Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.
53. Pico Della Mirándola.
En una línea diferente de pensamiento deberíamos incluir a Pico Della Mirándola cuando afirmaba que el ser humano “es el artífice de sí mismo”,  que logra ser todo aquello que se le antoja, y que no siendo de este  mundo ni de ningún otro puede, si así lo desea, construirse y dotarse de  la forma que prefiera. El hombre parece no ser nada, y por ello  consigue serlo todo porque todo está a su alcance, en la palma de su  mano, que con el ojo y la boca son las dos mejores metáforas  morfológicas de su ser.
Casi parece, en el sentido del capítulo anterior, un elogio a la mentira.
Eugenio Trías, en su “El artista y la ciudad” considera que los asertos de Pico se contraponen a los de Platón. Trías dice que: “todos  los argumentos que avalan el decreto en virtud del cual Platón decide  expulsar al artista de la ciudad son esgrimidos por Pico como pruebas de  admiración y maravilla de esa criatura, el hombre, que basa su dignidad  en eso mismo que era para Platón iniquidad. Si el artista mimético era  expulsado por razón de sus metamorfosis, por razón de su incapacidad  para asentarse en un lugar, para adecuarse a un oficio o actividad, para  definirse según un determinado patrón de identidad, ahora, todas estas  razones de expulsión son, para Pico, razones de incorporación. Son  inclusive algo más: eso que hace del hombre el ser supremo de toda la  creación.”
Hoy en día leer la frase “Ser supremo de toda la creación”,  produce una sonrisa algo avergonzada cuando constantemente nos hacen  ver la escasa diferencia genética que existe entre una mosca y una  persona, arguyendo exclusivamente la cantidad, el número similar de  genes que cada uno posee, y olvidando que aquello que separa el agua del  hielo es un solo escalón.
53M
-“Querido  Víctor, Platón era uno de nuestros grandes temas de debate en el que  ambos estábamos casi siempre de acuerdo, aunque yo nunca era tan  drástica como tú, me gustaba pensar que podía haber cosas perfectas en  un mundo perfecto, más allá del nuestro. Me sorprendió la  primera vez que te oí decir que el famoso mito de la caverna y la  acepción popular de la palabra “apariencia” eran una buena manera de  disculpar nuestros errores y escasas virtudes, afirmabas irónico que no  podemos acertar si la misma realidad se nos esconde.
Tú preferías la segunda acepción, la de “aparecer”, por eso te gustaba la pintura.” (La madeja. Cartas a un amigo.)
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53H
-“Querida  Verónica, me dijiste un día que todas las ciudades con mar terminarán  inundadas y medio sumergidas en las aguas, devendrán entonces perfectas,  decías. Es cierto, navegaremos y veremos las casas desde unas góndolas  celestiales como las que dibujó Moebius. Yo remaré y tú me mirarás  remar, pensarás que estás en Venecia y sólo estarás muerta. 
Mi  muy amada amiga, de Venecia no se puede decir nada más, de momento. Está  tan viva como el cadáver incorrupto de un santo, y a no ser que  resucite como Lázaro tendremos que esperar a que se petrifique como  Pompeya para volver a hablar de ella, ¿no crees?”. (El hilo. Cartas a una amiga.)



