lunes, 7 de marzo de 2011

El peletero/El valle del silencio (1)


El Valle del Silencio (1)

“El silencio suele elegir lugares recónditos para asentarse: unas veces es un riachuelo de Costa Rica (río Silencio), otras una costa de Oriente (la Costa del Silencio) Cuando alguien descubre uno de estos lugares lo bautiza con el nombre de este extraño envoltorio que se rompe al menor descuido. En la provincia de León hay una comarca que se llama… 

(Fernando Palacios, “El Silencio”)

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Uno.

“Habían estado todo el día anterior combatiendo para conquistar una triste loma a base de disparos de fusil y lanzamientos de piedra, que era casi lo único que tenían los soldados republicanos para hacer la guerra. (Bienvenida)

Dos.

“Yo me quedé con él la primera noche que estuvo ingresado en el hospital. Cansado y muerto de sueño le abandoné por un instante y salí a la calle. Quizás eran las cuatro o las cinco de la madrugada. Apoyado en una barandilla y mirando a la puerta principal me dediqué a saborear la soledad de una noche de primeros de agosto. La ciudad vacía y de vacaciones. No hacía calor. (La sonrisa más bonita del mundo)

Tres.

Este mes de agosto, el día que fuimos al Valle del Silencio, un hermoso paraje de la comarca leonesa del Bierzo, visitamos la cueva de San Genadio, un ermitaño que la habitó solitario en la Edad Media, y en el ya lejano siglo IX.

Por la mañana habíamos estado en el Monasterio, abandonado y un poco restaurado, de San Pedro de Montes del siglo VII. En su Iglesia vimos el arcobaleno reflejado en sus paredes que penetraba por una vidriera. Luego comimos en Peñalva, un pueblo pequeño, precioso y apartado. Nos atendieron en una cantina que regentaba una catalana, Anna, que, aunque casada y con hijos, rememoraba al anacoreta que se había apartado del mundo, quizás para pagar menos impuestos o tal vez para regresar al útero materno.

El cuerpo es una casa, la ciudad es una casa, el cosmos es una casa, ¿la anachoresis representa un ideal de autarquía con el que perseguimos la independencia?, ¿para habitar nuestra casa debemos abandonar las otras?

En los postres, y junto con el café, la hostelera nos invitó a un exquisito y medieval orujo de 

saúco, sabroso, digestivo y sedante.

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Los fenómenos son lo visible de las cosas desconocidas, Anaxágoras.