jueves, 10 de mayo de 2012

El Peletero/La vida extrema


Hemeroteca peletera.

La vida extrema.

He puesto a la venta mis libros a precio regalado, ya he vendido tres, uno de fotografías de Richard Avedon, otro de los fotógrafos Pierre & Gilles, toda su obra completa, y uno más de Roland & Sabrina Michaud, “Caravanas de Tartaria”, en la que se retrata el Afganistán de antes de la invasión soviética. Todos ellos son primeras ediciones y ejemplares descatalogados, mundos desaparecidos que pocos recuerdan, en total he conseguido 130 euros. En cambio, medio kilo de patatas, otro de cebollas y uno más de mandarinas y una lata de cerveza del supermercado de enfrente, me acaban de costar 4 euros con 74 céntimos. ¿Mal negocio?

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“José Manuel Naredo, autor junto con Óscar Carpintero del “Balance nacional de la economía española 1984-2000”, en prensa, señala hasta qué punto el número de viviendas ha crecido al margen de la realidad. Entre 1991 y 1996, dice, “el 85 % del aumento de viviendas en Madrid fueron viviendas secundarias o desocupadas. Cuando salga el censo del 2001, será el 90 %.

Al mismo tiempo, “desde 1985 el precio de la vivienda en España se ha multiplicado un 700%, mientras los salarios se han incrementado un 100% desde 1987. Esa fuerte revalorización ha hecho que se haya convertido en la primera inversión de los españoles.

Algunos expertos están aconsejando a sus clientes que es momento para vender. El “Frankfürter Allgemeine” avisaba que el “boom” de las oficinas en Alemania ha terminado. El mercado inmobiliario está tenso. Hay una amenaza real de un estallido de la burbuja. En los próximos trimestres se va a comprobar, dicen los banqueros. Los estallidos en este mercado no son tan aparatosos como en la bolsa. “Simplemente ves que un anuncio de una casa en venta no se retira en años porque no hay comprador. Y detrás de ese anuncio hay un propietario empobrecido.” ¿El destino de España?”

(“La economía española desconcertada”, José Manuel Garagoya. La Vanguardia de Barcelona, 28 de octubre de 2001)

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0,58 las patatas (655 gr.), 1,41 las cebollas (615 gr.) y 2,21 las mandarinas (595 gr.), la lata ha costado 0,54. Es un supermercado pequeño y caro, pero son las 21,30 de la noche y al que voy siempre, mucho más barato, ya han cerrado y me apetece cenar hoy un poco de verdura hervida aliñada con aceite de oliva, una tortilla a la francesa de un huevo que guardo solitario en la nevera, la cerveza y de postre la mandarina mientras elijo el próximo libro que voy a vender y la cama, de las cinco que tengo, en la que esta noche dormiré. Pero antes habré de escanear un dibujo del hijo de mi novia, editar las fotografías que le hice desnuda el otro día que tuvo la gentileza de venir a visitarme, y pensar en el guión de mi próxima película, “La tierra es plana”. Me iré a dormir tarde, como siempre, también he de terminar de leer una entrevista: “La vida extrema” que le hizo Cecilia Dreymüller a Herta Müller en el diario El País el 12 de junio de 2.010, un año después de ganar el premio Nóbel: “De mi madre oía desde niña frases como: “El viento es más frío que la nieve”, o “una patata caliente es como una cama caliente”, o “la sed es peor que el hambre”...” Esas cosas también las contaba mi propia madre y mi padre que hizo la guerra española en las filas republicanas con solo 18 años, pero aquellos son tiempos ya pasados, moribundos, primeras ediciones, mundos desaparecidos y recuerdos descatalogados que también me estoy vendiendo a precio de saldo.