lunes, 2 de junio de 2008

El peletero moderno



4 de mayo de 2006

El peletero moderno no existe. Peletero y moderno es una contradicción en los términos, no puede ser y además es imposible.

La modernidad es una manera de definir, entre otras cosas, aquello que jamás es pecado. Lo moderno es una de las cualidades que definen a un habitante del paraíso, a alguien libre de responsabilidad para el bien y para el mal. Este habitante es igual a otro como él, puede ser un inconsciente o un enfermo, un lerdo o un sabio, pero siempre un semejante, un igual, y jamás, jamás, alguien único y libre. ¿Existe un ser así?, naturalmente, la naturaleza está llena de ellos. La misma naturaleza es el modelo perfecto de bien y de belleza para alguien moderno, en ella no habita ni el pecado, ni el diablo. Su armonía es tanta que en ella no caben ni la melancolía ni la memoria.

Los peleteros pues, sabemos que no somos iguales ni a nosotros mismos y lo sabemos de la misma forma que sabemos que una piel no es igual nunca a ninguna otra. Somos entonces diferentes y somos también culpables al buscar esta diferencia en lo sublime y lo único. No nos contentamos con poco y para conseguirlo no nos importa acumular deshechos, retales, desperdicios, inmundicias y pecados, ¿qué otra cosa es si no la belleza que aquello que se esconde dentro de la piedra sin tallar? No nos da miedo hablarle de tu a tu al diablo mientras cortamos y cosemos. No nos da miedo contemplar la obra terminada cubriendo un cuerpo humano que hace un instante estaba desnudo, habiendo antes desnudado hasta la muerte a otro ser vivo.

No, no nos da miedo hacer esas cosas tan terribles, por eso no somos ni seremos jamás modernos. Seremos dandis y aristocráticos aunque nos corte la cabeza cualquier revolución de tres al cuarto.

O tal vez sí, nos da miedo, pero nos aguantamos.