sábado, 28 de noviembre de 2009

El peletero/Meditaciones (9)



2 Mayo 2009

“La catalana és petita, però te el peu gros, lo cul i el cony també, i per pits té dos timbals de pell fina i botó gras i no sap follar dempeus.”
(Popular casolà)
“La catalana es pequeña, pero tiene el pie grande, el culo y el coño también, y por pechos dos tambores de piel fina y botón graso.”
(Popular hogareño)
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Mi burdel preferido lo regentaba un transexual, por eso lo bautizó “La metamorfosis”.
Gregorio, así se llamaba la “Madame”, en honor de Gregorio Samsa, el protagonista del célebre relato de Franz Kafka, estaba viejo y gordo. Yo ya lo conocí cayendo, o deslizándose, como él mismo afirmaba en días de lluvia, o despeñándose por el barranco abatido por ese sol que se abre frente a nuestros ojos siempre heridos en tardes de verano cansado y manso. Estío y hastío por la brisa que se arrastra por el suelo en remolinos caseros. ¿Dónde están las tempestades?, ¿los diluvios y el desastre?, ¿así he de morirme?, ¿cansado y triste?, me preguntaba con su vaso lleno de vino. Sin beber.
¿Cansado y muerto?
¿Dónde están todos?, me inquiría mientras yo lo miraba absorto. ¿Dónde?

« Ou est’elle? », me demandais plourant mon ami Gregorio, « Ou? C'est fou penser que j' peux l'aimer encore, après touts ces ans, tout ces temps passé, touts ces jours obliés, et touts les autres, surtout pur touts les autres, ceux-la, et celles-la, mais elle saivait que j' peux l'aimer, des fois. Des fois qu’il faut. Jusqu'au plus profond de la fin. Mon ami, tu sais, » me disait Gregorio, « que des fois j' voudrais crier car j' peu dir que j’ n'ai jamais aimé, je n’eu jamais aimé personne comme ça. Ça, oui, je peux te l’asuurer, je peux te l'jurer que je le disait: «Si jamais tu partais, partais et me quittais, me quittais pour toujours, c'est sûr que j'en mourrais, que j'en mourrais d'amour, mon amour, mon amour...»

« Mais il ne m'a pas tué, car, malgré mon amour, c'est moi qui l'a quittée sans dire un mot. Pourtant des mots, 'y en avait tant, 'y en avait trop... »

« C'est fou c' que j' peux l'aimer encore, et voilà qu'aujourd'hui, ces mêmes mots d'amour, c'est moi qui les redis. »

« C'est moi qui les redis avec autant d'amour a une autre que elle, à personne, oui, à personne. »

« Je dis des mots parce que des mots, il y en a tant qu'il y en a trop... »

« Au fond c' n'était pas elle, comme ce n'est même pas moi qui dit ces mots d'amour, car chaque jour, sa voix, ma voix, ou d'autres voix, c'est la voix de l'amour qui dit des mots, encore des mots, toujours des mots, des mots d'amour... »

« C'est fou c' que j' peux l'aimer, c' que j' peux l'aimer, des fois... Si jamais tu partais, c'est sûr que j'en mourrais... c'est fou c' que j' peux t'aimer, c' que j' peux t'aimer... d'amour... » (1)

C'est insensé tot c' que Gregorio me disait, moitié extravagant et moitié dément. J’etais incommode, fàcheux avec lui, pleurant et sanglotant come un vieillard desolé, ecoutant déconcerté et bouleversé ces jolis mots d'amour, et comme il les disait, surtout comme il les disait, avec sa voix cassée. Il était triste ecouter et voir mon ami souffrir et presque mourir avec son mal.

Parce que peut-être il est déjà mort.

Parce que peut-être je suis déjà mort.
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El mal de Gregorio, era una francesa pequeña de origen barcelonés llamada Griselda, pelirroja fina como la esquina de cualquier canto de Pigalle, hija de un republicano catalán miedoso que desertó de la masacre y que luego iba alardeando de refugiado de no sé qué. El padre quiso regresar con la hija y con la madre, otra catalana que parecía ser nativa de Java o de Sumatra sin serlo, una modista diestra que aunque no hablaba no era porque fuese muda. Así pues, el padre de Griselda trató de volver alistándose en la División Azul, pero unos cólicos oportunos y unas buenas influencias muy influenciables lo salvaron de la siguiente catástrofe. Griselda también quiso alistarse en una Legión, en este caso a la Extranjera, así lo hizo y así lo contaba ella para contar que se hizo puta y no tener que contar y enumerar a todos los hombres que hacían fila tras su puerta. Esa puta de París, de barrio chino arrabalero y del Ensanche de Cerdà, pertenecía a la antigua saga de damas barcelonesas, menestrales, obreras, burguesas, putas y señoras. Anarquistas, sirvientas, fascistas, ladronas, milicianas, monjas, patronas y matronas. Mujeres que casi no quedan, y las que quedan son ancianas muriéndose como Gregorio, deslizándose dulcemente hacia el mar en días tormentosos o cayendo para ahogarse en la sopa veraniega de Barcelona, pringosa y espesa. Mujeres de cama blanda, de cama dura, de suelo sin barrer. La catalana siempre ha sido comodona, no sabe copular de pie.
Griselda murió loca por la sífilis y enamorada, locamente enamorada de Gregorio que nunca se ha perdonado no haberla amado como ella lo había amado a él.
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(1) Parafraseando « Les mots d’amour », de C. Dumont y M. Rivegauche, cantada por Edith Piaf.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (35)


29 Abril 2009

35. El lobo.

Entonces déjame citarte una frase de “El imperio del sol”, de J. G. Ballard. Siempre me han gustado las historias de niños solos que deben arreglárselas sin la ayuda de nadie, Pere, mi padre, fue uno de ellos. Ballard dice: “En una guerra real nadie sabe de qué bando está, no hay banderas, ni comentaristas, ni ganadores. En una guerra real no hay enemigos”

Eso, peletero, es lo que siempre has puesto tú en mi boca, y yo he tenido que declamarlo porque nada podía hacer para evitarlo, pero me parece que sólo es una manera brillante, aunque demasiado dramática de desviar la atención. Si no hay enemigos es que todos somos enemigos.

Estás blando, Gordo, blando y tonto, parece que estemos intercambiando los papeles y tú seas yo, ¿qué te sucede?, ¿no te ha quedado clara mi disertación sobre las mujeres? Eso es lo que está sucediendo ahora en el mundo, querido amigo, una absoluta decepción, guerra total sin cobertura ideológica. La disputa y el dilema están en manos del legislador y los jueces, y ambos nos han engañado o no han cumplido con su deber, no han sabido o no han querido delimitar los márgenes de qué es o no es un delito. Se han acomodado y se han vendido al dinero fácil. La supervivencia escueta y limpia. Hitler quería espacio vital para su invento ario, ahora necesitamos energía vital sin coartadas, ya no quedan excusas, o razones o motivos inventados, gracias a Dios ya no quedan ideologías. La trampa más habitual en economía es falsificar billetes. Antes imprimían papel ahora alteran los balances, piden crédito respaldado con garantías hinchadas artificialmente y nadie ha sabido desenmascararlos. Gracias a nuestros legisladores ahora nadie sabe a ciencia cierta dónde termina la legalidad y empieza el delito, nuestros políticos no han impedido que se puedan vender o comprar las cosechas futuras de cualquier país como si esto fuera una casa de juego. Incluso la familia, el último reducto, lo hemos destruido hablando bien de los amigos, de la amistad y de todas esas monsergas, esos amigos que creemos elegir frente a la familia que decimos se nos impone por la genética. Muchos, al hablar así, se creen más libres, tanto despilfarro emocional para terminar amando al perro que le compraron anteayer a su hijo, ese niño que vive en casa. Todos afirman esperando que les den un premio por su sabiduría, que prefieren a los animales antes que a los humanos, pero la zoofilia sigue estando mal vista.

Siempre hablas así, hablas de lo que te da la gana, peletero, nunca respondes adecuadamente a nada, te impones avasallando al otro al hablarle de cosas que sabes que no sabe. Pero yo sé todo lo que tú sabes y yo no puedo saber más que lo que ya sabes que sé. Así que estamos empatados, pesamos lo mismo, las mismas toneladas, somos dos pares de Gordos y constantemente nos hacemos trampas, así, como puedes suponer, no se va a ninguna parte.

No sé tú, pero yo no paro de moverme. Nadie parará en ti si no te mira o te escucha, nadie sabrá que existes si no gritas improperios o cantas bien, con hermosa voz, bonitas canciones aunque sea en los pasillos del metro. Si bien, hoy en día es difícil que te escuchen, todos llevan las orejas llenas de prótesis, parece imposible imaginar un instante de sus vidas sin música. Caminan pegados a un auricular y no se dan cuenta de su estupidez andante. En el metro los ves leer en silencio y conversar en voz alta, lo público se ha convertido en íntimo y privado y viceversa. Yo sí sé a dónde voy, Gordo, te comparas conmigo y haces mal, no somos iguales ni estamos empatados. Debes saber, Gordo, que el deber de un hombre verdaderamente libre es el de traicionar a su patria y eso es lo que yo estoy haciendo y lo hago porque mi patria es solamente una, la palabra "compatriota" es para mi un insulto, una ofensa. Yo solamente tengo un compatriota, mi hermano, nadie más.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (34)


27 Abril 2009

34. La Máscara.

Fíjate, peletero, que la democracia y la moral luteranas se fundamentan en todo lo contrario. El héroe enmascarado, sea “Batman” o el “Zorro”, terminan siempre por volverse locos o escarnecer y oprimir más al que pretenden defender. Siempre se confunde el pañuelo que tapa y esconde los ojos de la Justicia, cegándola, con la máscara. Ambos iconos se parecen, están muy cercanos, pero en esa pequeña distancia que los separa hay un verdadero abismo, un océano enorme que ningún puente puede atravesar.

Una máscara es una justicia tramposa, Gordo, eso es lo que es. La autora de este Artículo nos dice y que repito: “La máscara consagra al héroe. Siempre y cuando sepa quitársela a tiempo”.

Eso es lo que es.

Pero, al mismo tiempo, permíteme reconocer que es enternecedor saber que luego encontramos junto a Superbarrio, la llamada “Legión de la Justicia”, “Casero Culero”, “El ecologista universal”, “Contaminación infernal”, “Superanimal”, “Matador”, “Supergay”, y que su momento de gloria anual es “la gran fiesta de quince”, ese día tan especial que en el Caribe, y más allá, dan a los quince años de las niñas. También nos enteramos en este interesante artículo de que el persistente “Comandante Marcos”, aquel mal simulacro de guerrillero cubano o colombiano, se ha convertido en otro mal simulacro de luchador mejicano y que empezó a llamársele, gracias a su pasamontañas, “Cabeza de Media”, y que ahora ya, al no tener la valentía de quitarse la máscara al temer perder su sombra si así lo hiciera, los mejicanos bromistas lo apodan, “Cara de trapo”.

Parece un cómic para niños, historias de superhéroes. En ninguna de ellas los lobos aúllan de verdad.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (33)


24 Abril 2009

33. Los milagros.

Discúlpame, no lo tomes a mal, no quería hacerte daño, te lo preguntaba porque te aprecio, pero a veces…

No te sepa mal, Gordo. Déjame hablar de otra cosa hablando de lo mismo. En la sección “Babelia” del periódico español, “El País”, apareció el domingo 6 de septiembre un magnífico artículo titulado, “El poder de la máscara”, de la colombiana Laura Restrepo, a cuenta de México y de las máscaras rituales y de otras. La señora Restrepo afirma con mucho acierto que: “La máscara consagra al héroe. Siempre y cuando sepa quitársela a tiempo”. Y la semana pasada vi en Madrid un letrero que decía:

¡LOS MILAGROS NO EXISTEN!

Para todo lo demás…

Santería Milagrosa”

Tiene la solución.

-Trabajo, endulzamientos, amarres, rituales, dinero-

¡Consúltate ya!

Todo este texto estaba ilustrado con unas imágenes de una “santera y un “santero” a la manera estereotipada del Caribe, -una especie de mezcla de iconografía yoruba y brujos adivinadores de cartas. Los dos personajes estaban sentados en el suelo junto a cartas astrales, ampolla de ron, etc. y con un pañuelo en la cabeza ella y un casquete él.

¿Qué quieres dar a entender, peletero?

Nada en especial, me hace gracia eso de que los milagros no existen, pero que para todo lo demás puedes hallar soluciones o consejos en “Santería milagrosa”, eso es un perfecto oxímoron. Date cuenta, “¡para todo lo demás!”.

En México, Albert, Eloisse y yo, oímos a un vendedor ambulante tratando de vender un corta-patatas y en su sainete decía que era “para evitar la rutina diaria de cortarse los dedos todos los días”, una inocente y hermosa tautología.

Laura Restrepo, en ese espléndido artículo de “El País”, nos cuenta que uno de los grandes luchadores mejicanos afirmó: “mi máscara es mi alma y mi personaje es mi sombra”. También nos cuenta la derrota de Black Shadow en manos del legendario Enmascarado de Plata, alias “El Santo”. En esa pelea, “El Santo” le arranca la máscara a su rival, al hacerlo muestra a todos su cara, esa desnudez de su faz, su “vera faz”, hubiera debido ser la deshonra final del perdedor, pero sucedió todo lo contrario, se convirtió en su éxito al mostrar a todos su bello y hermoso rostro de hombre y su inmaculada sonrisa blanca con su perfecta y sana dentadura.

La señora Restrepo nos cuenta también con un encanto magistral, su entrevista con “Superbarrio Gómez”. Al leerla envidiamos la suerte de los mejicanos al poder tener cerca de ellos un auténtico superhéroe de verdadera carne y huesos, tan real como nosotros. Su máscara, nos dice que responde al principio de “Fuenteovejuna”: “adquisición de atributos, protección de la colectividad en contra de los beneficios individuales, rostro de todos y de ninguno”.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (32)


22 Abril 2009

32. Upepo

Eso es, querido amigo, el viento es quizás la única cosa en este mundo que no tiene sombra ni rostro, el viento solamente es la atmósfera desplazándose a causa de las diferentes presiones que se producen en superficie.

Solamente en superficie, peletero.

Sí, pero que cuando combina el calor con la humedad, la evaporación con bajas presiones y la condensación del vapor de agua marina, puede llegar a derribar los árboles más poderosos de la tierra.

Sí, y aunque su andar sea sinuoso y serpentino puede provocar inundaciones, abatir diques, levantar casas, coches, transportar a una niña al reino de “Oz” y lo peor, el más terrible de todos los males que puede causar, es llevarse por los aires a las pobres vacas que pastaban tan tranquilas en su establo. Para, al final, terminar siendo unas meras tormentas tropicales y luego una simple borrasca que indefectiblemente nos llega a Europa, cansada y diluida. Nada.

Gracias, Gordo, por ayudarme a completar el proceso.

De nada. Aunque falta lo fundamental.

¿El qué?

Te aprecio, peletero, lo sabes, pero hay momentos en que siento lástima por ti.

Si lo dices de esa manera nadie comprenderá a qué te refieres. Termina lo que tengas que decir. Yo solamente hablaba de viento y aire, de bajas y altas presiones y si me apuras, hasta de globos aerostáticos hinchados a base de soplar sin llegar nunca a silbar. ¿De qué hablas tú?, si puede saberse.

¿También te decepcionó Upepo? ¿No la decepcionaste tú también?

Yo creo que eres un exagerado como lo es tu propia gordura, ni vientos ni tempestades, apenas un soplido que no apaga ni una triste cerilla. No sé de quién me hablas, Gordo, pero ya que lo dices, claro que la decepcioné, por supuesto que sí, no fue ésa mi intención, pero seguro que es como dices y así sucedió. Si quieres que te dé la razón te la doy, ya sabes que soy un resentido, pero también soy un buen sarcástico. Tú eres mi sarcasmo. Eres como yo quiero que seas, no tienes voluntad.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (31)


20 Abril 2009

31. Jane.

Es como hablar de tu gordura, Gordo. Ballard hizo reproducir una pintura perdida de Paul Delvaux para su uso y disfrute exclusivamente. Representa una mujer con un vestido largo de color burdeos que mira fijamente y con atención su reflejo en un espejo en el que aparece desnuda. Ballard dice que su observación “lo transporta a un maravilloso mundo soñado”, y que supone que “habla de algo profundo de la psicología femenina…, deseo, nostalgia, esperanza”. No lo puedo evitar, Gordo, esa frase de “algo profundo de la psicología femenina”, me hace reír, no me burlo, pero me decepciona. Son declaraciones hechas al “The Sunday Telegraph Magazine” el 13 de noviembre de 2005. La cita de antes y que calificas de demasiado larga pertenece a una novela de Paul Bowles. Es sin duda hija de la tan famosa y renombrada de Albert Camus, “El extranjero”, pero quizás en el deseo de superarla, Bowles la hizo más contundente, más demoledora y devastadora. Es una verdadera caída en seco, sin ramas o toldos que paren y amortigüen tu desplome. Al final, el ruido del golpe de tu cuerpo contra el suelo es el mismo que el disparo de una pistola, sin eco, directo al tímpano. ¿Conociste a su esposa, Gordo?, ¿a Jane Bowles, escritora como él? Es un interesante caso de dos muy buenos escritores y esposos, ambos homosexuales.

Sí, la conocí.

¿Leíste su novela, “Dos damas muy serias”?

Sí, la leí. ¿Por qué te ríes de eso que dice Ballard?

Es una risa como la tuya, una risa que no se oye, una decepción.

¿Las mujeres te decepcionan?

¿Sabes swahili, Gordo? ¿Sabes cómo se dice “viento” en esa lengua?”

Sí, lo sé. Se dice upepo.

sábado, 21 de noviembre de 2009

El peletero/Meditaciones (8)



17 Abril 2009

L’oliva del teu front es l’ull del teu cony”

(Anònim pelleter)

“La aceituna de tu frente es el ojo de tu coño”

(Anónimo peletero)


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Mi burdel preferido lo regentaba un transexual, por eso lo bautizó “La metamorfosis”.

Gregorio, así se llamaba la “Madame”, en honor de Gregorio Samsa, el protagonista del célebre relato de Franz Kafka, estaba viejo y gordo. Yo ya lo conocí siendo amigo, y socio de su vieja y antigua camarada, Encarnita. Ambos habían compartido aventuras políticas, artísticas, comerciales y sexuales también, porque como ya sabemos, Gregorio, aunque maricón por gusto y porque sí, chutaba con las dos piernas y remataba de cabeza.

Encarnita, hija de una familia burguesa pobre, era una catalana del Delta del Ebro, donde los arroces son mejores que los de la Albufera. Eso afirmaba sin el menor atisbo de pudor; y fue ese detalle tonto el que le hizo perder, en su lejana juventud, un antiguo novio valenciano, guapo y fallero, con barba de ruso romántico, valenciano de traca y petardo, delgado, tan nervioso como esa agua que no es tierra ni agua por separado y que es al mismo tiempo agua y tierra a la vez. La dos cosas en el mismo lugar que no lo es al ser medio algo y medio nada en mitad del mar.

Su novio valenciano tenía el mejor mechón de cabello negro que jamás había visto. Ese mechón la enamoró, solamente ese cabello cayéndole por la frente. Esa greña que debía recolocar constantemente la atrapó para siempre. Encarnita no paraba de peinarlo con sus dedos de reina del harén, eso le decía a él cuando lo llamaba sultán, emir, califa o amo de mi burdel.

Así que desde entonces prefiere guardar silencio sobre arbequinas, vinos y quesos, naranjas, uvas y frutos secos, y hablar en cambio y directamente de sexo, sin tapujos ni contemplaciones, conversar de sus innumerables ingredientes, mejunjes y componentes, de todos los diferentes procedimientos y recetas, cocinarlas y servirlas personalmente a sus nuevos amantes y clientes, pues aunque nunca ha sido claramente una puta profesional tampoco ha desdeñado un buen regalo. Ella dice que los presentes siempre se regalan a uno mismo, así que aceptarlos es un favor que se presta al generoso que te los ofrece, sean billetes, joyas, pieles o flores del trópico, exuberantes o carnívoras, que comen insectos y arañas, moscas y patrañas. Eso dice ella de sí misma, “en mi rosa mueren gusanos de seda, entre mis pétalos la serpiente se precipita en el horno y con su piel mi peletero me regala cinturones y látigos”.

Encarnita es una mujer de tierra llana, esa que solamente tiene horizonte, que se come el mar a medida que el río va soltando lastre.

Cuando está eufórica, circunstancia escasa en su vida de futura anciana, afirma que el Ebro, ese río de los íberos, es grande y caudaloso, cuando sabe bien, o no recuerda ya, que no lo es, que en realidad es pequeño y ridículo como el pis de un perro, y tan corto como el de una perra. A Encarnita no le gustan los animales, y esa falta de gusto es una pequeña muestra de inteligencia y resentimiento por un sueño perdido en las aguas de aquel río, entre mechones y cabellos negros.

Encarnita es una mujer que dice hallarse a medio camino de algo, melancólica, no para de repetir que ya está terminando de andar aquél que empezó un lejano día al aprender a caminar. Me repite constantemente que “since now I dare not ask any gift from you, or gentle task, or lover promise, not yet refuse whatever I can give and you dare choose. Have pity on us both: choose well on this sharp ridge dividing death from hell” (1). Es extraño que esa mujer que entraba en las habitaciones para inspeccionar a sus putas y que si era necesario y conveniente les enseñaba ella misma, y en pleno servicio, cómo debía hacerse un buen francés, recuerde ahora de esta manera tan bella un antiguo dolor.

Yo sé de qué habla, y lo sé porque el amor que sentí por una mujer y que ella me profesó también me duele, pero es un dolor que no daña ni vence, es la señal de que parte de mí está en ella para siempre.
Según cómo puede parecer obsesión, incluso muchos creen que es un lastre. Pero no es ninguna de las dos cosas, es parte de la vida vivida de la mejor manera en que se puede vivir la vida. Porque la vida no es únicamente eso que ahora vivimos, es también aquello que sucedió y todo lo que tiene que venir.
En cada uno de esos instantes están todos, están mis putas y está incluso ella, incluso ella sin ella saberlo, lo está de manera diferente pero sin dejar de estarlo nunca, siempre conmigo y creo que yo también con ella, porque a ella, quizás a otra ella, también le duele mi amor, le duele el mío y le duele el suyo por mí.
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(1) Parafraseando a Robert Graves y su “The sharp ridge”

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (30)


15 Abril 2009

30. Nicole.

¿Conoces a Nicole Reynolds, Gordo?

Sí, es una cantante de country americano, pequeñita, poca cosa, parece una niña, hay momentos que incluso parece un niño, es un ser andrógino que rasca la guitarra con energía y canta con convicción canciones tristes. Lleva el pelo muy corto y mal cortado. Con ella no sabes a qué atenerte, no sabes si canta bien o te toma el pelo. ¿Eso quieres decir de las mujeres cuando hablas mal de ellas?, ¿no sabes cuándo una mujer te toma el pelo de verdad, se burla de ti o simplemente se aprovecha de algo que tú tienes y ella desea durante un tiempo? ¿Eso te sucede, peletero?

Eso es precisamente lo que me sucede con esa muchacha, ella me sirve de referencia y de metáfora, has hecho una buena interpretación, Gordo, se nota que me conoces y sabes qué me desconcierta, pero ten en cuenta que en ningún caso es ridiculizar un físico, ni tampoco hablar mal de alguien, y menos de esa niña o niño, no es eso. Es que no sé si debo tomarla en serio o si solamente es mi prima Mari Pili cantando muy aceptablemente country americano, ahora que está tan de moda bailarlo disfrazado de cowboy en esos bares que son otra réplica de algo que no son. Tan de moda como la danza del vientre, qué quieres que te diga, ver a una rubita nórdica o a una india aimara vestida de turca me hace reír por más buena voluntad que le ponga. Aunque por otra parte cualquiera tiene el derecho a cantar country, flamenco, bailar al son del ukelele hawaiano o querer ser torero en Tokio.

Cuéntame qué demonios es entonces, peletero. ¿Qué es? y no me respondas que solamente se trata de que no te tomas en serio a las mujeres, que te hacen reír como si fueran unas cómicas en un escenario contando chistes malos o tocando la guitarra desnudas como la novia de “Forrest Gump”, Jenny. ¿Fuiste tú el que pidió que le dieran una armónica?

Es como cuando te falta el criterio para hablar y opinar de algo o de alguien, cuando reconoces que eres un ignorante y no sabes qué decir.

¿A eso te refieres?, ¿no sabes qué es una mujer? Tú siempre has dicho que una mujer es lo más parecido que hay a un hombre y viceversa.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (29)


14 Abril 2009

29. Cayendo.

Entonces deja que te cite el fragmento de una historia que pasa frente a espejos y debajo de puentes de hormigón, pesados y toscos al otro lado del Mediterráneo mirando hacia el sur y algo al oeste, es una cita de la novela “Déjala que caiga”, escrita por el norteamericano Paul Bowles.

Espera un poco, peletero, antes dime si has comprendido las definiciones de Bunge. Si las leemos con atención son evidentes y muy claras aunque utilice ese lenguaje preciso.

Son diáfanas, la realidad de algo se define por la existencia de otro algo. La presencia o ausencia de uno respecto al otro tiene la capacidad de modificarlos a ambos o a sí mismos. Esa es también una forma poética de decir que la soledad equivale a la nada. Siempre se dice que el ser humano se define por tener conciencia de sí mismo, es cierto, tanto como ser consciente del otro. El “yo” no se puede definir sin el “tú”, y viceversa. Y en ningún caso eso es dialéctica hegeliana ni oriental.

Sí, pero el placer y el dolor siempre son intransferibles. Alguna manera debe de haber de salvar la distancia inconmensurable entre los dos, alguna clase de material debe dar forma a ese puente. ¿El Amor es cosa de dos?

No sé, Gordo, quizás es como cuando uno se observa en el espejo, no sé, pero mira por dónde, ésa es una buena manera de introducir esa cita que te anunciaba.

Cítala pues.

“Era difícil saber cómo vestirse adecuadamente por la tarde. Sólo se sentía a gusto llevando dos clases de uniforme: un pantalón y una camisa o un traje de noche, lo cual estaba descartado. Finalmente se decidió por un traje de chaqueta negro con una esclavina de aspecto vagamente militar y adornada con una serie de alamares dorados. En la esperanza de parecer lo más burguesa y correcta posible, sacó una gargantilla de cuentas de oro y se la puso. Se tomó incluso la molestia de buscar un par de de medias y, por último, se calzó como pudo unos zapatos de casi cinco centímetros de tacón. Mirándose al espejo con profundo desagrado, se empolvó la cara con torpeza, dejando caer los polvos en abundancia por toda la parte delantera del traje, y se aplicó una cantidad mínima de lápiz de labios transparente”.

Es una cita demasiado larga, peletero. ¿Por qué siempre ridiculizas el físico femenino?, tus mujeres son torpes aunque bellas, siniestramente bellas, incluso cuando lo son por sí mismas sin necesitar de nadie, indulgentemente bellas, otorgando perdones o suplicando por su propia vida al juez de turno, a su amor, o aquel que pillan en un rincón. Mi Natalia era penosa, es cierto, aunque encantadora, era muy bella pero tenía el rostro perdido y el cuerpo olvidado, quería seducirme y no habría sabido cómo, tú lo hubieras impedido convirtiéndola en una mujer estúpida y abandonada. ¿Por qué lo haces?

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (28)


11 Abril 2009

28. E pur si muove.

Three Sixty Lounge: Tome el ascensor al bar Three Sixty ubicado en el piso 32 del hotel Millennium Hilton Bangkok, y maravíllese ante el mundo en este bar giratorio. Déjese llevar por el ambiente romántico y la suave música de jazz mientras bebe un cóctel y disfruta de algunas de las más increíbles vistas de la ciudad.

Three Sixty Lounge está abierto para: Cena

Vestimenta: Elegante informal”

Horarios:

Lunes 17:00 - 1:00

Martes 17:00 - 1:00

Miércoles 17:00 - 1:00

Jueves 17:00 - 1:00

Viernes 17:00 - 1:00

Sábado 17:00 - 1:00

Domingo 17:00 - 1:00

¿Es toda ella información real?, Gordo, ¿incluida esa que se refiere a la vestimenta aconsejada? ¿Es también real ese horario repetido como una salmodia oriental? ¿Crees que debemos dejarnos llevar por su ambiente romántico, su suave música de jazz mientras bebemos un cóctel y disfrutamos de algunas (no todas) de las más increíbles vistas de la ciudad?

Eres un sarcástico, querido peletero. Yo no sé si es real, eso a mí tanto me da, lo que si sé es que es una información material que te puede matar si la usas para planificar tu suicidio. En realidad esa es la razón para construir rascacielos, que en su cúspide haya restaurantes que sean giratorios es una sofisticación sin demasiada importancia.

Lo que yo creo, de lo que estoy seguro, es que si quiero, si me apetece, si me da la gana, no me ganas en nada, ni en sobrepeso siquiera. Así que deja en paz los restaurantes giratorios que ya sabes que me marean. Cumple lo prometido y cita las dos primeras definiciones.

Yo nunca cumplo lo prometido.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (27)


8 Abril 2009

27. La realidad.

Sí, ¿qué?

¿Qué? Pues que Mario Bunge, en “Materialismo y Ciencia”, define la realidad de la manera siguiente:

“Definición 3. Un objeto x es real si, y sólo si, o bien (a) hay por lo menos otro objeto y cuyos estados son (o serían) diferentes en ausencia de x, o bien (b) todo componente de x modifica los estados de algún otro componente de x.

Definición 4. La realidad es el conjunto de todos los objetos reales.”

Ya debes haberte dado cuenta que he omitido las “Definiciones 1 y 2”, si te apetece las incluyo y las comentamos, es un buen tema de conversación, siempre es interesante hablar de aquello que es real y de aquello que no lo es.

Sin embargo, si te parece mejor, querido peletero, prefiero hablar de los restaurantes giratorios, son un muy buen ejemplo de “no lugar”.

Yo creo, querido Gordo, que deberías incluirlas, si no lo haces es que no consideras a quien pueda leer esto preparado o capacitado para entenderlo, si así fuera sería una falta de respeto y educación intolerables. Los restaurantes giratorios me parece también un excelente tema de conversación por ser un ejemplo notorio, rotatorio y muy evidente del mal gusto reinante. Tú y yo, como lo fue tu maesto, Víctor Zweifel, siempre hemos sido amantes de la arquitectura, aunque sea ésa que es engañosa y falsaria. Somos unos estetas decadentes. ¿Crees que un restaurante giratorio lo es?

De acuerdo, incluiré las dos primeras “Definiciones” de Bunge respecto a lo que es o no es un objeto “material”, pero lo haré al final, ten en cuenta que aunque la 3ª y 4ª necesitan de la 1ª y 2ª, definen solamente un objeto “real” y eso me parece más importante. De ahí que mencione esos restaurantes, ese lugar tan específico que nos habíamos olvidado incluir en esa lista enorme que antes hemos citado. Naturalmente que es decadente un restaurante giratorio, restaurante en lo alto y giratorio, es como si el mundo “girara a tus pies”, y eso no es una metáfora. La fotografía que encabezará el post siguiente es el restaurante giratorio del Millenium Hilton Bangkok, su nombre es: “Three Sixty Lounge”, en su página Web lo llaman solamente “bar”. De ella he bajado esa información:

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (26)


6 Abril 2009

26. Dios.

También es una buena historia para reírse lo que me ha sucedido esta mañana, me acaban de llamar del banco reclamándome un descubierto en mi cuenta corriente, lo ha hecho Alicia, la interventora, la conozco, ya sabes, esa muchacha tan encantadora que dice que es experta en arte sumerio, y que antes de la guerra había participado en excavaciones arqueológicas.

¿A qué guerra te refieres?, ¿a la sexta o a la séptima?

Creo que se refería a la sexta, aquella en que la bomba atómica arrasó Basora, ¿recuerdas?

Tienes razón, ahora ya no queda nada que excavar excepto barrer un poco el polvo.

Alicia, esa muchacha larga y alargada toda ella ha dicho las palabras correctas sin llegar todavía a la amenaza, puntualizando que le sabía muy mal, pero que no era cosa de ella, que en las oficinas centrales las obligaban a llamar y “avisar” de esa manera. Yo le he respondido que ya lo sabía, que no se preocupase por mí, que entendía su trabajo, que la comprendía. Ha sido una conversación curiosa en la que ella, una simple empleada, una esclava, se disculpaba por reclamarme un dinero que debo al banco y que la mejor excusa que encontraba y en la que había sido convenientemente entrenada y adiestrada por su “coach”, era apelar a alguien que no puede ser visto ni tocado y con el cual no puedes hablar. Un sosia de Dios.

Eso también ocurre con todas esas grandes compañías que te prestan servicios por cualquier cosa, agua, luz, gas o telefonía, si preguntas por el que decide las cosas, siempre te responderán que no es posible, que con ése no se puede hablar, como mucho escribirle una carta para dedicarle un rezo, una oración, para exponerle una súplica. Quizás no lo saben, pero han copiado el modelo divino, Dios, el que decide las cosas, está “out”, de vacaciones, de viaje, jugando a crear universos y a inventarse morales y éticas, paraísos y edenes. Te habías olvidado del Edén, otro espacio cerrado, acotado, una nueva reserva para apaches díscolos. El Edén tiene que ser el simulacro de algo, ¿verdad?, no sé de qué pero es la representación de otra cosa, quizás Dios también sea un remedo, una mala imitación, un subterfugio, una estafa.

Siempre se ha dicho que los jardines imitan y recuerdan el “Paraíso Terrenal” y que Dios, en la tradición judeo cristiana, nos hizo a su imagen y semejanza.

Quizás fue al revés.

Quizás sí, Gordo, pero dime, ¿sigues enamorado?

¿Qué?

sábado, 14 de noviembre de 2009

El peletero/Meditaciones (7)



3 Abril 2009

Vell dolor, tornes, familiar, dolcissim i no em puc planyer. Captaires arcaics vetlen quatre brases insomnes
(“Els averanys”, Vicent Andrés Estellés)
Viejo dolor, regresas familiar, dulcísimo y no me puedo compadecer. Mendigos arcaicos velan cuatro brasas insomnes.
(“Los agüeros”, Vicent Andrés Estellés )
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Mi burdel preferido lo regentaba un transexual, por eso lo bautizó “La metamorfosis”.
Gregorio, así se llamaba la “Madame”, en honor de Gregorio Samsa, el protagonista del célebre relato de Franz Kafka, estaba viejo y gordo. Yo ya lo conocí en pleno despertar cínico, afirmando con disimulada convicción que él era un filósofo. Yo lo reprendía y le corregía al decirle que solamente era un moralista resentido, que su transexualidad únicamente le había conducido al mal sabor de boca del deseo satisfecho. Eres un viejo quejoso, le decía, un viejo al que sólo consuela su dolor de viejo.
Gregorio me rectificaba regañándome al recordarme mi condición de putero, de cliente, afamado ya, de burdeles y antros de la mala noche. Yo me quejaba y le puntualizaba que nunca iba de putas tan tarde, que mis horarios de funcionario me permitían desabrocharme la bragueta frente a reales hembras en mejores horas que esas en las que todos los gatos son pardos.
Él contraatacaba replicándome que las putas, putas eran y putas son, son iguales a las cuatro de la tarde que a las cuatro de la madrugada. Claro, le respondía yo, así es, por eso voy a esas horas, ya sabes que yo siempre voto a partidos de izquierda, pero mi entrepierna es burguesa y asustadiza y empalma mejor la comida con la siesta que la cena con el alba.
Sea como sea, terminaba Gregorio, el sexo siempre ayuda a una buena digestión. Eso lo decía mientras se zampaba unas almendras del campo de Tarragona. Eran los frutos de unos árboles de un amigo suyo, un nostálgico que se permitía el lujo burgués de conservar unos almendros y componer poemas cuando los contemplaba florecer. Era uno de los habituales de la “La metamorfosis”, él como yo, un tonto bucólico que sabía combinar lirismo y látigo.
A los dos nos gustaba la mazmorra, las cadenas y la condena por algún mal terrible y un pecado peor.
Gregorio tenía a unas cuantas putas expertas en las artes del bondage y la dominación. Era todo una pantomima y todo era al mismo tiempo una mentira excepto por la redención que suponía la eyaculación y el orgasmo final, algo así como una expiación por todos aquellos pecados que jamás habíamos cometido.
Incluso la humildad puede ser vanidosa, decía Gregorio.
Y tenía razón, por eso nuestra humillación era tan falsa como verdadera lo era la de un auténtico pecador. Por eso también nuestra sangre, derramada en aquellos escenarios de burdel, era tan cierta y real como lo fue la de aquellos mártires que devoraban los leones de Roma.
Escucha, me decía Gregorio. Yo lo miraba recostado en su sofá, vestido con su túnica, sus babuchas de sultán y sus gafas de culo de botella en sus enormes narices leer: “Este mártir –San Genaro- era un hombre con algunas peculiaridades femeninas. Estaba dotado de una suave belleza y padecía periódicas pérdidas de sangre. En la imaginación de la gente la sangre de su martirio está mezclada con la de la menstruación. Era hombre y mujer a la vez, y así pudo convertirse en el santo de los andróginos. En la cripta de la catedral de Nápoles que lleva su nombre, se conservaba entonces la cabeza del mártir decapitado, junto con dos botellas de su sangre, considerada como una fuente de milagros”.(1)
Alzaba sus ojos del libro y me miraba satisfecho. Yo sonreía y esperaba a que se levantase y empezase a declamar con teatrales gestos la poesía con la que comienza el cuarto libro de “La Gaya ciencia” de Nietzsche que dedicó a San Genaro:
“Que con lanza de fuego,
rompes el hielo de mi alma,
para que efervescente corra al mar,
a la más alta de sus esperanzas,
cada vez más clara,
cada vez más sana;
libre en el deber más lleno de amor,
por eso ensalza los milagros que haces tú,
¡el más bello de los eneros!” (2)
Amén, decía yo mientras aplaudía y él me saludaba con grandes y efusivos gestos, saludos y reverencias.
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(1) (“Nietzsche” Rüdiger Safranski)
(2) (“La Gaya Ciencia”, Nietzsche)

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (25)


1 Abril 2009

25. Blam.

Yo creo que las pistolas cuando las disparan hacen el ruido que les da la gana, “Bang” o “Crac”. Y se besa igual haciendo “muá” que “smack”.

Eso que dices me recuerda también una conversación “flamenca” con unos amigos a los que yo intentaba persuadir de que los gallos franceses no dicen “quiquiriquí” sino “cocoricó”, se rieron de mí. Era gente dura que hablaba poco y contaba mal los chistes y que como tú parecían no reír nunca, pero eso les hizo gracia. Yo insistí apelando a los perros y diciéndoles que cuando ladraban no necesariamente ladraban con un “guau”, que también ladraban en catalán, se rieron más, pero yo insistí más todavía, les aseguré que en Catalunya los perros ladraban diciendo “bup”. Se desternillaron de risa acusándome con poco cariño y mucho sarcasmo de que hasta en eso éramos nacionalistas, en los ladridos de los perros. La cosa no es baladí porque todos sabemos que el catalán tiene muchas palabras con la sílaba “au” y de ahí viene que se nos hubiera calificado en otros tiempos de hablar como perros, pero la gracia estuvo cuando vi a uno de verdad que se acercaba a nosotros con su dueño. No me lo pensé dos veces, le ladré con mi “bup, bup” catalán, el perro se detuvo, me miró y me respondió. Mis amigos se quedaron atónitos, tontos no eran, pero les supo muy mal pasar por ello y darse cuenta que su castellano no reproducía tan fielmente como pensaban la realidad, su realidad, una realidad en la que los perros ladraban haciendo “guau, guau”.

Eres cruel, te mofaste de ellos que apenas eran unos pobres ignorantes. No es la primera vez que haces eso.

¿Y eso lo dice el Gordo?, ¿qué me mofé de ellos?

El Gordo dice que te mofaste de ellos, sí, y que les preparaste una trampa sabiendo que caerían en ella, te aprovechaste de lo que tú sabías y de su ignorancia y también de sus prejuicios, los humillaste sin necesidad, solamente para tu propio brillo, preparaste el camino, dejaste que se rieran, que se burlaran de ti, para, al final, dejarlos en la evidencia de su estupidez. Eres bueno preparando trampas y lo sabes, esa no era la primera ni tampoco fue la última que construiste, después de esa vinieron y vendrán más. Eso es lo que dice el Gordo y también que le gusta esta historia, y que quiere ser cursi y llamar esos no lugares “onomatopeyas”. Es una buena manera de bautizarlos.

Tienes razón, pero se lo merecían y alguien debía humillarlos, yo sabía cómo hacerlo y lo hice a gusto. Era gente dura en condiciones de dificultades físicas y vitales, acostumbrados a no pensar demasiado o hacerlo demasiado deprisa, yo solamente eché un poco de aceite en sus bielas. Una maquinaria bien engrasada ayuda a ser cursi y serlo es necesario también para la propia supervivencia. Soy bueno preparando trampas, sí, pero a mí también me gusta la cursilería, aunque ya llené el cupo en su momento, ahora solamente recuerdo que en casa nos bañaban en un barreño y en las piscinas de la Barceloneta todos parecíamos fideos dentro de una sopa, por los muchos que éramos y por lo caliente, orinada y “sopera” que ya estaba aquella agua. John Cheever escribió una historia que se llevó al cine, “El nadador”, interpretada por Burt Lancaster. En ella un hombre recorre y atraviesa a nado todas las piscinas de su condado. Es una buena historia de un navegante de un mar troceado en parcelas, ¿quién decía que al mar o al campo no se le podían poner puertas?

El mismo que dijo que no había caminos

Es para reírse, ¿verdad, Gordo?

Ya sabes que yo nunca dejo de reírme, querido peletero.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (24)


30 Marzo 2009

24. Splash.

Un día me dijiste que uno nunca debe dejarse abatir por la pobreza ni tampoco permitir que se trasluzca en su rostro.

Eres un sentimental, Gordo. Debió de ser una concesión facilona a la psicología dominante en los libros de autoayuda y en los blogs.

¿Recuerdas, peletero, cuando Pere perdió sus hojas de afeitar en su primer viaje a New York y tuvo que ir a una barbería? Entró en la primera que vio y no lo quisieron rasurar porque era blanco y la barbería era solamente para negros, él respondió que le daba igual, que no tenía ningún problema quién lo afeitase. Le replicaron que muy bien, pero que a ellos sí que les importaba a quién afeitaban. En todo caso, si un negro los veía afeitar a un blanco se les terminaba el negocio. Pere se fue pensando que vivía en un mundo raro, pero que el que se avecinaba sería peor. Todavía conservas fotografías en las que se ve las Torres gemelas a medio construir.

Sí, las tomó Pere en ése que fue su primer viaje a los USA. Hoy el periódico publica, dándole la misma importancia gráfica, dos noticias diferentes, la decimocuarta guerra de Georgia y la proeza de un nadador norteamericano.

Te habías olvidado de las piscinas. Un olvido imperdonable, las piscinas vacías es otro de los iconos claves de Ballard y de ese retrato que hace del presente, es otro símbolo del aquí y de nuestro ahora. Piscinas vacías, la imagen de la desolación, de una sequía interior devastadora. El siglo XX ha sido eso, la constatación, en el cuerpo y en la mente, del fracaso, no de la derrota, del fracaso. Eso ya lo decías en la “Poesía fría” a propósito del héroe. Derrota y fracaso.

Sin embargo David Hockney pinta piscinas llenas de agua, azules, revestidas con azulejos y casi siempre vacías o con algún que otro bañista, atónito de no hacer nada más que bañarse en un remedo de paz, de mar y bañera. Ellos dos, Ballard y Hockney unen “Crash” y “Splash”, ambas son un nuevo gesto, una de sus pinturas se titula así, “The big splash”. Lo que no sé es si ese gesto es genuino o puro manierismo, un sesgo, a la manera de…, de otra cosa.

¿Recuerdas la vieja piscina de Corbera de Llobregat?, vacía y con sus charcos verdes, llenos de musgo y de algas, con toda su fauna disfrutando de su vida corta, cazando y comiendo. Sapos, arañas, escarabajos, ratas, pequeñas serpientes, a todos les habían dado su oportunidad.

Era una fauna modesta, pequeña de tamaño. El trampolín estaba roto, creo, o no había trampolín, no estoy seguro. Se hallaba en el camino que llevaba a unos chalets antiguos, uno de ellos tenía un pequeño bosque de pinos y otro, todavía en tiempos de su propietaria, estaba lleno de gatos y apestaba a orín de felino manso. Alguien quería matarlos a pistoletazos. La dueña hedía más que ellos. Tú sabes de armas, Gordo, aunque matas aplastando, conoces bien el ruido de las pistolas, ese estampido seco, limpio, sin reverberación, yo lo recuerdo así. Como al que cae.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (23)


27 Marzo 2009

23. El poder y el idiota.

Es cierto, el Estado colombiano no es lo suficientemente fuerte para ello.

No puede controlar todo el territorio, no tiene suficiente capacidad para ello. El poder sufre de “horror vacui”, no hay espacios libres de él, no existen áreas vírgenes o vacías. El poder es uno, otra cosa es quién lo detenta.

No es ésa una cuestión baladí.

Naturalmente que no. En política hay que ser imparcial pero jamás neutral.

Pero no ser neutral no significa que formes parte de un club como si fuera un equipo de fútbol, ¿no?, y que aplaudas siempre lo que hace, sea eso lo que sea.

Si eso ocurre es el primer paso para justificar el asesinato, las cárceles ilegales y la razón de estado.

¿Qué distingue entonces a Robespierre de Stalin?

Ambos están en las antípodas el uno del otro, pero las consecuencias para los demás son las mismas. El francés era un fundamentalista del bien, un alma pura, un puritano y un fanático de la libertad y de la igualdad, un hombre justo que anhelaba construir un nuevo orden moral sin importarle el precio que se debía pagar.

¿Y Stalin?

Stalin era una bestia, el burócrata perfecto, era el poder destilado, en estado puro. Hay muchos como él y como Robespierre, sólo están esperando su oportunidad.

¿Hitler era distinto?

Sí, Hitler no era nadie ni era nada. No tenía ninguna cualidad, era transparente, no se distinguía del fondo, se confundía con la pared pintada de rojo o gris. Hitler casi no existía, su madre casi no lo parió. Su destino era haberse muerto en una calle cualquiera de Viena o Munich de inanición o frío, o quizás de hambre como un vulgar homeless. Pero…

¿Pero?

Un día le dieron un tambor y lo usó. Hitler era el antónimo de los benditos de los que habló Jesús en el Sermón de la Montaña, un santo al revés. Esa clase de gente existe. Un maldito, un imbécil maligno, un idiota cruel, un estúpido siniestro. Amartilló el tambor y las ratas le siguieron.

¿Todo un pueblo?

He dicho las ratas, no todo un pueblo.

No, no lo has dicho.

No lo he dicho.

No. Javier Cercas afirma que el nazismo nació para perder, que esa era su voluntad en lo más hondo del pozo que lo dio forma. Ninguno de los que lo idearon creyó nunca en su éxito, ni se quiso vencer ni triunfar. Que su propósito era ser una ideología de la derrota, de la hecatombe, del fin. Y antes o después llegamos al gulag soviético y sus corolarios.

No te olvides de aquel muchacho tan simpático que se llamó Pol Pot.

No me olvido, Gordo, no me olvido. No me olvido ni de él ni de sus “The Killing Fields”, y tampoco me olvido de los barcos cárcel que nunca recalan en ningún puerto ni me olvido de Guantánamo. No debemos olvidar nada, pero no podemos recordarlo todo.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (22)


25 Marzo 2009

22. Disponible.

Ahora que lo dices recuerdo tu “educación hindú”, esa metáfora del disimulo y el eufemismo, ¿te has dado cuenta que muchos de los letreros que colocan las agencias que venden y alquilan pisos y casas? Antes, esos letreros decían: “piso en venta”, “piso en alquiler”, igual que en los USA: “to sell”, “to let”, en cambio ahora dicen “piso disponible”, ¿disponible?, ¿para qué?

¿Qué diría Ballard de esa disponibilidad, Gordo?

No tengo ni la más remota idea pero seguramente Ballard se reiría de sí mismo, él siempre estuvo disponible, nunca se encontró cómodo en esa Inglaterra y en aquella comunidad británica de Shanghai que añoraba la hipócrita época victoriana y que vivía apartada del resto de población de la ciudad en un gueto de lujo para millonarios.

No deja de ser una paradoja que se pasaran tres años internados en un campo de concentración y que estuvieran a punto de ser llevados al matadero. Los salvó la bomba atómica y la rendición inmediata de Japón. También es una ironía en un pacifista como Ballard.

Esa siempre ha sido la política de algunos países, los anglosajones y los musulmanes entre ellos. La multiculturalidad es una variante del “club”, cada uno en su casa y Dios en la de todos. Crear espacios separados donde cada cual puede desarrollarse y vivir según sus usos y creencias y donde nunca se mezclan los unos con los otros, todo lo contrario a la interculturalidad que se quiere implantar en España frente a ese aluvión imparable, excepto por una crisis económica descomunal, de inmigración que viene en busca de un mejor futuro.

La famosa Córdoba fue eso, ¿no? Ese tópico de ciudad tolerante y bien avenida entre las tres religiones del Libro lo era porque cada cual vivía en su casa, separado de los demás, aunque solamente una de ellas mandaba y cobraba impuestos más altos a las otras dos.

No seas tan exigente, fue un verdadero espacio de multiculturalidad, a eso algunos lo llaman tolerancia y libertad, siempre ha sido así, incluso en la antigüedad. La gente normalmente no se mezclaba, se soportaban felices o se aniquilaban los unos a los otros, pero no se combinaban los genes, los fluidos corporales tal vez, los genes no. ¿América preguntas? Eran indios. ¿No tengo razón, dices? Claro que no la tengo, pero eso es lo de menos.

Quienes sí conocen bien esas técnicas son los judíos, ellos han sido sus víctimas más castigadas y ahora construyen muros que los protejan de los hombres bomba palestinos. Fueron la víctima perfecta de la jaula perfecta, Auschwitz, el mejor cordero para el mejor lobo. Por cierto, tú eres judío, ¿verdad?

Todos las conocen y todos las han practicado en menor o mayor medida. Los famosos guetos, las juderías, el “encapsulamiento”, la reserva india, los parques naturales, los suburbios residenciales fuera de las grandes ciudades, para ricos o para pobres. “Soweto”, los lavabos públicos con los letreros “White people” y “black people”, la selva brasileña y sus aborígenes enlatados y también la colombiana con sus FARC que pronto serán un espectáculo para turistas.

No seas tan exagerado, el gobierno colombiano no puede controlar todo el territorio, no es capaz.

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (21)


23 Marzo 2009

21. La ciudad y el paisaje.

¿Y esos no lugares?

Áreas comerciales, aeropuertos, túneles del metro subterráneo, gasolineras, estaciones de tren y autobuses, circuitos de carreras de automóviles, motocicletas o caballos, estadios o canchas de cualquier deporte y los maravillosos y apacibles campos de golf.

Las playas, los solárium, las cabinas de UVA, las salas de los gimnasios, las habitaciones de los burdeles, los supermercados, las áreas de descanso de las autopistas, las saunas y los lavabos públicos.

Las cabinas de teléfono, los aparcamientos de automóviles, los recintos feriales, las cárceles, los laboratorios espaciales, Las Vegas, las azoteas de los rascacielos, los basureros y el salón del televisor.

Y ahora también las sorprendentes playas tropicales en espacios cerrados y lejanos de los trópicos donde imitan el oleaje del mar, las pistas de esquí en pleno verano y esos horrendos zoológicos, secuelas inevitables de los exitosos acuarios y peceras domésticas. Y los parques de atracciones donde reproducen “hábitats” históricos en el peor mal gusto que se pueda imaginar. Yo creo, y ya sabes que lo digo por una cuestión personal, por mi condición peletera, que los peores son esos zoológicos que se construyen con el argumento perfecto, la salvaguarda del patrimonio genético del planeta. Frente a ello no hay réplica posible fuera de la que se puede hacer desde la lejanía temporal y mental, esa sensibilidad distinta que conlleva una moral diferente y un umbral del dolor de otra clase, una piedad que no tiene nada que ver con esa solidaridad de escuela de primaria y de Instituto impartida por un profesorado frustrado y deseoso de una jubilación anticipada a los 55 años y por la que estarán dispuestos a mentir más que lo que ya mintieron en su momento para evitar hacer el servicio militar.

Residencias, hospitales, tanatorios, hoteles, moteles. Lugares de paso que no son caminos y que no son tampoco exactamente genuinos al querer disimular su condición en otra cosa.

Incluso las cuevas y las grutas, o al menos algunas. Esas que dicen que son las “capillas sixtinas” del arte rupestre ya deben permanecer cerradas a las visitas por culpa de la contaminación química de la propia apertura. En su lugar se muestran ahora al turista unas sustitutas que simulan perfectamente a las reales. Incluso parece que también la misma gruta de la Virgen de Lourdes ha sido beneficiaria de una mejora. En ella, según nos contaba el otro día un amigo tuyo, hay estalactitas y estalagmitas traídas de otras cuevas y pegadas con cemento para tratar de darle así una fisonomía más adecuada y más “verdadera”

El peletero/Meditaciones (6)



20 Marzo 2009

“Tres pets feu Salomó: lo primer en barba de aquell qui•s desfà per maridar sa fiyla” (Libre de tres)
“Tres pedos hizo Salomón: el primero en la barba de aquel que suspiraba por maridar su hija”
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Mi burdel preferido lo regentaba un transexual, por eso lo bautizó “La metamorfosis”.
Gregorio, así se llamaba la “Madame”, en honor de Gregorio Samsa, el protagonista del célebre relato de Franz Kafka, estaba viejo y gordo. Yo ya lo conocí en esa etapa final que sobreviene a las personas de cierta edad, ancianas. Es una época caracterizada por el pasmo y la estupefacción, no es éxtasis ni embeleso y sí un cierto asombro, una ligera enajenación, un desencanto, una sospecha, la certeza del fracaso, una desilusión.
Gregorio era un hombre refinado, tenía gusto por las cosas y las personas y fomentó la perversión del coleccionista. El burdel que dirigía ya era en sí mismo una colección, las putas lo eran y los clientes también. No un harén y sí una recopilación variable, fluctuante y cambiante.
En las épocas que tuvo dinero, buena parte se lo gastó comprando antigüedades, pequeñas piezas llenas de encanto, figuras que en su lejanía le llamaban como lo haría un enamorado llorón, uno que busca su antiguo amor perdido, fantasmas de jade, de mármol, de bronce verde, como si el liquen lo hubiera atrapado en un sudario de terciopelo.
Gregorio siempre afirmaba que en los objetos están contenidos esfuerzos, esperanzas, sueños y alegrías, que las cosas materiales son todo un cajón de sastre lleno de botones de antiguos vestidos y trajes, hilos que cuelgan de las agujas que los remendaron y zurcieron.
La belleza es una sirena, decía riendo, no hay mejor muerte que sucumbir a su canto.
A Gregorio le gustaba Etruria y ese arte escaso que permanece de su pasado, de allí tenía algunas pocas piezas modestas. Excepto las famosas pinturas de sus necrópolis poca cosa permanece, quedan ellas, sus murales y los nombres de los lugares, “Tarquinia”, “Vulci”, “Volterra”... Tumbas que mostraban en sus paredes escenas de banquetes y amor. Mujeres amantes de sus hombres amados a los que servían predispuestas. Como geishas, dirían los cursis, como hetairas recordarían los que no han ido nunca de putas. Lo hacían como señoras y dueñas, amas y propietarias, una de las mejores mil maneras de ser puta y mujer, decía Gregorio que no era ni puta ni mujer.
La “Etrusca” era una puta florentina un poco boba, morena y bastante peluda, de cabello hirsuto y cara de caballo guapo, al igual que su ánimo, que también era alegre y gozoso, de potro feliz. No tenía esa enigmática sonrisa característica de las estatuas etruscas y sí otra de llana y fácil como su cuerpo, abundante, salvaje, equino y animal. Era medio analfabeta, poco refinada, nada cultivada y tenía un Monte de Venus más poblado que los bosques de Umbría. La pelambrera le bajaba, en un fino hilo, directamente de su ombligo como si fuera un camino ribeteado de juncos y cañas de río, maleza negra que explotaba y florecía en el monte de la diosa y seguía impertérrito y exuberante por los lados de ese mar negro y rojo, para llegar, desvergonzado y húmedo, oloroso y humeante, a las mismísimas puertas del infierno, a la cueva de los vientos fétidos, a la trompeta de los diablos lenguaraces que siempre esperan otros labios y otras lenguas que los calmen.
Fui su cliente en numerosas ocasiones, me gustaban esos pechos de italiana que aunque no napolitana prometían todo lo que daban, y que yo tomaba como si fuera el que pagaba, que eso era lo que yo era, el pagano feliz por simular amar a toda una mujer que me hablaba en un italiano que parecía un catalán raro. Me decía sudorosa “ti amo” y también que “il tuo cuore sa cosa voglio da te” y me reclamaba, con los ojos mirando las cortinas “rosse” de la habitación, mi sincero “t’estim” mallorquín.
Fue la única de mis putas que me pedía eso mientras mi lanza vertía en su mano mi tembloroso corazón blanco.
¿Cuantos años viviste en Italia?, querido Gregorio, le preguntaba a mi amigo. Media vida, me decía sin prestarme atención. ¿Tanto?, no puede ser, no fueron tantos años, le replicaba yo. ¡Y tú qué sabes!, bibliotecario tonto, me respondía mientras escuchaba embelesado a uno de sus niños que más quería, Mássimo Ranieri, cantar “Rose rosse”: “Rose Rosse per te, ho comprato stasera, e il tuo cuore lo sa cosa voglio da te. D'amore non si muore e non mi so spiegare perche' muoio per te. Da quando ti ho lasciato Sara' perche' ho sbagliato ma io vivo di te.”
¿Por qué me llamas bibliotecario tonto?, le preguntaba a Gregorio.
Porque eso eres, hijo de Salomón, un bibliotecario tonto que no sabe que “ormai non c'e' piu' strada che non mi porti indietro amore sai perche'. Nel cuore del mio cuore non ho altro che te. Forse in amore le rose non si usano piu'.Ma questi fiori sapranno parlarti di me.” (1). Me cantaba gesticulando como lo hubiera hecho una Madonna de Rafael y riéndose de mí y en mis propias narices peludas.
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(1) “Rose rosse”, Mássimo Ranieri)

viernes, 13 de noviembre de 2009

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (20)


18 Marzo 2009

20. Dos en uno.

Te preguntaba, peletero, por esa dicotomía entre realidad y ficción, ¿qué opinas?, recuerda que tú y yo solamente somos ficción.

Es cierto, eso somos, pero no creo que exista del todo esa separación que siempre se cuenta y que no solamente Ballard apunta, todos lo hacen porque está de moda pensar eso. No creo que haya tanta distancia entre el espacio físico y el mediático. Una de las primeras elaboraciones filosóficas sobre la mentira es de Platón, donde el arte y la ilusión artística solamente son engaños, mentiras y falsedades. La representación de la realidad siempre ha sido sospechosa de falsearla y cambiarla, engañando así al espectador. Es un viejo dilema y una antigua suposición pensar que la realidad tiene la cualidad necesaria para ser entendida por sí misma. Lo es en un primer término, naturalmente, los físicos y todos los científicos lo consiguen a la perfección, pero poéticamente, que es lo que a mí me importa, la realidad es inasible como lo es el propio presente pues ella en él se da, solamente en él es posible.

¿Entonces, peletero? ¿Igual que en el Olimpo, o en el mundo de los muertos?, ¿el mundo de los vivos también necesita de intermediarios y sibilas que nos cuenten qué es eso que vemos? Sin embargo, ten en cuenta que Ballard habla de otra cosa, creo, quizás, de simulacros de algo, de realidades que no explican otras, sino que imitan a otras, él también fue uno de los primeros en hablar de los “no lugares”, esos espacios físicos, esas representaciones arquitectónicas y engañosas de otra cosa. Yo soy eso, un simulacro, y soy tan gordo que casi soy un lugar y no alguien. ¿Qué te pareció esa exposición de pintura abstracta china que fuiste a ver el otro día?, ¿pintan bien esos chinos?

Los chinos sí, pintan bien, muy bien, siempre lo han hecho, y ahora sólo hay que ver las pinturas del premio Nobel de Literatura del 2000, Gao Xinjiang, un gran maestro también de la pintura china contemporánea. En cambio, esos de la exposición no, son un fraude, Gordo, un verdadero engaño, uno más. El mundo del arte es un terreno apropiado para vender a millones de incautos gatos que pasan por ser liebres. Estos pintores chinos y sus marchantes nos cuentan, como si fuera una novedad, historias viejas de ojos que veían en el garabato la luz del universo. Verborrea mala, sofrita, copiada, plagiada, parecen esos asiáticos que les da por ser toreros, o viceversa, una vergüenza, más por ajena que por otra cosa.

¿Entonces?

Una cosa es la representación de la realidad y otra su simulacro. Tú no eres eso, Gordo, tú eres… gordo, dos en uno, o en una, no sé. ¿Qué eres?, ¿hombre o mujer?

jueves, 12 de noviembre de 2009

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (19)


16 Marzo 2009

19. La primera noche.

Has dicho “veo” cuando te has referido al “Imperio del Sol”, peletero, ¿por qué?

He dicho “veo”, sí, porque me refería a la película, aunque ya había leído la novela bastante tiempo antes, y no me avergüenza afirmar que la escena que filma Spielberg en su versión cinematográfica me gusta, me emociona, me hace llorar. Lloro al ver al padre apartado, su tristeza y ese rostro macilento y gris, la pena, su soledad al observar a la madre y al hijo abrazados. Lloro por la música y lloro por el momento, ese instante especial de reencuentro, saber que has llegado al final del viaje y que en él hallas aquello que siempre has anhelado y necesitado. Me gusta esa seguridad, ver que la piedra no cae de nuevo pendiente abajo. No estar sujeto a ese tonto baile de opiniones o dominado por los celos. Saber que los padres que perdiste o te arrebataron vuelven a estar contigo para protegerte, para vivir con ellos tu vida.

Eso me recuerda esa “primera noche” tan hermosa que narra una de tus amigas que adoptó a su hijo. ¿Cómo se llama?, tiene nombre de caracola, de “petxina”.

A mí también me lo recuerda, aunque me sorprende que la menciones tú, Gordo. Me gustó especialmente su dulce y tierna ambigüedad al hablar de esa primera noche de amor como si fuera la que pasaba con su amado y su amante, creando una deliciosa confusión al ser ese “hombre”, su hijo por el que había atravesado medio mundo para adoptarlo, viajando a las antípodas como hacen aquellos que verdaderamente aman, para buscarlo, encontrarlo, y darse cuenta que los dos habían estado aguardándose toda la vida. Ésa era la primera noche que madre e hijo pasaban juntos, en un perfecto estado de genuino amor. Ella describe la escena de una manera sencilla y absolutamente lograda, es sin duda una forma excelente y verdadera de hablar sobre el presente y la realidad que siempre se nos escapa.

No te extrañe, no debe sorprenderte, peletero, siempre me ha fascinado el encuentro con el otro, y tu amiga lo enfrenta de una manera muy especial y hermosa. Ella calma a Cerbero y penetra en ese mundo muerto para salir renacida al hacerlo con otra vida en sus brazos. Pero, ¿por qué no te convence eso que dice Ballard?, al citarte la anécdota de tus padres en el combate de boxeo parecía que me dabas y le dabas la razón.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (18)


13 Marzo 2009

18. El griterío.

Antes hablabas también de ese “relevo del paisaje físico por otro paisaje mediático donde realidad y ficción se confunden”. Eso es precisamente lo que no les debió de ocurrir a Pere y a Veni, tus padres, aquel día, que al llegar tarde, trepaban a todo correr por las escaleras de la Monumental de Barcelona, una de las dos plazas de toros que tenía la ciudad en aquellos años 40 del siglo pasado, para ver un combate de boxeo, creo que del famoso púgil catalán, Luis Romero. Boxeaba contra un rival que no recuerdo. Mientras subían por el interior del recinto oían el clamor de la gente, y antes de llegar a la boca que daba a la arena se produjo un silencio sepulcral. El griterío cesó de pronto y totalmente. Uno de los dos boxeadores había noqueado al otro en el primer asalto y ellos no lo habían visto, apenas les faltaron un par de escalones. No lo verían jamás, no había cámaras ni existía la televisión. Era un mundo en el que la realidad todavía era la dueña al no tener intermediarios tan poderosos que la representasen, no tenías una segunda oportunidad, ese famoso “replay” de ahora, o esa enorme filmoteca que es youtube, donde puedes ver aquello que te interesa todas las veces que desees.

El boxeo tiene eso, Gordo, ya lo sabes, puede durar apenas unos segundos y la vida apenas oírla en el alboroto y la confusión de la gente sin llegar a verla jamás. El boxeo es un eco lejano de la infantería pesada, desnuda, pero pesada, cuerpos tan compactos que dieron lugar a la “falange sagrada” de Tebas, los soldados de Epaminondas, todos homosexuales y que combatían en parejas, si caía uno, el otro permanecía a su lado guardando el cuerpo. Cerca de casa tenía una zapatería un boxeador español de origen marroquí, Mimoun Ben Alí se llama, hace poco cerró y se jubiló. Fue campeón de Europa de los gallos. Pequeño, fibrado, duro, compacto. Era hermoso verlo boxear con su bello perfil de bereber puro, un hijo del Atlas, un descendiente de aquellos que lucharon al lado de Aníbal y de Escipión casi al mismo tiempo.

¿Un traidor?

Yo no he dicho eso, Gordo. Hitler decía, como decían y dicen muchos, que en una guerra no es importante tener la razón, lo único que importa es ganar, nada más. ¿El amor es una cuestión que tenga que ver con la razón, Gordo?

No.

Por eso se lo compara con la guerra.

martes, 10 de noviembre de 2009

El peletero/Conversaciones con "El Gordo" (17)


11 Marzo 2009

Igual que la guerra, o es total o no es guerra.

Si no lo es, ¿qué es?

Combate. Siempre se ha matado y se ha muerto igual. ¿Cómo?, preguntas, mal. Hubo un tiempo en el que se peleaba en un terreno acotado y muchas veces consensuado, ahora el “ring” es el mundo entero. En la antigüedad la infantería pesada la constituían guerreros en formación compacta, las famosas falanges, sumerias o macedonias. En cambio la ligera, los “peltastas” griegos o los “velites” romanos, solamente disparaba proyectiles y se mantenía a distancia del enemigo. En ambos casos el terreno es siempre fundamental, por acotado en el caso de la pesada, o por el alcance del arma arrojadiza en el caso de la ligera.

Un grupo no muy numeroso de “peltastas”, no sé si tebanos o atenienses, llegaron a derrotar a toda una falange de hoplitas espartanos en la guerra del Peloponeso.

Sí, date cuenta que la piedra, la honda y el arco forman parte del mismo concepto que el rifle y el misil. Los ejércitos contemporáneos son todos “ligeros”, aunque lo que se lanza ahora pesa más.

¿A ti te gusta la guerra, Gordo?

Sí, a mí me gusta la guerra, lo que no me gusta es la batalla, demasiada gente, tampoco me han gustado nunca las orgías, la verdad, ya sabes que soy un sentimental, demasiada carne, ya tengo suficiente con la mía. Cuando hay mucha me hago un lío, me equivoco, no sé si tengo encima o debajo a una mujer, a un hombre o a un perro. Aunque en el sexo, equivocarse no es el verbo correcto para indicar un error.

Eres un sarcástico, Gordo, te gusta decir esa clase de barbaridades. Solo te has acostado con quien has amado, ¿verdad?

No exactamente, peletero, solamente me he acostado con quien me ha amado, es una pequeña diferencia, ¿no crees?

Ya lo creo, sexo con afecto, poco o mucho, pero sin amor. El sexo produce inmunodeficiencia emocional. Ballard dice algo obvio, tanto que parece banal sin serlo y que no termina de convencerme. ¿El qué? Dice de manera pomposa que la contemporaneidad está marcada por la pérdida del afecto y por el relevo del paisaje físico por otro paisaje mediático donde realidad y ficción se confunden. Yo creo que eso siempre ha sido igual, quizás ahora más, ahora el afecto se vierte en las mascotas.

A mí me gusta hablar de afecto.

Es extraño que eso lo diga el Gordo.

No lo es, querido amigo, no lo es. A mí también me gusta hablar de eso; aunque es curioso que Ballard evite pronunciar la palabra “amor” y siempre te encuentres con la palabra “guerra”.

No es curioso, era un hombre inteligente. En su obra pseudo biográfica está muy presente. No me importa parecer cursi y sensiblero al reconocer que cada vez que veo la escena final del “Imperio del Sol” me saltan las lágrimas, siempre me ocurre igual.