lunes, 28 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (99)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.
99. La espiga.

Los hombres contemporáneos, de ciudad, vemos en “El censo…” un diorama infantil, un pre-pesebre trastocado, nadie está en su lugar, ¿dónde se encuentran los ángeles que lo anuncian?, ¿dónde los campesinos y los reyes que lo adoran? ¿Dónde está la estrella viajera? Nada ha ocurrido todavía y todo ya es pasado.

Los hombres de la ciudad de principios del siglo XXI vemos también en “Las espigadoras” solamente el esplendor de la cosecha y el final del verano, el fruto cosechado, el premio recompensado, el trabajo noble que de tan noble nadie quiere realizar. Pero espigar no es nada de eso, es solamente una limosna. Mi “Plana”, y mi canal “d’Urgell”, son más luminosos que la Provenza y como ella ahora, a finales del siglo XXI, está llena de muchachos africanos que nos recogen las cebollas, los tomates y las zanahorias para que nosotros podamos cocinar ensaladas a la moda.

Los hombres y las mujeres de hoy solamente encontramos en “Las espigadoras” lo que recordamos haber visto antes, por eso nos equivocamos cuando las miramos, no vemos lo que Millet miraba. Y sabía.

Se puede espigar por turismo o como actividad juvenil los fines de semana a cambio de unas monedas, y también para no morir de hambre en la Europa del siglo XIX o en plena guerra civil española y así poder darle a tu hija las cuatro rancias patatas que has podido espigar de un campo cosechado ya, y gracias a la bondad o a la desgana de su propietario.

¿Y la Virgen María y el Niño Jesús? ¿Y Peter Pan?

------------------------------













99H
-“En la casa del sol poniente, Verónica, los animales llegan de dos en dos, hay una al lado del mar, lejos, y otra muy cerca, unas puertas más allá. Cada mañana paso por delante cuando voy a trabajar, sé que si entrara te hallaría en ella, bañada por el azul, acariciada por el rojo, inundada por el naranja y el amarillo, vestida de lino blanco, seda y tul.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

------------------------------














99M
-“En la ciudad de los muertos, Víctor, no hay casas ni arcobalenos, ni las pieles son un iris ni las manos un terciopelo.

El negro es el dueño y es el señor porque el rojo vira al azul en un va y viene cojo, de pata de palo, sordo; en su ir y venir se oscurece, pierde toda la luz que le ha robado un loro parlanchín y multicolor.” (La madeja. Cartas a un amigo.)


sábado, 26 de febrero de 2011

El peletero/Peret (26-02-2008)


Què li darem en el Noi de la Mare?
Què li darem, que li sàpiga bo?
Li darem panses amb unes balances,
li darem figues amb un paneró. 

Què li darem al Fillet de Maria?
Què li darem al formós Infantó?
Panses i figues i nous i olives,
panses i figues i mel i mató.

Tampatamtam, que les figues són verdes,
tampatamtam, que ja maduraran.
Si no maduren el dia de Pasqua,
maduraran en el dia de Rams.

jueves, 24 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (98)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

98. Las tres muchachas.

Las tres muchachas nos son mostradas en plano corto mientras en “El censo…” no atinamos casi a encontrar a la Sagrada Familia montada en su asno. El paisaje de Brueghel es despiadado como solamente lo puede ser el frío miserable que mata y que lo hace peor que el calor y el sol y que nos recuerda al mismo tiempo una cancha de juego en la que los protagonistas corren detrás de una pelota, parecemos Dios viendo el mundo bajo nuestros pies. Por el contrario, el paisaje del pintor francés es un decorado de fondo y nosotros unos espectadores sentados en nuestras butacas de platea. 

La técnica que el flamenco usaba para pintar la nieve era casi metálica, plomo sucio, las tablas necesitaban un trabajo previo, debía dotarlas de una capa que aguantara el peso de la mole nevada. En cambio, el amarillo de Millet, sus marrones y ocres parecen el mismo polvo flotando en el aire del atardecer. 

“Yo no digo que Millet no emplee el blanco cuando pinta la nieve, pero sí pretendo que él y los otros tonalistas, si un día lo quisieran, podrían hacerlo de la misma manera que Delacroix lo dijo del Veronés, que pinta mujeres desnudas, blancas y rubias, con un color que de por sí se parece mucho al lodo de las calles”. V.V.G.

No obstante, un rasgo que ya hemos mencionado las une: en las dos obras todos los personajes son tan anónimos que por no tener no tienen ni cara ni rostro. Unos están lejos y las tres espigadoras ocultan el suyo en su gesto y en sus cabezas agachadas y sus pañuelos que las ensombrecen y tapan, ellas son el único elemento de sombra, el resto es un campo humano, tierra alterada por el hombre con su trabajo. 

Millet tiene muchos paisajes de esta “naturaleza” domesticada, un panorama que abarca hasta donde llega la vista, claro y luminoso, prefigurando el magistral amarillo de Vincent y la luz del Mediodía francés.


------------------------------
















98M
-“Por más que cortes una cuerda siempre te quedarán dos cabos, algunos, amor mío, se cuelgan de ellas mientras otros hacen lazos.” (La madeja. Cartas a un amigo.)


------------------------------













98H
-“Tomar medidas con una cinta métrica no es ninguna opinión, es un hecho, Verónica querida, de pie o en un lecho, vivo o de cuerpo presente hay que saber hacerlo.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

martes, 22 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (97)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

97. El origen.

Es poderosa en nosotros la fascinación por la supuesta pureza del origen y la imaginaria virginidad perdida en el Edén, esa supuesta ingenuidad también de nuestros primeros padres de la que nunca dudamos.

Nos seduce más la sinceridad que la propia verdad que siempre pretendemos domeñar. Sin embargo, la pobreza y la miseria nunca son heroicas fuera del mismo arte que las dignifica. De esa conciencia nacen las revoluciones que terminan no siendo más que revueltas.
Como ejercicio de clase compararemos dos magníficas pinturas de “naturaleza”, absolutamente diferentes y que no son ningún paisaje. Una es “Las espigadoras” de Millet y la otra “El censo de Belén” de Brueghel el Viejo.

A pesar de que la primera es hija del universo mental de la segunda en esa vida cotidiana pintada, los contrastes formales son continuos, su técnica es diferente, el tono y la tensión mental también, la pincelada, el color y la atmósfera. Una es el ojo de Dios, en la otra somos nosotros los que miramos.

La diferencia técnica más importante entre ellas es la distancia del plano visual que ennoblece los personajes al mostrarlos cercanos en una y lejanos en la otra. Pero… si en “el censo…” parecen ellos las estampas de un Belén, en “las espigadoras” están escondidos al no verles el rostro. En 
 ambos casos las figuras son emblemáticas, están despersonalizadas.

------------------------------










97M
-“Yo pensaba, querido Víctor, que tras las palabras llegaría la luz, siempre más lenta, que eternamente verías mi cara aunque nunca me atraparías porque no tengo espalda, tú fuiste mi madrugada, y yo, blanca, anochecí.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

------------------------------












97H
-“No, amada mía, tras ellas siempre llegan las piedras, que son mucho más rápidas, ¿no sabes que cuando el frío nos alcanza el granizo ya nos ha golpeado? 

¿Y al final del río?

Tú, que, helada y blanca, devolvías al mar todo lo que no me dabas”. (El hilo. Cartas a una amiga.)


jueves, 17 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (96)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

96. Millet.

La pintura, con su poder técnico y mental, nos muestra aquello que siempre había estado presente esperando que alguien le diera el realce de convertirlo en imagen, la vida cotidiana de las personas, su entorno, sus tareas y su dignidad. 

En pleno siglo XIX, como contrapunto a la dictadura icónica y estilística que las Academias de pintura ejercían con los artistas y con el público interesado, se teorizó el valor de lo humilde, lo natural y lo sencillo. Así nacieron, entre otros, Courbet y Millet que trastocaron y modelaron el gusto pictórico de muchas generaciones de pintores y de futuros aficionados al arte. Con ellos se revalorizó algo que nunca se había olvidado, la fuerza de la tierra y la vida de la gente ordinaria pintada. Hombres del norte llevaron al Mediterráneo el detalle y la claridad de su luz tamizada. Sus escenas sencillas, domésticas y campesinas, están llenas de nobleza y gracia, valor y dignidad como las grandes gestas heroicas que otros pintaban. 

El nuestro es un mundo y un tiempo que siempre quiere ver bondad en la Naturaleza y sus consecuencias, pero ni ella ni ellas son clementes ni misericordiosas.

------------------------------











96H
-“Dos actores no simulan darse un beso, se lo dan. Los sentimientos se pueden esconder, los hechos no. Por eso no tengo celos de los hombres que amaste y sí de los que solamente te llevaste a la cama para tu placer. ¿Cuándo mentiste, amor mío?, ¿cuando fuiste sincera con unos o cuando tu cuerpo dijo la verdad a los otros? Con los primeros no lo sé, pero con los segundos estoy seguro que sí.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

------------------------------










96M
-“Sí, querido Víctor, aunque haces medio trampa al convertir la mentira en un sinónimo de sentimiento, tienes razón, amar es una manera de mentir sin engañar, en cambio, fornicar es todo lo contrario, aunque engañes nunca mientes. En el amor no nos importa que nos mientan, lo que nos duele es que nos engañen. Yo nunca te mentí, sin embargo ahora desearía no poder engañarte si tú quisieras, pero no quieres. No me engañes tú entonces, amado mío, y dime, aunque sea mentira, que me quieres.” (La madeja. Cartas a un amigo.)


miércoles, 16 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (95)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

95. El decorado.

La pintura inventa el paisaje convirtiéndolo en un horizonte interior al que se accede mirando hacia afuera. Él es una variante del retrato intimista, es la fase previa a la abstracción, y eso que nuestros contemporáneos llaman “mundo interior”. 

Contrariamente, la arquitectura es otra clase de horizonte al que se accede mirando hacia adentro porque es el Universo. Ella alberga las cosas que existen como si fuera un teatro. Todo el cuadro, la habitación entera, la ventana y el mundo son un decorado, y el pincel un ojo de mirlo mirando un mundo nevado.

Las representaciones de la vida real y cotidiana, la escena de costumbres, el retrato, el bodegón, el cuadro llamado de interiores, personas y objetos son, permítasenos la licencia, asimismo paisajes. El escenario de la vida deviene protagonista. 

Gracias a la pintura, las calles, la tierra y el mar, dejarán de ser lo que siempre fueron, nada, para convertirse en arquitecturas, panoramas y marinas y poder ser vistas para preguntarse, una y mil veces, por qué demonios no nos despeñamos todos por el horizonte. 

------------------------------















95M
-“A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluido, claro está, su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras, muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por obra de un sentimiento equívoco y de otro equivocado. Somos felices. (Amor I, Raúl Brasca)

¿El amor son sólo palabras envueltas en pasión, querido Víctor?” (La madeja. Cartas a un amigo.)

------------------------------












95H
-“No sé qué responderte, querida Verónica, ya deberías saber que la sinceridad y la verdad son cosas distintas, pero es de agradecer que vayan juntas. Torear siempre toreamos, da igual que el toro sea de verdad o de cartón, aunque algunos le piden al primero que no mate o al segundo que dé buenos mugidos.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

viernes, 11 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (94)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

94. El desnudo.

“Si desnudar a alguien no ha sido nunca una actividad baladí, vestirla tampoco lo es y mucho menos cuando la materia prima es algo tan sublime como la piel.” (El peletero)
Así pues vestimos al desnudar y viceversa, en el desnudo se encuentran el adentro y el afuera, el interior y el exterior. 

Pintar un desnudo es pintar ambas cosas, la forma y el significado.

El desnudo, vestido o no, es el sentido.

La piel es el corazón, el estómago y el pulmón, la piel es un ojo, es un dedo, es la mano entera, es un falo y una boca, es la lengua y son los senos, es la hiel, es la aureola y es su pezón, es la miel.
La piel es una cabellera, es un campo de trigo maduro, es el viento, es el mar. 

La piel y todo el cuerpo son un altar, un sagrario y un relicario. La piel es una tela, un papel, es un muro, una cueva pintada, iluminada y velada. 

La piel es la luz, es el amanecer.

La piel es el ser y el cuerpo es un estar, es un quedar, es un residir, es un posar.

El cuerpo es el centro y el desnudo es su fondo, es un pozo.

El desnudo es el paisaje y es el pilar.

El cuerpo es una casa, es un palacio, es un saco.

El desnudo es una caracola, una cornucopia.

El desnudo eres tú. 

------------------------------















94M
-“¿Todavía tienes el tatuaje que te hiciste aquel verano del 76 en Volos, antes de embarcarme para Esmirna con mi griego guapo que se llamaba Aquiles? Me gustaba el dibujo, yo me hice también otro sin decirte dónde y tú te volvías loco buscándolo. Cada día lo cambiaba de lugar, ¿cómo podía?, el tatuaje era verdadero, pero mi cuerpo no, era falso y desaparecía por las mañanas como aquellas lagartijas verdes de Agra, ¿recuerdas?, las que vivían de la fauna de la alfombra. El dibujo siempre era el mismo, pero mi piel cambiaba. Te asustabas y yo me burlaba de ti.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

------------------------------












94H
-“Ahora tengo otro tatuaje que me hice yo mismo, por algo soy pintor y no hay nada mejor que usar la propia piel como tela. Los míos no cambian como los tuyos, Verónica, pero la piel se cuartea y el papel amarillea. Recuerdo que dibujabas con un bolígrafo barato carreteras por mi cuerpo que luego reseguías con tu boca, “te vas a intoxicar con la tinta”, te advertía, pero no me hacías caso y tu lengua siempre limpiaba el polvo de aquellos caminos...” (El hilo. Cartas a una amiga.)

miércoles, 9 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (93)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

93. El afuera y el adentro.

Una clasificación pictórica convencional y convenida establece un contraste y una diferencia notoria entre interior y exterior, una distinción obvia a la que nos hemos referido en un capítulo anterior.

Interior son las casas, los palacios y la gente que vive en ellas y su quehacer cotidiano. Exterior es la ciudad donde viven sus habitantes, convertidos ya -en pleno siglo XVII y en algunos escasos lugares de Europa- en ciudadanos. 

Interior era entonces el alma y ahora lo son los sentimientos. 

Exterior es el campo que se cultiva y donde pasta el ganado, el mar por donde navegan los barcos y de donde llegan las noticias y los bienes de lugares remotos. 

Interior es la tierra, pequeña y chica, y exterior es el cielo, siempre inmenso.

Se supone que la afirmación del humanismo que propicia la Reforma luterana y el advenimiento de la burguesía y su nueva moral permiten establecer ese linde, esa diferencia básica al inventar el concepto social de lo privado y lo público. 

Sin embargo, y a contracorriente de la versión oficial que acabamos de exponer, nosotros nos empeñamos en creer que toda la pintura, y con ella la holandesa de una manera magistral, adquiere su personalidad básica en la representación de un mundo completo en el que desaparece, paradójica y contrariamente a lo dicho, la frontera del “afuera” y del “adentro”. 

¿Por qué?, porque la pintura es un mundo secreto del que sólo se nos muestra un pobre boceto.
Ella talla los ojos que la miran como si fueran un diamante en bruto, el ladrido de un perro andaluz o una hoja de afeitar cualquiera, en cada pintura la montaña que nos cobija se hunde irremediablemente aplastando la cueva que habitamos, lo visible, y todo lo que no lo es, se confunden como cuando nos vestimos o nos desnudamos.

------------------------------













93M
-“El ministro, querido Víctor, me dio un hijo que nunca viene a verme, en cambio, cuando quise casarme con el enorme Hans, el sobrino de mi casero, no logré que germinara en mí nada de provecho. Por cierto, no era de Islandia, era ministro de Groenlandia, aquella isla que se hunde a causa del enorme peso de su hielo que la aplasta como un beso... en plena mejilla, pronto colapsará como si fuera un agujero negro de tan blanca que es, o quizás llegue a tiempo el deseado cambio climático y crezcan en ella palmeras y a los hombres rubios se les ennegrezca algo la piel. Creo que fui una buena espía, a ti te confundí.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

------------------------------













93H
-“Creo que nos confundimos los dos, querida mía, yo siempre pensé que eras otra, estaba convencido de ello, veía en ti a la novia o a la hermana de algún artista antiguo. 

Tú también cometías el mismo error, con tu realismo duro y hueco, me tomabas por otro, por algún pintor del siglo XVI o XVIII. Querías ser mi modelo, decías, vestida o desnuda posabas para mis ojos que, pobre de mí, te miraba, pero no te veía.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

lunes, 7 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (92)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

92. Felipe Próspero.

Es indudable que son dos situaciones incomparables y que un rápido y fácil cotejo entre ambas decantaría nuestro juicio a favor de Théo, pero la Historia guarda sus secretos que ni nosotros ni nadie somos capaces de desvelar. Por ello queremos pensar que cada uno, Velázquez y Vincent, Théo y Felipe, cumplió perfectamente con su papel y que ninguno de los cuatro hubiera sido lo que fue sin el otro. 

¿Exagero con Felipe? No lo sé. Felipe y Diego no fueron amigos jamás. El Rey no acudió a verle en su lecho, se abstuvo de ir a consolar a su pintor y aposentador, mientras agonizaba. Le envió, eso sí, a sus médicos y a Alonso Pérez de Guzmán el Bueno para que le asistiera religiosamente, pero él, el monarca, no fue a ver al que le retrató en innumerables ocasiones y al hombre que ejecutó una de sus obras maestras, la que el artista sevillano pintó en la figura del hijo de su Rey, el Príncipe Felipe Próspero.
“El Infante Felipe Próspero, hijo de Felipe IV y de Mariana de Austria, tenía que ser Rey.
Nació el 28 de noviembre de 1657 y murió el 1 de noviembre de 1661. Apenas cuatro años de vida, enfermo de epilepsia. Velázquez lo retrató en 1659, cuando sólo tenía dos. Fue uno de sus últimos trabajos, por no decir el último. No sobrevivió a su joven modelo, el pintor murió el 6 de agosto de 1660.

Felipe IV tuvo once hijos, uno murió de joven y ocho en la misma infancia. Sólo dos llegaron a adultos. Uno de ellos fue el futuro Rey de España, Carlos II, nacido pocos días más tarde de la muerte de su hermano Felipe Próspero.

Unos meses después del alumbramiento de este hijo que tenía que ser próspero, el 4 de marzo de 1658 y para celebrar tal acontecimiento, se estrena en el Palacio de la Zarzuela, “El laurel de Apolo”, primera parte de “El golfo de las sirenas”, obra teatral y musical -una zarzuela- de Calderón, inspirada en la “Odisea” de Homero. Estas primeras zarzuelas eran puro divertimento, no pretendían ser otra cosa que un alegre pasatiempo. Y con ese espíritu triunfal que otorga el “laurel”, símbolo de la Victoria, se daba la bienvenida a un futuro Rey.

Velázquez no esperó al futuro para retratar al niño. Con su delantal blanco repleto de amuletos para alejar las enfermedades y el mal de ojo. Con su corto pelo rubio, con su mano derecha apoyada en el respaldo de una silla. Con su vestido principesco de tonos rojos y con la sola compañía de un perro de mirada melancólica, Velázquez pinta la ternura y el desamparo que el tiempo nos regala, en la figura de un niño que como él, pronto morirá.” (“El peletero velazquiano”, El peletero)

------------------------------











92M
-“Querido Víctor, ya sabes que yo era un espía doble, por eso me acostaba contigo y con nuestro profesor, todos estábamos al corriente y nadie nunca llegó a saber a quién realmente amaba. ¿A nadie en verdad?, no, yo te amaba a ti con todo mi corazón, pero nunca me creíste, éste fue tu gran error, nos inventaste a los dos.” (La madeja. Cartas a un amigo.)



------------------------------













92H
-“Es cierto, amiga mía, yo me inventé a Víctor y a su amiga Verónica. Pero tú también cometiste un error pensando que eras ella, una mujer del siglo XXV o XXVI, fotógrafa y a la que enamoraban el poder y los hombres que lo sustentaban. Después de Antonio T. hubo otros, todos cortados por el mismo patrón, el director de un museo, el dueño de la más importante editorial del país. Incluso te casaste con uno que llegó a ser ministro de la empobrecida República de Islandia. ¿Qué ministraba?, ¿géiseres o páramos sin árboles?” (El hilo. Cartas a una amiga.)


viernes, 4 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (91)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

91. Felipe y Diego.

"Señor mío, holgaré mucho halle ésta a V(uestra) m(erced) con la buena salud que le deseo, y asimismo a mi Sra. Doña María. Io, Sr. Llegué a esta Corte sábado a el amanecer 26 de junio, cansado de caminar de noche y trabajar de día, pero con salud y, gracias a Dios, hallé mi casa con ella. S(u) M(ajestad) llegó el mismo día y la Reyna le salió a recevir a la Casa del Campo, y desde allí fueron a Nª Sra. De Atocha. La Reyna está muy linda y el príncipe Nº Sr. El miércoles pasado hubo toros en la Plaza Mayor, pero sin Cavalleros, con que fue una fiesta simple y nos acordamos de la de Valladolid. V.m. me avise de su salud y de la de mi Sra. Doña María y me mande con que le sirva, que siempre me tendrá muy sio. A el amigo Tomás de Peñas dé V.m. de mi parte muchos recados, que como io andube tan ocupado y me bine tan de prisa no le pude Ver, por acasso ay cosa de que poder abisar a V.m. sino que Dios me le g(uarde)de muchos años como desseo.

M(adrid)d y Jullio 3 de 1660, de V.m. q(ue) s(u) m(ano) b(esa) Diego de Silva Velázquez."

(Diego de Silva Velázquez, Carta a Diego Valentín Díaz. Madrid, 3 de julio de 1660)

¿Por qué no escribió Velázquez? La pregunta es fácil de responder, porque no disfrutó la suerte de Van Gogh de tener un hermano como Théo. 

Sin embargo, Velázquez tuvo un Rey, Felipe IV. Vincent no. 

Su Rey dictó un día:

“He visto vuestra carta de 6 de Noviembre del año pasado en que me dais cuenta de lo que iva obrando Velázquez en lo que tiene a su cuidado, y, pues conocéis su flema, es bien procuréis no la execute en la detención en esa corte sino que adelante la conclusión de la obra y su partencia cuando fuera posible, y de manera que para últimos de Mayo o principios de Junio pueda Hazer su pasage a estor reynos, como se lo embío a mandar si estuviese con disposición dello la obra, y así (os) lo encargo y que en orden a esto le asistáis cuando fuere posible, que para mayor facilidad dello embío a mandar al Conde de Oñate le asista con el dinero que le hubiese dejado de enviar, según lo que necesitare, porque no tenga excusa ni pretesto que pueda obligarle a diferirlo y porque juntamente le he mandado que haga venir a esta corte a Pedro de Cortona, pintor del fresco, y que para ajustar la forma en que esto huviere de ser, se valga de nuestra autoridad. Os encargo asimismo que, saviendo el estado en que asentado el que venga a servirme, pues también embío a mandar al Conde de Oñate asista con lo que para esto fuere menester, solicitéis el que tenga efecto, por la falta que hai aquí de personas de su ministerio; y porque uno y otro han de hazer su viaje por la mar, dispondréis también la forma en que huvieren de hacer su pasaje, porque a Velázquez embío a mandar no lo haga por tierra, por lo que él se podría detener, y más con su natural, y assí convendrá que con este presupuesto esté entendiendo, os he encargado habéis de disponer su partencia, y que en orden a ello han de hallar en vos la asistencia que fuese necesaria para su cumplimiento, como me prometo de la atención con que obráis en lo que corre por vuestro cuidado." 

Felipe IV, Carta al Duque del Infantado, embajador de España en Roma. Madrid, Febrero de 1650.

------------------------------












91H
-“Me gusta su aspecto, le respondió el hombre invisible, demuestra que no le importa la opinión de los demás. Pero a todos nos concierne el sentir de los que nos rodean, incluso mucho más que el nuestro y el que tenemos de nosotros mismos. ¿Qué pensamos de Felipe Próspero y de Velázquez que lo pintó? (El hilo. Cartas a una amiga.)

------------------------------

















91M
-“No tengo ni idea, sólo me cabe suponer que si los dos hubieran sido hermanos, Próspero y Diego, querido Víctor, tal vez como lo fueron Vincent y Theo, o como lo son A. y X., no encajarían en los parámetros gregarios. Serían unos bohemios de orden, honrados, educados, amables y algo vehementes, unos dandys nada despistados, pero que despistarían mucho, estetas, un poco cultos y sabios, descreídos y melancólicos aunque con mucha ilusión adolescente, pero inevitablemente cínica, o tal vez tierna, más tierna que la de un teenager que sólo sabe de emociones y de nada más. No querrían jubilarse ni oír hablar de la tercera edad. Formarían parte de la generación “U” (Unretired) de la que ya se empieza a hablar, minoritaria todavía. Serían como siempre han sido, unos pioneros, alguien fuera de lo común”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

miércoles, 2 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (90)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

90. Vincent, Theo y los meteoros.

Van Gogh es la necesidad permanente de aprender y buscar. ¿Buscar alguna verdad?, sí, una de las más arduas de encontrar, el color de las cosas, el azul en las naranjas, el gris en la nieve, la nieve en el sol y el sol en los caminos que llevan al verano, y al mismo verano también en esa extraña luz zodiacal que emana de la tierra oscura y helada del invierno cada mañana, al despuntar el día y al caer la noche. 

General, y paradójicamente, el mal y el dolor son soportables para los humanos, con ellos se convive y se sobrevive como mejor se sabe. Sin embargo, el bien es raramente llevadero porque dibuja frente a nosotros un paraje apenas hollado y un paisaje jamás imaginado y del que no tenemos nunca mapas ni referentes fiables. El bien no es un lugar fácilmente habitable. Sus dones no son un regalo que podamos disfrutar. El bien siempre nos interpela y nos reta y también nos derrota a la marinera manera, nos marca el rumbo y la dirección que debemos llevar. Frente al mal, en cambio, nos hendimos y nos rendimos. En su indiferencia nos resguardamos buscando una paz anestésica que nos sosiegue, apacigüe y adormezca... que ahuyente al miedo.

Pero, y a pesar de lo dicho, el bien no es lo contrario del mal ni uno es la ausencia del otro, el bien es Vincent Van Gogh y su hermano Théo, el bien es la relación que ambos mantuvieron fuera de cualquier convencionalismo y lejos de la banalidad del amor romántico y erótico. Las presentes lecciones de pintura parecen mera luz mortecina al leer la correspondencia que los dos mantuvieron a lo largo de los años. En ella se encuentra toda la sabiduría del mirar y la maravilla de lo visto. Como muchos otros, Vincent escribe también sobre su propia experiencia, su obra y las pinturas de los demás, pero ninguno como él consigue escribir con la claridad, la precisión, la exactitud y la sencillez necesarias para hablarnos del bien, del real, del bien encarnado.

Su vida estuvo poblada de meteoros que aparecen por todas direcciones. Vincent lo quiere todo y nos lo cuenta, como si no quisiera nada, en sus pinturas y en sus cartas. 

Todo lo contrario de Velázquez que no escribió nada fuera de obligadas epístolas protocolarias y cuentas de sus gastos. 

¿Por qué no escribió Velázquez?

------------------------------














90M
-“¿Qué ves en el retrato de Pablo de Valladolid? 

Veo solamente un retrato, nada más, un retrato de Pablo de Valladolid, lo veo a él y el artificio de pintarlo, veo a la pintura y a la persona. 

¿Cómo en cualquier otro retrato? 

No, en ése veo la distancia, la falta de suelo y la falta de “ilusión”, veo el frío, el truco, la trampa y el milagro al mismo tiempo. 

¿Qué distancia? 

La que hay y siempre habrá entre él y yo, la que había entre el modelo y el pintor, universos enteros y la luz en la sombra de sus pies.

¿De qué milagro me hablas?” (La madeja. Cartas a un amigo.)

------------------------------












90H
-“¿Te has fijado que Velázquez es el pintor que mejor pinta el negro?
 
¿El negro se puede pintar o dejar de hacerlo?
 
Él lo pintaba, así que deduzco que se puede y se debe pintar el ojo y también el negro.”
 
¿De qué ojo me hablas?” (El hilo. Cartas a una amiga.)