viernes, 8 de mayo de 2009

El peletero/El blog apócrifo de María (5 de 7)



14 Marzo 2008

Fueron años difíciles y arriesgados, en ellos hice el dinero que necesitaba. Lo conseguí con mi esfuerzo y mi saber, puse todo mi empeño en ello. No cometí ningún delito pero fui audaz y temeraria. Enrique nunca fue capaz de traer a casa el dinero suficiente.

En esos años pude morirme, pero aguanté. Hice dinero y conocí todo aquello que ignoraba, sexo incluido.

El sexo también me hubiera podido matar o volver loca, y casi consigue las dos cosas y a decir verdad no estoy muy segura de que no lo lograra. Sospecho que no lo hizo porque mis amantes me quieren en su cama o desean estar ellos en la mía. Alguno, el muy tonto, incluso se enamora de mí. Yo no, yo ya no me enamoro de nadie y eso es lo que me hace pensar, siguiendo el tópico, que estoy más muerta que viva. Por eso debo emborracharme y resucitar cuando caigo rendida, en esa muerte está mi resurrección, en mi abatimiento, en mi rendición, en ese final triste sin controlar lo que hago ni lo que pienso. En ese dejarme ir revivo en otro lugar, más allá de algo, más allá de mí, fuera de mí me hallo, allí estoy, dormida veo, derrotada triunfo, borracha lo recuerdo y lo vivo.

Una vez más.

Ayer me fui a dormir intranquilo y agotado. Ni siquiera las caricias de tus manos en mi cuerpo solitario sosegaron mi ánimo. El semen que derramé en el suelo se perdió en aquel silencio de la casa.

Esta mañana me he despertado todavía más cansado, con el cuerpo doliente y el ánimo confundido y fatigado.

He orinado y he vaciado mis intestinos. La ducha no ha limpiado ni mi cuerpo, ni mis ojos.

He subido las persianas y ha entrado un sol radiante que me ha golpeado como una piedra.

Me he vestido y peinado y también me he perfumado con esa colonia que ya conoces.

En el Café éramos tres desayunando, yo y dos chicas. Una estaba resfriada y estornudaba y la otra navegaba por Internet.

Después de abrir ha venido (…) y me ha contado la nueva biopsia de médula espinal que anteayer le hicieron a su hijo. Ella sonríe y lo cuenta como si fuera un simple constipado. Yo le digo que sí.

He leído tus correos.

Luego ha venido (…) a devolverme dos libros de pintores orientalistas que harán por lo menos unos siete u ocho años que le presté para recopilar datos y escribir un prólogo a un libro que nunca terminó. Estaba bien. Dice que toma una nueva medicación que le funciona. Me ha contado que a mediados de abril le han de extirpar el útero y los ovarios, que es conveniente por las pérdidas continuas de sangre que tiene. Ha preguntado cómo estábamos y le he dicho que (…) se encontraba en (…) por trabajo. No le he contado nada de nosotros dos.

He dejado a (…) en la tienda limpiando y he ido al Banco a pedir que devuelvan un recibo de un seguro que ya no necesitamos. Luego he pasado por la farmacia y me he comprado paracetamol para mí. Me duele todo el cuerpo.

Justo regresar a la tienda ha entrado un hombre que me ha comprado una pulsera, no quería que se la envolviese para regalo. No hace falta, me ha dicho, se la voy a dar a mi esposa ahora mismo. Es igual, le he respondido, déjeme que se la envuelva bien, ella estará más contenta. 125 euros era su precio.

Al cabo de media hora ha entrado una señora que ha comprado, para regalar a una amiga, un pañuelo de seda pintado a mano. En este caso 60 euros.

He cerrado la tienda cinco minutos y he ido al pequeño super que tengo enfrente ha comprar fruta, mandarinas y plátanos.

(…)

Luego he recibido tu mensaje de buenos días y te lo he respondido. Hoy llenas todo el día, no hay un solo resquicio que no esté ocupado por tu ser, eres la dueña de mi tiempo. Mi amor tiene “horror vacui”, nada puede estar exento de ti y de la belleza que emanas.

Me encuentro mejor, tal vez esta noche mi leche riegue tu flor y no sienta como ayer que el silencio la ha devorado.

Te amo.