jueves, 24 de febrero de 2011

El peletero/La aguja del pajar (98)


Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.

98. Las tres muchachas.

Las tres muchachas nos son mostradas en plano corto mientras en “El censo…” no atinamos casi a encontrar a la Sagrada Familia montada en su asno. El paisaje de Brueghel es despiadado como solamente lo puede ser el frío miserable que mata y que lo hace peor que el calor y el sol y que nos recuerda al mismo tiempo una cancha de juego en la que los protagonistas corren detrás de una pelota, parecemos Dios viendo el mundo bajo nuestros pies. Por el contrario, el paisaje del pintor francés es un decorado de fondo y nosotros unos espectadores sentados en nuestras butacas de platea. 

La técnica que el flamenco usaba para pintar la nieve era casi metálica, plomo sucio, las tablas necesitaban un trabajo previo, debía dotarlas de una capa que aguantara el peso de la mole nevada. En cambio, el amarillo de Millet, sus marrones y ocres parecen el mismo polvo flotando en el aire del atardecer. 

“Yo no digo que Millet no emplee el blanco cuando pinta la nieve, pero sí pretendo que él y los otros tonalistas, si un día lo quisieran, podrían hacerlo de la misma manera que Delacroix lo dijo del Veronés, que pinta mujeres desnudas, blancas y rubias, con un color que de por sí se parece mucho al lodo de las calles”. V.V.G.

No obstante, un rasgo que ya hemos mencionado las une: en las dos obras todos los personajes son tan anónimos que por no tener no tienen ni cara ni rostro. Unos están lejos y las tres espigadoras ocultan el suyo en su gesto y en sus cabezas agachadas y sus pañuelos que las ensombrecen y tapan, ellas son el único elemento de sombra, el resto es un campo humano, tierra alterada por el hombre con su trabajo. 

Millet tiene muchos paisajes de esta “naturaleza” domesticada, un panorama que abarca hasta donde llega la vista, claro y luminoso, prefigurando el magistral amarillo de Vincent y la luz del Mediodía francés.


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98M
-“Por más que cortes una cuerda siempre te quedarán dos cabos, algunos, amor mío, se cuelgan de ellas mientras otros hacen lazos.” (La madeja. Cartas a un amigo.)


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98H
-“Tomar medidas con una cinta métrica no es ninguna opinión, es un hecho, Verónica querida, de pie o en un lecho, vivo o de cuerpo presente hay que saber hacerlo.” (El hilo. Cartas a una amiga.)