16 Noviembre 2009
Recuerdos
“Sus mil dedos golpeaban los cristales y el agua los esmerilaba de gris y de plata”. Sin ramas y sin brazos, sin manos para acariciarte llevaba el timón mirando al frente, las nubes crecían en el horizonte que no terminaba nunca de llegar, mientras, mi barca se hundía tras cada legua de más. “No temas”, me decías, “te espero en mi casita del fondo del mar”.
“Tras las nubes, y el viento que las arrastra, vendrá la tormenta, pensabas”. El levante trae agua y el mistral polvo, decías, la lluvia y el torrente arrastran las almas convertidas en sueños que navegan solas sin saber a dónde ir. Mis palabras son los remos y mi vela son tus faldas que penden de mi madero muerto, verga seca, tronco hueco de tu luna llena.
“Quizás ella muera también, de pena, y sin duda de frío”, recordaba haber pensado cuando agonizabas sola. ¿Por qué te estás yendo si yo todavía no he llegado?, ¿por qué te mueres cuando aún no he vivido?, espera a morir conmigo que no puedo vivir sin ti.
“Entre las escamas el verde, entre el metal, tú, y con el aroma de las nubes negras” la tempestad y el aletear sin alas, el espasmo de sábanas y los besos sin fin.
“Lluvia y truenos, y si hay suerte… relámpagos”, luces y resplandores y anillos inmortales en tus pechos de mil colores.