viernes, 31 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (76)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

76. Tristán, el asco y Tzara.

En el párrafo siguiente, el más extenso que hemos subrayado del Manifiesto dadaísta, su autor, de nombre tan bello, “Tristán”, pretende explicar qué significa y es “Dada”, así lo hace: 

“Toda forma de asco susceptible de convertirse en negación de la familia es Dada; la protesta a puñetazos de todo el ser entregado a una acción destructiva es Dada; el conocimiento de todos los medios hasta hoy rechazados por el pudor sexual, por el compromiso demasiado cómodo y por la cortesía es Dada; la abolición de la lógica, la danza de los impotentes de la creación es Dada; la abolición de toda jerarquía y de toda ecuación social de valores establecida entre los siervos que se hallan entre nosotros los siervos es Dada; todo objeto, todos los objetos, los sentimientos y las oscuridades, las apariciones y el choque preciso de las líneas paralelas son medios de lucha Dada; abolición de la memoria: Dada; abolición del futuro: Dada; confianza indiscutible en todo dios producto inmediato de la espontaneidad: Dada; salto elegante y sin prejuicios de una armonía a otra esfera; trayectoria de una palabra lanzada como un disco, grito sonoro; respeto de todas las individualidades en la momentánea locura de cada uno de sus sentimientos, serios o temerosos, tímidos o ardientes, vigorosos, decididos, entusiastas; despojar la propia iglesia de todo accesorio inútil y pesado; escupir como una cascada luminosa el pensamiento descortés o amoroso, o bien, complaciéndose en ello, mimarlo con la misma identidad, lo que es lo mismo, en un matorral puro de insectos para una noble sangre, dorado por los cuerpos de los arcángeles y por su alma. Libertad: DADA, DADA, DADA, aullido de colores encrespados, encuentro de todos los contrarios y de todas las contradicciones, de todo motivo grotesco, de toda incoherencia: LA VIDA.”

La palabra “Vida”, colocada al final, pretende resumir y tapar al mismo tiempo todo el enunciado que le precede que casi parece ser solamente una lista de agudezas verbales graciosas y banales si no fuera porque se constituyeron en patente de corso para muchos intelectuales que ayudaron a edificar la nueva era. 

En estos principios de siglo XXI, con la perspectiva adecuada que la distancia nos proporciona, es fácil, aunque osado, calificar el párrafo del señor Tzara de bobo, pero nuestra ventaja no debe ser ningún demérito cuando señalamos la responsabilidad de todos aquellos que desacreditaron la realidad y que menospreciaron el sentido común para crear monstruos, no de la razón y sí de la codicia y la soberbia. No nos engañemos, en su espíritu anidaba la necedad, y la estupidez. Ahora, sus hijos, nuestros contemporáneos, sólo viven de los presupuestos del Estado.

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76M
-“Es cierto, querido Víctor, el nuestro es un mundo lleno de doctrinas anti-realistas que niegan la realidad objetiva y la posibilidad de conocer y distinguir entre verdad y mentira. Así pues, como hoy en día no se puede ser verdadero, la gente trata de ser “sincero”. Ya lo sabes, “si no podemos ser fieles a los hechos, seamos fieles a nosotros mismos”, dice Frankfurt, es eso que algunos llaman coherencia. Cuando se fantasea parece que se haga para los demás, pero no, siempre se hace para uno mismo. El charlatán ni conoce, ni deja de conocer la verdad, no sabe qué es eso. Su palabrería es hueca, vacía, como decía Pla, es mucho más difícil describir que opinar, por eso todos opinamos, da igual que digamos tonterías mientras seamos sinceros y coherentes”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

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76H
-“El Arte está muerto, y lo está porque nuestro mundo ya no tiene memoria, no necesita bailar alrededor de ningún fuego y los hechos de nuestra vida no se encadenan unos con otros construyendo un relato, somos fragmentos, hilos desenlazados, agua. Sin embargo, los grupos humanos, al igual que las personas individuales, necesitan tener un pasado, incluso un pasado falso y falsario, como tú y como yo. Por eso muchos felicitan el Solsticio de Invierno en lugar de celebrar la Navidad. Los muertos son un estorbo, casi más que los propios vivos.

La invención de mitos no ha de ser necesariamente mala ni buena, pero hemos de saber el precio que pagamos por no tenerlos. ¿Cuál es? El desarraigo íntimo, eso que alimenta todas las consultas psiquiátricas y lo que da de hablar a todos los charlatanes del mundo. El destierro de nosotros mismos no debería impedir nuestra emancipación como seres libres, eso es lo que hemos hecho nosotros dos, querida Verónica, ¿no es cierto?, ser los únicos responsables de nuestro propio ostracismo.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

miércoles, 29 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (75)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

75. Tratado de peletería.
“Amante del estudio, y deseoso de prosperar y ser algo más que uno de tantos en la clase de actividad a que había comenzado a dedicarme en el ramo de Peletería, en vano busqué en mi juventud libros donde pudiera hallar los elementos necesarios para ampliar mis conocimientos en cuanto a la profesión por mi elegida. Al fin llegué a saber que tales libros los había en todos los idiomas, excepto en el nuestro, Supe también, algo más tarde, cuando ya me adentré por los recovecos de mi nuevo oficio, que las relaciones comerciales en cuanto atañe a la Peletería eran, y siguen siendo, casi exclusivamente con el extranjero, y esto me impulsó al estudio de idiomas que me permitiesen recurrir a los libros y revistas en que poder hallar cuanto pudiera convenirme para el logro de mis propósitos. Hoy, merced a los conocimientos que en ellos adquirí, junto con lo que he aprendido en mi dilatada experiencia industrial y comercial, me decido a escribir un libro de Peletería, y voy a hacerlo sin pretensiones, con el único fin de hacer algo útil a nuestra Patria y en la creencia de que no faltarán aprendices de nuestra profesión que, como yo en tiempos ya lejanos, no se conformarán con lo que pudieran aprender en sus horas de trabajo y desearán disponer de algún libro donde poder llegar a conocer algo más, pues en mis frecuentes viajes comerciales por el extranjero me he hecho cargo de la necesidad de tener, para prosperar en la Industria y Comercio de la Peletería, conocimientos más amplios que los que pueden adquirirse de la sola práctica, sin ayuda del estudio.” 
(“Tratado de Peletería”, Historia, Comercio, Industria. José Tapbioles, Barcelona, 1944)
La cita es un texto transparente y nítido, en él hallamos una voluntad sencilla y un deseo franco en un espíritu desaparecido. En sus palabras también encontramos una ambición sana y clara al menos en la forma de ser expresada, como si tuviera el mundo delante, listo para ser descubierto con el empeño del adolescente inteligente y valiente, y con la curiosidad del inventor y del viajero.

Enfrente transcribimos unos párrafos del “Manifiesto dadaísta” escrito Por Tristán Tzara en 1918, y que pertenecen al capítulo titulado “La simplicidad activa”.
“La impotencia para discernir entre los grados de claridad: lamer la penumbra y flotar en la gran boca llena de miel y de excrementos. Medida con la escala de lo Eterno, toda acción es vana (si dejamos que el pensamiento corra una aventura cuyo resultado sería infinita­mente grotesco; dato, también éste, importante para el conocimiento de la humana impotencia)”. (…)
“Todo hombre debe gritar. Hay una gran tarea destructiva, negativa por hacer. Barrer, asear. La plenitud del individuo se afirma a continuación de un estado de locura, de locura agresiva y completa de un mundo confiado a las manos de los bandidos que se desgarran y destruyen los siglos. Sin fin ni designio, sin organización: la locura indomable, la descomposición”.
Las comparaciones son ciertamente odiosas, pero también necesarias y las conclusiones son sin duda obligadas y exigidas, pero nosotros dejaremos que cada cuál extraiga las suyas si es capaz, aunque pensamos que no será muy difícil hacerlo.

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75M
-“Como muchos otros, siempre afirmabas, querido Víctor, que el Arte ha muerto, pero que sí existen objetos estéticos, y que algunos, quizás la mayoría, son pura decoración de paredes vacías, de casas abandonadas, de ciudades ociosas.

Estos objetos, indicabas, van desde una película a un reportaje o un documental, una ilustración en una revista acompañando una crítica literaria, o el mismo artículo de un periódico. Uno de los millones de poemas, buenos o malos, que se escriben a diario, un envoltorio de cualquier producto comercial, un anuncio televisivo, la forma gráfica de una marca, una canción del último grupo de moda, una receta de cocina, esos extraordinarios vestidos que cada temporada desfilan por las pasarelas de todo el mundo, un libro infantil ilustrado, un cómic o tebeo, todas ellas y muchas más, decías, son artefactos estéticos, son construcciones humanas de gran valor, pero no son Arte. Siempre fuiste un exagerado sin remedio, incluso, llegaste a concluir, que yo era uno de esos objetos bellos”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

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75H
-“Querida Verónica, el otro día, oí a unos que hablaban de Goethe y del secreto. Decían que en su obra hallamos siempre aquél que sabe algo que los demás desconocen. El que se acueste contigo, si es un buen amante, sabrá cosas de ti que tú misma ignoras, y ése será su secreto.
Un amigo, al que aprecio mucho, siempre me recuerda que las personas tenemos tres vidas, la pública, la privada y la secreta, es indudable que es así, tú formas parte de mi vida secreta, mi amada Verónica, es un lugar preeminente, el mejor”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

lunes, 27 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (74)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

74. El bien y el mal.

De una manera casi inexplicable, sorprendente y paradójica, muchos artistas, entre los que no se encuentra Velázquez, han escrito sobre su propia obra, la de otros o sobre el mismo arte en general. 

Pintores, artesanos, actores, bailarines, músicos, poetas, o arquitectos, nos han hablado de su quehacer, de sus pensamientos y de sus afanes. 

Gracias a sus textos conocemos sus ideas respecto al bien y al mal, la vida y la muerte, el haber y el deber. En ellos leemos qué decían de sus semejantes, qué pensaban de la realidad y los sueños, los propios y los ajenos y qué esperaban del futuro. 

Decimos que inexplicable, sorprendente y paradójica porque parece que su arte debería ser suficiente, como lo fue en Velázquez que nunca escribió nada importante, para describir y narrar el mundo que de manera ineludible habitan junto con nosotros. 

El catálogo de esta numerosa y prolífica literatura “artística” es extenso e interminable. En él encontramos de todo, insensateces y joyas, obras literarias y panfletos políticos. Tratados, manuales, cartas tiernas y reclamaciones de pagos insatisfechos. Quejas, lamentos y alegrías. Aforismos, banalidades, ocurrencias graciosas, juicios sabios y estupideces criminales. 

De esta amplia bibliografía hemos creído oportuno entresacar algunos párrafos elegidos casi al azar, transcribirlos uno después del otro en una lista aparentemente casual y enfrentarlos entre sí como si fueran quantums que hiciéramos chocar en un acelerador de partículas atómicas.
Al igual que los físicos, del estropicio y de los platos rotos, trataremos de obtener, sino lecciones o enseñanzas, sí al menos el simple placer de leerlos por sí mismos como meras epístolas de un dialogo imposible que todavía no ha concluido.

En honor de nuestro querido amigo empezaremos nuestra correspondencia por un peletero, José Tapbioles i Pirretas.

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74M
-“Lo que se da es idéntico a lo que no se da, lo que descartamos o dejamos pasar idéntico a lo que tomamos y asimos, lo que experimentamos idéntico a lo que no probamos, y sin embargo se nos va la vida y se nos va en escoger y en rechazar y en seleccionar, en trazar una línea que separe esas cosas que son idénticas y haga de nuestra historia, una historia única que recordemos y pueda contarse. Volcamos toda nuestra inteligencia y nuestros sentidos y nuestro afán en la tarea de discernir lo que será nivelado, o ya lo está, y por eso estamos llenos de arrepentimientos y de ocasiones perdidas y aprovechadas, de confirmaciones y reafirmaciones, cuando lo cierto es que nada se afirma y todo se va perdiendo. O acaso es que nunca hubo nada.” (Javier Marías, “Corazón tan blanco”, pág.42-44)

Querido Víctor, no sé si lo que no se da es idéntico a lo que se da, lo ignoro, pero si sé que se nos va la vida en escoger, en rechazar y en seleccionar, y que por eso estamos llenos de oportunidades perdidas y de ocasiones aprovechadas.

¿Crees que debemos permitir que los demás nos mientan?”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

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74H
-“Cuando uno ama, y ama bien, querida Verónica, debe de amar a su amante entero, sombras incluidas. Eso dice el “Manual del bien amar”, pero yo no me lo creo, y Colette tampoco, ella es una escritora que invariablemente coloca la diana fuera del centro que supuestamente le corresponde, por eso acierta siempre cuando dispara los dardos, pues dardos, con la punta de acero muy afilada, dispara. Nadie sirve para todo, querida mía, la vida es una serie de compartimentos estancos y las personas somos como las máquinas, una lavadora lava pero no plancha y una plancha quita las arrugas, pero no barre.

“La gata” es la historia de un trío, entre un hombre, una mujer y una bestia mansa, una gata. Un trío en el que la esposa, no es nunca un rival de categoría para la pequeña pantera blanca. Parece extraño que tal cosa pueda suceder, pero no lo es en absoluto.

“Your shadow is my soul”, decía un viejo profesor que tuvimos hace mucho tiempo.

Besos felinos, amiga mía. Sí, creo que debemos dejar que lo demás nos mientan algo, lo suficiente para su bien y para el nuestro.” (El hilo. Cartas a una amiga.)


viernes, 24 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (73)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

73. Todos somos culpables.

La utopía era posible, decían, y al decirlo se sentían satisfechos, valientes, inteligentes, pagados de sí, perspicaces y bondadosos aunque por ello hubieran de fusilar a millones. 

El bien necesitaba de toda esa sangre derramada, y las vanguardias artísticas fueron también sus instrumentos y sus cómplices al igual que las pistolas. 

Desde su propia autonomía y poder, que les permitía rechazar la realidad y la experiencia y crear la suya propia, sui géneris y virtual, señalaron el camino que había que seguir dictado a contraluz por burócratas oscuros, macilentos, necios y asesinos y por intelectuales más listos que inteligentes. ¿Tanto arte para que oficinistas mentecatos, policías mediocres, padres de familia amantísimos, profesionales grises y oscuros, torturaran a miles en campos alambrados y sórdidos calabozos.
Sus obras ya relucen al sol, son patrimonio de la humanidad, brillan en la retina y en nuestro cerebelo, parecen fuegos entre incendios que terminan por proclamar extrañamente la gloria del gris de la ceniza, un color demasiado bello para tanta miseria. 

Es en ese momento, en el que el fuego se apaga y la lumbre permanece, es en ese instante de expectación, de calma y de humo claro como la niebla, cuando más convencidos estamos que, como afirmaban Albert Camus y Dios, todos somos culpables. 

La Historia, como ya hemos afirmado en otra ocasión, lo es porque lo es del crimen, así empezó, y así terminará.

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73M
-“ Pero en todos los casos sí es bueno hacer algo ligeramente imprevisto, como depositar, de manera premeditada, unas pocas monedas en algún lugar visible, al alcance de su mano, o bien una pequeña jaula con un jilguero, o un papel en blanco y un lápiz encima de la mesa, como si fuéramos a tomar nota, o quizás mantener entre los dedos una flor marchita o de plástico. ¿Para qué?, para nada, la vida es absurda y hay que hacer algo que lo demuestre y crear con ello una inseguridad creativa, obliga a pensar con los ojos.

Esa es la expresión que resume toda la puesta en escena: discreción decidida, contención resuelta y sorpresa imaginada. Todo ello sirve igualmente para las demás variantes, hombre-hombre, mujer-mujer, y todas la otras, las combinaciones son interminables y no se acaban con esas cuatro, la fauna amorosa es extensa e inabarcable para cualquier imaginación. El objetivo es siempre la suspensión previa a la caída que ocasiona la promesa incierta, el halago futuro, la caja entreabierta o la hoja del cuchillo todavía en su vaina”. (La madeja. Cartas a un amigo.)




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73H
-“Tienes toda la razón, Verónica, todos propendemos al suicidio cuando encontramos a nuestro verdugo, esa belleza entrevista de la que hablas, la verdad sospechada y la bondad propuesta desarman, nos dejan “still”, “todavía”, en tierra de nadie, pasmados, maravillados y suspendidos, sin tocar el suelo, ni muertos ni vivos tampoco. Eso es la pintura, toda ella lo es de cadáveres que no huelen. La buena pintura consiste, precisamente, en plasmar la inmovilidad. Aunque se diga que se quiere, a través de una buena técnica, representar el movimiento no te lo creas. Los grandes pintores saben que tal pretensión es una quimera, así que no intentan seguirla y sí, en cambio, afrontar la realidad de la vida que nos muestra el otro lado de la pintura y que no es el que da a la pared de la que está colgada. 

Se me acaba de caer un botón de la camisa, pendía de un pobre hilo que se ha terminado por romper.” (El hilo. Cartas a una amiga.)

miércoles, 22 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (72)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

72. La Vanguardia.

Pero ahora debemos regresar al presente. 

En un tiempo lejano el ser humano perforó un muro construyendo en él la primera ventana abierta al mundo. A su través vio lo que tenía delante de sus ojos.

Siglos después consideró que debía cerrar la abertura, tapiar de nuevo la pared y cerrar la ventana. Así nació la vanguardia y una nueva era de oscuridad, llena, paradójicamente, de luz, de colores y de formas sin pasado que colmaban una extraña ansia de conocimiento y de libertad.
Desde los experimentos precubistas de Cezanne, pasando por la abstracción de Kandinsky y la infinitud de “ismos”, llegamos hasta nuestros días.

Las nuevas “propuestas” proliferaron por doquier al mismo tiempo que sus manifiestos que los justificaban y trataban absurdamente de explicar. Eran más panfletos que tratados y con ellos se proclamaron las nuevas estéticas y los nuevos dogmas como si fueran profecías que anunciaran un nuevo mundo, una nueva era, una nueva civilización incluso y un nuevo hombre que debía edificarla sobre un pasado ya completamente inútil, carcomido y nefasto. 

Dadaísmo, surrealismo, futurismo, neoplasticismo, expresionismo abstracto, constructivismo, suprematismo, serialismo, racionalismo, creacionismo, situacionismo y miles más. Todos formaron parte y fueron protagonistas también de esa nueva civilización que nacía con la industria y la anhelada emancipación de las masas. “Al igual que la política del proletariado, las vanguardias artísticas postularon el abandono de la memoria, la liquidación de las formas de experiencia del pasado, la destrucción de sus símbolos y sus estilos, en nombre de un orden civilizatorio radicalmente nuevo.” (“La linterna mágica”, Eduardo Subirats)

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72H
-“Ya sabes, querida Verónica, que en buena parte te conocí en un burdel que había a la orilla de un lago. Hay momentos casi secretos que yo no desvelaré y que forman parte de la historia escondida de cualquier serrallo, ésa que nunca debe mostrarse a desconocidos. Si alguien quiere saberla que vaya de putas y trate de averiguarla, que pague por sexo. Eso es algo que todo el mundo, en algún momento de su vida, debería hacer, pagar por sexo, es muy instructivo, es una de las mejores maneras de conocerse a sí mismo, mejor que mirarse en un espejo”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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72M
-“Escúchelo paciente y atento, continuaba mi profesor, luego recrimínelo un poco por cosas secundarias, no mucho, lo suficiente para que sea creíble el que después le dé la razón en lo importante. Dígale que lo comprende, que sabe de qué le está hablando y que se pone en su lugar, sea empática. No haga comentarios sobre su cuerpo, no se le ocurra hablar de su belleza ni de sus ojos ni de sus labios, pero si le ofrece la oportunidad pregúntele algo personal, si le gusta la ciudad donde vive, por ejemplo. Procure también acompañar sus palabras con leves gestos de manos que las dibujen como si el que las escucha fuera algo sordo, la mímica siempre seduce, es imperceptiblemente persuasiva. Y sonría, poco, pero sonría siempre de manera tan sutil que sólo sonrían los ojos, la boca úsela únicamente para hablar.

En este sentido, cuando vaya a despedirse, ofrézcale sólo la mano, no lo bese, la gente besa demasiado hoy en día, sólo hay que ver los concursos televisivos llenos de besuqueos y abrazos enfervorizados, y mucho menos en los labios, es hollywoodiense y puede confundirlo.  Piense que en realidad siempre hay muy pocas razones para besar.

Tenga en cuenta que si usted es un hombre y ella una mujer la escenificación es básicamente la misma. Al irse tampoco la bese ni la toque, mantenga siempre una prudente distancia de medio metro entre ambos, no hacer nada es la mejor manera de hacer algo, ella o él no olvidarán jamás lo que usted no hizo.”. (La madeja. Cartas a un amigo.) 

lunes, 20 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (71)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

71. La Venus de Milo.

Monsieur Dufrenne, en su “Pintar siempre”, nos propone una magnífica sugerencia que ya hemos mencionado sin citarlo, la idea de la obra de arte como ingenio terminado, no en el sentido de ser un elemento del pasado y sí como una obra ultimada, incluso y a pesar de presentársenos mutilada. En el “siempre” de su “Pintar siempre” creemos hallar ese presente que siempre pasa y que nunca permanece. 

“Cuando miramos la Venus de Milo no hemos de imaginar una mujer entera; a esta piedra mutilada no le falta nada, como tampoco a un torso de Rodin; la estatua aparece plenamente, gloriosamente sin defectos; lo que queda en los lindes del ser, sin acceder al aparecer, es el mundo que abre este mundo indefinible de la gracia y la serenidad”.

“¿El pintor ve su obra o la imagina? (…), la ve producirse a medida que la trabaja. Éste es el secreto del hacer: el pintor no tiene la pintura en sus ojos, sino en sus manos. También él, por tanto, responde con todo su cuerpo a la llamada de la obra; como el espectador, pero para estar presente en lo que hace, y no en lo que está hecho.”

Eso es así, pero es indudable también que el ojo “hace y pinta” la pintura al mirarla, cada espectador la reconstruye, bien o mal, pero la inventa casi de nuevo, incluso cuando, fuera de lugar y de manera cursi, puede sentir lástima por la falta de brazos de la Venus de Milo.
La pintura nunca está terminada, sigue pintándose a través del tiempo con las nuevas generaciones que tienen el privilegio de contemplarla, cada una ve un nuevo mundo emergiendo de entre los colores, los rastros y surcos que dejó un día el pincel.

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71M
-“Un profesor que tú no conociste, querido Víctor, un hombre obeso y físicamente desagradable, que siempre rompía las camas de los burdeles de los que era cliente, me recordaba la poca curiosidad de la gente. Las personas no buscan saber, me decía, las personas quieren ver lo que ya han visto, aprender lo que ya conocen y oír lo mismo de otras veces, lo nuevo los aturulla y pone en evidencia su ignorancia.

Si desea seducir a alguien, dígale, continuaba mi profesor, lo que espera oír, alábelo, pregúntele por sus cosas, interésese por su vida y su persona. Consiga que sea él el que hable mientras usted no cuenta nada de si misma.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

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71H
-“Querida Verónica, un burdel es el lugar más propicio para el simulacro. Las putas no son más que eso en la inmensa mayoría de los casos, unas simuladoras. Su «caché » es más consecuencia de esa capacidad de fingimiento y engaño que de su buen cuerpo. Por otra parte, excepto los imbéciles, nadie cree que todo lo que ocurre en el cuarto sea verdad.

Un burdel que se precie debe tener espejos encima de la cama y en los lados, por todas partes, cuantos más mejor. ¿Para qué?, para mirarse como si el que fornicara fuera otro, ése es el atractivo de verse en un espejo. Uno se ve a sí mismo cuando logra verse como otro”. (El hilo. Cartas a una amiga.)
 

viernes, 17 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (70)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

70. La ataraxia.

La verdadera virtud del hombre contemporáneo, culto y educado, es la imperturbabilidad, el hieratismo de toda buena estatua y la serenidad del sabio oriental que no sabemos si calla porque sabe mucho o porque no sabe nada, la impavidez del antropólogo y del periodista que retrata la muerte mientras acontece. Los muy necios luego se sorprenden y se quejan de que los maten a ellos. 

La ataraxia reina en el mundo junto a su gemelo y compañero, el que le cuenta y le dice las verdades al oído, y que no es otro que el desasosiego, el malestar de Eva, el pánico y el ansia, y una ligera nausea y frialdad en las manos y pies. Ella es la emperadora en un mar de buenas intenciones y en un clima que creen que se altera y cambia cuando los que se transforman son ellos con el paso del tiempo al envejecer y al devenir estériles con sus vaginas secas o sus próstatas hinchadas, porque ni la nada ni el miedo mudan ni terminan nunca de desaparecer, mientras todo… todo se nos sigue escapando.

Mi querido amigo asesino decía cuando se emborrachaba que:

“El Arte es el nombre de las cosas, y también es nuestro nombre, es el nombre que está anotado en una lista, es el que alguien algún día pronunciará frente a toda una multitud o en la más absoluta soledad de una habitación de hotel cualquiera. Al oírlo sabremos que alguien nos llama y entonces habremos de escuchar la pregunta que se nos hará.” (“Augustus y Fidelius”, el peletero)
¿Alguien sabe cuál será la pregunta?

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70H
-“No deben de extrañarte mis palabras, querida Verónica, te correspondo igual que tú a mí, eres un animal celoso y yo lo era también, animal y celoso, celoso de ti y de tu compañía que ofrecías siempre a destiempo y cuando te apetecía.

Nunca te dejé por ninguna, pues si es un misterio y una aventura la compañía de otro ser y de otro sexo, más lo es la de otra especie, amiga mía, aunque no fuiste nunca mi dulce lagartija, ni de cuerpo ni de mente, eras toda una serpiente, recuerda que soy peletero y de ti hice, y volvería hacer, cinturones y látigos con tu piel plateada”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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70M
-“Sí, ya sé que también te hubiera gustado fabricarte unas botas o una chaqueta de piel humana y enamorar a una mujer extraordinaria que tuviera a un marido enfermo y en la cama, mezquino y cabrón, pegarle un par tiros al cornudo y fugarte con ella hasta que la policía os atrapara. ”Maté un hombre en Reno sólo para verlo morir”, cantaba Johnny Cash en “Folsom Prison Blues”. (La madeja. Cartas a un amigo.)


miércoles, 15 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (69)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

69. Del todo a la nada.

El camino del todo a la nada ha sido arduo y largo, hay que reconocer que no es fácil usar tanta goma de borrar. 

Sin embargo, la última etapa de tan complicada carrera se ha desarrollado a toda velocidad como en una película a la que se le hubiera terminado el presupuesto antes de hora y de acabar el rodaje.

En un par de escenas el guionista ha debido matar a los protagonistas sobrantes y dar a la boda final un inesperado desenlace: el amor ha desembocado en un desencuentro y en un divorcio un poco triste aunque nadie sabe exactamente por qué. Es el famoso vacío del estómago, la consabida soledad y abandono, eso que los filósofos han llamado nihilismo. La nada se ha convertido en la verdadera razón para pintar, filosofar, copular, o convertirse en un terrorista suicida. 

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69H
-“Querida Verónica, hoy he tenido un día duro, pero provechoso, he vendido algunas pieles a uno sobre el que algún día escribiré algo, un griego. Es un hombre simple y solitario y me ha dicho que tiempo atrás fue feliz. ¿Lo fue con una mujer guapa?, no. ¿Con otra dentro de su cama?, tampoco.

¿Lo fue cuando fue rico?, ¿Cuándo fue un Rey?, ni mucho menos. Entonces, ¿cuándo fue feliz?
Algún día escribiré algo sobre cuándo fue feliz él, no sé qué diré, pero sospecho que fue feliz de la misma manera en que yo lo fui también. 

Siempre te escribo tarde, pero es que antes no puedo, hay demasiada luz y demasiado hoy”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

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69M
-“Querido Víctor, al igual que el antropólogo, como fotógrafa, no debo de hacerme presente. Como el etólogo y el naturalista, el periodista tampoco debe dejarse ver, ha de permanecer impasible haciendo fotografías mientras ve las personas morirse. 

A. hace buenas capturas escondido tras una sombra mientras el bullicio pasa por delante de sus ojos.

Dios tampoco está, no se le ve, no interviene, quizás espera su momento, el instante decisivo. Dios nos aguarda en su casa y deja que nosotros nos las compongamos en la nuestra.

Morir siempre ha sido el mayor espectáculo del mundo, no tiene parangón ni tampoco igual. Ni siquiera el sexo llega a ser un buen rival de la muerte en directo aunque yo me esfuerzo en que lo parezca. ¿Se dan cuenta de ello mis amantes, o sólo ven, como tu mismo afirmabas, una variante del “estar” banal, de la distracción y de la diversión, del entretenimiento y del juego? No lo sé, sin embargo, tú fuiste el único que al que no engañó el capote rojo que te tendí, me corneaste en pleno vientre, me levantaste por los aires, me dejaste caer mil veces y no te dignaste ni siquiera a rematarme. Todavía estoy tendida en mi cama.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

martes, 14 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (68)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

68. La emancipación de las masas.

El siglo XX nos demuestra una verdad dolorosa y singular, y una profunda e irreparable decepción a tanto esfuerzo mental y moral que, desgraciadamente, la democracia liberal tampoco ha sido ni es capaz de remediar superada por los acontecimientos que su propio éxito ha generado. 

La verdad no es otra que una triste evidencia, la deseada, querida y buscada emancipación de las masas es un fracaso, un absoluto fiasco, una nefasta y cruel utopía, y que, llegado el momento, termina siempre por convertirse en una distopía sangrienta y asesina. ¿Deberemos implantar la República de sabios de Platón?

Desde las fuentes del Nilo hemos recorrido un largo trecho, en él ha habido de todo aunque cualquiera que tenga dos dedos de frente sabe que el camino apenas acaba de empezar. Poco hemos aprendido todavía, excepto saber que los errores siempre se repiten. 

Muchos han querido fabricar la obra de arte total que explicara y contuviera el mundo de una sola vez, pero ése es siempre un viejo anhelo romántico y fascista abocado al permanente fracaso.
Al final, la libertad y sus corolarios, el Arte entre ellos, no son más que una simple consecuencia de la Razón de Estado y no al revés. 

El mundo sigue y seguirá poblado hasta su final por esbirros, por dueños y por esclavos, por clientes y por sus prostitutas. 

De entre todos ellos no diremos que las últimas son las mejores porque no sería cierto, y como no lo diremos nos callamos aunque afirmamos que son las que más nos gustan porque con ellas el trato es claro, “dime que me quieres aunque sea mentira”. El que nunca haya pagado o cobrado por sexo que levante la mano, así sabremos quién es el mentiroso.

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68H
-“Querido Víctor, hay mucha gente que ha perdido las manos, por culpa de accidentes o enfermedades se las han debido de amputar. 

A mi me gusta imaginar que las mías siguen pegadas a la pieles que tocaron, allí continúan invisibles, acariciando todavía aquellos cuerpos.

Muchos han perdido las suyas, sólo hay que fijarse un poco, estar atento y buscarlos por entre la gente normal, esa que aparenta tener dos manos y diez dedos aunque no siempre bien repartidos. 

Cuando veas al primer manco irás encontrando a los demás, no son mayoría, pero muchos esconden el brazo amputado por un extraño pudor, disimulan su condición, no quieren parecer seres incompletos. Lentamente emergerán, sabrás reconocerlos tras esas mangas vacías metidas en los bolsillos y te sorprenderá ver que cada día que pasa son más numerosos. 

Yo soy una de ellas desde que te fuiste, al marcharte, te las llevaste pegadas a tu piel y todavía no me las has devuelto. Sí que me tocaste, eres un mentiroso engreído y presuntuoso, no quieres reconocerlo, sabes tan bien como lo sé yo que me tocaste”. (La madeja. Cartas a un amigo.)
 
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68H
-“La semana pasada, querida Verónica, vi a Freeman, cenamos juntos y me habló, una vez más de su familia. “El eco, me dijo, termina siempre por desvanecerse como si fuera un grito. El rugido de terror se va con el pasado, con él se marcha, pero yo todavía oigo el de esas muertes y con ellas moriré también, concluyó flemático”.

Las palabras de mi amigo eran melodramáticas, pero me hablaba como si viera llover, como si todavía no se hubiera desprendido del estupor y de aquella indiferencia que adquirió en su niñez, que no era más que una falsa apatía, un mecanismo de defensa, a la que lo obligó la necesidad de sobrevivir en aquellos campos. “Ya nada importa porque los asesinos regresarán como lo hace la lluvia, no te quepa la menor duda de ello”, me alertó solemne. “Cultos o analfabetos, elegantes o zafios, refinados o rudos, volverán con los cuchillos de matarife en la mano prestos para la nueva matanza”. (El hilo. Cartas a una amiga.)

lunes, 13 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (67)



Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

67. Adorno.

Una derivada interesante de los nuevos tiempos es el empobrecimiento lingüístico de las imágenes que nacen con las nuevas técnicas, fotografía incluida. Para Benjamín, esa pérdida de significado y la trivialización consecuente de la obra de arte prefiguran el fascismo. No le faltaba razón. Una nueva forma de fascismo, la estupidez.

Adorno también afirma que la subordinación a la técnica es en realidad una regresión. El motivo de la obra, dice, no está en ella misma sino fuera, en la técnica que la produce. No obstante, eso siempre ha sido en buena parte así, el medio condiciona el fin, el mensaje era el lenguaje para McLuhan y la técnica es el mensaje para Benjamín. La diferencia se encuentra, con todo, en el gran poder de los nuevos instrumentos tecnológicos que el ser humano utiliza, capaces de crear una realidad tan virtual como verosímil. Al Arte le ocurre lo mismo que a las armas, cada vez él, el Arte, también es más poderoso y mortífero.

Sin embargo, o precisamente por ello, la variedad de máquinas, herramientas y utensilios varios que manufacturan imágenes en nuestros días, en lugar de ofrecernos una fundamentada visión de la realidad, una variedad de perspectivas, nos ofrece un menú en el que los signos están desasistidos de sentido. Antes, las imágenes, igual que la música, eran escasas, las debíamos buscar en las catedrales y ahora las encontramos por todas partes acompañándonos como rémoras igual que lo hace la música que oímos de fondo en los ascensores de los grandes almacenes. 

Como las visiones de un sueño, el objeto artístico y la imagen se diluyen en una simple cacofonía y desorden en el que todo no sólo cabe, sino que también es visto. “La ventana indiscreta” se funde con el “Gran hermano”, somos ya el ojo de Dios. 

El resultado es la confusión que ocasiona una extraña ceguera. En ese griterío, en la repetición del “horror vacui” se origina una paradójica uniformidad, antesala de un nuevo fascismo, esta vez sin uniformes ni brazos en alto.

La realidad tardomoderna es un ejemplo constante y permanente de esa paradoja. En todos los ámbitos se busca la forma básica universal, el signo primordial que todos sean capaces de leer y de comprar y que no causa otra cosa que una nivelación rasa, de bajo nivel y por abajo. Nuestras escuelas son el mejor ejemplo de ello. 

Citemos a Goebbels: "toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida".

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67M
-“Cuando me levante, se dijo el peletero pintor, buscaré un trapo limpio, lo mojaré, y lavaré con él la mancha. Será fácil, pensó, un pedazo de sábana vieja y agua limpia bastarán, no necesitaré nada más. Cuando deje de mirar la mancha, me levantaré, iré a la cocina, y allí humedeceré el trapo o mi propio pañuelo con agua. La cocina está justo detrás de mí, a mi espalada, pero si quiero ir he de incorporarme y dejar de mirar la mancha, es tan pequeña que tal vez cuando regrese para limpiarla ya no sepa encontrarla, ¿dónde estará?, ¿más arriba o más abajo?, ¿más hacia la ventana o más cerca del suelo?, ¿se habrá ido? Se intranquilizó, empezaba a dudar, tenía miedo, la mancha seguía allí, inmóvil y él no podía dejar de moverse de su silla ni dejar de mirarla un solo instante. 

¿Se encontraba atrapado, raptado por una mancha pequeña de color indefinido que quizá sólo él era capaz de ver?

Pasó el tiempo, querido Víctor, y al cabo de dos meses unos obreros encontraron al peletero pintor muerto, cuentan que estaba sentado en su silla frente a su tela en blanco, plantada en su flamante caballete de madera clara, y con los dos ojos abiertos mirando algo, no se sabe qué de la pared que había al lado, a su derecha”. (La madeja. Cartas a un amigo.)
 
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67H
-“Antes, los nombres y las cosas eran uno. 

Antes, con sólo nombrarte comparecías. Yo te llamaba y venías, pero eso era antes, ahora, o yo me he quedado mudo o tú sorda.

Pájaros de fuego y muchachas floridas, música y poesía. 

Tienes razón, hay un matiz diferente entre observar y mirar aunque no es posible el primero sin el segundo.


También es verdad, como decía Derrida, que en toda confesión hay una concesión. ¿Qué concedemos en el amor?, ya sabes, querida Verónica, que únicamente compartimos el espacio y el tiempo que empieza más allá de nuestros cuerpos, ellos son lo único que tenemos y al darlos y recibirlos pensamos que vencemos a la muerte. Y no. ¿Cómo están tus manos?, las mías nunca llegaron a tocarte.” (El hilo. Cartas a una amiga.)


sábado, 11 de diciembre de 2010

El peletero/La aguja del pajar (66)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

66. Los bebés y las mascotas.

Se cree que la fotografía no es elitista porque del original, el negativo, se pueden realizar tantas copias como se quiera. Tal abundancia facilita su acceso y disfrute al hacerlas llegar a todos los públicos y lugares. Con ella, se dice también, cualquiera puede ya mirar por esa ventana portátil pedazos de realidad. 

La copia fotográfica no es exactamente una copia, es también un original al ser algo nuevo, como la copia de un grabado en relación a su molde. Ambos son hijos de un troquel. La metáfora de la matriz y de la horma es extraordinariamente rica y da lugar a extrañas y perversas ideas sobre el orden, la libertad y la paz.

En la Antigüedad se copiaba constantemente, todos copiaban de todos y no existían los derechos de autor. Entonces cada copia era única, se cantaba en directo y se declamaba en presencia de todos. 

El proceso de miniaturización de las cámaras es continuo e imparable, su abaratamiento también. La fotografía digital es ya un juguete en manos de niños grandes, cualquier cosa puede ser fotografiada y cualquier instante capturado. 

Los seres mas fotografiados son los bebés y las mascotas.

Con ello, tal y como nos señala Benjamín de una manera muy lúcida, las imágenes devienen efímeras y secretas bloqueando los mecanismos de asociación comunes, los que miran son analfabetos y lo que ven es incomprensible y ya no puede ser leído porque ha perdido su capacidad de trascender. La estética ha suplido al Arte.

La multitud y la masa no pueden suplantar a la familia, al clan, a la tribu ni tampoco al pueblo, y el presente no puede ser Dios. El contacto se ha roto, no hay nadie al otro lado de la línea. La única fotografía posible y plausible, y con ella la construcción de imágenes, es la policial, la judicial y la forense. Ella es la que todavía mantiene su sentido. No hay alternativa porque incluso el periodista, que quiere ser un notario, termina siendo un simple político, un fan también, su disección de la realidad es falsaria por interesada –¿no estábamos orgullosos del subjetivismo?-, y no conserva la pulcritud de la autopsia, el periodista vendió su alma por un plato de lentejas en un cuarto oscuro.

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66M
-“Querido Víctor, érase una vez un peletero pintor que se encontraba sentado en su silla frente a su tela en blanco barruntando qué pintaría en ella. Se hallaba tan tranquilo y tan absolutamente relajado y ensimismado que su mirada se había desplazado lentamente hacia un punto de la pared que había a su derecha, allí donde la pintura blanca mostraba una pequeña y casi imperceptible mancha de color indefinido. 

Llevaba bastantes minutos reposando su mente, absorto, mirando con atención la pequeña imperfección, la irregularidad, aquella señal minúscula que quizás marcaba el tiempo transcurrido desde que hacía seis meses había pintado el piso con una moderna pintura plástica de color blanco. Sólo habían pasado ciento ochenta días y la pared ya había empezado a ser vieja, pensó.
Transcurrido un tiempo, seguía observando la mácula, tranquilo y concentrado, pero al mismo tiempo empezando a entristecerse al empezar a barruntar que esta pequeña señal era un descubrimiento inesperado del paso ineludible del tiempo, de la decadencia y de la decrepitud, de la fragilidad de las obras humanas, de la ruina. Aunque, bien mirado, era también una solemne simpleza preocuparse por una pequeña mancha que incluso podía limpiarse con facilidad en aquella moderna pintura plástica. Reconocía que la situación era absurda, pero en su interior crecía un extraño desconsuelo, un sentimiento de fracaso y derrota.” (La madeja. Cartas a un amigo.)

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66H
-“Ayer, querida Verónica, desatasqué el lavabo con un desatascador y barrí el suelo con una escoba, con una bayeta fregué las paredes y lavé los platos con un estropajo.

Puse una lavadora, tendí la ropa en los tendederos y hoy la plancharé con la plancha. 

Quise también colgar un cuadro en el pasillo. Tenía el cuadro y la pared, pero no había manera de que permaneciera colgado, se caía cada vez que lo intentaba, no lo logré. Lo he dejado en el suelo, apoyado en ella, creo que también es un buen sitio.

Alguien me ha recordado que necesito una barrena, un taco, un clavo y un martillo para colgar un cuadro en una pared. Se me habían olvidado esos detalles, la verdad, son demasiadas cosas.
Hacer que la vida siga adelante es a veces indigno. Pienso dejar el cuadro en el suelo, como si descansara. Ya sé que puedes pensar que no termino las cosas, que siempre quedan a medias, pero no es cierto, el suelo es también un buen lugar para una pintura, recostada. ¿No crees?” (El hilo. Cartas a una amiga.)