miércoles, 22 de abril de 2009

El peletero/El dinero y el cafés espeso-Escena tercera ( 1 de 2)

18 Febrero 2008

EL DINERO Y EL CAFÉ ESPESO

Obra en un solo acto y cuatro escenas

Escena tercera (1 de 2)


Se encienden las luces.

Los tres miran sorprendidos la llegada de Aleka, al verla no consiguen decir una sola palabra.

Aleka (Alegre)

He dicho hola, ¿qué os sucede? ¿Por qué estáis tan callados?

Se cierran las luces y se vuelven a abrir.

Hallamos entonces, sólo y solos en la sala, a Javier y a Aleka.

Aleka (Sonriente)

¡Caramba!, tenían prisa esos dos. ¿He interrumpido alguna reunión importante?

Javier

No, ni mucho menos. No te preocupes, deben de tener trabajo.

Aleka (Irónica)

Menos mal, no quiero ser inoportuna. Pero Niko se ha ido sin hacerme el café que le he pedido.

Javier (Mirándola intrigado)

No te habrá oído.

Aleka

Será eso. ¿Tú sabes hacer café griego, mi querido Javier?

Javier (Sonriente)

¿Yo? Claro que no, mi querida Aleka, no tengo ni la menor idea. Deberías ser tú la que sabe hacer un sabroso café griego. ¿No eres tú la griega?

Aleka (Simpática)

Y lo soy, no lo dudes. ¿Todavía no te has dado cuenta?

Javier (Gracioso)

Algo raro notaba y no sabía qué era. ¿Así que es usted griega, señorita?

Aleka

Sé cómo se hace, pero siempre me da pereza cocinar, (irónica) quizás por eso estoy delgada. ¿Te gusta mi figura?

Javier

Claro, pero ¿sabes o no sabes hacer esa cosa que llamáis café?

Aleka

No te preocupes, darling, parezco tonta, pero hasta ahí llego, sí sé hacer un buen, espeso y apestoso café griego.

Javier

No digas otra vez, que pareces tonta.

Aleka

Es lo que todos pensáis, ¿no?

Javier

Claro que no. ¿Tú crees que yo pienso que lo eres?

Aleka

Sí hombre sí, tú también piensas eso, no te molestes en disimular. Di la verdad, el café griego es un atentado a la buena cocina.

Javier

¿Qué te pasa?

Aleka

Nada, ¿qué me ha de pasar?

Javier

No sé, esta mañana sí que jugabas a parecer una tonta, me has desconcertado. ¿Por qué lo has hecho? Tú no eres así, Aleka.

Aleka

No paras de preguntar, pareces un policía.

Javier

Respóndeme, anda, haz el favor.

Aleka

Hacerse la tonta no es nada más que una táctica para sobrevivir, nada más, amor mío, cada uno lo hace a su manera, yo siempre me he hecho la tonta. Tú, ¿qué táctica usas?

Javier

Sí, hoy estás rara, ¿qué te sucede?

Aleka

No me pasa nada, no te preocupes, respóndeme tú ahora, ¿qué táctica usas para que los demás estén contentos contigo?

Javier

Digo lo que quieren oír.

Aleka

¿Dices que te gusta el café griego?

Javier

Eso, sí.

Aleka (Medio riéndose)

Ves, eres un mentiroso.

Javier

¿Cuál es la mentira?

Aleka

Que te gusta el café griego

Javier

Te equivocas. Al menos en este caso no miento.

Me gusta.
(Aleka se lo mira con expresión incrédula y dudosa)

Javier

No me mires así, de verdad, me gusta. Ya lo sabes, lo habrás olvidado tú también, últimamente todos estamos teniendo una memoria muy débil.

Aleka

Bobadas. Dime, ¿dónde está Irene?

Javier

¿Irene? No sé. Pero, ¿para qué has venido en realidad?, ¿Has venido solamente para tomar café conmigo?

Aleka

Hoy tampoco pareces darte cuenta de nada. Te estoy preguntando si sabes dónde está Irene.

Y si quieres te digo que también he venido para no estar sola y para que no lo estés tú, para hacerte un poco de compañía. No te molesta, ¿verdad?

Javier

¿Entonces has venido para saber dónde está Irene?

Aleka

¡Sí, claro, por eso! ¿No me has escuchado? El que está raro eres tú.

Javier

Sí que te he escuchado, y no has venido para eso, has venido para saber si estaba conmigo. Si quieres saber dónde está llámala, seguramente estará en…

Además, ¡si ya sabes dónde está! ¡Está en casa de sus padres! ¿Por qué simulas que no lo sabes?

Aleka

De acuerdo, vale, sí, he venido para saber si estabas con ella, y también para… (Se queda en silencio)

Javier (Intrigado)

¿Qué?

Aleka

Nada.

Javier

Termina la frase. ¿Para qué más has venido?

Aleka

¿No te lo ha dicho Niko?

Javier (cansado de preguntar)

¿Qué tiene que haberme dicho? ¡Habla claro de una vez!

Aleka

Mi hijo Giorgios quiere irse a vivir con Alexis.

Javier

Sí, es verdad, tienes razón, pero me lo acaba de contar hace unos minutos.

Aleka

Ellos dos son como amigos y a mí no me gusta que lo sean.

Niko no es una buena amistad para mi hijo.

Giorgios se lo cuenta todo, se entera antes Niko que yo de las cosas de mi propio hijo.

Tiene más confianza en él que en mí. Y eso no es bueno, no lo es.

Y además me voy a quedar sola.

Javier (sin escucharla)

Hoy me he llevado una sorpresa con Niko.

Aleka

¿Qué ha pasado?

Javier

Hemos hablado de la guerra y me he dado cuenta que es un fanático. Yo pensaba que era otra clase de hombre. Siempre tan amable, con ese humor irónico, siempre solo. Pensaba que era alguien independiente, autónomo.

No sé, me gustaba como hablaba. Esa suavidad y tranquilidad.

Aleka

Todo es mentira, pura fachada. Nosotros lo conocemos. Sabemos quién y qué es.

Javier

Su soledad me atraía, creí que había algo que saber de ella.

Ha sido una verdadera decepción. Necesitaba saber qué es estar solo.

Aleka

Y está lleno de odio, ¿no?

Javier

Más o menos, eso me ha parecido, sí.

Aleka

Niko tiene alma de esclavo. Es un cobarde. Ha soportado demasiado dolor por culpa de su cobardía.

Javier

Ha terminado siendo una conversación desagradable. Vanguelis también ha estado extraño.

Aleka

Pobre Vanguelis, él es un buen hombre. Él sí que lo es. Pero ha cometido una vez más el error que cometemos todos.

Javier

¿Cuál?

Aleka

Confiar en los demás

Javier

No seas melodramática. ¿En quién ha confiado que no debía?

Aleka

No lo soy, ¿quién le mandaba apoyar la causa de otros? Un día se lo dije. Vanguelis, eliges mal las compañías.

Javier

¿Te refieres a la guerra?

Aleka

Especialmente a eso, sí.

Javier

¿Y qué te respondió?

Aleka

Que tenía razón, pero que ya era demasiado tarde.

Los dos acumulan demasiado dolor. Vanguelis todavía vive con su esposa, es un matrimonio roto, cada uno hace su vida por separado. Tienen sus amantes y mandan a sus hijos a estudiar al extranjero. En realidad lo hacen para alejarlos de ellos y así evitar que vean el espectáculo. Mentiras y dolor.

El dolor que yo no quiero tener que soportar. Yo quiero ser valiente. Y el dolor que tampoco quiero que vea mi hijo.

Además no me escuchas, no has oído todo lo que te he dicho.

Javier

Lo eres Aleka, eres valiente ¿por qué dices eso de que no te escucho?, ¿qué has dicho que no he oído?

Aleka

Ya lo sabes, no me pidas que lo repita, me duele.

Javier

Pues sí, te lo pido. No sé exactamente a que te refieres. Perdona si no te he oído bien. Pero sea lo que sea, decirlo en voz alta y delante de alguien te hará bien.

Aleka

No sé si tú eres la persona adecuada.

Javier

¿Ah no?

Aleka

No sé

Javier

Quizás precisamente soy eso, la persona más adecuada.

Aleka

Convénceme de que lo eres.

Javier

Tú y yo somos amigos, ¿no? ¿Soy amigo tuyo, Aleka?

Aleka (Dudando)

Tal vez sí, tal vez lo eres.

Javier

No lo dices nada convencida. ¿No crees que seamos amigos?

Aleka

Supongo que sí.

Supongo que el hecho de que hace seis años, aprovechando que Alexis estaba de viaje, y yo me pasara toda aquella semana que estuviste aquí, metida contigo en la cama de tu habitación del hotel, no impide que seamos amigos.

Javier

Claro que no lo impide, y no lo impide fundamentalmente porque nunca más hemos vuelto a repetirlo. Aquella semana allí se quedó. No tuvo ninguna clase de consecuencias.

Aleka

Hace seis años todavía vivía con Alexis, aquello fue un puro adulterio, además tú tampoco te portaste bien, él era y es tu amigo.

Cuando al poco tiempo me dejó y se fue para irse a vivir con aquella muchachita, y yo me quedé sola, nos hubiera sido más fácil repetirlo y en cambio no lo hicimos. Hubiese sido fácil seguir siendo amantes. Todavía no sé por qué no nos volvimos a acostar juntos.

En aquella habitación se quedaron muchas cosas

Javier

Aleka, el adulterio existió técnicamente hablando, es cierto, pero tú misma me dijiste que hacía un año que no te acostabas con Alexis.

Aleka

Cerca de un año.

Javier

Dijiste un año.

Aleka

No lo recuerdo, ha pasado mucho tiempo, ¿qué importancia tiene unos días más o menos?

Javier

Yo sí lo recuerdo, dijiste un año. ¿Era menos?

Aleka

Si lo quieres saber, sí, solamente hacía cuatro meses que dormíamos en habitaciones separadas.

Javier

¡Caramba!, qué cortos eran los años entonces.

Aleka

¿Te importa?

Javier

Ya no, ya no me importa, pero me quedo un poco sorprendido porque cada vez me doy cuenta que las cosas son un poco distintas de como las contabas.

Aleka (Ofendida)

¿Qué insinúas?

Javier (Irónico)

Nada, no insinúo nada, cosas mías.

Aleka

Yo cuento las cosas igual.

Javier

Sí, puede que tú las cuentes igual, lo malo es que no eran igual.

Aleka

¿Crees que miento?, siempre has pensado que lo hago.

Javier (Cansado y algo enfadado)

Aleka, por Dios, todo eso es ya muy viejo, deja que el río siga su curso.

Y por lo del adulterio no debes preocuparte, hablar hoy en día de eso queda un poco ridículo, ¿no?

Parece una palabra bíblica completamente en desuso: (con énfasis) ¡Adulterio!, qué mal suena ¿no?, es peor que un melodrama latinoamericano de televisión, uno de esos venezolanos que tanto éxito tienen. La gente se los mira igual que esnifan la coca que se cultivan en cada maceta.

Además, todo el mundo se acuesta con quien le da la gana. ¿No es ésa una de las grandes conquistas de la modernidad?, Sí, ¿verdad?, pues entonces tranquilízate, relájate y vete a la cama con quien desees que nadie nunca tendrá el derecho de pedirte cuentas. ¿Vale? Yo, naturalmente haré lo mismo. Todos hacemos lo mismo.

(Aleka no le responde)

Javier

¿Qué querías decirme antes? ¿Soy o no soy la persona adecuada?

Aleka

¿Por qué no lo repetimos? Respóndeme y no des la conversación por terminada, eso es de muy mala educación, ¿sabes?

Javier (Dando media vuelta)

Sí, confirmado, estamos todos amnésicos hoy.

(Levantando un poco la voz y hablando de espaldas a ella)
No repetirlo fue un acierto, Aleka.

Aleka

¿Por qué?

Javier

No pienso responderte. Ya lo hice entonces… hace cinco años…

Pero espera (sorprendido y encarándola), no le des la vuelta a la historia ¿eh? ¿Por qué demonios lo haces?

Era yo el que quería repetir (la señala con el dedo). ¿No te acuerdas? No intercambies ahora los papeles.

El que estaba enamorado era yo, me moría de ganas de acostarme contigo. ¿No te acuerdas de eso tampoco?

Deberías ser tú la que respondiera a esa pregunta. Dime, ¿por qué no salió nada más de aquella habitación, excepto ese recuerdo dulce y al mismo tiempo doloroso?

¿Por qué estuviste todo el año siguiente dándome largas y respuestas sin sentido? ¿No recuerdas nada? Y yo detrás de ti como un perro.

Aleka

(Incrédula) Si tú lo dices. Pareces tener muy buena memoria.

Javier

¡Claro que la tengo! Y te juro que nunca más volveré a repetir algo parecido.

Pero dime eso que ibas a contarme, cuéntamelo si es que soy la persona adecuada para oírlo.

Aleka (Con apenas un hilo de voz)

¿Sí?, ¿lo eres?

Javier (Más cansado y gesticulando)

¡Dios mío Aleka! Haz lo que te de la gana, cuéntalo o no. No pienso arrodillarme y suplicarte.

Aleka

¿Por qué no lo volvimos a repetir?

Javier (Enervado)

Te lo acabo de decir, no insistas Aleka, no seas tan pesada, te lo repito una vez más.

Aleka

Sí, pero eso no es exactamente así como tú lo cuentas.

Javier (Harto)

¿Ah, no?

Aleka

No, Yo podía divorciarme de mi marido, pero tú no querías perder a un muy buen amigo. Esa fue la razón…

Javier (Sorprendido)

¿Qué? ¿De dónde sacas eso ahora? Te equivocas, yo estaba dispuesto a cualquier cosa por ti, incluso…

Aleka

…y terminaste perdiéndome a mí y conservando a Alexis. Os queréis mucho, ¿no?

Javier

Terminamos perdiéndonos los dos, el uno al otro.

Aleka

Te estoy preguntando si os queréis mucho, Alexis y tú.

Javier

¡Claro que nos queremos!, somos amigos.

Aleka (Cínica)

Sois amigos, claro.

Javier (Sorprendido y amenazante)

¿Eh?, creo, querida, que estás apuntando en dirección equivocada.

Aleka, no sigas por este camino, te equivocarás mucho si lo haces. Te equivocaste entonces, no vuelvas hacerlo ahora.

Aleka

¿Te arrepientes?

Javier

Esa es una mala pregunta.

Además soy yo el que debería hacerla.

Aleka

¿Cuál es entonces la buena pregunta?

Javier

No la hay, porque la respuesta siempre es mala.

Aleka

¿Y cuál es la respuesta?

Javier

Siempre te arrepientes. Sea cual sea la decisión, siempre te arrepientes ¿Y tú?, ¿tú te arrepientes?

Aleka

Sí, llevo más de cinco años arrepintiéndome.

Javier (Conciliador)

Olvídate de ello y cuéntame eso que me querías contar, anda.

Aleka (Triste)

De acuerdo, te lo contaré. Son todos esos años así, uno detrás de otro.

Me deja mi marido por una mujer mucho más joven que yo, casi una niña, eso ya es para morirse de risa de tan visto que está.

Me quedaré sola. Mi hijo, que apenas acaba de salir del huevo, también se quiere ir a vivir con él, me mira con aire de superioridad y el año próximo será mayor de edad y por supuesto no podré, ni tampoco lo intentaré, evitar que se vaya. Y además no soy capaz de mantenerme económicamente independiente. Dependo de mi padre y de su ayuda y eso es muy humillante para mí.

Y hasta ahora, encima dependía de Alexis, del hombre con el que no vivo.

Tengo cuarenta y cinco años y la sensación de haber perdido muchos más de cinco. No quiero seguir perdiendo más años de mi vida Javier. Si sigo así acabarán diagnosticándome un cáncer.

Javier

No digas eso.

Aleka

Desde que se fue Alexis, y de eso ya hace cerca de cinco años, he vivido como una monja y tengo amigas que ya van por el cuarto amante.

Y yo en toda mi vida únicamente me he acostado con dos hombres. Alexis y tú.

¿No te parece todo eso muy triste?

Cuando quise rectificar tú ya estabas con Irene.

Javier (Burlón)

Con un solo hombre al mismo tiempo, quieres decir. No con dos a la vez.

Aleka

No te burles de eso.

Javier (Sonriendo)

Intentaba desdramatizar, perdona.

Aleka

Si quieres humor te lo voy a dar yo: en realidad lo he hecho con dos hombres y medio.

Javier

¿Dos hombres y medio?

Aleka

En la Universidad me acosté con un chico, pero la cosa fue tan mal que casi no hicimos nada. Fue cómico. A eso le digo medio hombre.

Javier

Y él te estará llamando igual, media mujer.

Aleka

¿Qué?

Javier

Media mujer. Te estará llamando, eso, media mujer. Para él fuiste una media mujer.

Aleka (Con una sonrisa que la delata)

Nunca lo había visto así, querido.

Javier

Sí que lo habías visto así. Por supuesto que sí. ¿Qué quieres aparentar ser? No te hagas la tonta conmigo, ambos sabemos cómo somos los dos en la cama.

Hoy en día ninguna mujer quiere ser, ni es una simple muñeca hinchable.

Aleka (Irónica y sonriendo)

¿Eres catedrático en sexualidad femenina?

Javier

¿Quieres que diga alguna barbaridad?

Aleka

No, mejor no, no digas nada, déjalo correr.

Javier

Las mujeres os pensáis que sois las únicas que simuláis orgasmos.

Aleka

¿Tú has simulado algún orgasmo?

Javier

Claro.

Aleka

¿Y cómo lo has hecho?

Javier

Ha sido por teléfono.

Aleka

¿Por teléfono?

Javier

Una vez me llamó Irene desde Lausanne, tenía ganas de jugar, mejor dicho, de probar su poder y su encanto. Me dijo que me masturbara mientras ella me decía procacidades por el auricular.

Aleka

¿Y?

Javier

Le seguí el juego y simulé un orgasmo. Todavía se lo cree, nunca le he dicho la verdad. Aquel día aumentó mucho su autoestima y el poder que cree tener sobre los hombres.

Aleka

¡Vaya!...

Javier

¿Es eso lo que me querías contar?, ¿que has estado cinco años haciendo vida de monja?

Aleka

Ya veo que tú no.

Javier

De monja precisamente no.

Aleka (Con una risa amarga)

No me digas que has sido un monje, que no me lo creo. Y menos con Irene.

Javier

A Irene mejor que la dejemos tranquila.

Todavía no sé a qué has venido. Este no es precisamente un lugar acogedor para charlar dos amigos. ¿Quieres ir a tomar algo?

Aleka

Pues deberías darte cuenta, te estoy pidiendo consejo.

Javier

A mí me había parecido que te estabas quejando.

Aleka

Las dos cosas. Y de Irene hablo cuando me da la gana, por eso es mi prima.

Javier

No sé qué decirte Aleka, sinceramente no sé, pero…

¿Tienes celos de Irene?

Aleka (Irritada)

No digas tonterías, ¿puedo tener celos de una mujer que todavía no tiene 30 años, es guapísima y muy atractiva y posee dos licenciaturas y tres Másters? ¿Que trabaja en Suiza, gana mucho dinero, no tiene hijos y es independiente? ¿Qué tiene una lista de amantes haciendo fila? ¿Y de la que sé cómo trabaja en la cama? ¿Puedo tener celos de una mujer así?

No pensarás que en Suiza te ha sido fiel, ¿verdad?

Javier (Sin escucharla y montándose en sus palabras)

Bueno sí, sólo una cosa, no te creas lo que te cuenten tus amigas

Aleka (Decepcionada)

No me escuchas.

(Intrigada)

¿Por qué dices que no me crea lo que me cuentan mis amigas?

Javier

Claro que te escucho, tengo dos orejas, simulo que no lo hago cuando oigo necedades.

Aleka

Respóndeme.

Javier

Porque te mienten, por eso no debes creer a tus amigas.

Aleka

Y tú eso ¿cómo lo sabes?

Javier

No lo sé, pero es lo más probable.

Aleka

¡Vaya!, eres muy listo tú. ¿No te han dicho nunca que a veces eres muy estúpido?, ¿un sabelotodo?

¿No te han dicho que siempre vas de inteligente y que humillas y lastimas a los demás?

¿No te han dicho que te mata la soberbia, Javier, querido? ¿Y que eres estúpidamente sarcástico?

Javier

Sí, muchas veces. Seguro que tienen razón. Pero seguro también que no me equivoco demasiado.

Que te mientan es lo más probable porque es lo necesario.

Aleka

No te entiendo, ¿necesario?, ¿para quién?

Javier

Para ellas, Aleka, para ellas. Cuando te cuentan esas cosas no te mienten a ti, mejor dicho, mintiéndote a ti, se mienten a ellas.

La gente se piensa que el mundo se fundamenta en la verdad, y no es cierto, se fundamenta en la necesidad, de ella nacen todas las mentiras. Por eso es importante descubrir esa verdad.

Aleka (Burlona)

Javier “Don psicólogo”. Javier “Don filósofo”. Parece usted “Buda”.

¿Quién quiere saber la verdad?

Javier

Piensa lo que quieras.

Pero oye, ¿qué sabes tú de cómo “trabaja” Irene en la cama?

Aleka

Lo sé.

Javier (Señalándola con el dedo)

¿Te has acostado con ella?

Aleka (Irónica)

Eso, ¡claro que me he acostado con ella! Si tú lo dices “sabelotodo”, será así.

Javier

No serías la primera.

Aleka

(Silencio)

Javier

¿No dices nada?

Aleka

Dime la verdad, aún estás enamorado de Irene.

Javier (Hastiado)

¿Sólo sabes hablar de ella?, creo que Irene está ya muy amortizada.

Aleka

Sólo sé hablar de las cosas importantes y saber eso para mí lo es.

Irene se cree que es una mujer importante, quiere llegar a ser eso que algunos llaman, ¡una gran mujer!

Al dejar a su primer novio, cuando ella apenas tenía catorce años, se burlaba del pobre muchacho diciendo que no sería nunca capaz de volver a tener una mujer como ella. Decir eso es peor que un pecado. Es peor que maldecir a Dios. Y lo peor es que ella lo decía sin el más mínimo atisbo de culpa o de remordimiento a pesar del desprecio hacia el muchacho. Parecía una reina situada por encima del bien y del mal, lo decía como algo natural. Dios la castigará por esas palabras.

Aquí donde la ves, tan bien vestida, tan bonita, con esas piernas tan lindas. Ese perfume tan bien elegido, esa sonrisa tan encantadora, y esa mirada intensa y falsamente penetrante. Su conversación tan masculina y esa voz, ligeramente áspera, un poco ronca y grave, sus labios rojos y sus dientes blancos, su aliento siempre limpio y fresco. Su cultura, su saber estar. Todo eso, todo ese pedazo de mujer tan sensual es pura suciedad, herrumbre, es un ser zafio, bárbaro y salvaje y a ti eso es lo que te gusta, la quieres así, quieres esa basura, necesitas las sábanas cuanto más sucias mejor, te gusta beber de ese vómito que mana de su entrepierna, del sudor de su boca. Necesitas esa selva llena de carne roja.

Siempre jactándose de las proposiciones que recibe de hombres importantes y poderosos. ¿No es patético?

¿Te gusta oler el sudor de sus axilas?

Eso es lo que buscas en ella y eso también es lo que te ha ido matando estos últimos años.

Javier

(No responde, la mira sin mirarla, sin verla)

Aleka

Di algo, respóndeme. Grita o vete.

Javier (Ensimismado, hablando para sí)

Es verdad, su aliento siempre es limpio y fresco. Nunca hiede.