martes, 14 de abril de 2009

El peletero/Una ausencia interminable en cuatro partes y una canción



4 Febrero 2008

Para ti, flor vanidosa, que no quisiste vivir en mi casa nueva.

Tengo una casa en el campo
pensada para ti,
con el techo de marfil
y la cama con tu aroma.
Para ti Blanca Paloma
guardo yo… la flor de lis.


(Barcelona, 4 de febrero de 2008)



PRIMERA PARTE

FRAGMENT

as for him who finds fault may sillines and sorrow overtake him when you wrote you did not know the power of your words


(William Carlos Williams) (1)

SEGUNDA PARTE

Hace años que me dedico a la crónica judicial y no sé, no me gusta la cara que veo en el espejo cada mañana cuando me levanto de la cama.

“Tengo mucho frío”, fue la nota que entregó al juez cuando éste, al final de la vista, le preguntó si tenía algo que declarar. Una vez en su mano la leyó para sí, abrió los ojos más de la cuenta, dudó un instante y acabó archivándola con los demás documentos del sumario.

El abogado defensor no protestó ni exigió que se leyera en público. Durante toda su defensa él también había ido siendo depositario de un sin fin de papeles y notas manuscritas de su defendida. Nadie consideró, y tampoco el fiscal, que fueran pertinentes en aquella causa.

El veredicto fue de culpabilidad.

¿El crimen? No tiene ninguna clase de importancia y no viene al caso.

“Tengo mucho frío” fue también la última frase que pronunció cuando la policía la detuvo. Después no volvió a pronunciar ninguna palabra más. Aunque no paró de escribir papelitos con frases sin sentido.

La mañana que la detuvieron estaba toda ella manchada con pintura roja, pinceladas de brocha gorda.

El suelo y las paredes rezumaban pintura roja por todas partes, eso confundió a la policía e hizo pensar en un primer momento que la muchacha aquella se estaba desangrando, pero no, el rojo sólo era pintura plástica de paredes.

Cuando conseguí hacerme con todo el sumario, una vez finalizado el juicio, hallé entre muchos de esos papeles manuscritos que se habían añadido, una carta que parecía que ella misma había escrito a alguien, lo que no sé es si llegó a ser enviada.

Era su letra, y la carta decía:

Yo, mi amor soy toda tu rosa. Con mis espinas, con mis hermosos pétalos abiertos para ti, aquí estoy. Esperándote, feliz y ansiosa, esperanzada y exultante...todo a la vez. He iniciado un conteo regresivo, no es solo tu arribo, es tu llegada a mi vida, que espero de todo corazón, sea definitiva.

Yo no entiendo -y tampoco me ocupo de entenderlo- como te puedo querer y extrañar y necesitar tanto sin haber visto aún la luz de tus pupilas. Es únicamente una certeza en el corazón y por primera vez en la vida le voy a hacer caso, sin importar las consecuencias, sin medir los pasos, sin calcular los besos y los abrazos.

Estaré allí, deseando verte mientras el corazón se me sale del pecho con su latir acelerado. Pero también quiero que te sientas tranquilo porque te voy a cuidar y a proteger, aunque no lo necesites. Es sólo una manera de darte la bienvenida y decirte que mi corazón es también tu hogar.

Hoy me hiciste falta. Muchísima falta. Agradezco el amor que recibo de la gente que me quiere porque el cariño siempre es una fortuna, pero no estabas tú y en tanto eso pase siempre habrá un resquicio por donde se cuela la añoranza.

Son las 11:48pm, del 4 de febrero de 200…, me he escapado un ratito porque no quería que mañana –tu hoy- dejaras de encontrar algunas palabras mías para ti. Te quiero mucho mi corazón, mi señor, mi príncipe, mi rey, mi esclavo, mi tesoro, mi sol, mi cielo, mi vida, tú.

Su rastro lo podemos seguir desde el hospicio de San Antonio. Los archivos, después de cerrarse el orfanato, han ido a parar al Obispado y allí, según parece, continúan.

Su historia no tiene nada que ver, pero por alguna razón extraña, que sé y conozco, pero que tampoco viene al caso contar, ni aquí ni ahora, me recuerda mucho a otra, aunque distinta de dos hermanos que también vivieron en aquel hospicio de San Antonio, ya clausurado y desmantelado.

Allí también guardaban sus fichas y allí llegaron, según parece los dos. Ella casi recién nacida en los brazos de su hermano, apenas seis años mayor. Envuelta en sábanas todavía sucias por la sangre del parto y con el cordón umbilical mal cortado.

Carlos, ese era el nombre que el niño decía que tenía, la llevaba como si fuera él su propio padre, o peor, como si fuera él quién la hubiera parido. A la niña la bautizaron con el nombre del santo del día. Y allí permanecieron ambos, hasta que Carlos, a los catorce años, escapó, pocos días después de muerta su hermana de tuberculosis.

Lo encontraron al cabo de un tiempo, sucio y medio muerto de hambre, tirado al lado de un enorme árbol centenario.

De regreso al hospicio no quiso comer. Un peletero, hermano de una de las monjas que dirigían el hospicio, se acercó hasta allí, se sentó al lado de su cama y ambos, el niño y el hombre, se miraron.

El peletero, que no tenía hijos, tuvo la buena idea de pedirle a un guitarrista y cantaor gitano, que conocía, que lo acompañase.

Toca, le dijo a su amigo.

Y el flamenco empezó a rascar las cuerdas.

Al niño, ya adolescente, se le abrieron los ojos. Y el peletero le dijo:

Si quieres hablar, habla. Yo te escucho.

Así estuvieron cerca de unos ocho meses. El muchacho empezó a comer, poco, y también empezó a hablar, poco.

Después murió.

Años más tarde, el peletero publicó un pequeño libro de poesías inspirado en las palabras de Carlos, aquel muchacho, todavía niño, que se le murió entre las manos mientras un guitarrista gitano le cantaba una canción.


TERCERA PARTE

Ese peletero medio poeta, que de lo único que estaba orgulloso era de haber dejado de fumar y de conseguir que se mantuviera intacto el amor que su hermana monja sentía por él, ese peletero, decimos, era un esforzado aficionado al arte y se embriagaba con las excelentes lecturas de buenos expertos en música, poesía o pintura.

Así pues, siendo por unos instantes él, y usurpando su personalidad en el bien entendido de adivinar su pensamiento -siempre nostálgico, siempre lejano, yéndose, diría él-, se nos permitirá hablar de un interesante análisis del buen especialista barcelonés, Félix de Azúa, profesor de estética de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Barcelona y famoso articulista y polemista en los periódicos del país.

De él queremos comentar un texto corto, escrito a propósito de la antigua y larga tradición de pintar Venus tendidas en un lecho. Desde Giorgione y Tiziano, hasta Manet. Su título es: “Como el perro y el gato” y aparece en el libro del mismo autor, “CORTOCIRCUITOS. Imágenes mudas”.

La razón de citar sus palabras es la consecuencia de una rara casualidad y el resultado de un rocambolesco azar, de eso que ahora se llama, pensamiento lateral, y que enlaza unas ideas con otras sin la más mínima lógica aparente entre ellas.

Eso ya lo inventaron los surrealistas con sus famosos “cadáveres exquisitos” y descubrir en esos “difuntos”, las insospechadas y sorprendentes relaciones que se establecían entre las palabras. Igual que la rara correspondencia entre vida y muerte.

El inicio del milagro está en un corto poema de Federico García Lorca, leído entre aglomeraciones de gente y en un lugar y momento inadecuados. Un suburbano en hora punta un lunes laboral. El poema se titula “Remansillo” y dice así:

Me miré en tus ojos
pensando en tu alma.

Adelfa blanca.

Me miré en tus ojos
pensando en tu boca.


Adelfa roja.

Me miré en tus ojos.
¡Pero estabas muerta!.

Adelfa negra.

Recordamos que la “adelfa” es la flor de una planta venenosa, y que ella podría ser perfectamente uno de los muchos poemas que pueblan “Las flores del mal”, del famoso poeta francés, Baudelaire. No sé si el francés cita esa flor, pero Azúa cita al francés.

En ese interesante capítulo que acabamos de mencionar, su autor se detiene en la disposición y en la estudiada puesta en escena de los diferentes elementos que intervienen en la composición de este tipo de pinturas de Venus recostadas. De sus elementos iconográficos, lumínicos y sombreados. Y también se detiene en la pura técnica pictórica que permite pintar, de una manera u otra, los senos y los ombligos femeninos. En definitiva, la carne.

En su interesante examen, Azúa nos cuenta el deambular histórico, de seres y cosas que acompañan a esas divinas protagonistas. Entre todos ellos, ese innumerable arsenal de cosas y seres que acompaña a la diosa, los más importantes, aparte de ella misma, son los perros y los gatos.

Al final del ensayo, nos revela que dos grandes mujeriegos y al mismo tiempo dos grandes misóginos también, como lo fueron Baudelaire y Manet, intuyeron, que era un “emblema de la modernidad” el desalojo iconográfico del perro, típico acompañante de tales Venus, por un gato que lo sustituye. Una señal inequívoca, según ellos, de que “la vampiresa con iniciativa sexual iba a sustituir a la cortesana sexualmente pasiva”.

Para ilustrar su tesis nos ofrece un poema de Baudelaire, que nosotros transcribiremos aquí. El poema se titula “Le Chat”, y es el número 33 de su libro “Les fleurs du mal”.

LE CHAT

Viens, mon beau chat, sur mon coeur amoureux ;
Retiens les griffes de ta patte,
Et laisse moi plonger dans tes beaux yeux,
Mêlés de métal et d'agate.

Lorsque mes doigts caressent à loisir
Ta tête et ton dos élastique,
Et que ma main s'enivre du plaisir
De palper ton corps électrique,

Je vois ma femme en esprit. Son regard,
Comme le tien, aimable bête,
Profond et froid, coupe et fend comme un dard,

Et, des pieds jusques à la tête,
Un air subtil, un dangereux parfum,
Nagent autour de son corps brun.
(2)



CUARTA PARTE

El 27 de enero pasado, Joan de Segarra nos cuenta en su crónica de cada domingo de la Vanguardia, que el 31 de enero de 2008 se cumplirían años, exactamente 50, del triunfo del cantante italiano, Modénico Modugno, en el festival de San Remo, con la canción “Volare”.

Esa crónica, como todas las suyas, está escrita desde un sentimiento que pocas personas saben apreciar y comprender, que es la ironía tierna, el sarcasmo dulce o duro, enfadado o directamente irritado. La acidez del whisky en el estómago y la amistad en el vientre. Todo aquello que impregna la nostalgia, la verdadera, la de aquellas personas que cultivan su memoria y los recuerdos que la pueblan, con el desapego que produce saber que cada día es un regalo, o una propina como decía Pla. Eso lo conocen muy bien los portugueses y los gallegos, es inevitable, creo, no tienen otro remedio que ser nostálgicos frente a esa barbaridad marina que disfrutan frente a sus almas.

Segarra, es catalán, y el Mediterráneo apenas da para una mala leche, que no es más que leche agriada. El catalán no siente nostalgia de nada, el catalán se enfada, aunque sepa que eso no sirve tampoco para nada más que nada.

Normalmente es así, a no ser que uno tenga vocación de poeta. Si se es bueno podrá evitar eso que tanto tememos los catalanes, hacer el ridículo. Si se es malo, mejor morir frente a un pelotón de fusilamiento, eso sí sabemos hacerlo bien los catalanes, igual que el resto de los españoles, morir fusilados. Todos sabemos que media España se ha dedicado a fusilar a la otra media, pero nuestro Presidente Lluis Companys, político segundón y un peligroso irresponsable, supo, valga la expresión, inmortalizar un modelo de fusilado que todos los catalanes tenemos grabado, a sangre y fuego, en nuestras historias de infancia. En el vetusto castillo de Montjuich que vigilaba a la ciudad, procurando señalarle con su cañones cuál es el buena camino a seguir, en uno de sus antiguos fosos y de cara a los pobres muchachos que le iban a acribillar a balazos, pidió que lo descalzaran, quería que la planta de sus pies tocara el suelo de su patria, de su Catalunya. Fue una buena, teatral, humilde, ética y estética muestra de que un saber morir redime errores del vivir.

Pero nosotros estábamos hablando de cantantes italianos, cantantes de ésos que llevan bigotes finos y que ganan primeros premios en festivales de canción con melodías y letras tan hermosas como esa de “Volare”.

Segarra nos cuenta que “Volare” inauguró también un camino todavía poco transitado, el del cantautor. Y que esa canción respondía a un anhelo moderno y a una sensibilidad quizás nueva también, al menos en la forma.

No somos unos expertos en música popular, ni tampoco en música culta, pero nos gusta, como ha quedado claro en múltiples ocasiones, la manida metáfora del vuelo. Tan usada que muchas veces pierde emoción y sentido poético, excepto… para todos aquellos que verdaderamente han sido pájaros y han volado más allá de las nubes, con cara de puerco, con cara de tonto, o con cara de simple imbécil.

Los pájaros altos saben qué hay más allá, saben también qué hay más allí. Los pájaros altos saben como aquél viejo piloto de la segunda guerra mundial que aparece en “El peletero/La historia del silencio”, que el final siempre es la caída, una caída que todos esperamos no tenga nunca suelo.

Pero hablamos demasiado para que en ese final nadie nos escuche. Que nadie se moleste al leer esas palabras, no es desprecio, no es ofensa ni es rechazo de vuestra compañía, pero no sois esa “para ti” del inicio.

En todo caso es mejor que callemos y transcribamos la letra de la canción.

Penso che un sogno così non ritorni mai più
mi dipingevo le mani e la faccia di blu
poi d'improvviso venivo dal vento rapito
e incominciavo a volare nel cielo infinito


Volare oh, oh
cantare oh, oh
nel blu dipinto di blu
felice di stare lassù
e volavo, volavo felice più in alto del sole
ed ancora più su
mentre il mondo pian piano spariva lontano laggiù
una musica dolce suonava soltanto per me


Volare oh, oh
cantare oh, oh
nel blu dipinto di blu
felice di stare lassù
ma tutti i sogni nell'alba svaniscon perché
quando tramonta la luna li porta con sé
ma io continuo a sognare negli occhi tuoi belli
che sono blu come un cielo trapunto di stelle


Volare oh, oh
cantare oh, oh
nel blu degli occhi tuoi blu
felice di stare quaggiù
e continuo a volare felice più in alto del sole
ed ancora più su
mentre il mondo pian piano scompare negli occhi tuoi blu
la tua voce è una musica dolce che suona per me


Volare oh, oh
cantare oh, oh
nel blu degli occhi tuoi blu
felice di stare quaggiù
nel blu degli occhi tuoi blu
felice di stare quaggiù
con te


Frente a eso es mejor callarse y no decir nada más, excepto recordar el color, Azul, color que ha dado nombre a miles de cosas, muchas de ellas desprovistas de esa “azulidad”.

Pero eso…

tanto da, ¿verdad?


Y LA CANCIÓN

No hemos sido capaces de hallar una trascripción de los textos cantados por María del Mar Bonet y Miguel Poveda. Éste es un trabajo titulado “Els treballs i el dies, Colombiana” y recopila letras provenientes de la tradición popular y oral. Así pues, la nuestra es libre, y seguramente que equivocada, pero fieles a la misma lógica de la tradición oral, en la cantada se inspira, y si no es fidedigna, a nosotros nos gusta.

Ésa ya es una razón suficiente.

Como lo es también que en ocasiones muy esporádicas coloreemos, Alberti y otros lo hacían, nuestros textos, a pesar del peligro evidente de ser cursis y kitsch. Pero ésas son canciones marineras, y aunque la casa está en el campo, a la Blanca Paloma sin duda le gusta el mar, ése que te lleva inevitablemente al… otro lado. Ese lado fatal. El Atlántico parece el lago Estigia visto desde Europa.

Se nos perdonarán unos pequeños cambios que hemos realizado en el tercer verso.

Me gusta por la mañana,
después del café bebido
pasearme por la Habana
con mi cigarro encendido
y comprarme un papelón
de esos que llaman diario
y mirar la población
como si fuera un millonario.


De la Habana són vinguts
en un barco català,
germans meus, germans meus
ahir vaig deixar
l’amor meu i la salud.


Tengo una casa en el campo
pensada para ti,
con el techo de marfil
y la cama con tu aroma.
Para ti Blanca Paloma
guardo yo… la flor de lis.


Quan serem en el mar blau,
pensant en una quimera,
recordau-vos quin temps era
recordau-vos quin temps era
quan jo era marinera
i vos… patró de la nau.






Este es el enlace de youtube en el que María del Mar Bonet y Miguel Poveda cantan en la 19ª edición del Mercat de Música Viva de Vic. Teatre Vigatá de Vic (Barcelona), 12 de septiembre de 2007. “Els treballs i els dies. Colombiana”

http://es.youtube.com/watch?v=kyE65gAtToQ


TRADUCCIONES

(1) FRAGMENTO

igual que
a aquel
que censura

la estupidez
y la pena
pueden rebasarlo

cuando escribiste
no sabías
el poder de

tus palabras

William Carlos Williams
“Cuadros de Brueghel”
Traducción de Juan Antonio Montiel

(2) EL GATO

Ven, hermoso gato, sobre mi pecho amoroso: retiene
las garras de tus patas y déjame sumergir en tus hermosos
ojos, en los que se mezclan el metal y el ágata.
Cuando mis dedos acarician a su antojo, tu cabeza
y tu lomo elástico, y mi mano se embriaga con el placer
de palpar tu cuerpo eléctrico,
veo a mi mujer en espíritu;
su mirada, como la tuya, amable bestia, profunda y
fría, como un dardo hiende y corta,
y, de los pies
a la cabeza, un aire sutil, un peligroso perfume,
flota alrededor de su cuerpo moreno.

Charles Baudelaire
"Las Flores del Mal"
Traducción de Ulyses Petit de Murat

(3) VOLARE

Pienso que un sueño parecido
No volverá mas
Y me pintaba las manos
Y de improviso el viento rápido me llevó
Y me hizo volar en el cielo infinito

Volare oh oh
Cantare oh oh oh

Nel blu dipinto di blu
felice di stare lassu
E volando, volando feliz
Yo me encuentro mas alto
Mas alto que el sol
Mientras el mundo se aleja despacio
Despacio de mi
Una música dulce tocada
Sólo para mi

Modénico Modugno
Traducción libre de Gipsy Kings

La flor de lys



Your shadow is my soul

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