viernes, 3 de junio de 2011

El peletero/Amor y hierro (y 15)




Amor y hierro. ( y 15)

Una amiga me acaba de llamar para decirme que su padre ha recibido accidentalmente en una pierna un balazo que le ha disparado un pistolero que perseguía por la calle a otro hombre para matarlo, según parece se encuentra bien y fuera de peligro.

Hace meses que me acompaña, en la casa del árbol en la que vivo, una pequeña lagartija que comparte su tiempo con el mío, ella caza sus mosquitos y yo le doy de beber; de vez en cuando hablamos o simplemente callamos, el uno al lado del otro. Quiero creer que mi lagartija son dos en su cuerpo pequeño, dos personas que hasta hace poco vivían a mi lado y que no puedo ni quiero olvidar, nuestra vida juntos fue casi mi vida entera y sin ellos me siento huérfano y desamparado.

Mi hermano afirma siempre que la vida es rara y yo le respondo que si no lo fuera no sería vida ni sería nada.

Por ello preferimos, él y yo, y con las debidas excepciones, papeles dibujados perdidos entre montañas de retales de periódicos, que gloriosas pinturas colgadas de paredes que siempre estarán vacías como lo están los álbumes sin fotografías.

El papel blanco, como el metal, es moldeable, él también se forjó en los hornos de los soles cuando languidecían de su última explosión; la celulosa, el carbón y el hierro, conocen qué es el calor y la fuerza de las caricias de un yunque y un martillo, de un lápiz y un pincel, las mejores manos.

Tras el sol aparecen los colores.

Mimos, besos y fracasos, fuegos y cenizas, la carne, tan blanda, tan efímera y perecedera, no sabe a nada, quema mal y huele peor. Sonrosada, canela o parda, es solamente un alimento para gusanos.

El dueño del acero y de su forja es Hefesto, hijo de Hera, Hefesto el Cojo, el esposo de Afrodita, la Gran Ramera y la única que defendió a la insigne Troya, al noble Héctor, al tonto Paris y a la incalificable Helena.

Amor y hierro, ¿el sueño es sólo nuestro?



            T. U. y su perro.