EL DINERO Y EL CAFÉ ESPESO
Obra en un solo acto y cuatro escenas
Escena cuarta (y 2)
Dimitris
No, yo no. Yo no hago como tú. Yo me quedo en casa. Va Christos, según parece se entiende muy bien con Diana, esa muchacha, bueno, no es ninguna muchacha, es una mujer, tiene…
Pedro
¿La secretaria?
Dimitris
Sí, tiene tres hijos pequeños. Hace tres meses estuvo aquí de vacaciones con ellos.
Pedro
¿Divorciada?
Dimitris
No, viuda. Su esposo murió en Afganistán.
Pedro
Y tu hijo la consuela.
Dimitris
Eso parece, y a ella le gusta.
Pedro
Estás seguro que es eso lo que le gusta a ella, ¿tu hijo?
Dimitris
No, claro que no. tienes razón, no es eso lo que le gusta y lo que busca.
Ella quiere venir a vivir aquí, eso es lo que pretende. Huir de Rusia. Tiene cuarenta y tres años y su esposo era coronel de helicópteros. Es abogada, y habla seis idiomas, ruso, griego, inglés, español, alemán y ahora está estudiando chino.
Pedro
Cinco idiomas y un cuarto, para ser precisos, no seis.
Dimitris
Eso, cinco y bastante menos que un cuarto de chino.
Pedro
Pero Christos está casado, tu nuera no se da cuenta de nada.
Dimitris
Claro que se da cuenta, pero se calla.
Pedro
¿Por qué no dice nada?
Dimitris (Riéndose)
No se lo he preguntado.
Pedro
Pero la secretaria ésa, ¿cómo dices que se llama?
Dimitris
Diana.
Pedro
Eso, Diana. Debe tener la doble nacionalidad, si su madre era griega, ¿verdad?
Dimitris
Claro que la tiene. Pero aquí solamente tiene unos parientes lejanos. Su madre era hija única, como ella. Le falta cobertura. Nosotros somos su cabeza de puente.
Si consigue instalarse en Grecia, el siguiente paso será Alemania o los Estados Unidos. No te creas que se vaya a quedar aquí.
Pedro
¿Y todo eso lo sabe también Christos?
Dimitris
Claro, pero a él le da igual.
No es tan tonto como para enamorarse de una mujer medio griega, de cuarenta y tres años, con tres hijos, cuando él ya tiene dos varones y que viene aquí, a nuestra casa, con una mano delante y otra detrás, esperando que le demos de comer.
Si se enamora le parto la cara de una bofetada y lo mando a Cuba por un mes para que se desahogue y se desenamore.
Pedro
¿Y Caterina, vuestra secretaria de aquí?
Dimitris
Ningún problema, tiene novio.
Pedro
No te entiendo
Dimitris
Que se va a casar. El próximo mayo se casa y ya está. “No problem”
Pedro hace un gesto de desaprobación.
Dimitris
¿Qué pasa? ¿No te parece bien? ¿Por qué pones mala cara?
Pedro se ha quedado ensimismado y con cara de enfadado.
Dimitris
¿Te pasa algo?
Pedro
Estaba pensando
Dimitris
¿En qué?
Pedro
No sé, hay algo que no encaja. Pensaba en esas mujeres y en el dinero que te debo. Mujeres y dinero, no encaja nada. No me gustan estas combinaciones.
Creo que es mucho dinero.
Dimitris
Has dicho que pensabas que no lo era.
Pedro
¿Eso he dicho? ¿Cuánto era?, ¿ochenta mil dólares?
Dimitris
Algo más, casi noventa mil.
Pedro
Pues igual no te pago, es demasiado dinero.
Dimitris
¿Qué dices?
Pedro
Eso, que no te pago. ¡Vete a la mierda!
Dimitris (Riéndose)
Estás viejo Pedro, estás muy viejo. Aunque el sentido del humor aún lo conservas. Deja los asuntos importantes a tu hijo.
Pedro
Te he dicho que te vayas a la mierda
Dimitris
Ya te he oído. ¿Sabes que si no me pagas sí que me iré a la mierda? Yo, Vanguelis, Christos, nuestras familias, nuestras amantes, todos. Hasta la secretaria rusa, ella también se irá a la mierda. Y mis amigos rusos se enfadarán y se enfadarán mucho y enviarán aquí a los hijos de Niko.
Pedro
Yo no tengo ninguna amante.
Y no será eso que dices. ¿Quieres darme lástima?
Dimitris
Yo tampoco tengo ninguna amante. No tenemos amante porque ya no podemos tenerlas.
Pedro
El caso es que no tenemos.
Dimitris
Con las cosas de comer no se juega Pedro.
Pedro
¿Qué me dices?, con las cosas de comer siempre estamos jugando.
¿Qué crees que hacemos tú y yo?, jugar con esas cosas, precisamente con ellas.
Todo el mundo lo hace, o casi. Menos los que viven del Presupuesto Nacional, todos los demás jugamos con las cosas del comer.
¿A qué quieres jugar sino?
Dimitris
Mirado así.
Pedro
Claro, así debe mirarse. No hay otra manera.
Dimitris
Bueno.
Pedro
Y ahora resulta que estáis en manos de los hijos de Niko, del hombre que os barre la casa.
Dimitris
Es un juego en el que a veces también se muere y se mata.
Pedro
Sí, por supuesto. ¿Ahora quieres darme miedo? ¿No decías que éramos amigos?
Dimitris
Estás raro. ¿Te pasa algo?
Pedro
Sí, de repente me he sentido muy cansado. No debía de haber venido. Tienes razón, en casa se está mejor.
Dimitris
¿Te encuentras bien?, ¿te duele algo?
Pedro
Me encuentro perfectamente. Solamente estoy cansado.
Dimitris
¿Estás seguro?
Pedro
Hacía tiempo que no me encontraba tan bien.
Dimitris
¿En qué quedamos? ¿Te encuentras bien o no? A ti te pasa algo.
Pedro
Tranquilo Dimitris, no me pasa nada. He tenido la misma sensación que tenía en la guerra, cuando entrábamos en combate. Tú debes saber qué es eso.
Dimitris
¿A qué te refieres?
Pedro
Había un momento en que perdías el miedo. Un punto, un instante en que el miedo se colapsaba, ya podían caer bombas, que no temías a nada. Todo te daba igual.
¿Sabes a qué me refiero?
Dimitris
Sí, lo sé.
Pedro
Pues ahora me siento así. Es una sensación muy agradable.
Dimitris
Y por eso dices que no piensas pagarme, es eso, ¿no?
Pedro
Claro, es eso, no pienso pagarte.
Dimitris
¿Y Javier?, ¿piensa pagarme él?
Pedro
No deberías nombrarlo como lo acabas de hacer Dimitris.
Dimitris
¿Cómo lo he hecho?
Pedro
Mal.
Dimitris
¿Mal?
Pedro (Señalándolo con el dedo)
Si te vuelvo a oír nombrar a mi hijo así, si vuelves a cometer el mismo error, yo mismo te mataré Dimitris.
Dimitris
Lo que tú digas. Endaxi, te pido disculpas. No quería decir eso, estás muy raro, la presión es grande, tú lo sabes, si no pagas nos hundimos, y yo no tengo tu suerte.
Pedro
¿De qué suerte hablas?
Dimitris
Del Alzheimer. Yo habré de recordarlo todo.
Pedro
Ahora eres tú el que dice tonterías. Recordar es bueno, parece que te burles de mí. El enfermo soy yo, ¿recuerdas?
Dimitris
¿Mandarás el dinero?
Pedro
¿Qué dinero?
Dimitris
¡¡Pedro!!
Pedro
No te enfades, te mandaré nueve mil dólares pero no sé si podré pagarte la deuda. Lo intentaré pero lo dudo, creo que no podré. Debes saberlo y prepararte. ¿De acuerdo?
Dimitris
De acuerdo.
Pedro
¿Sabes qué debes hacer?
Dimitris
Rezar o pegarme un tiro. No tengo ni idea. Algo se nos ocurrirá.
Pedro
Yo prefiero el gas.
Dimitris
Es más limpio, pero puedes provocar una explosión. Lo mejor es cortarte las venas.
Pedro
En una bañera con agua caliente.
Dimitris
Y solos.
Pedro
Naturalmente. Cuando nacimos nuestra madre estaba con nosotros.
Ella es la única que tendría el derecho de acompañarnos. Pero tuvo la mala idea de morirse antes de tiempo.
¿No la encuentras a faltar, Dimitris?
Dimitris
Cada noche pienso con ella, cada noche. Ni una sola noche me olvido.
Pedro
A mí me ocurre lo mismo. Es lo que en realidad me molesta del Alzheimer, que también me olvidaré de ella.
Dimitris
No creo que de ella te olvides, de ella no.
Pedro
¿Estás seguro?
Dimitris
¡Claro!, ¡palabra de griego!
Pedro
Si es así, me quedo más tranquilo.
Por cierto, ¿qué le pasaba a Aleka? Tenía los ojos enrojecidos cuando hemos llegado.
Dimitris
¿No decías que no te habías dado cuenta?
Pedro
¿Eso he dicho?
Dimitris
Te lo aseguro.
Pedro
Palabra de catalán que no me acuerdo.
Dimitris
Si es así, me quedo más tranquilo.
Pedro
¿Pero qué le ocurre a tu hija?
Dimitris
Está enamorada de tu hijo.
Pedro
¡Vaya tontería!
Dimitris
Es lo mismo que le he dicho yo.
¿Tienes hambre?
Pedro
Pues ahora que lo dices, sí.
Dimitris
Llamaré a mi mujer que nos prepare algo para merendar.
Pedro
Buena idea.
Cuando comemos no hacemos daño a nadie, por eso ahora los cocineros están tan de moda, es como jugar a las cocinitas, ¿verdad?
Dimitris
Sí.
Se apagan las luces
FIN DE LA CUARTA Y ÚLTIMA ESCENA