miércoles, 29 de abril de 2009

El pelleter i el seu germà: Pere



1 Marzo 2008

UN RECORD, UNA CANÇÓ I UN COMIAT.

EL RECORD

En el centre del palau hi havia un pati que també era un jardí,

que ningú no cuidava,

i que no tenia res de secret.

Era molt millor que això, estava veritablement abandonat.

Hi havia llangardaixos, ratolins, aranyes i ocells.

Era la font de llum natural de tot el palau,

i el seu pou de ventilació també.

Un dia, des d’aquest jardí, hi va entrar -enduda per una ventolada i sense gairebé saber volar- una cadernera molt joveneta, que el nostre pare va atrapar llançant-li una pell de visó, que li caigué al damunt com una xarxa de pescador.


LA CANÇÓ

Qui és la cardenera?

Qui és qui canta que vola tant alt?

Ets tu que te’n vas, pare?

Són teus aquest ulls que ens miren?

Ets tu qui s’ha mort, qui s’enlaira, qui somriu?

És teva la cançó?

Pare, ets tu la cadernera?


EL COMIAT

Pere, estimat pare:

La teva vida ha estat llarga i has fet honor al teu nom: sòlid, ford i delicat com una pedra de contorns suaus i arrodonits. Una roca de granit de fina figura.

Amb 18 anys et van donar un fusell i unes espardenyes i et van enviar a jugar-te la vida. Ara, 72 anys després, et tornen a cridar potser per no tornar mai més, però amb la vida ben jugada.

Deixes com a penyora el patrimoni més valuós: el de la vida dels teus dos fills.

Quan ja no quedi ningú més per recordar-te, encara restaran els ulls i la memòria dels camps de blat i panís de la teva infantesa, l’esplendor dels camps i fruiters de Vilanova de Bellpuig.

Gràcies per la dolçor i companyia del teus últims anys.

Gràcies també a tots els que l’heu estimat.

Un petò desconsolat de la mama.

I un altre de nostre, un petó etern.

I gràcies a tots els que ens acompanyeu en la nostra tristesa.





TRADUCCIONES

PEDRO, UN RECUERDO, UNA CANCIÓN Y UNA DESPEDIDA

El RECUERDO

En el centro del palacio había un patio que también era un jardín,

que nadie cuidaba

y que no tenía nada de secreto.

Era mucho mejor que eso, estaba verdaderamente abandonado.

Había lagartijas, ratones, arañas y pájaros.

Era la fuente de luz natural de todo el palacio

y su pozo de ventilación también.

Un día, desde este jardín, entró, transportado por una ráfaga y sin apenas saber volar, un jilguero muy joven, que nuestro padre atrapó lanzándole una piel de visón que le cayó encima como una red de pescador.

LA CANCIÓN

¿Quién es el jilguero?

¿Quién es ése que canta que vuela tan alto?

¿Eres tú que te vas, padre?

¿Son tuyos estos ojos que nos miran?

¿Eres tú quien ha muerto, quien se eleva, quien sonríe?

¿Es tuya la canción?

¿Padre, eres tú el jilguero?

LA DESPEDIDA

Pedro, querido padre:

Tu vida ha sido larga y has hecho honor a tu nombre: sólido, fuerte y delicado como una piedra de contornos suaves y redondeados. Una roca de granito de fina figura.

Con 18 años te dieron un fusil y unas alpargatas y te enviaron a jugarte la vida. Ahora, 72 años después, te vuelven a llamar, quizás para no regresar nunca más, pero con la vida bien jugada.

Dejas como prenda el patrimonio más valioso: el de la vida de tus dos hijos.

Cuando ya no quede nadie para recordarte, todavía permanecerán los ojos y la memoria de los campos de trigo y de maíz de tu infancia, el esplendor de los campos y frutales de Vilanova de Bellpuig.

Gracias por la dulzura y compañía de tus últimos años.

Gracias también a todos los que lo habéis querido.

Un beso desconsolado de mamá.

Y otro nuestro, un beso eterno.

Y gracias a todos los que nos acompañáis en nuestra tristeza.

martes, 28 de abril de 2009

El peletero/El dinero y el cafés espeso-Escena cuarta ( y 2)

22 Febrero 2008

EL DINERO Y EL CAFÉ ESPESO

Obra en un solo acto y cuatro escenas

Escena cuarta (y 2)


Dimitris

No, yo no. Yo no hago como tú. Yo me quedo en casa. Va Christos, según parece se entiende muy bien con Diana, esa muchacha, bueno, no es ninguna muchacha, es una mujer, tiene…

Pedro

¿La secretaria?

Dimitris

Sí, tiene tres hijos pequeños. Hace tres meses estuvo aquí de vacaciones con ellos.

Pedro

¿Divorciada?

Dimitris

No, viuda. Su esposo murió en Afganistán.

Pedro

Y tu hijo la consuela.

Dimitris

Eso parece, y a ella le gusta.

Pedro

Estás seguro que es eso lo que le gusta a ella, ¿tu hijo?

Dimitris

No, claro que no. tienes razón, no es eso lo que le gusta y lo que busca.

Ella quiere venir a vivir aquí, eso es lo que pretende. Huir de Rusia. Tiene cuarenta y tres años y su esposo era coronel de helicópteros. Es abogada, y habla seis idiomas, ruso, griego, inglés, español, alemán y ahora está estudiando chino.

Pedro

Cinco idiomas y un cuarto, para ser precisos, no seis.

Dimitris

Eso, cinco y bastante menos que un cuarto de chino.

Pedro

Pero Christos está casado, tu nuera no se da cuenta de nada.

Dimitris

Claro que se da cuenta, pero se calla.

Pedro

¿Por qué no dice nada?

Dimitris (Riéndose)

No se lo he preguntado.

Pedro

Pero la secretaria ésa, ¿cómo dices que se llama?

Dimitris

Diana.

Pedro

Eso, Diana. Debe tener la doble nacionalidad, si su madre era griega, ¿verdad?

Dimitris

Claro que la tiene. Pero aquí solamente tiene unos parientes lejanos. Su madre era hija única, como ella. Le falta cobertura. Nosotros somos su cabeza de puente.

Si consigue instalarse en Grecia, el siguiente paso será Alemania o los Estados Unidos. No te creas que se vaya a quedar aquí.

Pedro

¿Y todo eso lo sabe también Christos?

Dimitris

Claro, pero a él le da igual.

No es tan tonto como para enamorarse de una mujer medio griega, de cuarenta y tres años, con tres hijos, cuando él ya tiene dos varones y que viene aquí, a nuestra casa, con una mano delante y otra detrás, esperando que le demos de comer.

Si se enamora le parto la cara de una bofetada y lo mando a Cuba por un mes para que se desahogue y se desenamore.

Pedro

¿Y Caterina, vuestra secretaria de aquí?

Dimitris

Ningún problema, tiene novio.

Pedro

No te entiendo

Dimitris

Que se va a casar. El próximo mayo se casa y ya está. “No problem”

Pedro hace un gesto de desaprobación.

Dimitris

¿Qué pasa? ¿No te parece bien? ¿Por qué pones mala cara?

Pedro se ha quedado ensimismado y con cara de enfadado.

Dimitris

¿Te pasa algo?

Pedro

Estaba pensando

Dimitris

¿En qué?

Pedro

No sé, hay algo que no encaja. Pensaba en esas mujeres y en el dinero que te debo. Mujeres y dinero, no encaja nada. No me gustan estas combinaciones.

Creo que es mucho dinero.

Dimitris

Has dicho que pensabas que no lo era.

Pedro

¿Eso he dicho? ¿Cuánto era?, ¿ochenta mil dólares?

Dimitris

Algo más, casi noventa mil.

Pedro

Pues igual no te pago, es demasiado dinero.

Dimitris

¿Qué dices?

Pedro

Eso, que no te pago. ¡Vete a la mierda!

Dimitris (Riéndose)

Estás viejo Pedro, estás muy viejo. Aunque el sentido del humor aún lo conservas. Deja los asuntos importantes a tu hijo.

Pedro

Te he dicho que te vayas a la mierda

Dimitris

Ya te he oído. ¿Sabes que si no me pagas sí que me iré a la mierda? Yo, Vanguelis, Christos, nuestras familias, nuestras amantes, todos. Hasta la secretaria rusa, ella también se irá a la mierda. Y mis amigos rusos se enfadarán y se enfadarán mucho y enviarán aquí a los hijos de Niko.

Pedro

Yo no tengo ninguna amante.

Y no será eso que dices. ¿Quieres darme lástima?

Dimitris

Yo tampoco tengo ninguna amante. No tenemos amante porque ya no podemos tenerlas.

Pedro

El caso es que no tenemos.

Dimitris

Con las cosas de comer no se juega Pedro.

Pedro

¿Qué me dices?, con las cosas de comer siempre estamos jugando.

¿Qué crees que hacemos tú y yo?, jugar con esas cosas, precisamente con ellas.

Todo el mundo lo hace, o casi. Menos los que viven del Presupuesto Nacional, todos los demás jugamos con las cosas del comer.

¿A qué quieres jugar sino?

Dimitris

Mirado así.

Pedro

Claro, así debe mirarse. No hay otra manera.

Dimitris

Bueno.

Pedro

Y ahora resulta que estáis en manos de los hijos de Niko, del hombre que os barre la casa.

Dimitris

Es un juego en el que a veces también se muere y se mata.

Pedro

Sí, por supuesto. ¿Ahora quieres darme miedo? ¿No decías que éramos amigos?

Dimitris

Estás raro. ¿Te pasa algo?

Pedro

Sí, de repente me he sentido muy cansado. No debía de haber venido. Tienes razón, en casa se está mejor.

Dimitris

¿Te encuentras bien?, ¿te duele algo?

Pedro

Me encuentro perfectamente. Solamente estoy cansado.

Dimitris

¿Estás seguro?

Pedro

Hacía tiempo que no me encontraba tan bien.

Dimitris

¿En qué quedamos? ¿Te encuentras bien o no? A ti te pasa algo.

Pedro

Tranquilo Dimitris, no me pasa nada. He tenido la misma sensación que tenía en la guerra, cuando entrábamos en combate. Tú debes saber qué es eso.

Dimitris

¿A qué te refieres?

Pedro

Había un momento en que perdías el miedo. Un punto, un instante en que el miedo se colapsaba, ya podían caer bombas, que no temías a nada. Todo te daba igual.

¿Sabes a qué me refiero?

Dimitris

Sí, lo sé.

Pedro

Pues ahora me siento así. Es una sensación muy agradable.

Dimitris

Y por eso dices que no piensas pagarme, es eso, ¿no?

Pedro

Claro, es eso, no pienso pagarte.

Dimitris

¿Y Javier?, ¿piensa pagarme él?

Pedro

No deberías nombrarlo como lo acabas de hacer Dimitris.

Dimitris

¿Cómo lo he hecho?

Pedro

Mal.

Dimitris

¿Mal?

Pedro (Señalándolo con el dedo)

Si te vuelvo a oír nombrar a mi hijo así, si vuelves a cometer el mismo error, yo mismo te mataré Dimitris.

Dimitris

Lo que tú digas. Endaxi, te pido disculpas. No quería decir eso, estás muy raro, la presión es grande, tú lo sabes, si no pagas nos hundimos, y yo no tengo tu suerte.

Pedro

¿De qué suerte hablas?

Dimitris

Del Alzheimer. Yo habré de recordarlo todo.

Pedro

Ahora eres tú el que dice tonterías. Recordar es bueno, parece que te burles de mí. El enfermo soy yo, ¿recuerdas?

Dimitris

¿Mandarás el dinero?

Pedro

¿Qué dinero?

Dimitris

¡¡Pedro!!

Pedro

No te enfades, te mandaré nueve mil dólares pero no sé si podré pagarte la deuda. Lo intentaré pero lo dudo, creo que no podré. Debes saberlo y prepararte. ¿De acuerdo?

Dimitris

De acuerdo.

Pedro

¿Sabes qué debes hacer?

Dimitris

Rezar o pegarme un tiro. No tengo ni idea. Algo se nos ocurrirá.

Pedro

Yo prefiero el gas.

Dimitris

Es más limpio, pero puedes provocar una explosión. Lo mejor es cortarte las venas.

Pedro

En una bañera con agua caliente.

Dimitris

Y solos.

Pedro

Naturalmente. Cuando nacimos nuestra madre estaba con nosotros.

Ella es la única que tendría el derecho de acompañarnos. Pero tuvo la mala idea de morirse antes de tiempo.

¿No la encuentras a faltar, Dimitris?

Dimitris

Cada noche pienso con ella, cada noche. Ni una sola noche me olvido.

Pedro

A mí me ocurre lo mismo. Es lo que en realidad me molesta del Alzheimer, que también me olvidaré de ella.

Dimitris

No creo que de ella te olvides, de ella no.

Pedro

¿Estás seguro?

Dimitris

¡Claro!, ¡palabra de griego!

Pedro

Si es así, me quedo más tranquilo.

Por cierto, ¿qué le pasaba a Aleka? Tenía los ojos enrojecidos cuando hemos llegado.

Dimitris

¿No decías que no te habías dado cuenta?

Pedro

¿Eso he dicho?

Dimitris

Te lo aseguro.

Pedro

Palabra de catalán que no me acuerdo.

Dimitris

Si es así, me quedo más tranquilo.

Pedro

¿Pero qué le ocurre a tu hija?

Dimitris

Está enamorada de tu hijo.

Pedro

¡Vaya tontería!

Dimitris

Es lo mismo que le he dicho yo.

¿Tienes hambre?

Pedro

Pues ahora que lo dices, sí.

Dimitris

Llamaré a mi mujer que nos prepare algo para merendar.

Pedro

Buena idea.

Cuando comemos no hacemos daño a nadie, por eso ahora los cocineros están tan de moda, es como jugar a las cocinitas, ¿verdad?

Dimitris

Sí.

Se apagan las luces

FIN DE LA CUARTA Y ÚLTIMA ESCENA

lunes, 27 de abril de 2009

El peletero/El dinero y el cafés espeso-Escena cuarta ( 1 de 2)

21 Febrero 2008

EL DINERO Y EL CAFÉ ESPESO

Obra en un solo acto y cuatro escenas

Escena cuarta (1 de 2)



Se encienden las luces.

En la sala solamente encontramos a Pedro y a Dimitris tomando asiento los dos en el mismo lado de una mesa, frente a frente.

Dimitris

¿No le has visto los ojos muy enrojecidos a Aleka?

Pedro

No me he fijado.

Dimitris

Últimamente te fijas poco en todo.

Pedro

¿Qué quieres decir?

Dimitris

Que estás viejo Pedro. ¿Tú crees que con 77 años debes hacer estos viajes?

Pedro

¿Por qué no? Yo me encuentro bien. Me canso un poco más, pero…

Dimitris

No estás bien Pedro, no lo estás.

Pedro

¡Caramba!, ¿eres médico?

Dimitris

No, pero tengo ojos.

Pedro

Y ¿qué ves?

Dimitris

Que has perdido muchas facultades, se te olvidan las cosas, no estás atento y te cuesta mucho más entender lo que te dicen. ¿Has ido al médico?

Pedro

Sí.

Dimitris

¿Y?, ¿qué te ha dicho?

Pedro

Tengo Alzheimer.

Dimitris

¡Caramba!

Pedro

Caramba no, Dimitri, ¡mierda!, eso, ¡¡MUCHA MIERDA!!

Dimitris

Lo siento.

Pedro

Gracias, no te preocupes, es lento. Yo no me doy cuenta, se dan cuenta los demás. Me cuesta creer al médico, yo no noto nada.

Dimitris

¿Tomas algún medicamento?

Pedro

Sí, pero poco hace. Dicen que retarda algo. Por eso viajo, por eso procuro tener actividad.

Dimitris

Eso está bien. Trabaja, pero no mandes. No dirijas la empresa, deja que lo haga tu hijo.

Pedro

¡Ya lo hago!

Dimitris

No es cierto, no lo haces. La llave de la caja del dinero todavía la tienes tú.

Pedro

¡Claro!

Dimitris

Pues te equivocas, ya no deberías tenerla tú, hace tiempo que se la deberías haber dado. Además estoy preocupado.

Pedro

Tú sigues siendo el jefe de tu casa.

Dimitris

Yo tengo once años menos que tú, además está Vanguelis, mi socio, y él todavía es más joven.

Pedro

¿Dices que estás preocupado?, ¿de qué?

Dimitris

De que no llevéis bien las cosas.

Pedro

¿Por el dinero?, no te preocupes, es sólo un pequeño bache.

Dimitris

Que ya dura demasiado y donde la cuenta ha engordado también demasiado.

Pedro

¿Cuánto suma?

Dimitris

¿No lo sabes?

Pedro

No me acuerdo, ¡caramba!, ¿cuánto es?

Dimitris

Cerca de noventa mil dólares

Pedro

No es mucho. Pensaba que sería más. Tú no te preocupes Dimitris.

Dimitris

Sí que me preocupo. Hablo con Javier, él hace lo que puede, pero me dice que hable contigo. Lo hago y no saco nada en limpio. No me aclaro.

Pedro

No te preocupes

Dimitris

Eso ya lo has dicho. ¿Me mandarás los nueve mil dólares antes de final de mes?

Pedro

Lo intentaremos

Dimitris

No debes intentarlo, debes mandarlos

Pedro

Sí, de acuerdo, no te preocupes.

Dimitris

Somos amigos, ¿verdad?

Pedro

Claro, hace ya muchos años que somos amigos. ¿Por qué me lo preguntas?

Dimitris

Tú no me harías una mala jugada, ¿no?

Pedro

¿De qué hablas? ¿A qué te refieres?, ¿una mala jugada?

¿Qué clase de mala jugada?

Dimitris

Presentar una suspensión de pagos.

Pedro

¿Y tú?

Dimitris

Yo, ¿qué?

Pedro

¿Presentarías en nuestra contra una demanda judicial por impago, con un embargo preventivo incluido?

Dimitris

¡Claro que no!

Pedro

Pues yo tampoco presentaré una suspensión de pagos.

Dimitris

De acuerdo, pero envía el dinero.

Pedro

De acuerdo, lo enviaré.

(Cambiando drásticamente de conversación).

¿Qué tal Moscú?

Dimitris

La secretaria es perfecta, pero la ciudad no.

Pedro

Es griega esa secretaria, ¿no?

Dimitris

Es de madre griega y padre ruso. Habla perfectamente los dos idiomas.

Pedro

¿Y cómo os va?

Dimitris

Va bien, pero hemos de frecuentar malas amistades.

Pedro

Aquello que me comentaste del transporte ¿no?

Dimitris

Asegurar los envíos y la protección. Tienes que pagar por todo. Parece que trabajes para ellos.

Pedro

¿No hay ninguna compañía de seguros que os asegure los envíos de pieles?

Dimitris

Ninguna. Si no te lo asegura la misma mafia, la mercancía desaparece seguro.

Pedro

¿Qué te esperabas? La mafia siempre quiere comerse todo el pastel.

Dimitris

Pero sin ella no puedes trabajar.

Pedro

Pues no sé si vale la pena, sinceramente. Una cosa es dar propinas, un porcentaje, la otra es ser un esclavo.

Quizás os deberíais ir de allí.

Dimitris

Quizás, sí, quizás debamos hacerlo.

Déjame que te cuente lo que nos pasó hace unos días.

Fue la semana pasada, nos viene un matrimonio de San Petersburgo. De mediana edad, alrededor de cuarenta años. Ella guapísima, rubia, una de esas eslavas bellísimas, buenos pómulos, ojos rasgados y preciosos labios y…

Pedro

Dimitris que te vas del tema, cuenta qué pasó.

Dimitris

Sí, es verdad, y eso que a mi las eslavas no me dicen gran cosa, ya las tengo muy vistas.

Pedro

Sigue.

Dimitris

Sí.

Querían para ella un abrigo de visón de hembras en color zafiro. Cuarenta preciosos años. Alta y esbelta.

Pedro

Eso ya lo has dicho.

Dimitris

Que era alta y esbelta no lo he dicho.

Pedro

Vale, eso no lo habías dicho, sigue.

Dimitris

Le conseguimos seis modelos distintos en su talla, una 42 perfecta. No era fácil, ya sabes que de ese color hay poco.

Eligieron uno. Una maravilla de abrigo. Siete mil dólares. Después de regatear quedó en cinco mil.

El marido se desabrocha el cinturón y se baja los pantalones, y allí delante de todos, se saca una bolsa unida con unos imperdibles a los calzoncillos y de allí empieza a sacar billetes de cien dólares hasta los cinco mil.

Pedro

Y… ¿dónde está la gracia?

Dimitris

¡Eran nuevos, salidos del banco!

Pedro

¿Y qué?

Dimitris

Impresos por la Reserva Federal de los Estados Unidos el año 1.932. ¿Sabes lo que eso significa?

Pedro

¿1.932?

Dimitris

Sí.

Pedro

Me lo imagino. ¡Dios mío! más de sesenta años escondidos en un calcetín.

Dimitris

Estaban nuevecitos, casi se pegaban los unos con los otros. Recién salidos del horno, impecables.

Pedro

Eran buenos, ¿no? Los comprobasteis ¿verdad? No eran falsos.

Dimitris

¡Claro que no eran falsos!, ¡eran buenísimos!, fuimos al banco con los billetes y el matrimonio ruso. El banco dijo que eran auténticos. Les pedí un certificado, no quería que luego me vinieran con lo contrario.

¿Te imaginas lo que es aquello?

Pedro

Me cuesta, la verdad es que sí. Es la guerra, una guerra distinta a la que hicimos tú y yo. Un país que se ha hundido. ¿Cómo lograsteis el contacto?

Dimitris

Fue a través de los hijos de Niko, él les llama soldados, pero son de la mafia, nada más que criminales, contrabandistas, de lo peor.

Pedro

¿Y a ti te da igual trabajar con esta gente?

Dimitris

¡Claro que no me da igual! Pero es la única manera de trabajar, o es con ellos o no trabajas. Así de claro, así de sencillo.

Pedro

Pues yo no trabajaría

Dimitris

Seguramente tienes razón. Quizás cuando acabe la guerra las cosas mejoren.

Pedro

No esperes nada de eso.

Dimitris

Cuando los americanos se harten

Pedro

Son los alemanes los que tienen que convencer a los americanos.

Dimitris

¿De qué les tienen que convencer?

Pedro

Que si gana Serbia, gana Rusia.

Dimitris

Es lo que quieren la mayoría de griegos, que gane Serbia.

Pedro

¿Qué es lo mejor para los negocios?

Dimitris

Depende de quién es el que haga los negocios.

Pedro

De acuerdo. Te lo diré de otra manera. ¿Qué es lo mejor para los negocios americanos?

Dimitris

No son ellos los únicos que quieren hacer negocios. Además a los americanos no les interesa demasiado una Europa fuerte.

Pedro

Tú, ¿con quién prefieres hacer negocios?, ¿con los americanos o con lo rusos?

Dimitris

Yo con lo griegos. (Soltando una carcajada)

Pedro

¡Ah!, ¿sí?, ¿de verdad?

Dimitris

En realidad no.

Pedro

Pues entonces ya estamos al cabo de la calle. A los americanos no les interesa una Europa débil a cambio de una Rusia fuerte. Con los ingleses ya se sabe, siempre hacen lo que dicen los americanos. Los importantes ahora son los alemanes y su capacidad para convencer a los americanos. Europa central es territorio alemán, eso era así antes y lo volverá a ser. Eso no es negociable.

Rusia que se quede con lo que conserva en Asia que ya tiene bastante trabajo. Ese será el trato. A cambio Europa necesita petróleo y gas.

El dinero lo pondrán los alemanes y las pistolas los americanos con la cobertura de la OTAN.

Dimitris

¿Seguro?

Pedro

¡No tengo ni idea Dimitris!, me lo estoy inventando todo. Mientras los rusos no le saquen provecho al petróleo que tienen y los árabes no molesten mucho, las cosas serán más o menos así.

Dimitris

¿Y si molestan?

Pedro

No sé, depende de cómo molesten. Según como incluso Rusia puede necesitar ayuda americana.

Dimitris

¿Y los americanos les darían esa ayuda?

Pedro

Ya sabes que a los americanos les encanta “ayudar” Hasta que no les llega la mierda al cuello no se preguntan si se han equivocado. Recuerda que Rusia tiene petróleo. Y muchas veces la mejor manera de ayudar es mirar hacia otro lado.

Dimitris

¿A qué te refieres?

Pedro

A Chechenia y al reparto del pastel. Tú sabes mejor que yo cómo está aquello.

Dimitris

¿Y los franceses?

Pedro

Los franceses están atontados, hablan demasiado francés, y eso atonta a cualquiera. Aunque han sido listos en llenar el país de centrales nucleares. No tienen ningún ecologista que se queje, es el país con menos dependencia energética de toda Europa.

Dimitris (Riéndose)

Yo pensaba que tenías Alzheimer.

Pedro

Ya sabes que me gusta la política, pero luego siempre me equivoco ¿Has estado ya en Moscú?

jueves, 23 de abril de 2009

El peletero/El dinero y el cafés espeso-Escena tercera ( y 2)

19 Febrero 2008

EL DINERO Y EL CAFÉ ESPESO

Obra en un solo acto y cuatro escenas

Escena tercera (y 2)



Aleka

Respóndeme.

Javier

No se puede responder a eso, pero te equivocas, eso no es nada importante. Para mí no lo es.

Lo importante es otra cosa.

¿Por qué es importante para ti?

Aleka

¿A qué otra cosa te refieres?

Javier

¿Por qué lo es para ti?

Aleka

Porque gracias a ella, a Irene, a ese trapo sucio y sin lavar, a esta niña hermosa y sucia, puedo conseguir un trabajo en Suiza, no es gran cosa, pero para mí es más que suficiente. Mira por dónde, este saco de basura del que estás enamorado me puede solucionar media vida. Y quizás la vida entera.

Gracias a ella podré ser al fin una mujer independiente de verdad.

Y ella aún te quiere.

Pero dime, ¿a qué otra cosa te refieres?

Javier

Eso es una magnífica noticia, acepta su ayuda, acepta el trabajo, di que sí, no dudes, vete a Suiza. ¿Dónde, en Lausanne?

Aleka

No, en Zürich, ya sabes que hablo bien alemán, es una empresa que necesita alguien que hable griego y alemán, son amigos de Irene.

Pero ella aún te quiere, ¿no me has oído?

Javier

Lo dudo

Aleka

¿Por qué lo dudas?

Javier

No quiero hablar de ello ahora.

Aleka

Ella me lo ha dicho, me ha dicho que sí, que te quiere

Javier

Se hace la víctima, nada más, quiere provocar lástima.

Aleka

¿La víctima de qué?

Javier

De cualquier cosa. Mejor pregúntaselo tú, yo no tengo ganas.

Aleka

Ya lo he hecho.

Javier

¿Y qué te ha respondido?

Aleka

Que no has comprendido su alma, y que tú no le has abierto la tuya. Eso me ha dicho.

Javier

¡Por favor Aleka, no me hagas reír!

Aleka

Sí, la verdad, yo también estuve a punto de partirme de risa.

Javier (sorprendido)

¿Tú también?, no te creo, ¿seguro?

Aleka

Más o menos.

Javier

Es decir, no. En realidad lloraste con ella.

Aleka

Me dio lástima, pobre muchacha.

Javier

Mientes.

Aleka

Sí, miento, es cierto, no sabía si romperle la cara de una bofetada o aguantarme la risa.

Javier

¿Y saber eso es importante para ti?

Aleka

Sí.

Javier

¡Vaya tontería!

Aleka

¿Por qué eres tan desagradable cuando quieres?, haces daño, ¿sabes?

Saber eso para mí lo es, no lo desprecies de esa manera.

Javier

Ya me dirás por qué lo es, pero lo verdaderamente importante es otra cosa, ya te lo he dicho.

Aleka

¿Qué es eso tan importante?

Javier (Hastiado y dudoso)

¡Lo importante es la deuda que tenemos con tu padre y con Vanguelis! Eso sí que lo es.

Aleka (Sorprendida)

¿De qué demonios me hablas?

Javier

De una deuda que difícilmente podremos pagar.

Aleka

¿Deuda?

Javier

¡Sí!, ¡eso!, ¡dinero!, ¡dólares!, sabes qué son, ¿no?, billetes de banco.

Aleka (Ofendida)

No seas sarcástico otra vez, me ofendes.

Javier

Perdona.

Aleka

Claro que sé lo que significa el dinero, por qué crees que encontró Alexis a una jovencita, una monada de muchachita dispuesta a irse con él, un coñito aniñado, ¿por amor?, ahora sí que me río, claro que no, porque tenía dinero ¡y lo tenía cash! Lo había escondido, ni siquiera yo lo sabía, y era una buena cantidad. Era un buen dinero negro, libre de impuestos, hubiera podido denunciarle pero entonces habría perjudicado a nuestro hijo. Si llego a descubrírselo se lo quito.

Por qué crees también que Giorgios, ése que es mi hijo quiere marcharse con él. Por el dinero. ¿Ama a su padre?, he oído mejores mentiras que esa.

Antes vivíamos bien. Alexis ganaba lo suficiente y ahora solamente me lo da para nuestro hijo Giorgios, exclusivamente para él. Vive mejor mi hijo que yo.

Javier

Deberías alegrarte de que tu hijo viva bien. ¿O quieres entonces que te siga manteniendo tu ex esposo?

Aleka (Riéndose irónica)

Así que vais a arruinar a Dimitris&Vanguelis, cuéntame.

Javier

No hay nada que contar, es una historia triste. Dinero que no se puede pagar, eso es todo. Pedro está viejo

Aleka (Divertida)

Tiene gracia, puestos ya, acuéstate otra vez conmigo, con su hija, así el escarnio será total.

(Riéndose) ¡Déjame embarazada amor mío!

Javier

¡Aleka!, no es para reírse. El problema es grave. No debería contárselo a la hija de Dimitris, precisamente a la hija de la persona a la que le debemos dinero.

¿Ves?, siempre hablo demasiado.

Aleka

Aquella semana también hablaste mucho. Me gustó lo que decías. Me enamoré…

Javier

Deja aquella semana tranquila.

Aleka (Sonrisa tímida)

¿Sabes que estoy enamorada de ti? Por eso también es importante Irene.

Javier

¡Vaya!, ahora me sales tú con eso.

Aleka

¿Te molesta?

Javier (Enfadado, dándole la espalda)

No sé que decirte.

Aleka

¿Lo sabías? ¿Sabes que te quiero?

Javier (Dudando)

Me lo temía…, aunque eso nunca se sabe del todo…,

(Triste) Querida Aleka cualquier buena historia se termina deteriorando cuando aparece el amor. El amor lo estropea todo, aún no has aprendido esa lección tan simple.

Aleka

¿Te lo temías?, ¿tan horrorosa soy?

Javier

Ya sabes a qué me refiero.

Aleka

Sí, lo sé, ya me doy cuenta, ya veo que no ha sido una buena noticia.

Javier

La verdad es que me sabe mal por ti.

Aleka (Ofendida)

No te preocupes por mí.

Javier

Me sabe mal por los dos.

Aleka

Y ¿qué piensas hacer, ahora que lo sabes?, que lo sabes seguro, quiero decir.

Javier (Intentando ser cariñoso)

Aleka, yo no te quiero. Si te quisiera terminaríamos arruinando nuestras vidas.

Aleka

Pero me quisiste, entonces me quisiste, tú mismo lo has dicho hace un par de minutos. ¿Aún quieres a Irene?

Javier

Te repito que no quiero hablar ni de ello, ni de ella.

Aleka (Se levanta y en silencio se acerca a Javier. Tímida y tartamudeando un poco)

¿Te gustaría hacer el amor conmigo Javier?

Javier (Quejoso)

Aleka, ten piedad de mí. Te lo ruego, por favor.

Aleka

¿Te gustaría o no?

Javier

Claro que sí, claro que me gustaría.

Aleka

¿Quieres que lo hagamos?, ¿aquí mismo, encima de esas pieles?, ¿ahora?

Javier, suspirando, levantando los brazos y mirando al cielo, se pone de pie y se dirige al tablero donde ha quedado la botella de vino, se llena un vaso.

Javier

Ya que todavía no has hecho café, tomaré al menos un poco de vino, ¿quieres tú?

Aleka también se acerca mucho a Javier, casi su cuerpo toca el de él. Javier al darse cuenta se aparta de ella

Javier

No hagas eso Aleka, no debes hacerlo.

Aleka

Las hago porque soy tonta, no es un disfraz para sobrevivir, lo soy. No me dejes sola Javier.

¿Tienes miedo de las mujeres, Javier?

¿Te damos miedo?

Javier (Apartándola suavemente con las manos)

Si así fuera más a mi favor, con más motivo no debes hacer eso.

¡No debemos hacerlo!

(Los dos se callan)

Aleka (Mirando a Javier)

¿Me temes? ¿Cuando haces el amor con Irene tienes miedo? ¿Temes su fuerza, su poder, mil veces mayor que el tuyo? Respóndeme.

¿Te asusta esa energía devastadora?

¿Tuviste miedo de mí aquella semana?

(Javier se mantiene callado)

Dime algo.

¿Te dio miedo mi boca? ¿Te da miedo la voracidad de una mujer?, ¿su sexo abierto de par en par?, ¿su hambre?, ¿su codicia?, ¿su resistencia superior a la tuya? ¿Temes morir cuando amas a una mujer?

No te calles, responde. ¿Tienes miedo? ¿Te asusta nuestra oscuridad?

(Aleka se lo mira con atención. Javier no responde, no la mira, tiene los ojos clavados en la ventana)

Javier (Bebe un sorbo de vino, baja la cabeza y la levanta para preguntarle)

Tu hijo se quiere ir con Alexis, ¿Su decisión es definitiva?

(Aleka está unos segundos sin responder, mirándolo. Se sienta en una silla, parece muy cansada)

Aleka (Suspirando y jadeando)

(…)

Sí, antes de un año se irá a Nueva York, Alexis ahora vive allí, ¿lo sabes, no?

(…)

La ciudad también forma parte del paquete y del atractivo para irse a vivir con su padre.

Javier

(…)

Sí, ya sé que vive allí

(…)

(Silencio, los dos se callan y no se miran)

(…)

Aleka (Sin mirarlo)

¿No me das la más pequeña oportunidad?

Javier

No te la puedo dar, porque además tú tampoco me quieres.

¿Esa es la verdadera razón de que estés ahora aquí?, ¿decirme que me quieres?

Aleka

Sí, esa es la razón, decirte que te quiero ¿Crees que te miento?, ¿por qué debería hacerlo?

Según lo que tú me digas me iré a Suiza o no. Es la decisión más importante de mi vida, ayúdame a tomarla.

A mí no me preocupa el dinero, si tienes mucho o tienes poco…

Esa deuda que me cuentas debe ser para desalentarme, ¿no?

Javier

No es cierto que me quieras, tampoco es cierto que no te importe el dinero, eso es lo que quieres creer. Fantaseas.

Y sí, también es para desalentarte, también es para eso.

Aleka

Yo no te miento.

Javier

Aleka…

Necesitas creer que me quieres.

Aleka

¿Qué dices?

Javier

Hablas por hablar. Te gusta mirarte al espejo y hablarte.

Aleka

¡Estás loco! ¡No es cierto!, te digo la verdad. ¿Por qué supones que debo mentir? ¿Qué debo hacer para que me creas?

No me dejes sola Javier. No dejes que me vaya a Suiza, no dejes que lo haga.

Javier

Me mientes porque mañana me iré y no me verás hasta dentro de dos o tres meses.

Aleka

¿Y eso significa que no te quiero?

Javier

Claro, eso significa.

Exactamente eso.

Precisamente eso.

¡Has acertado!

Soy extranjero y vivo en la otra punta del mar.

Aleka

Algo te ocurre además de lo que ya me has contado. No entiendo por qué me hablas así. Eso que dices no tiene ningún sentido. Tú vendrás y yo iré, nos veremos a menudo, y luego…

Javier (Interrumpiéndola)

Sí tiene sentido. Deseas acostarte conmigo no porque me quieras, no, no es eso. Quieres hacerlo porque mañana me voy.

Aleka

¿Tan guapo te crees? ¿Si quisiera solamente un hombre en mi cama no te elegiría a ti?

Javier

Yo tampoco te elegiría a ti si quisiera acostarme con un hombre

Aleka

Definitivamente el sarcasmo es uno de tus principales cualidades..

Yo estoy dispuesta a ir a España Javier, y también estoy dispuesta a…

Javier (Interrumpiéndola otra vez más y enfadado)

Tú no estás dispuesta a nada. ¿Tan ingenuo me crees?

Aleka (Apenada)

¿Por qué me dices eso? ¿Quieres hacerme daño?

(Javier no responde)

Aleka

¿Qué sabes tú de mí?

Javier

Lo importante es qué sé yo de mí. Pero ya que me lo preguntas no es verdad que hayas hecho vida de monja.

Aleka (Sorprendida)

¿Qué estás diciendo?

Javier

No es asunto mío, no tengo ningún derecho a censurar lo que haces o dejas de hacer con tu vida íntima, pero al menos que yo sepa has tenido un amante durante un buen tiempo, alguien con el que ya te acostabas antes de separarte de Alexis y de acostarte conmigo aquella famosa semana. Un maestro joven de la escuela de tu hijo, el profesor de gimnasia, precisamente. Y de la que naturalmente tú no eras ni has sido nunca su única amante, claro. Recuerdas de quién te hablo, ¿no?, de aquel muchacho que según tu misma decías tenía un físico portentoso, ¿recuerdas?

Aleka (Ruborizada)

¿Cómo sabes eso?

Javier

Lo sé y nada más. ¿Aún no sabes quién soy, Aleka? ¿Todavía no me conoces?

Aleka

Y tú te lo crees, ¿verdad?

Javier

Por supuesto.

(Ahora es Aleka la que se mantiene en silencio)

Javier

Sabes que Alexis y yo somos amigos, ¿no?

Aleka (Nerviosa)

¿Qué quieres decir?, ¿te ha contado algo de mí?

Javier

No…, nada que no debiera. ¿Qué me tenía que haber contado? Alexis es un caballero. No te pongas nerviosa sin necesidad.

Aleka (Enfadada)

No estoy nerviosa, estoy enfadada. ¿Por qué me hablas de él? No le habrás dicho lo de nuestra semana, ¿verdad?

Javier

Sí, sí se lo he dicho, claro, ¿por qué no?

Aleka (Sorprendida)

¿Se lo dijiste?, me lo temía.

Javier

Sí, un año después. En su debido momento.

Aleka (Estupefacta)

¿Y qué te respondió?, ¿cómo se lo tomó?

Javier

Bien, se lo tomó bien. Además ya lo sabía, siempre lo supo. También sabía lo del profesor de gimnasia y algunas cosas más. ¿No quieres saber que ya no vive con aquella niña?

Aleka (Atónita)

¿Cómo dices? No, no lo sabía. ¿Con quién vive?, ¿vive solo?, ¿a qué más te refieres?

Javier

Sí, vive solo… Creo…

Aleka (Pensativa)

¡Cállate! Que viva con quien quiera, no me importa.

¿A qué más te refieres?

Javier

No me lo contó, ni yo se lo pregunté.

Javier se queda en silencio mirándola, no se acerca, incluso se aleja unos pasos.

Aleka mira a Javier.

Aleka

Te quiero, créeme, ¿Piensas que aún sigo enamorada de Alexis?

Javier

Yo no pienso nada.

Aleka

No me dejes sola, Javier, te lo ruego. (Le tiende una mano)

Javier (Sin recogerle la mano)

Si quieres que te crea lo haré, te creo, pero he de dejarte sola. He de irme.

Aleka

¿Por qué?

Javier

No quiero tener una amante que viva al otro lado del mar y verla cada unos cuantos meses. No quiero ni siquiera tener una amante. Se acercan malos tiempos, Aleka.

Aleka

¿Te refieres a la guerra?

Javier

No me refiero a eso. Malos tiempos para mí, tú no puedes acompañarme.

Y Pedro está enfermo.

Aleka

¿No puedo acompañarte, dices?, ¿a dónde? Habla más claro.

¿Qué le ocurre a Pedro, tu padre? ¿Está enfermo?

¡Parece que te estés inventando inconvenientes, excusas, deudas, enfermedades! ¿Qué más hay?

Javier

Desgraciadamente no me invento nada, todo es malditamente cierto. Y además no eres mi esposa Aleka, por eso no puedes venir conmigo. Sólo eres una buena amiga, nada más que eso. Nada más, y eso no es suficiente.

Aleka

Pero puedo serlo si tú me dejas. Yo quiero ser tu esposa, sentir que lo soy

¿Qué le ocurre a Pedro?, ¿no se encuentra bien?

Javier

No, no puedes. Eres una mujer desconcertada y sola. Y yo no quiero ni vivir con mujeres solas ni acompañarlas. Con mi soledad tengo suficiente.

Pedro está viejo, ésa es su enfermedad.

Aleka

Eso no es una enfermedad.

Javier

Sí que lo es, y de las peores.

Aleka

¿Demencia?

Javier

Sí, Alzheimer, por eso tampoco puedes venir.

Aleka se queda en silencio

Aleka

¿Alzheimer?

Javier

Sí, está en sus inicios.

Aleka (A punto de llorar)

Yo te podría ayudar. Mi ayuda te puede ser necesaria.

Javier

Gracias por decirlo Aleka, es lo mejor, lo más noble y lo más hermoso que has dicho esta tarde, gracias Aleka.

Aleka

Te lo digo de verdad, te puedo ayudar.

No digas que soy una mujer desconcertada y sola ¿Irene qué es?, ¿a ella qué le sucede?

Javier

Ya lo sabes por ti misma Aleka, Irene es todo lo contrario. Ella no se encuentra nada desconcertada, es muy inteligente y muy joven, demasiado para mí. Nunca está sola. Su trabajo en Suiza, en las Naciones Unidas, es un muy buen empleo, y ahora con la guerra puede hacer carrera, subir unos cuantos peldaños, las guerras tienen eso, pasas de capitán a general en poco tiempo.

Si sobrevives, claro.

Pero ella sobrevivirá, aunque siempre está enfada.

Aleka

¿Tienes celos de ella?, ¿de una mujer con mejor trabajo que tú y más dinero?

Javier

Tú sabes que no, pero ella no abandonará Suiza ni yo España. Además es demasiado joven para mí, ya te lo he dicho, su camino se aparta del mío.

Aleka

Dices que está enfadada ¿Contigo?

Yo no estoy enfadada.

Javier

Está enfadada consigo misma.

Aleka

¿Por qué?

Javier

Quizás tiene miedo, quizás no le gusta el café griego.

Nació enfadada, sabe que hace algo mal, pero no se atreve a averiguarlo. Averiguarlo sería demoledor para ella.

Tiene miedo, y eso la puede enfermar. A la larga el miedo siempre cuesta caro, lo más normal es que se vuelva loca. Todos los que tienen miedo terminan enfermos.

Aleka

¿Loca? ¿Qué es lo que Irene hace mal?

Javier

Estoy cansado Aleka.

Aleka (Con una risa triste y empezando a llorar)

Siempre me menosprecias, siempre dejando las frases a medias.

Javier

Te puedo asegurar que no.

Me burlo de mí, no soporto estas conversaciones amorosas.

Aleka

Ésta es de desamor.

Javier

Es lo mismo.

Aleka

¿Soy vieja para ti?, apenas te llevo cinco años, no son muchos. Procuro estar guapa.

¿No te gusto?

Javier

Me gustas Aleka, no es eso. Me gustas mucho, tienes los pechos más bonitos y más sexis que…, que…, son iguales a los de mi madre y mucho mejores que los de Irene.

Aleka

¿Bienvenida tiene los pechos bonitos?

Javier

Ya la conoces, tiene los mejores.

Aleka

Y tú ¿cómo sabes eso?

Javier

Porque se los he visto. Mejor dicho, me los ha enseñado.

Aleka

¿Las madres españolas hacen eso? ¿Enseñan sus pechos a sus hijos?

Javier

No sé. La mía sí.

Aleka

Quiero ser como ella.

Javier

No puedes Aleka. No es el momento. El momento ha pasado. El momento pasó hace cinco años. Hace cinco años nos equivocamos todos.

Aleka

¿Qué momento es entonces?

Javier

Ya te lo he dicho, soplan malos vientos. Lo siento, no es el momento para tener amantes y quizás ni siquiera para tener esposa.

El barco se hunde, Aleka. No te has dado cuenta de que ya he tenido que decir eso de “niños y mujeres primero”.

Suena rara esta palabra.

Aleka

¿Cuál, esposa?

Javier

Sí, ésa, esposa.

Además…

Aleka

¿Qué?

Javier

Yo ya no te quiero.

Aleka

Yo sí, yo aún te quiero.

Javier

(…)

Javier se calla.

(…)

Aleka

¿Javier?

Javier

¿Sí?

Aleka

No me dejes sola.

El ascensor vuelve a sonar, y a pararse.

Se abren las puertas y aparecen Pedro y Dimitris.

Se apagan las luces.

FIN DE LA TERCERA ESCENA

miércoles, 22 de abril de 2009

El peletero/El dinero y el cafés espeso-Escena tercera ( 1 de 2)

18 Febrero 2008

EL DINERO Y EL CAFÉ ESPESO

Obra en un solo acto y cuatro escenas

Escena tercera (1 de 2)


Se encienden las luces.

Los tres miran sorprendidos la llegada de Aleka, al verla no consiguen decir una sola palabra.

Aleka (Alegre)

He dicho hola, ¿qué os sucede? ¿Por qué estáis tan callados?

Se cierran las luces y se vuelven a abrir.

Hallamos entonces, sólo y solos en la sala, a Javier y a Aleka.

Aleka (Sonriente)

¡Caramba!, tenían prisa esos dos. ¿He interrumpido alguna reunión importante?

Javier

No, ni mucho menos. No te preocupes, deben de tener trabajo.

Aleka (Irónica)

Menos mal, no quiero ser inoportuna. Pero Niko se ha ido sin hacerme el café que le he pedido.

Javier (Mirándola intrigado)

No te habrá oído.

Aleka

Será eso. ¿Tú sabes hacer café griego, mi querido Javier?

Javier (Sonriente)

¿Yo? Claro que no, mi querida Aleka, no tengo ni la menor idea. Deberías ser tú la que sabe hacer un sabroso café griego. ¿No eres tú la griega?

Aleka (Simpática)

Y lo soy, no lo dudes. ¿Todavía no te has dado cuenta?

Javier (Gracioso)

Algo raro notaba y no sabía qué era. ¿Así que es usted griega, señorita?

Aleka

Sé cómo se hace, pero siempre me da pereza cocinar, (irónica) quizás por eso estoy delgada. ¿Te gusta mi figura?

Javier

Claro, pero ¿sabes o no sabes hacer esa cosa que llamáis café?

Aleka

No te preocupes, darling, parezco tonta, pero hasta ahí llego, sí sé hacer un buen, espeso y apestoso café griego.

Javier

No digas otra vez, que pareces tonta.

Aleka

Es lo que todos pensáis, ¿no?

Javier

Claro que no. ¿Tú crees que yo pienso que lo eres?

Aleka

Sí hombre sí, tú también piensas eso, no te molestes en disimular. Di la verdad, el café griego es un atentado a la buena cocina.

Javier

¿Qué te pasa?

Aleka

Nada, ¿qué me ha de pasar?

Javier

No sé, esta mañana sí que jugabas a parecer una tonta, me has desconcertado. ¿Por qué lo has hecho? Tú no eres así, Aleka.

Aleka

No paras de preguntar, pareces un policía.

Javier

Respóndeme, anda, haz el favor.

Aleka

Hacerse la tonta no es nada más que una táctica para sobrevivir, nada más, amor mío, cada uno lo hace a su manera, yo siempre me he hecho la tonta. Tú, ¿qué táctica usas?

Javier

Sí, hoy estás rara, ¿qué te sucede?

Aleka

No me pasa nada, no te preocupes, respóndeme tú ahora, ¿qué táctica usas para que los demás estén contentos contigo?

Javier

Digo lo que quieren oír.

Aleka

¿Dices que te gusta el café griego?

Javier

Eso, sí.

Aleka (Medio riéndose)

Ves, eres un mentiroso.

Javier

¿Cuál es la mentira?

Aleka

Que te gusta el café griego

Javier

Te equivocas. Al menos en este caso no miento.

Me gusta.
(Aleka se lo mira con expresión incrédula y dudosa)

Javier

No me mires así, de verdad, me gusta. Ya lo sabes, lo habrás olvidado tú también, últimamente todos estamos teniendo una memoria muy débil.

Aleka

Bobadas. Dime, ¿dónde está Irene?

Javier

¿Irene? No sé. Pero, ¿para qué has venido en realidad?, ¿Has venido solamente para tomar café conmigo?

Aleka

Hoy tampoco pareces darte cuenta de nada. Te estoy preguntando si sabes dónde está Irene.

Y si quieres te digo que también he venido para no estar sola y para que no lo estés tú, para hacerte un poco de compañía. No te molesta, ¿verdad?

Javier

¿Entonces has venido para saber dónde está Irene?

Aleka

¡Sí, claro, por eso! ¿No me has escuchado? El que está raro eres tú.

Javier

Sí que te he escuchado, y no has venido para eso, has venido para saber si estaba conmigo. Si quieres saber dónde está llámala, seguramente estará en…

Además, ¡si ya sabes dónde está! ¡Está en casa de sus padres! ¿Por qué simulas que no lo sabes?

Aleka

De acuerdo, vale, sí, he venido para saber si estabas con ella, y también para… (Se queda en silencio)

Javier (Intrigado)

¿Qué?

Aleka

Nada.

Javier

Termina la frase. ¿Para qué más has venido?

Aleka

¿No te lo ha dicho Niko?

Javier (cansado de preguntar)

¿Qué tiene que haberme dicho? ¡Habla claro de una vez!

Aleka

Mi hijo Giorgios quiere irse a vivir con Alexis.

Javier

Sí, es verdad, tienes razón, pero me lo acaba de contar hace unos minutos.

Aleka

Ellos dos son como amigos y a mí no me gusta que lo sean.

Niko no es una buena amistad para mi hijo.

Giorgios se lo cuenta todo, se entera antes Niko que yo de las cosas de mi propio hijo.

Tiene más confianza en él que en mí. Y eso no es bueno, no lo es.

Y además me voy a quedar sola.

Javier (sin escucharla)

Hoy me he llevado una sorpresa con Niko.

Aleka

¿Qué ha pasado?

Javier

Hemos hablado de la guerra y me he dado cuenta que es un fanático. Yo pensaba que era otra clase de hombre. Siempre tan amable, con ese humor irónico, siempre solo. Pensaba que era alguien independiente, autónomo.

No sé, me gustaba como hablaba. Esa suavidad y tranquilidad.

Aleka

Todo es mentira, pura fachada. Nosotros lo conocemos. Sabemos quién y qué es.

Javier

Su soledad me atraía, creí que había algo que saber de ella.

Ha sido una verdadera decepción. Necesitaba saber qué es estar solo.

Aleka

Y está lleno de odio, ¿no?

Javier

Más o menos, eso me ha parecido, sí.

Aleka

Niko tiene alma de esclavo. Es un cobarde. Ha soportado demasiado dolor por culpa de su cobardía.

Javier

Ha terminado siendo una conversación desagradable. Vanguelis también ha estado extraño.

Aleka

Pobre Vanguelis, él es un buen hombre. Él sí que lo es. Pero ha cometido una vez más el error que cometemos todos.

Javier

¿Cuál?

Aleka

Confiar en los demás

Javier

No seas melodramática. ¿En quién ha confiado que no debía?

Aleka

No lo soy, ¿quién le mandaba apoyar la causa de otros? Un día se lo dije. Vanguelis, eliges mal las compañías.

Javier

¿Te refieres a la guerra?

Aleka

Especialmente a eso, sí.

Javier

¿Y qué te respondió?

Aleka

Que tenía razón, pero que ya era demasiado tarde.

Los dos acumulan demasiado dolor. Vanguelis todavía vive con su esposa, es un matrimonio roto, cada uno hace su vida por separado. Tienen sus amantes y mandan a sus hijos a estudiar al extranjero. En realidad lo hacen para alejarlos de ellos y así evitar que vean el espectáculo. Mentiras y dolor.

El dolor que yo no quiero tener que soportar. Yo quiero ser valiente. Y el dolor que tampoco quiero que vea mi hijo.

Además no me escuchas, no has oído todo lo que te he dicho.

Javier

Lo eres Aleka, eres valiente ¿por qué dices eso de que no te escucho?, ¿qué has dicho que no he oído?

Aleka

Ya lo sabes, no me pidas que lo repita, me duele.

Javier

Pues sí, te lo pido. No sé exactamente a que te refieres. Perdona si no te he oído bien. Pero sea lo que sea, decirlo en voz alta y delante de alguien te hará bien.

Aleka

No sé si tú eres la persona adecuada.

Javier

¿Ah no?

Aleka

No sé

Javier

Quizás precisamente soy eso, la persona más adecuada.

Aleka

Convénceme de que lo eres.

Javier

Tú y yo somos amigos, ¿no? ¿Soy amigo tuyo, Aleka?

Aleka (Dudando)

Tal vez sí, tal vez lo eres.

Javier

No lo dices nada convencida. ¿No crees que seamos amigos?

Aleka

Supongo que sí.

Supongo que el hecho de que hace seis años, aprovechando que Alexis estaba de viaje, y yo me pasara toda aquella semana que estuviste aquí, metida contigo en la cama de tu habitación del hotel, no impide que seamos amigos.

Javier

Claro que no lo impide, y no lo impide fundamentalmente porque nunca más hemos vuelto a repetirlo. Aquella semana allí se quedó. No tuvo ninguna clase de consecuencias.

Aleka

Hace seis años todavía vivía con Alexis, aquello fue un puro adulterio, además tú tampoco te portaste bien, él era y es tu amigo.

Cuando al poco tiempo me dejó y se fue para irse a vivir con aquella muchachita, y yo me quedé sola, nos hubiera sido más fácil repetirlo y en cambio no lo hicimos. Hubiese sido fácil seguir siendo amantes. Todavía no sé por qué no nos volvimos a acostar juntos.

En aquella habitación se quedaron muchas cosas

Javier

Aleka, el adulterio existió técnicamente hablando, es cierto, pero tú misma me dijiste que hacía un año que no te acostabas con Alexis.

Aleka

Cerca de un año.

Javier

Dijiste un año.

Aleka

No lo recuerdo, ha pasado mucho tiempo, ¿qué importancia tiene unos días más o menos?

Javier

Yo sí lo recuerdo, dijiste un año. ¿Era menos?

Aleka

Si lo quieres saber, sí, solamente hacía cuatro meses que dormíamos en habitaciones separadas.

Javier

¡Caramba!, qué cortos eran los años entonces.

Aleka

¿Te importa?

Javier

Ya no, ya no me importa, pero me quedo un poco sorprendido porque cada vez me doy cuenta que las cosas son un poco distintas de como las contabas.

Aleka (Ofendida)

¿Qué insinúas?

Javier (Irónico)

Nada, no insinúo nada, cosas mías.

Aleka

Yo cuento las cosas igual.

Javier

Sí, puede que tú las cuentes igual, lo malo es que no eran igual.

Aleka

¿Crees que miento?, siempre has pensado que lo hago.

Javier (Cansado y algo enfadado)

Aleka, por Dios, todo eso es ya muy viejo, deja que el río siga su curso.

Y por lo del adulterio no debes preocuparte, hablar hoy en día de eso queda un poco ridículo, ¿no?

Parece una palabra bíblica completamente en desuso: (con énfasis) ¡Adulterio!, qué mal suena ¿no?, es peor que un melodrama latinoamericano de televisión, uno de esos venezolanos que tanto éxito tienen. La gente se los mira igual que esnifan la coca que se cultivan en cada maceta.

Además, todo el mundo se acuesta con quien le da la gana. ¿No es ésa una de las grandes conquistas de la modernidad?, Sí, ¿verdad?, pues entonces tranquilízate, relájate y vete a la cama con quien desees que nadie nunca tendrá el derecho de pedirte cuentas. ¿Vale? Yo, naturalmente haré lo mismo. Todos hacemos lo mismo.

(Aleka no le responde)

Javier

¿Qué querías decirme antes? ¿Soy o no soy la persona adecuada?

Aleka

¿Por qué no lo repetimos? Respóndeme y no des la conversación por terminada, eso es de muy mala educación, ¿sabes?

Javier (Dando media vuelta)

Sí, confirmado, estamos todos amnésicos hoy.

(Levantando un poco la voz y hablando de espaldas a ella)
No repetirlo fue un acierto, Aleka.

Aleka

¿Por qué?

Javier

No pienso responderte. Ya lo hice entonces… hace cinco años…

Pero espera (sorprendido y encarándola), no le des la vuelta a la historia ¿eh? ¿Por qué demonios lo haces?

Era yo el que quería repetir (la señala con el dedo). ¿No te acuerdas? No intercambies ahora los papeles.

El que estaba enamorado era yo, me moría de ganas de acostarme contigo. ¿No te acuerdas de eso tampoco?

Deberías ser tú la que respondiera a esa pregunta. Dime, ¿por qué no salió nada más de aquella habitación, excepto ese recuerdo dulce y al mismo tiempo doloroso?

¿Por qué estuviste todo el año siguiente dándome largas y respuestas sin sentido? ¿No recuerdas nada? Y yo detrás de ti como un perro.

Aleka

(Incrédula) Si tú lo dices. Pareces tener muy buena memoria.

Javier

¡Claro que la tengo! Y te juro que nunca más volveré a repetir algo parecido.

Pero dime eso que ibas a contarme, cuéntamelo si es que soy la persona adecuada para oírlo.

Aleka (Con apenas un hilo de voz)

¿Sí?, ¿lo eres?

Javier (Más cansado y gesticulando)

¡Dios mío Aleka! Haz lo que te de la gana, cuéntalo o no. No pienso arrodillarme y suplicarte.

Aleka

¿Por qué no lo volvimos a repetir?

Javier (Enervado)

Te lo acabo de decir, no insistas Aleka, no seas tan pesada, te lo repito una vez más.

Aleka

Sí, pero eso no es exactamente así como tú lo cuentas.

Javier (Harto)

¿Ah, no?

Aleka

No, Yo podía divorciarme de mi marido, pero tú no querías perder a un muy buen amigo. Esa fue la razón…

Javier (Sorprendido)

¿Qué? ¿De dónde sacas eso ahora? Te equivocas, yo estaba dispuesto a cualquier cosa por ti, incluso…

Aleka

…y terminaste perdiéndome a mí y conservando a Alexis. Os queréis mucho, ¿no?

Javier

Terminamos perdiéndonos los dos, el uno al otro.

Aleka

Te estoy preguntando si os queréis mucho, Alexis y tú.

Javier

¡Claro que nos queremos!, somos amigos.

Aleka (Cínica)

Sois amigos, claro.

Javier (Sorprendido y amenazante)

¿Eh?, creo, querida, que estás apuntando en dirección equivocada.

Aleka, no sigas por este camino, te equivocarás mucho si lo haces. Te equivocaste entonces, no vuelvas hacerlo ahora.

Aleka

¿Te arrepientes?

Javier

Esa es una mala pregunta.

Además soy yo el que debería hacerla.

Aleka

¿Cuál es entonces la buena pregunta?

Javier

No la hay, porque la respuesta siempre es mala.

Aleka

¿Y cuál es la respuesta?

Javier

Siempre te arrepientes. Sea cual sea la decisión, siempre te arrepientes ¿Y tú?, ¿tú te arrepientes?

Aleka

Sí, llevo más de cinco años arrepintiéndome.

Javier (Conciliador)

Olvídate de ello y cuéntame eso que me querías contar, anda.

Aleka (Triste)

De acuerdo, te lo contaré. Son todos esos años así, uno detrás de otro.

Me deja mi marido por una mujer mucho más joven que yo, casi una niña, eso ya es para morirse de risa de tan visto que está.

Me quedaré sola. Mi hijo, que apenas acaba de salir del huevo, también se quiere ir a vivir con él, me mira con aire de superioridad y el año próximo será mayor de edad y por supuesto no podré, ni tampoco lo intentaré, evitar que se vaya. Y además no soy capaz de mantenerme económicamente independiente. Dependo de mi padre y de su ayuda y eso es muy humillante para mí.

Y hasta ahora, encima dependía de Alexis, del hombre con el que no vivo.

Tengo cuarenta y cinco años y la sensación de haber perdido muchos más de cinco. No quiero seguir perdiendo más años de mi vida Javier. Si sigo así acabarán diagnosticándome un cáncer.

Javier

No digas eso.

Aleka

Desde que se fue Alexis, y de eso ya hace cerca de cinco años, he vivido como una monja y tengo amigas que ya van por el cuarto amante.

Y yo en toda mi vida únicamente me he acostado con dos hombres. Alexis y tú.

¿No te parece todo eso muy triste?

Cuando quise rectificar tú ya estabas con Irene.

Javier (Burlón)

Con un solo hombre al mismo tiempo, quieres decir. No con dos a la vez.

Aleka

No te burles de eso.

Javier (Sonriendo)

Intentaba desdramatizar, perdona.

Aleka

Si quieres humor te lo voy a dar yo: en realidad lo he hecho con dos hombres y medio.

Javier

¿Dos hombres y medio?

Aleka

En la Universidad me acosté con un chico, pero la cosa fue tan mal que casi no hicimos nada. Fue cómico. A eso le digo medio hombre.

Javier

Y él te estará llamando igual, media mujer.

Aleka

¿Qué?

Javier

Media mujer. Te estará llamando, eso, media mujer. Para él fuiste una media mujer.

Aleka (Con una sonrisa que la delata)

Nunca lo había visto así, querido.

Javier

Sí que lo habías visto así. Por supuesto que sí. ¿Qué quieres aparentar ser? No te hagas la tonta conmigo, ambos sabemos cómo somos los dos en la cama.

Hoy en día ninguna mujer quiere ser, ni es una simple muñeca hinchable.

Aleka (Irónica y sonriendo)

¿Eres catedrático en sexualidad femenina?

Javier

¿Quieres que diga alguna barbaridad?

Aleka

No, mejor no, no digas nada, déjalo correr.

Javier

Las mujeres os pensáis que sois las únicas que simuláis orgasmos.

Aleka

¿Tú has simulado algún orgasmo?

Javier

Claro.

Aleka

¿Y cómo lo has hecho?

Javier

Ha sido por teléfono.

Aleka

¿Por teléfono?

Javier

Una vez me llamó Irene desde Lausanne, tenía ganas de jugar, mejor dicho, de probar su poder y su encanto. Me dijo que me masturbara mientras ella me decía procacidades por el auricular.

Aleka

¿Y?

Javier

Le seguí el juego y simulé un orgasmo. Todavía se lo cree, nunca le he dicho la verdad. Aquel día aumentó mucho su autoestima y el poder que cree tener sobre los hombres.

Aleka

¡Vaya!...

Javier

¿Es eso lo que me querías contar?, ¿que has estado cinco años haciendo vida de monja?

Aleka

Ya veo que tú no.

Javier

De monja precisamente no.

Aleka (Con una risa amarga)

No me digas que has sido un monje, que no me lo creo. Y menos con Irene.

Javier

A Irene mejor que la dejemos tranquila.

Todavía no sé a qué has venido. Este no es precisamente un lugar acogedor para charlar dos amigos. ¿Quieres ir a tomar algo?

Aleka

Pues deberías darte cuenta, te estoy pidiendo consejo.

Javier

A mí me había parecido que te estabas quejando.

Aleka

Las dos cosas. Y de Irene hablo cuando me da la gana, por eso es mi prima.

Javier

No sé qué decirte Aleka, sinceramente no sé, pero…

¿Tienes celos de Irene?

Aleka (Irritada)

No digas tonterías, ¿puedo tener celos de una mujer que todavía no tiene 30 años, es guapísima y muy atractiva y posee dos licenciaturas y tres Másters? ¿Que trabaja en Suiza, gana mucho dinero, no tiene hijos y es independiente? ¿Qué tiene una lista de amantes haciendo fila? ¿Y de la que sé cómo trabaja en la cama? ¿Puedo tener celos de una mujer así?

No pensarás que en Suiza te ha sido fiel, ¿verdad?

Javier (Sin escucharla y montándose en sus palabras)

Bueno sí, sólo una cosa, no te creas lo que te cuenten tus amigas

Aleka (Decepcionada)

No me escuchas.

(Intrigada)

¿Por qué dices que no me crea lo que me cuentan mis amigas?

Javier

Claro que te escucho, tengo dos orejas, simulo que no lo hago cuando oigo necedades.

Aleka

Respóndeme.

Javier

Porque te mienten, por eso no debes creer a tus amigas.

Aleka

Y tú eso ¿cómo lo sabes?

Javier

No lo sé, pero es lo más probable.

Aleka

¡Vaya!, eres muy listo tú. ¿No te han dicho nunca que a veces eres muy estúpido?, ¿un sabelotodo?

¿No te han dicho que siempre vas de inteligente y que humillas y lastimas a los demás?

¿No te han dicho que te mata la soberbia, Javier, querido? ¿Y que eres estúpidamente sarcástico?

Javier

Sí, muchas veces. Seguro que tienen razón. Pero seguro también que no me equivoco demasiado.

Que te mientan es lo más probable porque es lo necesario.

Aleka

No te entiendo, ¿necesario?, ¿para quién?

Javier

Para ellas, Aleka, para ellas. Cuando te cuentan esas cosas no te mienten a ti, mejor dicho, mintiéndote a ti, se mienten a ellas.

La gente se piensa que el mundo se fundamenta en la verdad, y no es cierto, se fundamenta en la necesidad, de ella nacen todas las mentiras. Por eso es importante descubrir esa verdad.

Aleka (Burlona)

Javier “Don psicólogo”. Javier “Don filósofo”. Parece usted “Buda”.

¿Quién quiere saber la verdad?

Javier

Piensa lo que quieras.

Pero oye, ¿qué sabes tú de cómo “trabaja” Irene en la cama?

Aleka

Lo sé.

Javier (Señalándola con el dedo)

¿Te has acostado con ella?

Aleka (Irónica)

Eso, ¡claro que me he acostado con ella! Si tú lo dices “sabelotodo”, será así.

Javier

No serías la primera.

Aleka

(Silencio)

Javier

¿No dices nada?

Aleka

Dime la verdad, aún estás enamorado de Irene.

Javier (Hastiado)

¿Sólo sabes hablar de ella?, creo que Irene está ya muy amortizada.

Aleka

Sólo sé hablar de las cosas importantes y saber eso para mí lo es.

Irene se cree que es una mujer importante, quiere llegar a ser eso que algunos llaman, ¡una gran mujer!

Al dejar a su primer novio, cuando ella apenas tenía catorce años, se burlaba del pobre muchacho diciendo que no sería nunca capaz de volver a tener una mujer como ella. Decir eso es peor que un pecado. Es peor que maldecir a Dios. Y lo peor es que ella lo decía sin el más mínimo atisbo de culpa o de remordimiento a pesar del desprecio hacia el muchacho. Parecía una reina situada por encima del bien y del mal, lo decía como algo natural. Dios la castigará por esas palabras.

Aquí donde la ves, tan bien vestida, tan bonita, con esas piernas tan lindas. Ese perfume tan bien elegido, esa sonrisa tan encantadora, y esa mirada intensa y falsamente penetrante. Su conversación tan masculina y esa voz, ligeramente áspera, un poco ronca y grave, sus labios rojos y sus dientes blancos, su aliento siempre limpio y fresco. Su cultura, su saber estar. Todo eso, todo ese pedazo de mujer tan sensual es pura suciedad, herrumbre, es un ser zafio, bárbaro y salvaje y a ti eso es lo que te gusta, la quieres así, quieres esa basura, necesitas las sábanas cuanto más sucias mejor, te gusta beber de ese vómito que mana de su entrepierna, del sudor de su boca. Necesitas esa selva llena de carne roja.

Siempre jactándose de las proposiciones que recibe de hombres importantes y poderosos. ¿No es patético?

¿Te gusta oler el sudor de sus axilas?

Eso es lo que buscas en ella y eso también es lo que te ha ido matando estos últimos años.

Javier

(No responde, la mira sin mirarla, sin verla)

Aleka

Di algo, respóndeme. Grita o vete.

Javier (Ensimismado, hablando para sí)

Es verdad, su aliento siempre es limpio y fresco. Nunca hiede.