viernes, 28 de mayo de 2010

El peletero/Quince días (11 de 23)


24 Marzo 2010

Día once.

Hoy la enfermera me ha lavado como si fuera un bebé.

Mientras me enjabonaba le he hablado de las mentiras que contaba Stendhal y que tan dulcemente nos narró Stefan Zweig en la biografía que escribió de él.

Me ha sorprendido alegremente descubrir que había leído el libro y que sabía de memoria la obra de ambos.

Hemos tenido una ligera aunque muy interesante conversación literaria que me ha permitido ahuyentar la vergüenza que ya no me queda, pero que deseo pensar que aún conservo.

Le he confesado a mi enfermera que me gustaba encontrar su sexo tan húmedo como su boca en aquella escalera que no subía ni bajaba, y al oírme me ha sonreído.

“Estése quieto”, me ha reñido, hablándome de usted, “que se va a caer de la cama”.

Le he contado también las mentiras de mi joven amante. Todas las que he podido inventar, incluso las ciertas.

Se me ha quedado mirando, escuchando atenta la narración de cada una de ellas.

- ¿Cuándo se dio cuenta de que mentía?- me ha preguntado.

- Siempre lo supe, desde el primer día- le he respondido con firmeza y muy seguro de mí.

- ¿Cómo se sabe cuando alguien miente?

- La respuesta a esa pregunta tiene un precio que tú todavía no puedes pagar- le he soltado como si tal cosa.

Al oírme ha abierto los ojos, sorprendida y algo ofendida.

- ¿Por qué no?

Me he callado y he ladeado la cabeza hacia la ventana por la que entraba la luz de un día radiante. Ha sido como una bofetada.

- Dígame- ha insistido- ¿Por qué no puedo pagar ese precio?

- ¿Sabes preparar trampas?- le he preguntado sin mirarla.

- ¿Qué?, ¿trampas?, ¿de qué está hablando?