Textos vírgenes o el arte de no decir nada.
Reglamento. (21)
Por  el presente Reglamento se establece un régimen de Comunidad de vecinos  propietarios de pisos y locales de negocio de la casa nº... de la Ronda  de San Antonio de esta Ciudad, que se regirá por los siguientes  artículos, sin perjuicio de lo dispuesto en el Código Civil y  disposiciones legales en vigor de carácter preferente.
Artículo  4º.- El titular de un piso o local será dueño exclusivo del mismo y  copropietario junto con los demás de las cosas y elementos de uso común o  que sean indispensables para la seguridad, conservación y disfrute del  edificio.
Artículo  6º.- La propiedad de las cosas comunes pertenece proindiviso a los  titulares de los pisos y locales en proporción al porcentaje que se  establece en este Reglamento la propiedad de los elementos comunes sólo  es enajenable o tratable junto con la copropiedad privativa de cada  departamento.
Artículo  7º.- Cada propietario podrá usar de los elementos comunes conforme a su  propia naturaleza y destino siempre que con ello no se perjudique,  restrinja ni menoscabe el derecho legítimo de los demás copropietarios.
“Reglamento de la Comunidad de Vecinos de la Casa nº... de la Ronda de San Antonio de Barcelona”.
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He de manifestarles que dichos artículos son habituales en todos los edificios que se constituyen en comunidad de vecinos. La propiedad de los elementos comunes es proindivisa y su uso es asimismo indiscriminado para los vecinos que en ella conviven. Por consiguiente, la pretensión que me expusieron en su última carta de establecer cuotas de paso en los rellanos de la escalera, creo, carece de toda lógica y sentido común si nos atenemos a la Ley que lo impide de manera expresa y taxativa.
No  obstante, si lo que ustedes pretender es dar por sentado un hecho por  el hecho simple de darlo por sentado sin más requerimientos que la  imposición de las cosas gracias a su peso, les diremos que sí, que la  Ley de la Gravedad, que formuló el ilustre físico, Isaac Newton, les da  la razón.
Es  cierto, la situación es tan grave como lo puede ser su constante G, y  les recuerdo que, en este caso como en otros de venideros, la vida será  aún más rara que todo eso.
Ya  saben, sin embargo, que nuestro piso pesa bastante por el enorme poso  de papel que con los años se ha ido acumulando y depositando en capas  como si fueran estratos geológicos que delatan edades, algunas tan  antiguas y estrambóticas como las de Lulú, que si no son viejas sí son  eternas y efímeras igual como lo es la vida de un insecto que no es  capaz de inventar la rueca del tiempo, aunque, dicho sea de paso, el  escarabajo pelotero esté muy cerca de lograrlo, vieja sabiduría egipcia  que levantó pirámides sin redactar antes un reglamento para una  comunidad de vecinos noctámbulos bien avenida. 
¿Quieren ustedes convertir mi casa en una tumba?
Si  así es les advierto que ya lo es, tumba y mausoleo proindiviso con  espacios comunes para los fallecidos y sus fantasmas de papel que no se  irán al Olimpo aunque ustedes hagan limpieza y desalojen las estancias  de cachivaches y pergaminos. Tengan en cuenta que los conjuros no sirven  para la letra impresa ni para los dibujos que se hicieron con aquella  antigua tinta china escolar, y mucho menos para aquel niño que, sentado  en una infantil silla de madera, aguardaba el regreso de su hermano  enfermo de apendicitis. No se rían ni sonrían condescendientes ni  tampoco sentimentales, fue y es todavía verdad, el niño sigue todavía  allí, a su lado un barreño y en el suelo un laberinto de cenefas y de  colores entre pieles rojas que cabalgaban por las paredes, vitrinas,  espejos y las hojas verdes de un platanero que sin pedir permiso  entraban por el balcón de aquel segundo piso. 
Atentamente.
Demóstenes Vilanova del Bell Puig, niño.

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