viernes, 3 de febrero de 2012

El peletero/Teodoro Van Babel (8)

Teodoro Van Babel

8.
Rebeca.


Lo importante siempre es enemigo de lo urgente y lo substancial aconteció antes de contraer matrimonio esos amigos de Teodoro de nombre Isaac y Rebeca, pues ella quedó embarazada sin la santa bendición. Pero lo trascendente, sin embargo, llegó al cabo de los nueve meses cuando dio a luz a una niña, que, paradojas de la vida, llegó a este mundo con la piel más negra que los ojos de carbón de su prometido.

Negro sobre blanco.

El prodigio fue, y sigue siendo todavía, inexplicable, aparte de pensar -y sospechar maliciosamente- que alguno de los marineros, esclavos o sirvientes negros de Isaac, hijos de Cam, debió de convertirse para Rebeca en una especie de ángel anunciador de un hijo nacido de virgen, milagro tan viejo como lo es el mundo o el mismo diablo.

Rebeca falleció en el parto.

A pesar de todo Isaac se comportó como San José y logró, sin demasiado esfuerzo, del que debía de haber sido su suegro, que le cediera la niña y que con ella se fuera para no regresar jamás. No volvieron a verle fuera de alguien que dijo que llegaban cartas suyas de ultramar.

Parece ser que su abuelo, y suegro fallido, vio en aquella nieta un estigma, una mancha que había que borrar alejándola, ocultándola, rascando con un cuchillo el tinte de la piel. Dicen que Isaac la bautizó con el estrafalario nombre de Makeda, la que fue en un tiempo imposible, reina de Saba y del sabio Salomón.

Cuentan también, curtidos marineros, mentirosos comerciantes y negreros, que Isaac murió unos años después en Dakar, todavía joven, enfermo de fiebres y de melancolía, rico, y en los brazos acogedores de un harén y de una nativa vieja, tan negra como su hija, que creía que cuidaba a un gran rey venido del cielo o del otro lado del mar donde los hombres son del color de las entrañas abiertas en canal.


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“Item perspectiva es una palabra latina; significa mirar a través.” Así es cómo Durero trató de circunscribir el concepto de perspectiva. Y aún cuando parece ser que esta “palabra latina”, que se halla ya en Boecio, no poseía originariamente un sentido tan gráfico (3), nosotros adoptaremos sustancialmente la definición dureriana. Hablaremos en sentido pleno de una intuición “perspectiva” del espacio, allí y sólo allí donde, no sólo diversos objetos como casa o muebles sean representados “en escorzo”, sino donde todo el cuadro –citando la expresión de otro teórico del Renacimiento- se halle transformado, en cierto modo, en una “ventana”, a través de la cual nos parezca estar viendo el espacio, esto es donde la superficie material pictórica o en relieve, sobre la que aparecen las formas de las diversas figuras o cosas dibujadas o plásticamente fijadas, es negada como tal y transformada en mero “plano figurativo”, sobre el cual y a través del cual se proyecta un espacio unitario que comprende todas las diversas cosas. Sin importar si esta proyección está determinada por la inmediata impresión sensible o por una construcción geométrica más o menos “correcta”.

(3). Esta palabra no parece derivar de perspectiva en su sentido de “mirar a través”, sino de perspicere en su significado de “ver claramente”, de modo que procedería de la traducción literal del término griego Οπτική. La interpretación de Durero arranca ya de la moderna definición y construcción del cuadro en cuanto intersección de la pirámide visual. (...)

(“La perspectiva como forma simbólica”, Erwin Panofsky, 1927)