jueves, 8 de marzo de 2012

El peletero/Teodoro Van Babel (19)


Teodoro Van Babel

19.
Teodoro.

Teodoro Van Babel fue un hombre desordenado y algunas de sus obras presentan un desarreglo notorio y una especie de “horror vacui” mental de signos enigmáticos y gestos teatrales que no dicen nada o pretenden decir demasiado. Cuando se quieren mostrar tantas cosas juntas se termina por provocar sordera o ceguera, Nuestro pintor hacía honor a su apellido, nadie lo entendía demasiado como si hablara al mismo tiempo todas las lenguas del Universo, tal vez la única que lo comprendía en su rara jerga de imágenes era su hermana que con él compartía recuerdos y visiones como el jilguero que ambos tuvieron de pequeños y del que nos habla en alguna de sus cartas.

Ya hemos mencionado unos bosquejos muy interesantes que los expertos han llamado: “Las prostitutas etíopes de Teodoro”, una serie de esbozos para un retrato de una mujer negra que aparece citada en su correspondencia, uno más que tampoco llegó a terminar.

Si lo hubiera concluido habría sido un desnudo obsceno, pues todos los apuntes que se guardan son frontales y esa es siempre, la de cara y la de frente, la postura menos pudorosa y más altiva, provocadora, pues es la que no esconde nada más que su detrás o su trasero, las llamadas posaderas o culo, que igual sirven para sentarse como para juntar las piernas con el cuerpo que, sin él, no sabrían a dónde ir.

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Poseemos del pasado muy pocos sueños auténticos; me refiero a esos sueños que el mismo protagonista anotó apresuradamente al despertarse. Algunos sueños admirables apuntados por Leonardo en sus Cuadernos recuerdan extrañamente a los dibujos o cuadros del maestro, pero dan más bien la impresión de una experiencia onírica, prolongada en estado de vigilia o semi vigilia, que un sueño propiamente dicho. Los impresionantes sueños del Dante en La Vita Nuova, los grandes sueños alegóricos de Jerôme Cardan se sitúan también en ese campo intermedio entre el sueño, el sueño despierto y la visio intellectualis, frecuentado por numerosos poetas, pintores o filósofos, de la Edad Media al Renacimiento, pero por el cual no suele aventurarse el hombre moderno, o bien se extravía cuando lo hace sin preparación y sin guía.

No obstante, tenemos de un hombre del siglo XVI el relato extraordinario de un sueño que no es más que un sueño, y lo que es más, acompañado de un bosquejo del mismo. Lo encontramos en el Diario de Durero. He aquí el relato que el artista, apenas despierto, nos dejó de este sueño:

(…)

(“Sobre un sueño de Durero”, Marguerite Yourcenar, 1977. Ignoria  - 28 de noviembre de 2010 por Patricia Damiano)