viernes, 25 de junio de 2010

El peletero/La aguja del pajar (1)



14 Mayo 2010

Lecciones imaginarias, poéticas y desordenadas sobre arte y pintura.


1. El mundo.

“Para empezar un cuadro debe de haber un vacío en medio” (Pierre Bonnard), se supone que para llenarlo con algo, sea con colores y líneas o con manchas y sombras, quizás con rayos y truenos, o con flechas que cosan la nada igual que lo hace el hilo cuando pasa por el orificio de la aguja que cierra el saco.

Nadie sabe en qué consiste ese vacío, acaso es una puerta que hay que atrancar, o una ventana por la que huir o mirar, tal vez un pozo del que beber o bien puede ser una herida que debamos coser para no morir.

En cambio, otros cuentan que un poema produce una ausencia en lo real” (Wallace Stevens). ¿Si están en lo cierto podemos deducir que el arte es una sustracción?, ¿un robo?, ¿un hurto?, ¿es una arteria que se desangra?, ¿o acaso, como también decía el mismo W. S. en uno de sus famosos aforismos, es un meteoro que cae?

Nadie tampoco lo sabe, aunque yo sospecho que el misterio se halla en los otros y en sus ojos atónitos que miran a los nuestros como si se miraran a sí mismos.

Un viejo amigo mío, de profesión innombrable y asesina, me recordaba siempre que el poeta es un hacedor y que su poesía es una aportación en lo real y no una falta ni una desaparición. Es un ensanchamiento, aseguraba, y, exagerado él, la verdadera causa de la expansión del Universo.

A mi amigo le gustaba repetir una frase ingeniosa de Oscar Wilde que decía: Únicamente los que son superficiales no juzgan por las apariencias. “El verdadero misterio del mundo está en lo visible, no en lo invisible".

Yo solamente señalaré que Ernst H. Gombrticn citaba en “La imagen y el ojo” a Max Liebermann que recordaba a su vez a un profesor suyo, quien decía que “lo que no se puede pintar de memoria no se puede pintar”.

Tal afirmación no significa, de ningún modo, que todo aquel que tiene memoria sea capaz de pintar, dibujar o cantar, pero sí, y eso es lo importante, que al ver y mirar una imagen puede reconocer en ella el mundo o parte de él.

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1M
-“Querido Víctor, ya sé que no te gusta, pero me perdonarás si una vez más recuerdo nuestras veladas en la casa de la playa y en la “torre” de Vallvidrera. No puedo evitarlo, hace ya muchos años que me fui y en esta parte del mundo en la que ahora vivo la luz y el “color” apenas duran unas pocas semanas y al frío no sé acostumbrarme.

A mí me gustaba invitarte y a ti venir, pero también te sentías incómodo en las que llamabas “las cuevas del dragón”, como si en ellas me tuviera presa un ser magnífico o algún dios celoso y gruñón. Yo solamente era la joven secretaria y la amante también de nuestro profesor de “Arte contemporáneo”, la asignatura que él impartía en la Universidad y de la que nosotros fuimos alumnos”. (La madeja. Cartas a un amigo.)

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1H
-“Querida Verónica, el otro día leía a Katya Berger y sus diálogos epistolares -Tiziano: ninfa y pastor”-, con su padre, John Berger. En ellos nos cuenta que cuando fue a Venecia el año 1990 para conocer la exposición de Tiziano, vio al pintor, ya viejo, aparecérsele como un fantasma, y a sí misma también convertida en “el óleo extendido en un trozo de lienzo. Eso fue lo que me dio ganas de empezar un diálogo con John, pues él me había insinuado cómo la vida acoge al arte; pues él sabía, como lo sé yo, que todo se nos sigue escapando.” En tu réplica me preguntaste qué es eso que se nos sigue escapando, no puedo decirte, tú elegiste el frío y en él debes de haber hallado alguna clase de respuesta”. (El hilo. Cartas a una amiga)

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