lunes, 25 de junio de 2012

El Peletero/El peritaje caligráfico como documento humano


Hemeroteca peletera

El peritaje caligráfico como documento humano.

El cuerpo es una casa, la ciudad es una casa, el cosmos es una casa, ¿la anachoresis representa un ideal de autarquía con el que perseguimos la independencia?, ¿para habitar nuestra casa debemos abandonar las otras?

La portera de mi casa pone mala cara cuando me ve cargado con bolsas llenas de papeles para tirar a la basura, es mi hemeroteca, esos periódicos antiguos que no deben recordar ni los propios autores que escribieron los artículos y redactaron las noticias en su día. 

Noticias de ayer:

“En 1992, Claude Julien escribía: “Desde hace meses, Sarajevo supone para las democracias la revelación del desconcierto absoluto, la prueba de una voluntad vacilante, el símbolo perturbador de una ausencia total de futuro”. Cuando se cumplen, mañana, mil días de la batalla de Sarajevo, del inicio de la guerra de Bosnia-Herzegovina, esta visión sigue siendo válida. Sarajevo es símbolo de la división de Europa y de todos sus conflictos no resueltos, es el espectro de 1914 y de 1939, representa, en palabras de André Glucksman, “el fracaso de dos generaciones”.

(...)

El ideal de mestizaje cultural que anima este fin de siglo entre los occidentales progresistas tiene en Sarajevo el sumidero de todas sus contradicciones”. (“Sarajevo, 1000 días de vergüenza par el mundo”, Félix Flores, La Vanguardia de Barcelona, viernes, 30 de diciembre de 1994)

Noticias de hoy:

El Govern de la Generalitat de Catalunya guarda su archivo diario en los almacenes de una empresa que contrató para su custodia, pero que ahora está advertida de desahucio por el impago del alquiler; miles de cajas llenas de papeles que se supone son los documentos que conforman la memoria oficial reciente de mi país pueden convertirse en pasta de celulosa.

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La Junta de Aragón considera que la lengua que se habla en su franja oriental es aragonés oriental.

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Hoy, mi muy admirado Antoni Puigverd afirma:

Una gran majoria d'espanyols consideren positiu allò que una minoria percep com una barbaritat: convertir les dues llengües romàniques pròpies del territori de l'Aragó -l'aragonès i el català- en una barreja confusa de dialectes sense nom i gairebé sense drets. I és que, a la immensa majoria d'espanyols els sembla natural, bo i convenient reduir el panorama de les llengües peninsulars i afavorir el darwinisme lingüístic. A Espanya, des de fa segles, els ciutadans de famílies de matriu castellana tendeixen a considerar insuportable la simple existència d'una altra llengua que no sigui la pròpia. En tota mena de règims, amb més o menys desvergonyiment, s'ha transmès la idea que només existeix a Espanya una llengua digna d'aquest nom: la castellana, espanyola per antonomàsia. La resta, no serien sinó vestigis, antiguitats, chapurreaos, dialectes o reinvencions maquinades pels nacionalismes anomenats perifèrics. Qualsevol pretensió de normalitat social i cultural d'una llengua que no sigui el castellà és percebuda com una estupidesa, una mania, una presa de pèl, una ofensa als castellanoparlants, un atac a Espanya.(1) “(Llengües irritants”, Antoni Puigverd, La Vanguardia de Barcelona, divendres, 22 de juny de 2012)

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Ha cerrado el cine Renoir Les Corts y ayer, el Ayuntamiento, ordenó cerrar también el restaurante que tengo enfrente, y en el que oí, el otro día, aquella interesante conversación de las ocho señoras que hablaban de amor haciéndolo solamente de intereses materiales y económicos, como a mí me gusta.

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La memoria secundaria

Miquel Martí Pol dedicó al abogado y escritor Tomás Roig i Llop un poema navideño que recuerda los tiempos en que juntos montaban un belén, y acaba diciendo: “I cantàvem molt baix, amb vergonya potser de saber-nos germans de l’Infant i de tots en la nit de la grn meravella”. Eran malos tiempos para un escritoR burgués y profundamente católico que sufrió la represión franquista y más tarde un largo e injusto olvido que sólo se rompió ayer en la conmemoración del centenario de su nacimiento.

El “Nou diccionari de la literatura catalana” dedica 26 líneas a Tomás Roig i Llop y 87 a su hija, la también difunta escritora Montserrat Roig Fransitorra. Las únicas referencias a Tomás Roig que navegan por Internet aparecen en los epígrafes de libros antiguos y raros de encontrar, como padre de Montserrat Roig o como autor de un tratado traducido al italiano titulado “El peritaje caligráfico como documento humano”.

Roig i Torres es uno de aquellos escritores que no se estudian ni en el bachillerato ni en la universidad, y sin embargo existió. Se ocuparon de recordarlo su viuda, Albina Fransitorra, cinco de sus hijas, su único hijo y trece nietos en el Ateneu Barcelonés. Ainaud de Lasarte resumió su figura como “un autor tal vez secundario, pero que junto a muchos otros secundarios forman esa sólida base que hace posible que despunten los grandes nombres”. Leyeron algunos de sus textos los actores Teresa Cunillé y Doménech Vilarasa. Magda Oranich glosó su personalidad como abogado. Y Jordi Pallarés, el último profesor de retórica de Catalunya, rememoró su dimensión humana.

Más allá del homenaje tardío a un hombre que dejó una obra a la vez seria y satírica, que ayudó a salvar el teatro Romea de la miseria económica y que fomentó el teatro de aficionados por toda Catalunya, queda el recuerdo de sus hijas: “Gran trabajador, serio, vitalista, entregado a la familia, muy conversador, siempre rodeado de amigos y que nunca levantó la voz ni perdió los nervios a pesar de vivir rodeado de seis hijas, la mujer y la suegra”. Más reciente, el recuerdo de sus nietos, como el periodista Álex Martínez Roig: “Nuestro abuelo fue y es un referente ético de una burguesía catalana derrotada por la República y por el franquismo. Sin ser un político, fue un resistente cultural que luchó por la cultura catalana a través de los juegos florales, el teatro popular y la abogacía”.

Hijo adoptivo de Girona y miembro de la misma generación olvidada de Fages de Climent, el fondo documental de Tomás Roig i Llop reposa en el Arxiu Nacional de Catalunya y resulta muy útil para entender cómo vivió la guerra y la posguerra la burguesía ilustrada catalana. Parte se recoge en sus dos tomos de memorias, pero el tercero, que dictó a su mujer cuando ya había perdido la vista y que se centra en la posguerra, continúa inédito. Y aunque el acto en memoria del autor fue bello y emotivo, la edición de esas memorias sería un servicio a la historia de un país que también se ha forjado sobre escritores secundarios. (El dedo de Colón. “La memoria secundaria”, Joaquim Roglan, La Vanguardia de Barcelona, jueves, 19 de diciembre de 2002)

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Podría hablar también de los caminos de ronda que recorren la costa catalana y que servían para otear y avisar a las poblaciones costeras de la llegada de los piratas moriscos que saqueaban sus villas, pero no lo haré, lo dejaré para otra ocasión, prefiero citar el estado de la mar del jueves, 19 de diciembre de 2002, mientras escucho alguna pieza de rock & roll que no sea de ése al que llaman “The Boss”.

El mar

HOY. Una ligera entrada de vientos de levante, con ratos de nordeste y ratos de sudeste, hará que la marejadilla se extienda por todas las costas catalanas. Olas de medio metro en general, sin descartar áreas de marejada (hasta un metro) desde el Garraf hasta el Maresme y la Costa Brava. Marejada y fuerte marejada en el norte del Empordà, con olas de uno a dos metros. Vientos de fuerza dos a cuatro, con áreas de fuerza cinco. Las olas favorecerán deportes como el surf y el windsurf.
MAÑANA. Marejadilla o marejada en todas las costas, con olas de medio metro a un metro. Áreas de fuerte marejada en la Costa Brava y Baleares. (La Vanguardia de Barcelona, jueves, 19 de diciembre de 2002)

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(1) La mayoría de los españoles percibe como bueno algo que una minoría considera una barbaridad: convertir las dos lenguas románicas propias del territorio de Aragón -el aragonés y el catalán- en una confusa mezcla de dialectos sin nombre y sin apenas derechos. Y es que, a la inmensa mayoría de los españoles, les parece natural, bueno y necesario reducir el panorama de las lenguas peninsulares y favorecer el darwinismo lingüístico. En España, desde hace siglos, los ciudadanos de familias de matriz castellana tienden a consideran insoportable la mera existencia de otra lengua que no sea la propia, pues, durante siglos, en todos los regímenes, con mayor o menor descaro, se ha transmitido la idea de que sólo existe en España una lengua digna de tal nombre, que es la española por antonomasia. El resto, no serían más que vestigios, antiguallas, chapurreaos, dialectos, cuando no puras reinvenciones de los nacionalismos llamados periféricos. Cualquier pretensión de normalidad de estas lenguas ha sido percibida como una estupidez, una manía, una tomadura de pelo, un atrevimiento inaudito, una ofensa a los castellanohablantes, un ataque a España. (“Lenguas irritantes”, Antoni Puigverd, La Vanguardia de Barcelona, viernes, 22 de junio de 2012)

4 comentarios:

Marga dijo...

Yo es que con las lenguas me lío, siempre me da por pensar: precisamente lo creado para entendernos lo enredamos para que provoque lo contrario.

Y reconozco que los dimes y diretes lingüisticos me pillan de lado. La mayor parte me cabrean, limitan cuando deberían ampliar, yo qué sé, que bobos somos. Es lo que tienen las herramientas cuando nos da por convertirlas en edades de metales.

Con lo bellas que son y lo feas que se ponen al instrumentalizarlas, cachis!

Besos abcd y su traslación.

El peletero dijo...

Las lenguas, querida Marga, son como la salud o la libertad, te das cuenta de su valor cuando te faltan por cualquier razón o te las prohiben.

Las lenguas no solamente permiten comunicarse, son la expresión de toda una concepción del mundo, cuando desaparece una de ellas desaparece un mundo.

Y las lenguas son también un claro ejemplo de que sólo pertenecen a sus hablantes, igual que sus almas y sus cuerpos, a nadie más que a ellos les importa, aunque no siempre es así tampoco.

Para no poner ningún ejemplo peninsular le hablaré de la poca estima que causa entre los macedonios griegos su lengua eslava, se avergüenzan de ella.

También el menosprecio que sentían mis queridos hermanos K por el alemán, yo los pillaba, pero enseguida cambiaban al inglés como si se limpiaran la boca de alguna terrible suciedad.

En estas cosas pasa como siempre, cada uno cuenta la feria según cómo le va a él. Los medios españoles siguen al detalle y se alegran o se escandalizan según vaya la suerte del castellano en California o Puerto Rico. Pero no sé qué dirían si, por ejemplo, a la presidenta de Argentina se le ocurriera oficializar el idioma de su país como argentino o mejicano del sur. O si el Presidente de la Junta extremeña decretara que en Extremadura se habla el extremeño o el murciano del oeste.

Las lenguas, como el amor, se usan por el prestigio social que otorgan, y las lenguas, como el amor, se siguen hablando también porque no podemos dejar de amar ni de hablar.

Escribir en castellano es toda una experiencia porque no es mi lengua, eso me permite hacer del inconveniente virtud y crear entre mí y el instrumento una curiosa distancia y una reflexión más fría. No me quiero comparar con ellos, pero muchos escritores lo hicieron y lo hacen, Semprún, Nabokov, Kundera.

Puede usted comprobar que uso y amo el castellano, pero además de peletero, como catalán, y catalán hablante y pensante, me siento, y muchos como yo, el último mohicano.

Nadie llorará, ni falta que hace, por nosotros.


Petons.

Perdóneme la anécdota tonta y sensiblera, pero hace unos años, en un congreso internacional sobre lenguas románicas, incluida el castellano, se eligió la forma más bella y fonéticamente más dulce de decir “te quiero”. Salió elegida la manera catalana que se usa en Mallorca y que es: "T’estim".

Marga dijo...

Me gusta esa anécdota, me encanta esa expresión y sí, creo que es la forma más dulce de decir un te quiero. El acento catalán es de los más bellos de esta península de bárbaros. O al menos para alguien que creció escuchando a Llach y a Bonet, que no entendía nada pero apreciaba el ritmo y el "soniquete" (me decían en casa, tú aprende a apreciarlo).

Ajá, y sé que tiene razón, cuando faltan determinadas vivencias (y esa falta es azarosa, es geográfica) es complicado apreciar valores en la ausencia. Pero señor Peletero, puedo entenderlo, amo y cuido el lenguaje por encima de todas las cosas. Que el mío sea el castellano vuelve a ser azaroso.

Pero sí, un tema muy complejo, el de las identidades colectivas y sus idiomas como parte. Si ya nos liamos con la propia... uffff.

Resaludos!

El peletero dijo...

Mi padre siempre nos recordaba que lo mejor que se puede hacer en esta vida es aprender idiomas. Ha regresado mi amiga “africana” con sus dos nietos, niño y niña. Hablan y escriben el catalán perfectamente por sus dos padres, el francés por la escuela a la que asisten, el inglés porque es la lengua oficial de Ghana y la lengua nativa de la región de Accra que creo que es el acano. De castellano saben poco. A pesar de todo ello se los ve listos, espabilados y muy simpáticos, miran de otra manera, con curiosidad. ¡Ah! Y son muy educados.

Besos en swahili.