junio de 2011

El peletero/El reglamento

Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

Reglamento. (21)

Por el presente Reglamento se establece un régimen de Comunidad de vecinos propietarios de pisos y locales de negocio de la casa nº... de la Ronda de San Antonio de esta Ciudad, que se regirá por los siguientes artículos, sin perjuicio de lo dispuesto en el Código Civil y disposiciones legales en vigor de carácter preferente.

Artículo 4º.- El titular de un piso o local será dueño exclusivo del mismo y copropietario junto con los demás de las cosas y elementos de uso común o que sean indispensables para la seguridad, conservación y disfrute del edificio.

Artículo 6º.- La propiedad de las cosas comunes pertenece proindiviso a los titulares de los pisos y locales en proporción al porcentaje que se establece en este Reglamento la propiedad de los elementos comunes sólo es enajenable o tratable junto con la copropiedad privativa de cada departamento.

Artículo 7º.- Cada propietario podrá usar de los elementos comunes conforme a su propia naturaleza y destino siempre que con ello no se perjudique, restrinja ni menoscabe el derecho legítimo de los demás copropietarios.

“Reglamento de la Comunidad de Vecinos de la Casa nº... de la Ronda de San Antonio de Barcelona”.

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Apreciados señores, les remito, adjunto a la presente, la información que me pidieron concerniente a los capítulos del reglamento de la comunidad de vecinos de la casa sita en la R.S.A. de Barcelona, que ustedes están interesados en comprar.

He de manifestarles que dichos artículos son habituales en todos los edificios que se constituyen en comunidad de vecinos. La propiedad de los elementos comunes es proindivisa y su uso es asimismo indiscriminado para los vecinos que en ella conviven. Por consiguiente, la pretensión que me expusieron en su última carta de establecer cuotas de paso en los rellanos de la escalera, creo, carece de toda lógica y sentido común si nos atenemos a la Ley que lo impide de manera expresa y taxativa.

No obstante, si lo que ustedes pretender es dar por sentado un hecho por el hecho simple de darlo por sentado sin más requerimientos que la imposición de las cosas gracias a su peso, les diremos que sí, que la Ley de la Gravedad, que formuló el ilustre físico, Isaac Newton, les da la razón.

Es cierto, la situación es tan grave como lo puede ser su constante G, y les recuerdo que, en este caso como en otros de venideros, la vida será aún más rara que todo eso.

Ya saben, sin embargo, que nuestro piso pesa bastante por el enorme poso de papel que con los años se ha ido acumulando y depositando en capas como si fueran estratos geológicos que delatan edades, algunas tan antiguas y estrambóticas como las de Lulú, que si no son viejas sí son eternas y efímeras igual como lo es la vida de un insecto que no es capaz de inventar la rueca del tiempo, aunque, dicho sea de paso, el escarabajo pelotero esté muy cerca de lograrlo, vieja sabiduría egipcia que levantó pirámides sin redactar antes un reglamento para una comunidad de vecinos noctámbulos bien avenida.

¿Quieren ustedes convertir mi casa en una tumba?

Si así es les advierto que ya lo es, tumba y mausoleo proindiviso con espacios comunes para los fallecidos y sus fantasmas de papel que no se irán al Olimpo aunque ustedes hagan limpieza y desalojen las estancias de cachivaches y pergaminos. Tengan en cuenta que los conjuros no sirven para la letra impresa ni para los dibujos que se hicieron con aquella antigua tinta china escolar, y mucho menos para aquel niño que, sentado en una infantil silla de madera, aguardaba el regreso de su hermano enfermo de apendicitis. No se rían ni sonrían condescendientes ni tampoco sentimentales, fue y es todavía verdad, el niño sigue todavía allí, a su lado un barreño y en el suelo un laberinto de cenefas y de colores entre pieles rojas que cabalgaban por las paredes, vitrinas, espejos y las hojas verdes de un platanero que sin pedir permiso entraban por el balcón de aquel segundo piso.

Atentamente.

Demóstenes Vilanova del Bell Puig, niño.

El peletero/La bata blanca


Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

La bata blanca (20)

Reglas para tomar bien las medidas.

Las medidas de talle, espalda, caída y sisa se tomarán muy ajustadas, procurando al tomarlas, más bien quitar medio centímetro que darlo de más; la de cintura, tomarla todo lo más prieta que se pueda; la de cuello, pecho y vuelta, natural.

Para evitar el peligro de las exageraciones que podrían surgir, hijas tal vez de la falta de práctica en el modo de tomar las medidas, detallaremos algunos ejemplos de reglas generales, y hasta algunos excepcionales (1); pero téngase en cuenta que las que aquí presentamos no han de utilizarlas, únicamente servirán de guía y consulta en caso necesario.

(1) Las jóvenes menores de trece años no están incluidas en estas reglas.

Cuello
Una persona regular, 35 ó 36 centímetro; una gruesa 40 centímetros; y si lo es en extremo, 45; una delgada, de 32 a 34.

Talle
Una persona de cuerpo regular, tendrá de talle 38 a 40 cm.; si es alta de estatura y cuerpo más largo de lo regular, tendrá de 40ª 43 cm.; siendo de estatura y cuerpo corto, de 35 a 37 cm. El talle delantero acostumbra a ser más largo que en la espalda, en la generalidad de las personas, sin embargo, se dan casos en que es igual al de la espalda y a veces más corto. Lo regular es que un tipo bien formado y no exagerado de pecho, tenga 4 ó 5 cm. más de talle por delante que en la espalda.

Espalda
Un cuerpo regular tendrá de espalda de 34 a 36 cm.; si es muy delgada la persona, tendrá de 32 a 33 cm.; si es muy gruesa, de 38 a 40; téngase en cuenta que la que tenga este úñtimo número ha de ser muy gruesa, y debe ser una exageración de gordura la que llegue a tener más.

Caída
Las personas que tienen los hombros regularmente caídos, tendrán 4 ó 5 cm. menos de caída que la de talle de la espalda.
Las que tengan los hombros extremadamente caídos, tendrán 6 cm. menos que las que tengan el talle.

Sisa
De sisa acostumbra a tener, una persona regular, 14 ó 15 cm.
Si es en extremo delgada, 13 cm.
Si es, por el contrario, muy gruesa, 16 ó 17 cm, y hasta 18 si tuviese un exceso de gordura.

Vuelta de Tórax
Regular, de 88 a 92 cm.
Para una muy delgada, de 80 a 86 cm.
Para una gruesa de 98 a 110 cm.
Para 120 cm, ha de serlo en extremo.
Y colosal, para 130cm.

Cintura
Las medidas de cintura de una persona regular, son de 70 a 72 cm., y de 60 a 65 la de una delgada; a 75 cm, es medio gruesa, y si tiene 80 cm., la podemos calificar de gruesa, y lo es en extremo la que llega a tener 90 cm, y en algunos casos una cintura puede llegar hasta 100 cm.

Caderas
Delgada, de 92 a 95 cm. Regular, de 98 a 105. Gruesa, de 110 a 120, y muy gruesa, de 125 a 140.

Pecho
Es de regular desarrollo la que tiene de 48 a 50 cm. En extremo poco desarrollada, la que tiene de 44 a 46 cm.; y ha de ser bastante desarrollada, la que de pecho tenga de 54 a 56 cm.; desarrollo colosal debe tener la que exceda de 60 cm. de pecho; sin embargo hay tipos extremados que pueden medir hasta 70.”

Modistería. Corte Sistema Martí”, Dª Carmen Martí de Missé.

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Querida Enriqueta,

He de darte las gracias más fervorosas por transcribirme, y remitirme en una carta certificada con acuse de recibo, la copia de tan interesante capítulo, y bella fotografía, que había extraviado entre mis innumerables notas y papeles.

La sastrería, y el maravilloso mundo del vestir, es, en buena parte también, una lección de anatomía real aunque algunos vistan muñecas, maniquís de escaparate o ángeles de pasarela, garzas sin alas de picos largos y pieles blancas.

El agua de la lluvia siempre ensucia, más que empaña, los cristales de las ventanas y de las gafas que nos permiten ver.

Sin embargo, y a pesar de ello, todavía recuerdo con ternura, nostalgia y un poco de ardor emocional, que no estomacal, nuestro aprendizaje juvenil en aquella vetusta academia de corte y confección del barrio del Raval, Riera Alta con la calle del Carmen.

Cuando nos quedábamos solos, al terminar las clases, y entre medio de los patrones que debíamos dibujar y recortar para el día siguiente, te gustaba que te tomara las medidas desnuda mientras yo permanecía vestido con mi bata blanca, igual que un médico o Balenciaga. Entre ellos no había demasiada diferencia, uno auscultaba los corazones y el otro recosía las mangas, aquellas malditas “manches” que nunca terminaban de estar bien colocadas.

Calculando sisas con mis escuadras y cartabones, y bajando o subiendo escotes en los bocetos de mi libreta, aparecías de improviso, tal cual Dios te trajo al mundo, y me decías circunspecta: “Señor, tómeme las medidas, haga el favor, he dejado mi ropa en el vestidor para que le sea más fácil realizar su trabajo, la sastrería es una variante de la topología, sólo cambia el terreno que hay que mensurar, ¿no cree, caballero?”

Yo no me inmutaba, sólo te respondía continente y en tu mismo tono: “Como usted quiera, señora, pero acérquese más, por favor, que mi cinta métrica no llega tan lejos, sólo mide distancias cortas pues más parece un pequeño estetoscopio que un largo periscopio, y los topógrafos, como usted bien dice, debemos pisar el terreno que medimos, ¿no le parece?

Con mi cinta métrica de sastre apuntaba, o simulaba que lo hacía, la distancia que había de tus hombros a tus muñecas, la circunferencia de tu nuca, el contorno de tus caderas, el perímetro de tus muslos separándolos lo necesario, tu cintura y los centímetros que había entre tus pezones y de ellos a tus rodillas.

A veces cambiábamos, querías que lo hiciéramos al revés, que te tomara las medidas desnudo mientras tú permanecías vestida aunque con pocos botones abrochados. Con mi amarilla cinta métrica de sastre recorría tu cuerpo, palmo a palmo y dedo a dedo. Pero tú no perdías ojo y no parabas de mirar mi puntero afilado que cada vez más tieso se moría por escribir las medidas en mi libreta de notas.

Todavía la conservo, en algún cajón debe de estar guardada, allí anoté, en sus hojas gastadas y entre innumerables esbozos de vestidos y cuerpos, tus medidas y dimensiones.

La bata blanca, sin embargo, te la quedaste tú, espero que la hayas lavado y que la uses cada vez que te venga en gana o te hagas un vestido a medida en la sastrería de la esquina, la topografía no es precisamente una actividad aséptica, es un trabajo de campo, no de laboratorio, y hay que protegerse del polvo y en ocasiones del fango también, tal vez por ello yo ya no ejerzo, me he retirado para dedicarme a la astronomía en un monasterio benedictino y ahora mido, con mi flamante telescopio, cuerpos celestes, estrellas refulgentes y agujeros negros que, aunque oscuros y muy profundos, ni manchan ni salpican.

Es curioso, pero al mirar al cielo, y a su vasto despeñaperros, pienso que la vida será muy pronto aún más rara que todo eso, ¿no te parece?

¿Has adelgazado o sigues redondita?

Gracias de nuevo.

Demóstenes, sastre peletero.

Pd. Fíjate, querida amiga, que el brazo de Daniele está levantado marcando una sola línea con su hombro, es el ángulo áureo del cuerpo. Hay otro entre las piernas que debe medir aproximadamente lo mismo, el cociente entre el segundo y el primero indica si se es pájaro o pajarito.

martes, 14 de junio de 2011

El peletero/Las caricias que gustan a las mujeres


Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

Las caricias que gustan a las mujeres. (19)

“¿Qué clase de caricias gustan a las mujeres?

Besos.

- Toneladas de besos es lo que más ansío.

- Muchos besos y mirarnos a los ojos, unir ambas mejillas, Muchas caricias por todo el cuerpo, caderas, espalda, estómago, piernas, vulva, vagina y clítoris. Comunicación verbal.

- Los besos son para mí enormemente importantes. Algunas veces llego a tener orgasmos sólo besando.

- Besos suaves y apasionados, especialmente en mi cuello... ¡Ahhh!

- Me besaría con un buen besador durante horas.

- Me encanta un hombre que sepa besar. También es importante besar sin que después haya que llegar al coito.

- Cuanto mi amante besa de una forma hambrienta mi boca, ojos y todo mi cuerpo... ¡Uau!

- Me gustan los besos, sobre todo cuando entran en contacto las partes carnosas y suaves del interior de los labios.

- Solíamos pasear por el bosque, juntos, charlar, desnudarnos, y contemplarnos simplemente. Algunas veces paseábamos parcial o completamente desnudos. Y nos besábamos y acariciábamos, solía arrodillarme inclinándome sobre él, o me tendía sobre su espalda. Me gustaba contemplar su boca, la forma en que temblaba después de cada beso. La sensación de placer era tan intensa que casi llegaba a cegarme. Solíamos permanecer así, inmóviles, y mirarnos a los ojos durante largo tiempo.

- Una vez mi amante me dijo que deseaba pasar todo un día haciéndome aquellas cosas que yo solía hacer por mí misma, desde el momento que me acostaba. Comenzó por cepillarme los dientes y lavarme la cara, luego me peinó y me vistió. ¡Fue maravilloso! Jamás lo olvidaré en toda mi vida. Fue la más intensa intimidad que tuve con alguien, y todavía estamos juntos. Introdujimos nuestros dedos y lenguas en todos los lugares de nuestros cuerpos e intentamos estar físicamente tan cerca como es posible. Él es maravilloso.

- Mis mejores experiencias fueron sexuales, supongo, experiencias eróticas pero no genitales; en su mayor parte un cambio de miradas, secretas, de comprensión “cósmica”, con las pocas personas que he amado de verdad”.

"El informe Hite", Shere Hite.

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Amor mío, permíteme llamarte todavía así aunque ya no te ame ni seas mía, en realidad no lo fuiste nunca ni yo tampoco quise que lo fueras.

Las presentes líneas sólo quieren ser el beso de despedida que no pude darte en su momento porque nos dijimos adiós por teléfono y el invento de Bell, creo, no se hizo para eso.

Con esta intención debes leerlas, como una mera cortesía aunque ahora, en la distancia de una carta, robe tu mejilla para besarla por última vez.

En esta hoja de papel se encuentra también la caricia y la mirada final que no será diferente de aquella que te entregué la primera noche, la misma que viste en el bosque de velas que iluminaban románticamente nuestra alcoba y que casi terminaron, más que nuestro ardor, por provocar un fuego y una tragedia que ningún seguro contra incendios hubiera podido reparar. Esa mirada, enamorada y aterrorizada, es ya eternamente tuya y de nadie más.

Siempre fuiste directa aunque nunca clara, o al revés, lo he olvidado aunque a mí me ocurría todo lo contrario, tal vez por ello te escribo y por ello también te miraba y al hacerlo me decías que de mi forma de mirarte te enamorabas.

Ya sabes que no se ama lo que no se ve porque únicamente vemos aquello que amamos y yo, la verdad, ya no te amo ni tampoco te veo aunque encabece esta carta con un protocolario y educado, “amor mío”.

¿Qué tengo que decirte pues?, en realidad nada excepto aparentar que tengo algo que decirte y decirte que te miré, pero a estas alturas ya no lo sé, me asaltan las dudas, no recuerdo lo que vi ni mucho menos lo que te dije. Las palabras no sirven, no cumplen su verdadera función que es decir algo, ellas no son la memoria ni se conservan en un frigorífico aunque el papel las congele mejor que el hielo más frío, son mudas como las de una película muda, incluso algunas llegan a ser tartamudas como los besos y las bocas, como las mías, una broca, un taladro romo que no logra atravesar ningún muro. ¿Entonces, por qué te escribo?, ¿para hablar conmigo mismo? ¿Me enamoré de mí a través de ti? Yo creo que sí, como todos. El amor siempre es la consecuencia del peor autoengaño y del más funesto malentendido.

En mi interior habitaba una culpa que pretendía que tu redimieras, era injusta contigo porque la falta no era tuya, te hacía sufrir mi propia penitencia pensando que así el peso sería más liviano, pero terminó aplastándonos a los dos y haciendo imposible nuestro amor.

Ha pasado mucho tiempo desde nuestro adiós, sencillo y escueto, no era necesario nada más quizás porque nunca te quise demasiado. El agua empaña los cristales, pero todavía recuerdo nuestros encuentros apasionados que no servían para otra cosa que para ser lo que eran, simples encuentros apasionados, una brisa cálida en ese oleaje marino que va y viene y que tanto nos gustaba navegar con aquella barquita de papel en la bañera de casa.

Tu orilla la bañaba mi ansia y en cada marejada decías mi nombre. A mí, aparte del tuyo, se me ocurrían muchos más: Ulricas, Carolinas, Segismundas o simples Marías, Teresitas o Martas, inventadas o reales, lagartijas o cibelinas. Pensar no es pecado, pensaba yo que no sabía, mal pensado, los nombres que pensabas tú si es que pensabas alguno. ¿Te fui infiel con el pensamiento? Sí, constantemente, cada día, cada hora, o al menos cada vez que respiraba por la nariz mientras te besaba. ¿Me fuiste infiel tú a mí?, si no lo fuiste deberías haberlo sido y no solamente de pensamiento porque puestos a pecar debemos pecar bien, ¿no te parece?

Estoy sentado en un enorme butacón frente a un televisor estropeado, a mi lado un ventanal cerrado, escribiendo una carta que nunca enviaré porque su remitente, más que su destinataria, ya no existe aunque no haya cambiado ni se haya movido un milímetro desde el día en que nació, ese es mi mal, que no cambio aunque me adapte; a los demás, y a ti, me parece que os ocurre lo contrario, cambiáis, pero nunca os adaptáis del todo porque cuando se muda se huye y cuando se huye no se para de huir.

Amor mío, recuerda lo que siempre te dije, que la vida será muy pronto aún más rara que todo eso.

Regresando al principio de la presente, repitiendo que mis palabras sólo quieren ser un simple beso de despedida y esperando que te encuentres bien de salud y que la felicidad te colme con la generosidad que mereces, recibe ese beso, esa caricia y esa mirada muda llena de silencio y con ellos tres mi ternura, toda aquella que no supe darte y que, desgraciada o afortunadamente, ya no te daré.

"That if all those roses you venture to sip,
The colour might all come away on your lip"
So I'll wait for the wild rose that's waiting for me
Where the mountains of Mourne sweep down to the sea.

(The mountains of Mourne, popular)

Demóstenes.

viernes, 10 de junio de 2011

El peletero/Pimientos rojos

Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

Pimientos rojos (18)

La pequeña aldea de Khajuraho es mundialmente conocida por el esplendor de los conjuntos escultóricos de tema erótico que adornan sus templos, ya de por sí interesantes.

No es fácil llegar hasta allí. El avión o el coche de alquiler, solución cara, permiten un fácil acceso, aunque en tiempo de monzones, los servicios aéreos quedan suspendidos ocasionalmente y las carreteras cortadas por ferrocarril, el único medio económico de transporte es el autobús. 

En una palabra; el viaje a Khajuraho exige un cierto esfuerzo pero lo compensa sobradamente la visita de los templos, a pesar de que medio día sea suficiente para efectuarla.

Visitas.

Los templos del Oeste. Situados en el centro de Khajuraho, son lo bastante interesantes y atractivos para recompensar a los visitantes por sus esfuerzos. Además de las famosas esculturas eróticas, existen otros conjuntos extremadamente refinados. En cuanto a los templos propiamente dichos, su arquitectura es notable. Los templos fueron construidos en los siglos XI y XII por la Dinastía Chandella. Se necesitará aproximadamente 3 horas para una visita tranquila.

“India – Nepal”, Khajuraho. Bruno y Michelle Van der Vynckt.

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Amiga Melina,

Me alegra que tu reciente viaje a la India haya sido tan agradable y placentero como me cuentas, sin duda tus descripciones, detallistas y entusiastas, son fidedignas y me hago perfectamente cargo de lo bien que lo debes de haber pasado. ¿Te puedo decir que me habría gustado estar contigo ahora como lo estuve aquel año en el que nos paseamos por el Peloponeso?

Tienes razón, las estatuas de los templos de Khajuraho se parecen mucho a las famosas y antiguas “Estatuas desnudas de Patras”, oficialmente llamadas:τα γυμνά αγάλματα της Πάτρας, sin embargo, las griegas no eran de piedra y sí muy humanas como los actuales pesebres vivientes que en algunas localidades se representan al llegar la Navidad, figuraciones teatrales al aire libre en forma de “cuadros” o “viñetas” vivas que normalmente narran una escena religiosa o histórica.

Pero veo que no recuerdas los detalles que tanto trabajo me costó enseñarte, la clave siempre son ellos, querida mía, los detalles, quizás por ello no escuchabas demasiado, y por una oreja te entraban mis palabras y por la otra te salían trituradas, te aburrían mis clases y pocas veces prestabas atención a las lecciones que para enamorarte te dictaba, pensando, tonto de mí, que el saber seduce y que el ingenio predispone al amor, nada más falso, ¿qué buscabas en mí?, no tengo ni idea, ¿era el más guapo?, ni mucho menos, ¿era el mejor?, tampoco, ni el más rico ni el más simpático ni el más cariñoso ni mentiroso, ¿entonces?, era el que pasaba por allí. Permíteme, no obstante, y ya que lo mencionas, recordarte algunos de esos detalles:

En las estatuillas griegas, que el pueblo llano llamaba curiosamente: κόκκινη πιπεριά, “Pimientos rojos”, unos actores, aficionados y desnudos, simulaban a la vista de todos, y en posturas hieráticas, las innumerables y diferentes maneras de realizar el coito y otras prácticas sexuales.

En su caso también daban, como ya debes saber, nombre a unas festividades dedicadas a Dionisos y al Teatro del que el dios era, por así decirlo, patrón.

Sexo y Teatro son, valga la palabra, una conjunción rica en matices que ilustra perfectamente el significado de ambas, la primera es lo segundo y la segunda es necesaria para la primera, ¿verdad? En ambas lo importante son los personajes a los que los actores deben adaptarse e interpretar, así en el sexo como en el teatro, pura representación escénica.

Tales celebraciones se desarrollaban cuando el Aguador camina por el cielo, a finales de enero y a primeros de febrero, obligando a los actores, hombres y mujeres del pueblo llano, a soportar desnudos, y con gran imperturbabilidad y estoicismo, el frío y las demás inclemencias del tiempo. Todos ellos debían, de buena manera y con mejor cara, fornicar sin mover ni un músculo ni mostrar tampoco malestar ni displacer por la quietud obligada o por lo exabrupto de la climatología invernal.

Sexo también es intemperie y éste es el estado emocional en el que normalmente uno se queda después de copular. Aunque no siempre, a veces te invade el sueño y en otras ganas de ver un partido de tenis por la televisión. Y en algunas salir corriendo como si te hubieras dejado el grifo de la bañera abierto.

La primera referencia de tales celebraciones la encontramos en unas pequeñas estatuillas de cerámica que desenterraron los arqueólogos hace dos escasas centurias en las proximidades de la actual ciudad griega de Patras de la que reciben su nombre oficial y académico, aunque su origen exacto se supone que se hallaba en la cercana villa de Epidauro, donde se encuentra el famoso teatro.

Dichas terracotas son las más antiguas que se conservan, ellas se remontan al siglo VIII, exactamente 191 días después del inicio de la segunda Olimpiada, es decir, a finales de enero de 741 A.C. El dato es tan preciso porque en su base leemos escrita y grabada la fecha y los nombres (Pulmonía y Kallipandros) de los que suponemos fueron los actores que aquel año representaron, según nos muestran las propias figuras, un παλίνδρομο κάθετους, palíndromo vertical, más conocido en castellano por “sesenta y nueve de pie”, que es como normalmente es la cifra numérica 69, ¿no?, una curiosa efigie par en la que el hombre sostiene erguido, con la sola fuerza de sus brazos, a la mujer en una postura invertida que indudablemente requiere gran resistencia y fortaleza, física y también psicológica.

Es sin duda una posición acrobática y atractiva visualmente para los que la miran, pero puestos a calificarla de manera práctica hemos de decir que es una tontería, muy torpe y cansada porque fatiga a los dos protagonistas y no les permite disfrutar como es debido y nos pide el sentido común, tumbados cómoda y tranquilamente, como tú y yo bien sabemos, querida Melina, porque siempre querías acrobacias de atleta más que filigranas descansadas, nunca fuiste una mujer comodona ni cobardona, te gustaba el riesgo incluso en el placer, en más de una ocasión nos podíamos haber roto alguna vértebra, gracias a Dios o a Afrodita no fue así.

Sin embargo, para ti, la gracia de los κόκκινη πιπεριά siempre la encontrabas en su carácter democrático a la griega manera, es decir, si la elección de los cargos públicos de la ciudad se producían en una rifa, pues ellos eran, como ya sabemos, consecuencia no tanto de un plebiscito o de una elección y sí de un sorteo del que formaban parte todos los adultos, las parejas teatrales y eróticas de dichas festividades, formadas por hombres y mujeres de la localidad, también se elegían de igual manera, gracias a la suerte y al azar, en una especie de lotería que emparejaba de manera completamente aleatoria y ajena al gusto a unos con otros y que cada año cambiaba, los amantes se turnaban como la suerte en los dados.

¿Cuál era la enseñanza moral de todo ello?, ¿tenía alguna?, lo ignoro.

Es posible, sin embargo, que la desnudez, y el sexo azaroso y público -público en el sentido de hacerlo a la vista de todos, la fama indisimulada, lo que todos ven, saben, hablan y... callan de uno, no confundamos con la ordinariez de las playas nudistas -, conlleve, aunque sea a través del exhibicionismo ritual y casi religioso, la modestia y la sencillez del recién nacido, pero no estoy muy seguro de ello, a estas altura de mi vida no lo estoy de nada y no dejo de pensar, mi griega amada, que la vida será muy pronto aún más rara que todo eso, y lo será porque siempre lo ha sido, inaudita y pronta.

Quizás, al fin y al cabo, el único secreto, la sabiduría popular encerrada en tanta carne desnudada y petrificada, sea el de anunciar el futuro despojo de la muerte y la vanidad de los besos que, a pesar de ser todos igual de rojos, siempre termina apareciendo entre ellos alguno que otro más verde (o negro) que los demás, como si la vida fuera esa tómbola de la que hablábamos antes y que tan bien cantaba Marisol.

¿Verdad, querida Melina?

Esperando que tus viajes te sigan llevando de aquí para allá, recibe de mí un pícaro beso en los labios por los tiempos pasados.

Demóstenes, erotómano, uno de tantos.


(El pimiento es en realidad una especie vegetal americana, así que el misterio de los “κόκκινη πιπεριά es más insoluble e insondable todavía.)

miércoles, 8 de junio de 2011

El peletero/Les plus beaux seins du monde


Textos vírgenes o el arte de no decir nada.

Les plus beaux seins du monde. (17)

Elle était belle, fraîche, avec une peau laiteuse et de petites dents éclatanttes qu’elle aimait faire valoir en mâchonant des tiges de roses, des lèvres sensuelles, de grands yeux bouton d’or, ombrés par les cils touffus, des cheveux très noirs plaqués à la garçonne, telle etait Kiki de Montparnasse, modèle favori de Kisling, de Foujita, de Friesz et de Maillol. C’etait une de ces enfants du miracle comme il en pousse parfois entre les pavés parisiens.

En fait, Kiki était Bourguignonne et s’apelait Alice Prin. Son enfance relève d’un roman de Xavier de Montépin : « Nous etions six petits enfants de l’amour, a-t-elle raconté, nous pères ayant oublié de nous reconnaìtre. » Elle était née dans l’alcool, car sa mère, pour adoucir les douleurs de l’enfantement, s’était soûlée, et lorsqu’elle vit le jour, elle était ivre comme un grive. Peu aprés, sa mère abandonna ses enfants à leur grand-mère pour suivre à Paris un nouvel amour : M. Gaston, ouvrier imprimeur. Kiki fit ses premières armes dans la vie en acompagnant son parrain, chiffonnier qui faisait des tournées de poubelles. Plus tard, sa folle mère se souvenant d’elle la fit venir à Paris et la plaça comme brocheuse dans l’imprimerie oú travaillait son amant. Un ouvrage de pornographie fut le premier livre qu’elle eut entre les mains : elle avait treize ans.

Malgré tout, elle rêvait de vivre un grand amour, et elle crut le rencontrer en la personne d’un clown admiré dans un cirque. Celui-ci, brave type, s’intéressa à la petite. Il l’emmena chez lui, la fit manger, lui chanta ses chansons et la laissa intacte..., ce qui désespéra la dejà volcanique Kiki qui lui écrivit des lettres passionnées auxquelles il ne répondit pas.

Cette adolescence se passa en des métiers diversement sordides. Tour a tour, Kiki fut ouvrière dans une fabrique de godillots por l’armée -trois francs par jour- soudeuse et tourneuse de métaux, puis bonne à tout faire chez un boulanger..., lorsque le patron voulut la renverser dans le pétrin.

A quatorze ans, enfin, elle découvrit sa vocation. Elle a raconté dans ses Souvenirs comment il lui arriva de poser pour la première fois : «J’ai rencontré un vieux sculpteur, qui, voyant que j’étais dans l’ennui, me fait poser chez lui. Ça me fait quelque chose de me mettre nue, mais puisqu’il le faut!

«Mais comme l’atelier n’est pas trop loin de chez ma mère, des gens lui ont dit que sa fille se mettai nue chez des hommes. Ma mère est rentrée de force chez le sculpteur, avec un air tragique. Je posais. Elle a crié que je n’étais plus sa fille, que j’étais une ignoble putain. Ça ne m’a rien fait! Ça m’a même sulagée parce que j’ai compris que tout était fini.»

Ainsi devint-elle modèle. Ses débuts furent difficiles, il lui fallut du temps, malgré sa gentillesse et son amusant nez pointu, avant d’être acceptée par la bohème de Montparnasse. Elle se heurta au départ à un adversaire puissant: Libion quila prenant pour une petite prostituée, lui interdisait l’accés de l’arrière-salle de la Rotonde. Il lui fallut acheter un chapeau breton, symbole de respectabilité, por pouvoir pénetrer dans l’antre sacré. Dans une interview à Catherine Pérard, elle a brossé un savoreux tableau de la Rotonde lorsqu’elle y arriva:

«Ce qu’ils grouillaient, là-dedans, une masse colorée que je ne me lassais pas de regarder. J’ouvrais mes yeux tout grands sur ce mélange de femmes vénales, de modèles, de bourgeois en mal de curiosité, d’hommes politiques, d’artistes pleins de foi et d’ardeur, de peintres resquilleurs, etc

«Papa Libion, comme on l’appelait, ne savait pas me regarder sans rigoler. J’avais maintenant droit aux salles grâce à ce mémorable galurin. Ah! On me reconnaissait de loin!

«Et moi, j’avais trouvé mon vrai milieu! Les peintres m’avaint adoptée. Finies les tristesses. Il m’arrivait encore souvent de ne pas manger à ma faim, mais la rigolade faisait oublier tot ça. J’avais retrouvé ma saine gaieté de Bourquignone.

(...)

"Montparnasse vivant", J.P. Crespelle. Librairie Hechette, 1962

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La historia del modelo es la historia no escrita de las artes, todo lo que sabemos de él, sea un camino, sea un conejo muerto o el retrato de un amigo es a través de otra cosa que no es él, aunque nunca lo hayamos visto sabemos de su identidad como si se tratara de un viejo conocido.

En las artes en general, y en la escultura y en la pintura en particular, las mujeres han desempeñado un papel primordial al ofrecer su cuerpo para ser pintado o cantado por innumerables hombres, pues da la casualidad que la mayoría de artistas han sido siempre varones. Dejando aparte la homosexualidad de muchos, las Venus, las Vírgenes y las Evas han poblado el imaginario del mundo siendo en pocos casos verdaderas mujeres las que acababan por estar pintadas y sí modelos idealizados e irreales, imaginados y fantasiosos de seres inventados, inexistentes.

Mi bisabuela Encarnita lo fue, mujer y modelo muy apreciada por su bello busto que heredó mi madre con orgullo. Bienvenida tenía razón de estar contenta por la gracia obtenida pues yo no he visto pechos más bonitos en toda mi vida que los suyos, y he visto unos cuantos, no voy a negarlo. ¿Cómo puedo, entonces, enamorarme de una mujer que no sea ella?

En mi complejo de Edipo encuentro, sin embargo, otro trastorno superior y más fino, el de confundir la realidad con el deseo, el de gustarme cualquier mujer que he imaginado y no las reales que quieren acostarse conmigo, ninguna es bastante buena, ninguna es capaz de competir con mi madre y sus senos, ni con mis hembras inventadas y sus besos, la carne de las primeras es demasiado material, igual que su falta de sensibilidad y de distancia, o su exceso de ignorancia y escaso ingenio.

¿Estoy enfermo?

Jean Léon Gérôme, el que fue pintor francés a finales del XIX, tiene una buena alegoría, una pintura en la que el escultor besa a su obra que así cobra vida con su beso. El amor vulgar es un acto de vanidad, nos enamoramos de nosotros mismos a través de los demás porque solamente amamos aquello que vemos y no vemos nada más que lo que queremos ver.

Ya hemos dicho en más de una ocasión que no se copian los modelos y sí las pinturas entre sí: La copia, la imitación, la reproducción, el duplicado, el calco, la falsificación o el simulacro no existen entre la imagen y el supuesto modelo, la primera no es ni el doble ni la sombra del segundo porque las imágenes solamente se calcan entre ellas mismas. Se copian otras pinturas, las unas a las otras, nunca el modelo que se pinta, sea una persona o un árbol, una idea o un instante, la expresión de un sentimiento o el relato de unos hechos acontecidos.

Esa es la razón por la cual Pierre Francastel afirmaba que “la realidad del arte son las obras, jamás los modelos ni las fuentes de inspiración”. Y Santo Tomás de Aquino cuando decía que “un artista concibe la forma que quiere representar de acuerdo con la obra de otra persona que ha sido contemplada con anterioridad”

Quizás por ello buscamos a las personas en las muñecas, de madera o de plástico, hinchables o no. (“La aguja del pajar”, cap. 61, el peletero)

Kiki de Montparnasse -la bella muchacha que encabeza este texto- une en su fotografía tres antiguas y honorables tradiciones, la de las Venus recostadas que termina y culmina Manet pintando en su Olimpia a una verdadera mujer, la de las imágenes eróticas, obscenas algunas, sencillas y simples otras, pornográficas muchas, que dibujan o fotografían los cuerpos como si fueran un pollo frito o un bebé recién nacido, y la práctica habitual de los amantes y enamorados de enviarse fotografías íntimas para mantener el calor y la llama viva de su pasión.

Hablando de santos recordaremos a San Agustín señalar a Adán como el verdadero culpable porque él era el que había hablado con Dios y no Eva que sólo lo había hecho con la serpiente. Pero aquellos eran tiempos en los que la República Universal, la Ecumene, se derrumbaba como el agua que arrastra el limo, haciendo decir a los santos algunas cuantas tonterías como si fueran viejos asustados por morir.

Por ello tal vez, me gustaría pintar o fotografiar de nuevo a mujeres como Kiki, tener a mis modelos preferidas, un pequeño harén, un elenco surtido de guapas y atractivas muchachas que estimularan mi memoria, mi imaginación y que me hablaran en francés, todas con la manzana en la mano, ofreciéndomela con el semblante inocente de no haber roto nunca ningún plato ni cometido antes pecado alguno, o todo lo contrario, habiéndola ya mordido, con esa sonrisa sabia y desilusionada que indica que la vida será muy pronto aún más rara que todo eso.

En esa extrañeza que sobreviene cuando el mundo desaparece quiero encontrar de nuevo a mi Eva, a mi Venus y a mi Virgen, en las parras, en los racimos y en las flores que se marchitan al lado de su fotografía serán todas ellas bienvenidas.

«J’ai rencontré un vieux sculpteur, qui, voyant que j’étais dans l’ennui, me fait poser chez lui. Ça me fait quelque chose de me mettre nue, mais puisqu’il le faut!»

Demóstenes, pintor.