jueves, 17 de mayo de 2012

El Peletero/Argentina


Hemeroteca peletera

Argentina

Ignoro si es, o fue, una casualidad poética, pero el primer conocimiento verdadero que tuve de Argentina ocurrió en Grecia, una especie de revelación celestial que solamente los muy entendidos, y peleteros, sabrán reconocer.

Hoy he acompañado, nuevamente, a mi madre en su silla de ruedas calle arriba. Hemos ido a entregarla, a la silla, a una fundación benéfica porque ya no la necesitamos y puede ser mucho más útil a otra persona que a nosotros.

Veni, mi madre, consiguió recuperar la habilidad para caminar justo un instante después de fallecer sola en el hospital hace de ello ya cuatro largos años.

Hace cuatro largos años.

Yo me había ido a casa a descansar y a las tres me llamaron las enfermeras.

Atenas, siempre lo he dicho, es una ciudad fea, esa fealdad continúa siendo un dato relevante que explica buena parte de su historia reciente y la característica psicología social griega y su estética comunitaria también, en la que se reconocen, o deberían hacerlo, los ciudadanos de la República helena.

Antes de ayer tiré dos maniquíes de sastre. Era martes, el día en que el Ayuntamiento de Barcelona pasa a recoger trastos viejos por mi barrio. Me guardé uno, talla 48, con el que pienso hacer algo escultórico, no sé todavía qué, quizás nada.

Al cabo de cinco minutos, después de abandonarlos junto al resto de muebles que había amontonados, cuando volví a salir a la calle, me encontré con una muchacha latinoamericana que trataba, sin logarlo, de llevarse, ella sola, las dos efigies de madera y trapo; por el móvil pedía ayuda urgente a alguien.

Estuve a punto de dársela yo mismo, pero me abstuve. Me quedé observándola sin que ella se diera cuenta; la miré bien y sentí que perdía una oportunidad, que aquella muchacha encantadora, entusiasta y atractiva, que trataba de cargar con dos maniquís de sastre que alguien, yo, había tirado a la basura por inservibles y molestos, era la mujer de mi vida. Pero pensé en mi novia, en la mujer de la que estoy enamorado, que aguanta mis rarezas, que soporta mis penurias y malhumores y que, de vez en cuando, me concede su gracia y me visita en mi castillo para posar desnuda mientras la fotografío. No es un desnudo cualquiera, no lo es.


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“En este punto, pues, las ideas del señor Alsogaray son persistentes, machaconas hasta la saciedad. “Debemos reducir el déficit del Presupuesto”. Los esfuerzos que se han hecho en este sentido, los que habrán de realizarse, representaría grandes tensiones con distintos sectores de la burocracia. La nivelación del presupuesto –o presupuestos- está envuelta en un morboso clima político, que el ministro de Economía ha caracterizado con su habitual claridad: “Al intentar equilibrar el presupuesto chocamos siempre con aquellos críticos (que el ministro ha calificado copiosamente de deshonestos) que por un lado se lamentan de las cifras del presupuesto y de otro adoptan posturas demagógicas que, si se aceptaran, provocarían un aumento del déficit.” Esto es cierto. En la Argentina muchas posiciones políticas están basadas en contradicciones y por eso es tan  difícil comprender la política del país como agradable encontrarse con mentalidades claras como las del grupo Alsogaray. Este grupo no tiene ya nada que ver con el tradicionalismo arbitrista carpetovetónico y es, en su acentuado matiz Pinay-Erhard, de un europeismo total.

El mayor déficit del presupuesto argentino proviene de los transportes estatizados –tierra, mar, aire-, y la sangría mayor la producen los ferrocarriles. El señor Alsogaray habló siempre de este asunto con la mayor gravedad: “Si el país no resuelve el problema del déficit de los transportes y, en especial, el de los ferrocarriles, y si no reorganiza todo el sistema, no podrá cumplir ninguno de los objetivos fundamentales que se ha trazado. Esta es una tarea apremiante que debe encararse cuanto antes.”

“Otro problema francamente negativo: lo que en Argentina se llaman jubilaciones. Ha sido exactamente al revés: en los últimos meses los seguros sociales han sido una fuente constante de inseguridad social. (…) “Tenemos que resolver el problema del régimen jubilatorio. El país dedica al pago de jubilaciones un porcentaje excesivamente Elevado de los ingresos. A un mismo tiempo, los jubilados están mal atendidos, existen considerables demoras y tremendas injusticias. Hay sectores privilegiados que cobran puntualmente mucho más de lo que debieran. Hay otros, en cambio, incluyendo personas ancianas e inválidas, que hace meses y aún años que están esperando. Cuando el gobierno intento, hace meses, resolver este problema, se desataron en su contra todos los intereses políticos y demagógicos que se juegan alrededor del mismo. Transitoriamente hubo que postergar las soluciones, pero ahora ya no pueden demorarse y estamos dispuestos a encararlas, cualesquiera que sean las resistencias que encontremos.

(...)

La administración Frondizi se encontró con déficits en la balanza comercial y en la de pagos, de volúmenes abrumadores. Fue preciso encararse con estas realidades al objeto de importar menos y de exportar más. En el primer aspecto se ha hecho mucho camino, a pesar de los grandes retrasos, de los graves acontecimientos  de violencia que el paso de la economía de ficción a la economía de realidades acarreó y puede todavía acarrear.

Están en marcha y funcionando a un ritmo creciente los planes sobre petróleo y gas, sobre el acero, sobre la electricidad, sobre tecnificación (sobre todo utilización de maquinaria) y sobre muchas otras necesidades vitales (carreteras, caminos, etc.)

Es verdaderamente interesante el sesgo que ha tomado la extracción de petróleo crudo en la Argentina, de aspecto absolutamente favorable y que, dentro de poco tiempo, liberará al país de un de sus mayores cargas.”

(Argentina, lo que se ha hecho y lo que falta para completar, Cartas de América, Josep Pla. Destino, Barcelona, 28 de enero de 1961)

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Aquel 28 de enero de 1961 en el que Josep Pla escribía sus crónicas argentinas, el Sol era más grande y la tierra giraba más rápido.

Cuarenta años después, Mary me hablaba de Argentina, estaba apesadumbrada, acababan de encarcelar a su hermano, un agente de policía de Buenos Aires, por matar a un preso.

Siempre nos peleábamos y discutíamos por todo mientras, ella y yo, limpiábamos lo que no se puede limpiar. Había trabajado en aerolíneas, hospitales, en mil lugares, estaba enamorada de Serrat y tenía una novia en Tarragona que le enseñaba el catalán.

Mary fue la primera que me contó que un mes en Internet es un año en la vida real. Es cierto.

Los mirlos se posaban en mis pies en las nevadas cumbres de la Acrópolis y en el Tsamis nos encontrábamos todos alrededor del fuego. Allí gané una apuesta futbolera y daba consejos a las chicas que se alojaban en él. Me la hizo ganar Butragueño en el último Mundial de Méjico de 1986, en el partido que enfrentó a España con Dinamarca. El campeonato lo terminó ganando Argentina con un gol también celestial de Maradona. Un día de verano, de aquel año o de otro, en las escaleras del Tsamis, una perra solitaria se me acercó buscando a Sirio, ¿o fue al revés?, da igual, era una perra esbelta, rubia y fina que caminaba de manera parsimoniosa y que olfateaba las palmas de las manos.

Dicen que el mar es azul y no es cierto, es argentino, gris plateado, lo pintan los peces con sus ojos que miran lo que no se puede mirar.

Veni también viajó, junto a Pere, mi padre, a Grecia. Allí se hacía comprender por todos sin necesidad de hablar el griego, su simpatía y alegría abrían todas las puertas, no era necesario saber idiomas, siempre fue la mejor intérprete que Pere podía desear.

Hoy he regalado la alfombra que usaba mi madre para volar y ayer tiré a la basura un par de Venus de Milo de madera y trapo.

Ambos son unos hechos poco corrientes, soy un hombre muy afortunado.