viernes, 20 de diciembre de 2013

El Peletero / Força zero


Diari de tardor (14)

Força cero

S’està acabant la tardor i aviat començarà l’hivern.

En un viatge llarg, de primers de desembre, que m’ha dut a l’altre punta del món he llegit un llibret (*) d’un autor que desconeixia. En ell es cita a l’Arthur Shopenhauer explicant la història dels porc espins que un dia molt fred de l’hivern feien pinya uns amb els altres per donar-se calor, però tot bon punt s’acostaven es ferien amb les seves punxes. Si, en canvi, es separaven corrien el perill de morir congelats.  Només assolien, en paraules del filòsof alemany, un estat raonablement satisfactori quan es trobaven a una “distància justa” entre ells.

En la mateixa obra, composta de diferents relats, descobreixo un altre escriptor alemany del que fins ara ignorava la seva existència. Heimito von Doderer que afirma que “en ocasions, un ha d’allunyar-se d’una persona per trobar-la”.

Penso que el contrari també és cert, en ocasions, quan un s’apropa a una persona la perd.

Llegint a la Viquipèdia les dades bàsiques de la curiosa vida de Heimito trobo, en l’apartat Doderer i les dones, que: “L'actitud de Doderer cap a les dones és estranya. Encara que es va casar en dues ocasions, amb l’Auguste Hasterlik i amb l’Emma Maria Thoma, en cap dels matrimonis va arribar a compartir sostre amb les seves esposes. En ambdós casos va continuar vivint com un solter al seu propi domicili. En el cas d'Emma Maria Thoma, aquesta va continuar vivint a Baviera, mentre Doderer tornava a Viena, i només assumia el paper de marit durant les visites que es podia permetre.

La majoria dels personatges femenins representats a les novel·les de Doderer no són les típiques "rosses tontes", sinó elegants, vives, i capritxoses dones, molt segures de si mateixes, en clar contrast amb l'ideal de dona imperant en l'època”.

Quina és la distància justa?

En astronomia hi ha el que és coneix com a Punt de Lagrange que consisteix bàsicament en que “donats dos cossos massius en òrbites circulars al voltant del seu centre de masses, existeixen cinc posicions en l'espai en les quals es pot situar un tercer cos, de massa negligible, de forma que mantingui la seva posició respecte als dos cossos més massius. En aquests punts s'equilibren les forces reals (gravitatòria) i fictícies (centrífuga) sobre el tercer cos, de manera que la força total sobre ell és zero”.

Però ni en les vides dels humans ni en les dels porcs espins existeix la força zero, és més comuna, en canvi, el que els astrònoms anomenen òrbita geostacionària. “Un satèl·lit en aquesta òrbita manté fixa la seva posició (es troba estacionari) respecte a la superfície terrestre, ja que el seu moviment orbital es fa a la mateixa velocitat angular que el moviment de rotació de la Terra. D'una certa manera, es pot dir que el satèl·lit «segueix» el moviment de rotació de la superfície”. 

La Viquipèdia, però, ens adverteix també que “ l'òrbita geostacionària és una òrbita inestable. Diverses pertorbacions orbitals fan que els satèl·lits geostacionaris es vegin obligats a utilitzar els seus sistemes de propulsió per mantenir-se a la seva posició”.

Així doncs, quina és aquesta maleïda distància justa?, existeix veritablement?

S’està acabant la tardor i aviat començarà l’hivern.  La distància entre l’una i l’altre és sideral, tant gran com ho és el forat d’una agulla sequera, una d’aquelles agulles llargues d’acer que planto com una bandera i amb la que mato el monstre que no dic quan empaito a la masovera, vestit d’home antic, entre pineda i garric, perquè...

...és quan ric que em veig gepic al bassal de sota l’era. (**)

(*) L’art de no dir la veritat, Adam Soboczynski, Anagrama, 2001
(**) És quan dormo que hi veig clar, J.V.Foix


-----------------------------------------

Diario de otoño (14)

Fuerza cero

El otoño está terminando y pronto comenzará el invierno.

En un viaje largo, a principios de diciembre, que me ha llevado a la otra punta del mundo he leído un librito (*) de un autor que desconocía. En él se cita a Arthur Shopenhauer explicando la historia de los puercoespines que un día muy frío del invierno hacían piña unos con otros para darse calor, pero cuanto se acercaban se herían con sus púas. Si, en cambio, se separaban corrían el peligro de morir congelados. Sólo lograban, en palabras del filósofo alemán, un estado razonablemente satisfactorio cuando se encontraban a una "distancia justa" entre ellos.

En la misma obra, compuesta de diferentes relatos, descubro a otro escritor alemán del que hasta ahora ignoraba su existencia. Heimito von Doderer que afirma que "en ocasiones, uno debe alejarse de una persona para encontrarla".

Pienso que lo contrario también es cierto, en ocasiones, cuando uno se acerca a una persona la pierde.

Leyendo en la Wikipedia los datos básicos de la curiosa vida de Heimito encuentro, en el apartado Doderer y las mujeres, que: "La actitud de Doderer hacia las mujeres es extraña. Aunque se casó en dos ocasiones, con Auguste Hasterlik y con Emma María Thoma, en ninguno de los matrimonios llegó a compartir techo con sus esposas. En ambos casos siguió viviendo como un soltero en su propio domicilio. En el caso de Emma María Thoma, ésta continuó viviendo en Baviera, mientras Doderer volvía a Viena, y sólo asumía el papel de marido durante las visitas que se podía permitir”.

La mayoría de los personajes femeninos representados en las novelas de Doderer no son las típicas " rubias tontas ", sino elegantes, vivarachas, y caprichosas mujeres, muy seguras de sí mismas, en claro contraste con el ideal de mujer imperante en el época ".

¿Cuál es la distancia justa?

En astronomía hay lo que se conoce como Punto de Lagrange que consiste básicamente en que "dados dos cuerpos masivos en órbitas circulares alrededor de su centro de masas, existen cinco posiciones en el espacio en las que se puede situar un tercer cuerpo, de masa despreciable, de forma que mantenga su posición respecto a los dos cuerpos más masivos. En estos puntos se equilibran las fuerzas reales ( gravitatoria ) y ficticias ( centrífuga ) sobre el tercer cuerpo, de modo que la fuerza total sobre él es cero".

Pero ni en las vidas de los humanos ni en las de los puercoespines existe la fuerza cero, es más común, en cambio, lo que los astrónomos llaman órbita geoestacionaria. "Un satélite en esa órbita mantiene fija su posición (se encuentra estacionario) respecto a la superficie terrestre, ya que su movimiento orbital se hace a la misma velocidad angular que el movimiento de rotación de la Tierra. De una cierta manera, se puede decir que el satélite «sigue » el movimiento de rotación de la superficie".

La Wikipedia, sin embargo, nos advierte también que "la órbita geoestacionaria es una órbita inestable. Varias perturbaciones orbitales hacen que los satélites geoestacionarios se vean obligados a utilizar sus sistemas de propulsión para mantenerse en su posición".

Así pues, ¿cuál es esta maldita distancia justa?, ¿existe verdaderamente?

Se está acabando el otoño y pronto comenzará el invierno. La distancia entre uno y otro es sideral, tan grande como lo es el ojo de una aguja saquera, una de esas agujas largas de acero que planto como una bandera y con la que mato al monstruo que no digo cuando acoso a la masovera, vestido de hombre antiguo, entre pinar y maleza, porque...

…es cuando me río que me veo con joroba en la charca de la era. ( **)

( * ) El arte de no decir la verdad, Adam Soboczynski, Anagrama, 2001
( **) Es cuando duermo que veo claro, J.V.Foix

2 comentarios:

Inés González dijo...

Creo que la "distancia justa" no existe, o por lo menos en términos categóricos, y más cuando de afectos y emociones se trata.
Sí creo en las distancias, o más que distancias en esos espacios necesarios, donde como dicen los analistas cada uno vuelve a ser él mismo.
También creo en los ritmos, las relaciones afectivas que comparten un mismo ritmo, más allá de las inquietudes y miradas comunes, como en las reglas de la música, y van a una misma velocidad, con seguridad esos espacios y esas distancias serán satisfactorias y estimulantes.
Cada uno tendrá su necesidad y fórmula, eso sí está claro.
Tampoco creo que si te acercas a una persona la pierdes, eso es absurdo. Si no te acercas no hay posibilidad de que germine nada.
Tampoco veo terrible a los amores camas bajo distinto techo, la convivencia es una apisonadora que pone a prueba de balas y fuego al indefenso amor.
En las distancias las personas se reinventan, si son independientes y creativas, claro, si son dependientes y aburridas se mueren de abandono y soledad.
Abrazos sin púas

El peletero dijo...

Todas las posibilidades caben, querida Inés, si son aceptadas de buen grado por las partes, los problemas empiezan cuando una de ellas no se encuentra cómodo con aquello que quiere la primera parte contratante del acuerdo en el apartado segundo del anexo decimoquinto, subiendo por las escaleras al fondo a mano derecha.

Yo no he escrito que acercarse a una persona signifique, inevitablemente, perderla, solamente que en ocasiones sucede así, era una variante, una manera de decir alambicada de aquel famoso dicho que afirma que lo peor de un deseo es satisfacerlo. Lo contrario también es cierto igualmente, en ocasiones la relativa lejanía conserva las relaciones, sean sentimentales o vecinales, entre amigos o primos, es también una interpretación libre del “cada uno en su casa y Dios en la de todos”.

El librito que cito no es nada del otro mundo, pero me ha gustado porque intenta describir el mundo como es, no como debería ser. No podemos pretender lo segundo si no sabemos lo primero. La tesis del libro es que todos mienten o no dicen la verdad, no lo hacen porque sean malas personas, seres perversos o malignos, no, son únicamente pobres hombres y mujeres que tratan de sobrevivir al juego de la convivencia con los demás, juego peligroso y de grandes riesgos en los que, con las debidas excepciones, no existe ni la caridad ni la misericordia.

Ya sabes que el peletero que escribe en este blog tiene un lema: “no creas nada de lo que te digan y solamente la mitad de lo que veas”. Hasta ahora, todavía nadie, excepto su árbol, ha logrado desautorizar o desacreditar tal afirmación o prevención.

El autor del libro concluye afirmando algo terrible que concuerda con aquello que me decía la señora dominicana, analfabeta pero sabia, que cuidaba de mis padres, ella afirmaba que lo peor que le puede pasar a una persona es enamorarse, es una mujer con marido al que quiere mucho y seis hijos. Al marido lo ve durante algún mes cada tres o cuatro años. Adam Soboczynski dice que el amor (el amor erótico) es el peor de los autoengaños. Yo no estoy seguro si esta clase de afirmaciones son ciertas o no, pero me temo que sí.

Besos de peletero.