Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.
59. La cueva.
Platón afirma que el arte es artificio y simulación, y abomina de ello por cuanto cree que sólo nos ofrece engaños y mentiras. Para él la verdad no son las sombras que vemos proyectadas en la pared del fondo y sí la luz que las produce y que se halla fuera de la caverna en la que estamos encadenados, si queremos verla hay que salir para mirarla de cara.
Hay quien, en cambio, quiere pensar que la verdad se halla en esa misma cueva oscura, y que nosotros no nos encontramos dentro sino fuera de ella, y que para conocerla hemos de hacer lo opuesto que nos propone el filósofo griego, no debemos salir y ver la luz, todo lo contrario, hay que penetrar hasta lo más profundo del pozo para saber la “verdad”.
En este sentido, la mejor forma de conocer al león será transformándose en uno de ellos en un ardid rocambolesco, ditirámbico y peligroso, un viaje a los infiernos en el que se puede perder la propia personalidad al convertirnos en el personaje que interpretamos.
En esa metamorfosis de ser nosotros siendo otro hallamos también la sempiterna voluntad de integrar vida y arte en una especie de fusión nuclear casi imposible excepto en algunos rituales en los que se pone en peligro la propia vida de los participantes. En la actualidad la fiesta taurina, moribunda ya, es su máximo exponente y el más notorio ejemplo de ello.
Lo había sido, y quiere seguir siéndolo todavía, el “Circo”, que ahora debe competir con las cabriolas de los modernos deportes. En algunos de ellos, en los que el riesgo y el peligro físico son altos, como el boxeo y las carreras de automóviles y motocicletas, se puede igualmente morir en directo.
En ocasiones, tal pretensión, la de “morir”, la hallamos en el sexo público y de pago que al mismo tiempo es sexo espectáculo. En el trasfondo oscuro de las famosas “snoof-movies”. Y, a su vez también, en los recientes concursos televisivos como “Gran Hermano” y en los programas de tele-basura en los que se entrevista a los que enseñan, sin pudor y frente a las cámaras, sus trapos sucios.
Una variante aburrida de todo ello son esas páginas web que retransmiten a todo el mundo, gracias a una webcam, la vida privada de quién se expone voluntariamente a ello como si fuera un animal enjaulado, contemplando, los que la miran, su anodina vida cotidiana.
Igualmente los blogs, y los espacios web que configuran las modernas redes sociales de Internet, en los que sus propietarios hacen públicas sus bodas y sus divorcios. Ellos sirven también de tablón de anuncios y de agendas públicas donde se proponen citas, se dan cuenta de llamadas telefónicas y se habla de los planes del próximo fin de semana, en una confusión colosal entre vida pública y privada. Son el gran patio de vecinos de la contemporaneidad, ellos permiten un nuevo exhibicionismo y voyerismo y un remedo sentimentaloide, mediocre y barato, de estar por casa, de popularidad y fama.
A esta lista hemos de añadir la ejecución pública de reos convictos a la pena capital, la guerra y algunos actos terroristas retransmitidos en directo. Hemos de señalar que la ejecución de Sadam Hussein fue el vídeo más visto del año.
Hay que destacar también las nuevas prácticas artísticas en las que su autor es el único tema de la obra, en ella todo gira a su alrededor. Fotógrafos que se fotografían a sí mismos interpretando diferentes personajes o exprostitutas que nos revelan su oscuro pasado y su raro presente.
Y, por supuesto, la política, la democrática, más que la tiránica, la populachera y seudofascista que vive del espectáculo de masas y del odio o del fervor popular.
Arte y vida, mentira y verdad, se unen para provocar asombro, escándalo y modelos a imitar que nos proporcionen nuevos deseos que copiar para dejar de ser nosotros mismos y ser otros. Ellos dos juntos siempre han conformado el espectáculo más poderoso que te hipnotiza y te atrapa irremediablemente, el presente, no hay nada más grandioso que el ahora, nada más seductor que el instante, nada tiene más fuerza que el momento fugaz. El presente, gracias al futuro, acontece frente a nuestros ojos secuestrados por la realidad.
Así pues el retrato sólo es verdadero cuando el modelo ejerce de sí mismo y no interpreta a nadie. Pero eso es casi imposible, casi lo es en vida, pero en el “casi” se encuentra la libertad, la capacidad del pintor y del modelo y el compromiso que ambos deben contraer con la realidad.
------------------------------
59H
-“A mí, querida Verónica, no me habría importado ser tu marido consorte porque eras mejor que yo. Me daba igual enseñarte que aprender de ti, pero no me gustaba que se aprovechara un tercero de mis besos, como ya sabes yo te enseñé a besar. No fui el primero, es cierto, nunca conseguí ninguna medalla de oro ni de plata ni tampoco de bronce en competición alguna, pero los besos que dabas a los demás los aprendiste de mí y los disfrutaron otros que nunca supieron, ni sabrán, quién fui yo.
¿Celos?, por supuesto, celos y muchas cosas más. ¿Para qué te fuiste con Antonio T. a Londres aquel marzo, tan deprisa y corriendo? ¿Quién era aquel muchacho con el que salías?, se llamaba Zanardi, ¿no?, ¿o era su amigo Roberto?
Espero que nunca le contaras el secreto que esconde el guión de “The searchers”, yo te lo revelé y nadie más debe saberlo. Nunca me lo dirás, pero... ¿qué hiciste en Londres? Ya sé que hay que dejar que los demás respiren y que nos mientan lo necesario y conveniente, pero, en esta ocasión, me hubiera gustado saber de tu boca la verdad. (El hilo. Cartas a una amiga.)
------------------------------
59M
-“Cada uno encuentra lo que busca y lo que busca puede ser cualquier cosa. En el centro de la tierra se halla el edén, y en su justo medio el cielo.
A nadie le he contado aquel secreto, Víctor, sólo sé que mi último amante me dejó porque quería tener un hijo y yo ya no podía dárselo, hace pocos meses su nueva esposa ha dado a luz a una hermosa niña, ¿se lo puedo reprochar?
”Hicimos del día una gloria antigua y del bosque un paraíso. Desobedecimos a Dios en cada instante –y a los hombres- y probamos de todas las manzanas”. (Extracto de “Paraíso”, en “Baladas de amor”, de Juan Ramón Jiménez).
En el centro de la tierra se encuentra un monte, y en su justo medio el limbo, en él estamos tú y yo. Todo es una vuelta al tiempo anterior al tiempo, aquél que vivimos juntos antes de nacer”. (La madeja. Cartas a un amigo.)