lunes, 22 de noviembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (60)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

60. Todo se nos sigue escapando.

Recordando a Wittgenstein, nuestro filósofo austriaco, hemos de pensar que si el mundo es todo aquello que hace al caso, también lo será todo lo que, acertado o no, digamos de él, dando por entendido también que todo lo dicho no existía, o no había sido dicho antes de decirlo. Y que “decir” se puede decir hablando, escribiendo, tocando el piano, interpretando un personaje en un escenario, bailando o pintando. Así pues, consideramos, convencidos, que la realidad encuentra en la pintura uno de los mejores instrumentos para emerger ante los ojos del humano, que, esforzado, con más o menos tino y con el ánimo alegre o doliente, usa los pinceles para recubrir superficies vacías con el anhelo de llenarlas, de dar significado a la vida y a la nada. Por esa razón John Berger afirma, y repite su hija Katya, que la vida “acoge” al arte aunque todo se nos siga escapando.

En este punto de nuestra larga perorata regresamos al origen cuando citaba a mi amigo decir que: “el poeta es un hacedor y que su poesía es una aportación en lo real y no una falta ni una desaparición”.

Y por enésima vez recordaremos a Wallace Stevens cuando concluye también que la lengua es un ojo, aforismo intercambiable al señalar que el ojo ve, mira y también habla.

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60H
-“Ya sabes, querida Verónica, que siempre he pensado que una chaqueta de piel es una variante simbólica del tatuaje, que vestir una de ellas expresa también aquello que pretendían los caníbales, obtener las virtudes del otro, el ser y el poder del tótem. Entre ellas y aquellos, entre las pieles, los tatuajes y los pintores encontramos el poder del león, del lobo, del elefante y de la serpiente. La sabiduría del tiburón en su mundo opaco. Pergaminos y papiros tan dibujados como escritos, granito cincelado, pisadas de lagartija en la arena.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

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60M
-“Ya lo sé, querido Víctor, sé que una chaqueta de piel puede ser un fetiche y una variante simbólica del tatuaje. No es necesario que te cite la lista de famosos asesinos en serie, caníbales y despellejadores, como aquel Anófeles Malull que decapitaron en la Francia de la posguerra por fabricarse una levita de piel humana.

Solamente te recordaré a Marlon Brando y la película “Fugetive kind”, que aquí titularon “Piel de Serpiente”. En ella, mi admirado y deseado “Melón Blando”, se enamoraba de una muy atractiva Anna Magnani, cautiva de un ogro feroz y cruel, te parecías a él, a Brando quiero decir, con tu chaqueta de piel marrón.

La fuerza de los dos personajes era arrebatadora.

Él, guapo, joven, libre, desarraigado, con su enorme y destartalado automóvil y su chaqueta de serpiente como si fuera su segunda piel. Ella, prisionera, fuerte y dulce, escondiendo entre sus pestañas toda su vida de ojos negros abiertos”. (La madeja. Cartas a un amigo.)