jueves, 12 de febrero de 2009

El peletero/Mi querida Natalia. (4)



20 Octubre 2007

CUARTA PARTE Y ÚLTIMA

(…) diez años son toda una eternidad.

¿Y sabes por qué?, porque pasan muy rápido.

Cuando te des cuenta ya estarás muerta.

Tu amigo que te quiere.


Miguel.
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Doblé la carta, la introduje en el sobre y se la devolví. Tenía el estómago vacío. A pesar de mi obesidad pesaba como una pluma.

¿Qué le parece?, me preguntó.

Al terminar de leer la carta me di cuenta que me había bebido todo el vaso de whisky, y me fijé que ella se había bebido dos.

Bien, le respondí, son buenos consejos. Por cierto, ¿quién es ese Miguel?

¿Quién?, me preguntó con una sonrisa divertida. ¡Es el Arcángel Miguel!

¿Eh? ¡Ah, claro!, dije yo, mirándola extrañado.

Ella se puso a reír y entonces me di cuenta que se burlaba de mí.

Ambos nos reímos con ganas, pero un tanto incómodos. Pocas personas son capaces de gastarme una broma así y ella lo había hecho con gracia y yo había caído como un tonto.

¿Siguió los consejos?, le pregunté sin pensar.

No me respondió, se le humedecieron los ojos y dejó de mirarme. Le llené otro vaso de whisky.

¿De verdad cree que eran buenos consejos? Oí que me preguntaba, desde muy lejos.

Muy lejos.

Desde el otro lado del océano y a través de su frío murmullo, pensé.

Tuve una intuición terrible, monstruosa, y me recorrió un escalofrío por los ojos.

Recordé algo.

Entre los dos nos habíamos bebido la botella entera.

Ella, por fin, se había quedado bebida y dormida. Sólo así consiguió dejar de lloriquear como una bendita.

Tengo sed y la botella de whisky ya está vacía, me dije.

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La fuente del jardín seguía manando, muchas generaciones de enfermos y obesos habían bebido de ella, esperando algún beneficio más que el de simplemente apagar su sed.

Pero el agua no hace más que eso, que ya es mucho, apagar la sed.

El agua… y algunas personas también. ¿Quiénes?

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¿Dónde está el Aguador?, he de hablar con él, dijo “El Gordo”.


FIN