viernes, 5 de mayo de 2017

Els beneficis de la violència.

Francisco Tomás y Valiente, assessinat per ETA


Diari de primavera (10)

Els beneficis de la violència.

La cita del final és un comentari de John Dickie a Cosa Nostra, Història de la màfia siciliana, sobre un estudi, Condizioni politiche e amministrative della Sicilia, realitzat per Leopoldo Franchetti el 1876. Estudi i interpretació dels rèdits que causa l'ús de la violència en l'àmbit estricte d'Itàlia i Sicília; del seu servei per la màfia com a instrument de progrés econòmic propi i exclusiu dins de la lògica que genera la pugna competitiva en un mercat que tendeix igualment a l'obertura i al tancament monopolístic. De la seva intervenció també en el món de la política en un negociat previ que facilita les lleis que emparen aquesta violència i les influències que l'alimenten, la fomenten i la protegeixen com a eina eficaç, la millor de totes, per a benefici dels seus usuaris. No obstant això, i malgrat l'enorme rendibilitat que produeix l'activitat organitzada de la violència, Sicília i el sud d'Itàlia continuen sent avui dia unes zones postrades i deprimides on aquesta indústria de la violència no ha reportat cap bé al conjunt de les seves societats.

Per sort, o per altres raons que no sabria dir, Espanya ha estat lliure de màfies com les italianes, però hem tingut, en canvi, una organització política que durant molt temps ha practicat l'ús sistemàtic de la violència, de l'extorsió i el crim, de l'assassinat personalitzat com del indiscriminat sobre la població innocent; del segrest com si fos la mateixa N'dranguetha i del cobrament del corresponent pizzo per recaptar fons entre les empreses que intentaven simplement desenvolupar amb normalitat i dins de la legalitat democràtica la seva activitat. No obstant tot això, i malgrat l'immens i irreparable dolor causat, la violència etarra no ha comportat ni la degradació ni la prostració per a Euskadi que pateix l’Itàlia mafiosa, tot el contrari.

La violència com el sexe són qüestions eternes, igual que la pobresa i la riquesa mai deixen d'estar d'actualitat ni ser protagonistes, tant en la vida quotidiana de les persones del carrer com en l'alta política quan es negocien, per exemple, els pressupostos d’un Estat. Les interpretacions sobre això són i seran sens dubte diverses i diferents, i cadascuna tindrà la seva part de raó i de misèria amagada. Jo no n’exposaré cap, el que sí faré, en canvi, és recordar a un col·lega que sempre cobrava els seus deutes amb el simple gest de dipositar sobre la taula una pistola, just al costat del cafè que es prenia tranquil·lament i plàcida amb el seu deutor.

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Diario de primavera (10)

Los beneficios de la violencia.

La cita del final es un comentario de John Dickie en Cosa Nostra, Historia de la mafia siciliana, sobre un estudio, Condizioni politiche e amministrative della Sicilia, realizado por Leopoldo Franchetti en 1876. Estudio e interpretación de los réditos que causa el uso de la violencia en el ámbito estricto de Italia y Sicilia; de su servicio por la mafia como instrumento de progreso económico propio y exclusivo dentro de la lógica que genera la pugna competitiva en un mercado que tiende igualmente a la abertura y al cierre monopolístico. De su intervención también en el mundo de la política en un negociado previo que facilita las leyes que amparan esa violencia y las influencias que la alimentan, la fomentan y la protegen como herramienta eficaz, la mejor de todas, para beneficio de sus usuarios. Sin embargo, y a pesar de la enorme rentabilidad que produce el empleo organizado de la violencia, Sicilia y el sur de Italia continúan siendo hoy día unas zonas postradas y deprimidas donde esa industria de la violencia no ha reportado ningún bien al conjunto de sus sociedades.

Por suerte, o por otras razones que no sabría decir, España ha estado libre de mafias como las italianas, pero hemos tenido, en cambio, una organización política que durante mucho tiempo ha practicado el uso sistemático de la violencia, de la extorsión y el crimen, del asesinato personalizado como del indiscriminado sobre la población inocente; del secuestro como si fuera la misma N’dranguetha y del cobro del correspondiente pizzo para recaudar fondos entre las empresas que intentaban simplemente desarrollar con normalidad y dentro de la legalidad democrática su actividad. No obstante todo ello, y a pesar del inmenso e irreparable dolor causado, la violencia etarra no ha comportado ni la degradación ni la postración para Euskadi que sufre la Italia mafiosa, todo lo contrario.

La violencia como el sexo son cuestiones eternas, al igual que la pobreza y la riqueza nunca dejan de estar de actualidad ni ser protagonistas, tanto en la vida cotidiana de las personas de la calle como en la alta política cuando se negocian, por ejemplo, los presupuestos de un Estado. Las interpretaciones sobre ello son y serán sin duda varias y diferentes, y cada una tendrá su parte de razón y de miseria escondida. Yo no expondré ninguna, lo que sí haré, en cambio, es recordar a un colega que siempre cobraba sus deudas con el simple gesto de depositar sobre la mesa una pistola, justo al lado del café que se tomaba tranquila y apaciblemente con su deudor.

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John Dickie en Cosa Nostra. Historia de la mafia siciliana (Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona 2006) citando a Leopoldo Franchetti en Condizioni politiche e amministrative della Sicilia.

“En una infernal parodia de la economía capitalista, la ley se parcelaba y privatizaba exactamente igual que la tierra. Franchetti consideraba que Sicilia era víctima de una forma ilegítima de competencia capitalista. Era un mercado violento en el que sólo existía una frontera teórica entre la economía, la política y el crimen. En esa situación, las personas que aspiraban a regentar un negocio no podían confiar en que la ley les protegiera a ellos, ni a sus familias, ni sus intereses económicos. La violencia constituía un activo esencial de cualquier empresa; la capacidad de utilizar la fuerza era tan importante como la de tener capital que invertir. De hecho, Franchetti creía que en Sicilia la propia violencia se había convertido en una forma de capital.

Para Franchetti, los mafiosos eran empresarios de la violencia, especialistas que habían desarrollado lo que hoy se calificaría como el modelo de negocio más sofisticado del mercado. Bajo el liderazgo de sus capos, las bandas mafiosas “invertían” violencia en diversas esferas comerciales con el fin de obtener dinero de la extorsión y garantizarse sus propios monopolios. Era lo que Franchetti denominaba la “industria de la violencia”. En sus propias palabras:

[en la industria de la viololencia] el capo mafioso (…) actúa como capitalista, empresario y administrador. Unifica la administración de los crímenes cometidos (…) regula la manera en que se divide el trabajo y las obligaciones, y controla la disciplina entre los trabajadores. (La disciplina resulta indispensable en esta como en cualquier otra industria si se espera obtener beneficios abundantes y constantes.) La tarea del capo mafioso consiste en juzgar según las circunstancias si los actos de violencia deben suspenderse durante un tiempo, o bien multiplicarse y hacerse más feroces. Tiene que adaptarse a las condiciones del mercado para elegir qué operaciones llevar a cabo, a qué personas explotar y qué forma de violencia utilizar.

En Sicilia los hombres con ambiciones comerciales o políticas se veían enfrentados a dos alternativas: o bien armarse ellos mismos, o bien –lo que era más probable– comprar la protección de un especialista en violencia, es decir, un mafioso. Si Franchetti viviera hoy, quizá diría que las amenazas y el asesinato formaban parte del sector servicios de la economía siciliana.”