martes, 30 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (63)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.
63. La evocación.

El eje que vertebra toda la pintura, y el arte en general, es el tiempo poético, que es una forma también poética de nombrar a la evocación. Nos encontramos ya lejos de la vieja clasificación entre artes espaciales o temporales. 

Ese tiempo presenta una característica curiosa que no es otra que la de hallarse todo él, pasado, presente y futuro, fuera ya del tiempo. 

Sin embargo, según sea la técnica que usemos nos permite la ilusión de fijar un instante como si tuviera lugar en el mismo momento, la ilusión del presente. Eso es así en las artes escénicas, en las cinematográficas, incluida, como máximo representante, la televisión y demás artilugios informáticos y electrónicos de reproducción de imágenes. 

También es factible figurar todo lo contrario, que los hechos acontecen fuera del recuerdo o del deseo, la abstracción pretende tal proeza, e incluso pensamos que llega a conseguirla con obras como el “Cuadrado negro” de Malévich, una pintura que al carecer de referentes simbólicos positivos pretende situarse más allá del sentido al obtenerlos en su ausencia. Arte nihilista al querer hablar callando. 

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63H
-“Querida Verónica, ¿qué rostro tienen la verdad y la mentira?, ¿el de una fotografía?, ¿el de la indiferencia?, ¿el del miedo?

Hitler siempre señaló lo que iba a hacer, a todos advirtió y nadie, excepto cuatro íntimos, le creyó del todo. Alguien dirá en su descargo que al menos fue un hombre sincero.

Sin embargo, Hitler hablaba de objetivos y de estrategia, nunca se ensuciaba las manos en la fangosa y farragosa táctica. Jamás dijo algo sobre “La solución final” y los detalles que la acompañaban, dejaba que los ministros de su Gobierno interpretaran sus silencios y sus medias palabras como si sus objetivos y sus fines fueran el viento, y ellos, los capitanes, las velas que debían atraparlo. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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63M
-“Muchas veces me recordabas, querido Víctor, la película “400 golpes” de François Truffaut, en ella el protagonista, un niño de unos 13 años, responde a su profesor que su madre ha fallecido cuando éste le pregunta por qué ayer no se presentó en la escuela. La muerte de una madre no puede ser mentira, decías, nadie osaría usarla para escabullirse de un castigo que más pronto que tarde recibirá si el fallecimiento es falso, y además lo hará por partida doble, por no asistir a clase, hacer novillos, y por usar esa terrible mentira. No se puede mentir sobre la muerte de tu madre, pero si lo haces debes saber que todo el mundo te creerá, ése, y no otro, es el verdadero drama del mentiroso, que le crean. ¿Es así también con las verdades?” (La madeja. Cartas a un amigo.)

viernes, 26 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (62)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

62. El beso y el fantasma.

¿Qué hacemos entonces con el modelo si no lo copiamos, si no fabricamos de él una reproducción fidedigna, una copia, una imagen que reconocemos no siendo ella él?

Si una magdalena nos permite reconstruir toda una vida, ¿qué poder encierra un beso?, ¿ninguno, o el mundo entero? ¿Es él también un eslabón perdido?

La experiencia de la nada, que traemos al nacer como si fuera un pan debajo del brazo, la redime el recuerdo, la memoria, y todos los fantasmas y figuras que la pueblan y que nos acompañan, y que, tal vez, nos libran del sin sentido y del horror. Gracias a las magdalenas y a los besos podemos seguir manteniendo una vida digna, ellos son los guijarros que vamos echando en el suelo, tras nosotros, para asegurar después nuestro retorno, porque la muerte no es otra cosa que un regreso al primer beso.

“Ahora puede arder ya el fuego de estopa; qué importa lo que podamos parecer y lo que usurpemos? Lo que somos, lo que tenemos que ser, basta para llenar nuestras vidas y emplear nuestro esfuerzo. París es una admirable caverna, y sus hombres, cuando ven sus propias sombras agitarse en la pared del fondo, las toman por la única realidad. De ahí la extraña y fugitiva fama que esta ciudad otorga. Pero lejos de París hemos aprendido que hay una luz a nuestra espalda, que necesitamos volvernos, rompiendo nuestras ataduras, para mirarla de frente, y que nuestra tarea antes de morir es buscar a través de todas las palabras el modo de nombrarla. Todo artista, sin duda, busca su verdad. Si es grande, cada obra lo acerca a ella, o al menos, gravita cada vez más cerca de ese centro, sol huido, en el que un día todo ha de acabar por arder. Si es mediocre, cada obra lo aleja de ella y el centro está entonces en todas partes, la luz se desvanece. Pero los únicos que pueden ayudar al artista en su búsqueda obstinada son quienes lo aman y también quienes amando o creando, encuentran en su pasión la medida de toda pasión y por eso saben juzgar.

Sí, tanto ruido... ¡cuando la paz sería amar y crear silencio! Pero hay que saber tener paciencia. Todavía durante un momento, el sol sella las bocas”. (“El enigma” Albert Camus, 1950)

Albert Camus tenía razón, el sol reina y nos manda callar, y desde lo alto obliga también a las sombras a esconderse debajo de nuestros pies mientras las cosas del mundo empiezan a prender; las palabras dichas, las palabras perdidas, las alegrías y las tristezas, las decepciones y todo aquello que olvidamos entre nuestros deseos y los fríos anocheceres, se consume en el velo de su luz indiferente, radiante y fugaz. 

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62H
-”La vida me mata, Verónica. A unos los mata la muerte a mi me mata vivir.
No lo comprendiste entonces, cuando era un niño y sonreía siempre, y casi no lo comprendes ahora, traté de explicártelo de mil maneras diferentes, sólo una lagartija lista podía haberlo entendido, y a ti te faltaba todo el largo de su cola para serlo. Ahora ya recuerdo quién fue Zanardi.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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62M
-“Las perlas requieren años de fecundación, son cosas concretas, delimitadas, son una labor de años, necesitan que las ostras enfermen y el nácar se pudra. Son un embarazo.

Querido Víctor, amor mío, siempre hay alguien que no se encuentra en su lugar. Siempre hay un error fatal en alguna parte. 

Lo que todavía no sé es si el error es la vida o lo es la muerte o, si por el contrario, el error soy yo o lo son los demás. 

Entre los errores y los aciertos, entre los sueños y los deslumbrados despertares, siempre hay alguien que no está donde debería.” (La madeja. Cartas a un amigo.)


miércoles, 24 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (61)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

61. El arte y sus obras.

En esa vocación de taumaturgo y demiurgo hallamos la manera en cómo se complementan el doble y el espejo, pues la obra artística es siempre una “emergencia”, algo que antes nunca nadie había visto ni pensado. La obra de arte también hace al caso al formar parte del mundo, del “nuevo” mundo que gracias al ser humano crece sin parar con sus palabras y sus obras.

La copia, la imitación, la reproducción, el duplicado, el calco, la falsificación o el simulacro no existen entre la imagen y el supuesto modelo, la primera no es ni el doble ni la sombra del segundo porque las imágenes solamente se calcan entre ellas mismas. Se copian otras pinturas, las unas a las otras, nunca el modelo que se pinta, sea una persona o un árbol, una idea o un instante, la expresión de un sentimiento o el relato de unos hechos acontecidos. 

Esa es la razón por la cual Pierre Francastel afirmaba que “la realidad del arte son las obras, jamás los modelos ni las fuentes de inspiración”. Y Santo Tomás de Aquino cuando decía que “un artista concibe la forma que quiere representar de acuerdo con la obra de otra persona que ha sido contemplada con anterioridad”.

Quizás por ello buscamos a las personas en las muñecas, de madera o de plástico, hinchables o no.
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61H
-“Querida Verónica, nunca se sueñan los sueños de los demás, pero se pueden robar igual que las ideas y los recuerdos. Lo sé de muy buena tinta, casi todos vamos por ahí robando recuerdos y mintiéndonos a nosotros mismos como bellacos. Pero al menos alguna vez podemos decir que no, basta, o algo así. El “Viaje al fin de la noche” de Celine no logré terminarlo cuando quise leerlo, por casa andaba cuando allí vivía, pero... siempre que buscaba algo por las estanterías, otro libro cualquiera, se me aparecía el de Celine, como si cambiara de lugar, como si persiguiera mi mirada, como si me recordara un trabajo todavía no terminado. Hay libros que son una tarea leerlos, una labor. Por casa andaba, nunca mejor dicho, no pienso leerlo. ¿Y Joanne Woodward, te olvidaste de ella? Hay palabras que son como algunas mujeres, no hay manera de librarse de ellas, parecen escritas por uno mismo.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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61M
-“El pecado de Adán y Eva, se les “revela”, al darse cuenta que miran de otra manera, viendo cosas distintas que las que antes veían. Si Eva fue estúpida y osada, ¿no lo fue también Adán al seguirla? Ninguno de los dos era ningún ángel, ¿qué eran?
Los seres alados tienen un poder psicológico muy poderoso, permíteme, querido Víctor, citarte unas palabras aparecidas en el periódico “El País” de Carlos Ranera, un psiquiatra de renombre y amigo del hermano de un amigo. 
“La historia en cuestión es la de una niña que traté hace unos años, cuando estaba en el servicio de psiquiatría infantil. El otro día hablábamos de la ceguera. Silvia padecía una ceguera autista (no veía la mente de los demás). Si le decías, ¿puedes acercarme la goma de borrar? ella contestaba: ¡claro que puedo!; sin hacer el más mínimo gesto de acercar la goma. No mejoró gran cosa después de dos años de terapia. Sólo podía comunicarse conmigo si entre los dos había una jaula de canarios. En un texto védico contado por Kenneth White puede leerse: " La primera de todas las enseñanzas consiste en meditar sin fin sobre el pájaro". El caso informado por Ange Condoret (1983) sobre una niña autista, muda y asocial, Betsabé, que empezó a hacer progresos desde el momento en que una paloma en vuelo raptara su atención, propone un significado pleno a la pedagogía del texto hindú: la apertura del sujeto saliendo a la búsqueda.”
El otro día viste vampiros salir de una gruta, las ratas aladas son mamíferos que vuelan. El Porco Rosso, el Barón Rojo y Saint Exupéry también, ninguno fue en vida ningún ángel.
La poesía no termina nunca, los días tampoco”. (La madeja. Cartas a un amigo.)


lunes, 22 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (60)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

60. Todo se nos sigue escapando.

Recordando a Wittgenstein, nuestro filósofo austriaco, hemos de pensar que si el mundo es todo aquello que hace al caso, también lo será todo lo que, acertado o no, digamos de él, dando por entendido también que todo lo dicho no existía, o no había sido dicho antes de decirlo. Y que “decir” se puede decir hablando, escribiendo, tocando el piano, interpretando un personaje en un escenario, bailando o pintando. Así pues, consideramos, convencidos, que la realidad encuentra en la pintura uno de los mejores instrumentos para emerger ante los ojos del humano, que, esforzado, con más o menos tino y con el ánimo alegre o doliente, usa los pinceles para recubrir superficies vacías con el anhelo de llenarlas, de dar significado a la vida y a la nada. Por esa razón John Berger afirma, y repite su hija Katya, que la vida “acoge” al arte aunque todo se nos siga escapando.

En este punto de nuestra larga perorata regresamos al origen cuando citaba a mi amigo decir que: “el poeta es un hacedor y que su poesía es una aportación en lo real y no una falta ni una desaparición”.

Y por enésima vez recordaremos a Wallace Stevens cuando concluye también que la lengua es un ojo, aforismo intercambiable al señalar que el ojo ve, mira y también habla.

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60H
-“Ya sabes, querida Verónica, que siempre he pensado que una chaqueta de piel es una variante simbólica del tatuaje, que vestir una de ellas expresa también aquello que pretendían los caníbales, obtener las virtudes del otro, el ser y el poder del tótem. Entre ellas y aquellos, entre las pieles, los tatuajes y los pintores encontramos el poder del león, del lobo, del elefante y de la serpiente. La sabiduría del tiburón en su mundo opaco. Pergaminos y papiros tan dibujados como escritos, granito cincelado, pisadas de lagartija en la arena.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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60M
-“Ya lo sé, querido Víctor, sé que una chaqueta de piel puede ser un fetiche y una variante simbólica del tatuaje. No es necesario que te cite la lista de famosos asesinos en serie, caníbales y despellejadores, como aquel Anófeles Malull que decapitaron en la Francia de la posguerra por fabricarse una levita de piel humana.

Solamente te recordaré a Marlon Brando y la película “Fugetive kind”, que aquí titularon “Piel de Serpiente”. En ella, mi admirado y deseado “Melón Blando”, se enamoraba de una muy atractiva Anna Magnani, cautiva de un ogro feroz y cruel, te parecías a él, a Brando quiero decir, con tu chaqueta de piel marrón.

La fuerza de los dos personajes era arrebatadora.

Él, guapo, joven, libre, desarraigado, con su enorme y destartalado automóvil y su chaqueta de serpiente como si fuera su segunda piel. Ella, prisionera, fuerte y dulce, escondiendo entre sus pestañas toda su vida de ojos negros abiertos”. (La madeja. Cartas a un amigo.)


viernes, 19 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (59)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

59. La cueva.

Platón afirma que el arte es artificio y simulación, y abomina de ello por cuanto cree que sólo nos ofrece engaños y mentiras. Para él la verdad no son las sombras que vemos proyectadas en la pared del fondo y sí la luz que las produce y que se halla fuera de la caverna en la que estamos encadenados, si queremos verla hay que salir para mirarla de cara.

Hay quien, en cambio, quiere pensar que la verdad se halla en esa misma cueva oscura, y que nosotros no nos encontramos dentro sino fuera de ella, y que para conocerla hemos de hacer lo opuesto que nos propone el filósofo griego, no debemos salir y ver la luz, todo lo contrario, hay que penetrar hasta lo más profundo del pozo para saber la “verdad”.

En este sentido, la mejor forma de conocer al león será transformándose en uno de ellos en un ardid rocambolesco, ditirámbico y peligroso, un viaje a los infiernos en el que se puede perder la propia personalidad al convertirnos en el personaje que interpretamos.

En esa metamorfosis de ser nosotros siendo otro hallamos también la sempiterna voluntad de integrar vida y arte en una especie de fusión nuclear casi imposible excepto en algunos rituales en los que se pone en peligro la propia vida de los participantes. En la actualidad la fiesta taurina, moribunda ya, es su máximo exponente y el más notorio ejemplo de ello. 

Lo había sido, y quiere seguir siéndolo todavía, el “Circo”, que ahora debe competir con las cabriolas de los modernos deportes. En algunos de ellos, en los que el riesgo y el peligro físico son altos, como el boxeo y las carreras de automóviles y motocicletas, se puede igualmente morir en directo. 

En ocasiones, tal pretensión, la de “morir”, la hallamos en el sexo público y de pago que al mismo tiempo es sexo espectáculo. En el trasfondo oscuro de las famosas “snoof-movies”. Y, a su vez también, en los recientes concursos televisivos como “Gran Hermano” y en los programas de tele-basura en los que se entrevista a los que enseñan, sin pudor y frente a las cámaras, sus trapos sucios. 

Una variante aburrida de todo ello son esas páginas web que retransmiten a todo el mundo, gracias a una webcam, la vida privada de quién se expone voluntariamente a ello como si fuera un animal enjaulado, contemplando, los que la miran, su anodina vida cotidiana. 

Igualmente los blogs, y los espacios web que configuran las modernas redes sociales de Internet, en los que sus propietarios hacen públicas sus bodas y sus divorcios. Ellos sirven también de tablón de anuncios y de agendas públicas donde se proponen citas, se dan cuenta de llamadas telefónicas y se habla de los planes del próximo fin de semana, en una confusión colosal entre vida pública y privada. Son el gran patio de vecinos de la contemporaneidad, ellos permiten un nuevo exhibicionismo y voyerismo y un remedo sentimentaloide, mediocre y barato, de estar por casa, de popularidad y fama. 

A esta lista hemos de añadir la ejecución pública de reos convictos a la pena capital, la guerra y algunos actos terroristas retransmitidos en directo. Hemos de señalar que la ejecución de Sadam Hussein fue el vídeo más visto del año.

Hay que destacar también las nuevas prácticas artísticas en las que su autor es el único tema de la obra, en ella todo gira a su alrededor. Fotógrafos que se fotografían a sí mismos interpretando diferentes personajes o exprostitutas que nos revelan su oscuro pasado y su raro presente.
Y, por supuesto, la política, la democrática, más que la tiránica, la populachera y seudofascista que vive del espectáculo de masas y del odio o del fervor popular.

Arte y vida, mentira y verdad, se unen para provocar asombro, escándalo y modelos a imitar que nos proporcionen nuevos deseos que copiar para dejar de ser nosotros mismos y ser otros. Ellos dos juntos siempre han conformado el espectáculo más poderoso que te hipnotiza y te atrapa irremediablemente, el presente, no hay nada más grandioso que el ahora, nada más seductor que el instante, nada tiene más fuerza que el momento fugaz. El presente, gracias al futuro, acontece frente a nuestros ojos secuestrados por la realidad. 

Así pues el retrato sólo es verdadero cuando el modelo ejerce de sí mismo y no interpreta a nadie. Pero eso es casi imposible, casi lo es en vida, pero en el “casi” se encuentra la libertad, la capacidad del pintor y del modelo y el compromiso que ambos deben contraer con la realidad.

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59H
-“A mí, querida Verónica, no me habría importado ser tu marido consorte porque eras mejor que yo. Me daba igual enseñarte que aprender de ti, pero no me gustaba que se aprovechara un tercero de mis besos, como ya sabes yo te enseñé a besar. No fui el primero, es cierto, nunca conseguí ninguna medalla de oro ni de plata ni tampoco de bronce en competición alguna, pero los besos que dabas a los demás los aprendiste de mí y los disfrutaron otros que nunca supieron, ni sabrán, quién fui yo.

¿Celos?, por supuesto, celos y muchas cosas más. ¿Para qué te fuiste con Antonio T. a Londres aquel marzo, tan deprisa y corriendo? ¿Quién era aquel muchacho con el que salías?, se llamaba Zanardi, ¿no?, ¿o era su amigo Roberto? 

Espero que nunca le contaras el secreto que esconde el guión de “The searchers”, yo te lo revelé y nadie más debe saberlo. Nunca me lo dirás, pero... ¿qué hiciste en Londres? Ya sé que hay que dejar que los demás respiren y que nos mientan lo necesario y conveniente, pero, en esta ocasión, me hubiera gustado saber de tu boca la verdad. (El hilo. Cartas a una amiga.)
 
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59M
-“Cada uno encuentra lo que busca y lo que busca puede ser cualquier cosa. En el centro de la tierra se halla el edén, y en su justo medio el cielo.

A nadie le he contado aquel secreto, Víctor, sólo sé que mi último amante me dejó porque quería tener un hijo y yo ya no podía dárselo, hace pocos meses su nueva esposa ha dado a luz a una hermosa niña, ¿se lo puedo reprochar?

”Hicimos del día una gloria antigua y del bosque un paraíso. Desobedecimos a Dios en cada instante –y a los hombres- y probamos de todas las manzanas”. (Extracto de “Paraíso”, en “Baladas de amor”, de Juan Ramón Jiménez). 

En el centro de la tierra se encuentra un monte, y en su justo medio el limbo, en él estamos tú y yo. Todo es una vuelta al tiempo anterior al tiempo, aquél que vivimos juntos antes de nacer”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

jueves, 18 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (58)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

58. El retrato y el acontecimiento.

Aristóteles afirmaba en su “Poética” que un retrato fidedigno de cualquier hecho sólo se logra cuando se experimentan las emociones implícitas en el acontecimiento. De ello podemos deducir que el propio artista representa su obra al ejecutarla, que al escribir y al pintar actúa también como si fuera un actor que logra abrigar en su seno los sentimientos del personaje llegando así a confundirse con él. Sintiendo lo que él siente es él. Las consecuencias de tal afirmación llegan hasta nuestros días y han sido motivo de grandes debates y la base teórica y práctica de muchas de las más famosas escuelas de interpretación. 

Sin embargo, su fundamento encierra un equivocado concepto de verdad que la propia práctica escénica desmiente cada día. En un escenario las cosas son distintas porque parecen diferentes, así de sencillo. La altura no es la misma como si los centímetros se acortaran, la voz, el gesto, la edad tampoco son iguales, la sinceridad es de otra clase. La verdad no debe ser demostrada, sólo debe ser verosímil, si no lo es no sirve a su propósito. Y lo que vale para un escenario vale también para una tela o para el papel en blanco que debemos rellenar con las palabras que en él escribiremos.

¿Sentir las emociones que el personaje siente tiene que ver con la verdad o, como nos recordaba Frankfurt, con la mentira? ¿El disfraz que usamos nos dice quién somos?

Frankfurt advierte la importancia clave de que cuando alguien tergiversa cualquier cosa, ha de estar forzosamente tergiversando también su propio estado de ánimo.

Pero no en el Arte.

Él dice: “Es posible por supuesto, que uno tergiverse solamente eso (por ejemplo, fingiendo que tiene un deseo o un sentimiento que realmente no tiene)” Y continúa diciendo que en el supuesto de una mentira o de cualquier otra tergiversación, lo está haciendo de dos cosas al mismo tiempo, la cosa en sí tergiversada y su estado de ánimo.

¿Por qué sucede tal cosa? Rüdiger Safranski nos dice que la mentira no se opone a la verdad y sí a la veracidad y que el que está persuadido de lo que dice no miente ni siquiera cuando sus afirmaciones son erróneas. 

Safranski afirma también, como Sartre, que la conciencia es libre y que ella no se limita en “ser consciente”, que también puede desgajarse de la realidad, siendo una “falta de ser”, una experiencia de la nada. Y continua:

“La libertad incluye la capacidad de cambiar la realidad según patrones que no proceden ellos mismos de la realidad sino del mundo imaginario. Y ¿qué es la imaginación? ¿Es solamente la materia a partir de la cual se hace el arte? El mundo imaginario es aquel que nos “figuramos”. Es una imagen, la cual no constituye una copia, sino que se pone en lugar de la realidad. Es un segundo mundo, que, sin embargo, puede dirigir e incluso dominar la conducta en el primer mundo. La imaginación se sirve de materiales que forman parte de nuestra vida: experiencias, impresiones, obsesiones, deseos. Pero lo que engendra a partir de ahí es algo nuevo, que puede oponerse también a la restante realidad” (“El Mal o El drama de la libertad”, Rüdiger Safranski)
Se cree que la realidad no debería necesitar de atributos para presentarse y representarse, que habría de hacerlo como si fuera un cuerpo desnudo y ella misma esa desnudez sin adjetivos, que nada debe ponerse en su lugar para “figurárnosla”. Se piensa que si los adquiere y se viste con ellos se falsea, se disfraza, se esconde o se tapa, se transmuta en mentira, se oculta. Muchos consideran que la realidad es incognoscible, pero se equivocan. ¿Por qué?, porque un vestido no tapa, todo lo contrario, desnuda de una forma que ningún streaptease consigue.

“What you see is what you get”, todo lo que ves es todo lo que hay, si crees que no hay nada es que no ves nada.

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58H
-“Siempre me robabas las ideas, querida Verónica, aunque te defendías al llamarme a mí, “tu Musa”. Pero tenía razón, eras una ladrona, ambos lo éramos. Yo se las sisaba a mi hermano y tú a mí. Luego estaban todos los demás y tus innumerables amigos que no pude jamás contar.
Antonio T. se las birlaba a cualquiera sin el menor pudor y, de una manera u otra, siempre conseguía venderlas como si fueran pescado fresco de Calafell.

Creo que nos veía como piezas de caza, inertes, sin vida aparente, y tendidos en una fría mesa de mármol, listos para que con la luz parda del atardecer nos pintara Chardin.

Creíste que me tenías como a un pato muerto, recién cazado, mis palabras de amor y mi pasión, aunque sinceras y verdaderas, te engañaron porque yo podía vivir sin ti, pero... ¿podías tú vivir sin mí?”. (El hilo. Cartas a una amiga.)



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58M
-“A mi me gustaba mirarte con veintiuno, o con doce, con apenas dos días o con cuarenta y dos años. 

Ahora ya no eres tú, pero lo fuiste. Allí estabas y estás, en aquellas fotografías que te robé y que te hice. 

En el año 75 murió Franco y soltábamos, sin que nos vieran, tapones de botellas de champaña por las Ramblas y aquella tarde celebramos todos nosotros una fiesta con pastel incluido. Dijimos que era para un amigo que se iba al servicio militar y encargamos unas palabras escritas con chocolate, como esos hilos negros de tus fotos, “Adiós muchacho...”, escribió el pastelero.

Hoy, cuando te miro y te remiro, veo a un hombre que se parece mucho a ti, pero que ya no eres tú, querido Víctor, y no lo eres porque ya no estás conmigo”. (La madeja. Cartas a un amigo.)


miércoles, 17 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (57)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

57. El retrato, el modelo y el personaje.

El retrato, el modelo y el personaje forman el trípode en el que se cimienta el arquetipo que nos hace ser lo que somos, amos y esclavos de nosotros mismos y de los demás cuando los copiamos impelidos por el deseo de ser ellos. 

Como afirma el antropólogo francés René Girard, queremos ser lo que los otros son, ser ellos mismos, y para serlo anhelamos, codiciamos incluso, su propio deseo, no hay otra manera de lograr ser ellos que desear lo que ellos desean y que no es más que aquello que otros desean también.
Queremos ser nosotros siendo ellos en un quimérico deseo.

El deseo más poderoso es ser el deseo de otro en una espiral paradójica sin fin, el otro es nuestro modelo, nuestro personaje y nuestro retrato más perfecto. 

El deseo se alimenta miméticamente en el de los demás, no tiene freno, no hay nada, excepto la muerte, que lo pare en su afán devorador.

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57H
-En aquella playa griega te dije un día entre besos que mi cuerpo, mis manos y mis ojos te abrían como una ventana y que entraba en ti como si fueras mi casa, que quería regar tus entrañas heridas y verte florecer como una rosa entre la arena. Eso te dije en aquella playa de Gavá o de Ostia, tanto da, en todas ellas se han amado miles de hombres y de mujeres antes y en todas mataron a Pasolini, lo volverán a hacer, no te quepa la menor duda.
¿Y tus manos?, ¿todavía las tienes?”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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57M
-“¿Mis manos?, no sé, te las llevaste contigo cuando te fuiste, pegadas a tu piel están. Ahora uso unas prótesis para disimular que me faltan. 

El mar es la bañera de mi casa y a la arena la barrí”. (La madeja. Cartas a un amigo.)
 

martes, 16 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (56)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

56. El bautizo y el sarcófago.

Los retratos de "El Fayum", romanos y egipcios al mismo tiempo, no son ninguna copia de otros, incluso teniendo un estilo perfectamente establecido y formado en su reiterada ejecución, en la fusión de sus dos paradigmas culturales, por ser obras perfectas de su tiempo son verdaderamente originales y eternas.

Mi amigo decía:
“En nuestro mundo moderno hemos perdido esta costumbre tan arraigada de retratar a los muertos. Primero era el bautizo, (aunque perdiendo terreno frente a la ecografía), luego la primera comunión (aunque perdiendo terreno frente a los sucesivos cumpleaños), el servicio militar (aunque perdiendo terreno frente a nada), la foto carné, la boda, los hijos, lo que fuera necesario para llegar al final, a uno de los momentos cumbres más importantes de la vida: la muerte. Ahora se considera de mal gusto; el pollo sólo se puede mostrar vivo o cocinado. Hoy en día únicamente tienen esta prerrogativa los famosos, aunque en la antigua forma de estatua de cera, un sucedáneo de la vida, y una premonición de la muerte embalsamada en material que se derrite.

Los retratos del Fayum han resistido al tiempo, y no por muy conocidos dejan de sorprender cada vez que los miramos y nos miran. Son una almadía en un mar tormentoso, lanzando cabos hacia el barco salvador que el viento aleja irremediablemente. ¿Aún no había nacido la costumbre de cerrar los ojos a los cadáveres? Estos romanos egipcios, bien abiertos los tienen, pintados en el mejor de sus momentos. La técnica es romana, los ojos grandes y almendrados son egipcios, su frontalidad es moderna y su serenidad es sabia, y extrañamente ninguno sonríe. Cuando estaban vivos tal vez eran ignorantes, ahora no, ahora ya lo saben todo, por eso están a un paso de entristecerse, están casi a punto de no estar... muertos. O casi a punto de volver a ser personas. “Persona” en latín significa, precisamente, “máscara”, y enmascarados los muertos nos entrevén a los que seguimos vivos.” 

“La existencia de retratos es un hecho tan misterioso como el que tengamos rostro. Manos, piernas, torso, cara, es normal tenerlos. Incluso hasta dedos y espalda. Pero tener rostro es algo más, es el ser encarnado. Las cosas se diferencian por características que pueden ser medidas. Sus eslabones primordiales, como los quantum y los genes, son intercambiables entre sí. Todo puede mudar y seguir igual al mismo tiempo, como en política. Los rostros no, son insustituibles, es la prueba más irrefutable sobre la individualidad del ser, en contra de estas nefastas teorías que anhelan su disolubilidad en el cosmos uterino o la nada estéril. Y a pesar de la cirugía plástica. 

Dios es uno, nosotros también. Muchos lo quieren seguir siendo hasta después de muertos. Un buen retrato es un buen pasaporte. ¿Hacia dónde?” (“El peletero en su sarcófago”, el peletero.)

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56H
-Querida Verónica, tu me hablaste por primera vez de Berger, era amigo o conocido de Antonio T. Siempre releíamos las cartas que su hija le enviaba sobre Tiziano. Lee ahora una verdadera carta del pintor veneciano dirigida al Rey de España: 

“Invictísimo y Poderosísimo Rey:

Hace siete meses que mandé a V. M. las pinturas que me fueron encargadas por ella. Y no habiendo tenido hasta ahora aviso de su recibo, me sería singular favor saber si han gustado; que si no hubieran gustado al perfecto juicio de Vuestra Majestad, afanaré, reformándolas de nuevo, en enmendar el pasado error...

Las cédulas de que Vuestra Majestad me hizo gracia por los dineros asignados a mi merced en Génova, quede Vuestra Majestad informada de que no han tenido efecto. Por lo que parece que ella, que sabe vencer a poderosísimos y soberbios enemigos con su invictísimo valor, no es obedecida por sus ministros, de tal guisa que yo no veo como puedo esperar obtener nunca esos dineros concedidos a mí por dicha gracia. Sin embargo le suplico humildemente que con su Real Majestad quiera vencer la obstinada insolencia de aquéllos, u ordenando que quede yo prontamente satisfecho, o dirigiendo a Venecia, o donde más le plazca, la expedición del pago, de modo que su liberalidad produzca en su humilde servidor el fruto por V. M. ordenado...” (Venecia 22, de abril de 1560)

¿El esfuerzo por sobrevivir oculta el mundo? Yo creo que no, pero... ¿impide pintarlo?, sin duda tampoco, hay muchas pruebas de ello, muchas, Tiziano es una de ellas, pero yo no podría, ya lo sabes, Verónica, no puedo pintar si he de vivir.

Por eso te alejaste de mi, ¿verdad? Responde tú por mí. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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56M
-“Muy a menudo me hablabas de pieles y de la carne que en ellas quedaba incrustada si el animal se despellejaba mal, que había que rasparla de manera concienzuda para eliminar cualquier rastro y evitar que se pudriera y dejara calvas en el pelo cuando se la secaba en un ambiente fresco y seco, lejos del sol, en una sombra clara. Al oírte recordaba el sabor de la tuya, de tu sombra, y de su ausencia en mi boca y en mis manos, era un recuerdo premonitorio de lo que iba a suceder y sucedió. 

Tu carne y tu piel, Víctor, en esas cartas que me envías, con carne pero sin piel o con tu piel descarnada”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

lunes, 15 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (55)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

55. El retrato y el muerto.

Una imagen siempre perturba nuestro ánimo igual que lo hace un fantasma o un prestidigitador que esconde lo real entre los forros de su vestido y únicamente nos muestra el simulacro de un espectro.

Ella nos desnuda y desmantela, o refuerza también nuestras defensas, eternamente escasas en el verdadero arte de sobrevivir a la humana manera que no consiste en otra cosa que vivir por encima del suelo y de la nada. Es una emergencia, una representación que debe interpelarnos, provocar respuestas emocionales y morales sabias al abrir puertas y ventanas que hasta ahora estaban cerradas y que todos, tarde o temprano, deberemos atravesar. Es también una demanda muda que debe ser correspondida con la sabiduría del silencio que es la manera más exquisita de ocultación y gala al mostrarnos el desgarro. Cada imagen es, como bien alega Jean Christophe Bailly en relación a los retratos funerarios de “El Fayum”, una llamada, que aunque silente no deja de convocarnos a una cita ineludible.

Monsieur Bailly afirma magistralmente que un retrato es el nombre de un rostro, al verlo lo reconocemos aunque nunca lo hayamos visto, tal es la individualidad que percibimos y que nos remite a una memoria anterior a la propia memoria y experiencia vivida. Nos dice también que cualquier retrato nos muestra todo aquello que hay fuera de él, incluidos nosotros también.

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55M
-“Aquella tontita guapa que te perseguía por las aulas, se llamaba Ana, era mallorquina, rubia, guapa y repleta como una ensaimada. ¿Por qué siempre sonreía?, ¿eras tú el que la hacía feliz?, ¿cómo lo conseguías?, debías de usar las mismas artes que usabas conmigo, ¿se puede besar igual a cada mujer?, estoy segura que tú sí, nunca te lo perdonaré”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

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55H
-“Tú camarero se llamaba Tom, vivía con su madre anciana, ella ocupaba un ala de la casa y él otra, era un piso enorme de la calle del Carmen de Barcelona, a la altura de la Riera Alta. Era un muchacho avispado, hubiera podido estudiar, pero siempre me contaba que no lo necesitaba, que ganaba más dinero ejerciendo de camarero en un bar de la Plaza Real, trabajaba muchas horas, de día y de noche, recibía un sin fin de regalos y conocía, decía él, a gente muy interesante, pero nunca me presentó a ninguna que lo fuera, excepto tú. 

¿Besamos los mismo labios porque siempre besamos igual?”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

sábado, 13 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (54)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

54. La ciudad y el polvo.

Toda la anterior argumentación se aparta de la psicología moral de Frankfurt que nos recomienda que procuremos ser lo que ya somos, y que por seguridad no franqueemos jamás el linde que nos separa y nos da identidad y forma si no queremos volvernos locos y deambular, que no vivir, en una no vida.

Pico es un hombre del Renacimiento, entusiasta y lleno de ilusión y curiosidad por andar el largo camino que empieza bajo sus pies. Frankfurt, en cambio, es un filósofo de principios del siglo XXI que ya ha recorrido buena parte de ese trayecto y que conoce qué guarda el polvo de sus zapatos gastados. Lo que sus ojos han visto le impelen a la prudencia y al sentido común, parece regresar de una guerra a la que todos se apuntaron con adolescente irresponsabilidad: negar el valor de la verdad.

Sin embargo, los tres, Platón, Pico y Frankfurt, cada uno a su manera, intentan señalar, ubicar y delimitar el espacio humano, “La Ciudad”, “La Polis”, “La Urbs”, el único lugar habitable por nosotros donde podemos ser cualquier cosa que deseemos, aunque sea mintiendo. La libertad nos otorga este privilegio, virtud y vicio al mismo tiempo. Botones y ojales que abrochan el mismo vestido.

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54M
-Siempre usabas la palabra “verdad” como si fuera la piedra de una honda, parecías un pequeño David derrotando a la mentira monstruosa.

Recuerdo tus regañinas conmigo, yo te pinchaba y sacaba de ti lo mejor, al menos te hacía enfadar.

Decías gruñón: “Las apariencias son imprescindibles, ¿en qué otra cosa pueden basarse mis juicios? Parece que la palabra que no te cuadra es "aparentar", pero si eres un hombre sincero, simplemente debes actuar como un hombre sincero, ¿no es así?

¿Cuál es la diferencia entre aparentar y actuar, entre aparentar y comportarse? De tus dudas se deduce algo innegable, que la mentira debe ser ocultada porque pretende sustituir a la verdad, pasar por ella, desplazándola o expulsándola, ocupar su lugar sin que nadie se perciba de ello. La mentira debe tomar el rostro de la verdad sin serlo. ¿Cuál es el rostro de la verdad? ¿Debemos presuponer que la verdad no necesita de tales artilugios escénicos, oratorios o teatrales, que no requiere gestos ni disfraces para presentarse al mundo?

¿Nadie necesita pues aparentar ser sincero?, ¿con serlo es suficiente? Pero, ¿no crees que si así fuera significaría que todo el mundo es capaz de reconocer la verdad nada más tenerla ante sus ojos? ¿Es realmente así? Yo creo que no. La verdad también necesita ser aparentada. La apariencia es aquello que aparece ante nosotros y no necesariamente aquello que oculta otra cosa. La apariencia no es ninguna cortina tras la cuál suceden, acontecen y son las verdaderas cosas.

Es evidente que Platón no creía eso, y con él más de la mitad del mundo que se fía antes de un santón que de un médico, ignorancia, necesidad, bobería y beatería juntas.”

Y al oírte te creía, tal vez no por tu capacidad de convicción o por la verdad de tus palabras, ni por tu apariencia segura o por la fuerza de tu persuasión, pero sí porque te tenía enfrente, al alcance de mí, podía escucharte mientras te desnudaba y te besaba, podía creerte mientras dejaba de escucharte.” (La madeja. Cartas a un amigo.)
 
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54H
-“Querida Verónica, no debes preocuparte, no es necesario prestar atención a tus olvidos ni a los míos, todo el mundo tiene lagunas en sus recuerdos, si no fuera así no lo serían y sólo podrían ser archivos, cajones, nichos, armarios llenos de cosas y esqueletos. Olvidarse no es exactamente mentir, pero se le parece. La memoria está formada por sueños, por eso hay en ella tierra seca, lagos, ríos y mares inmensos, bosques, selvas y llanuras desarboladas, desiertos y ciudades, nubes de algodón o de azúcar y abismos en las cicatrices de nuestras manos. Yo sé que me recuerdas como si me acostara a tu lado cada noche para sentir tu compañía, pero no es así, no me acuesto contigo, no te toco, no te pido ayuda ni consuelo, ni una tonta caricia me das ni te doy, me hallo tan lejos que no sé ni siquiera dónde estoy.” (El hilo. Cartas a una amiga.)