domingo, 28 de diciembre de 2014

Xerrameca.



Diari d’hivern (2)

Xerrameca.

Avui som 28 de desembre, el dia dels Sants Innocents, ha passat Nadal, Sant Esteve i fa fred. Un dels meus primers pintors preferits va ser en Paul Gauguin, el vaig descobrir quan encara era un adolescent i un innocent, però he de reconèixer que en realitat no m’agradava la seva pintura glacial i les seves figures hieràtiques i rígides sinó ell i el fet que se n’hagués anat a l’altre punta del món a pintar a dones nues de pells fosques i cabells negres. La lectura de Supèrbia, d’en Somerset Maugham, va acabar de construir en mi el mite que encara m’acompanya, un mite tan fals com ho són tots.

Harry G. Frankfut, un dels filosofs moralistes nord-americans més importants, en el seu llibret  On Bullshit (xerrameca) afirma que quan es menteix d'una manera eficaç, el mentider ha de necessàriament conèixer la veritat. En canvi, “al xerraire no li interessa el valor veritatiu, és aliè a tot interès per la veritat, per això no considera que estigui mentint, no presumeix de conèixer la veritat i les seves afirmacions no es basen ni en la creença que és veritable com correspondria a la mentida".

Tots els bons psiquiatres clínics, els caps de personal, de publicitat, de compres i els directors comercials saben que qualsevol persona que parla, pensa, escriu, canta o pinta produeix en diferents graus xerrameca constantment, menysté els fets o tergiversa les seves pròpies intencions. Tot plegat ho fa, evidentment, a la seva manera, raó que paradoxalment el converteix alhora en algú també sincer. La sinceritat del xerraire, però, és una qualitat onírica similar a la de la memòria somàtica dels materials rígids o semi rígids, ossos, cartílags, metall, fusta, músculs o similars, i a la neuronal o plàstica dels organismes nerviosos, ulls, orelles, nassos, braços d’estrelles de mar, caps de gall o cues de sargantana; propietat mnemotècnica molt singular perquè està construïda amb els típics components innascibles dels somnis i les onades arrítmiques del vent solar que, conjuntament amb el nucli dur de ferro incandescent de la terra i el seu magnetisme, pinten al cel les aurores.

En aquest sentit i en aquesta lògica de les coses ni el mentider ni el xerraire poden evitar per més que ho intentin que la veritat suri gràcies a la coneguda diferència de densitats entre la necessitat i l’atzar, exactament igual com ho fa el gel a l’aigua, mantenint sempre, això sí, tres quartes parts submergides i amagades al públic en general excepte als submarinistes intrèpids que s’atreveixen a mirar a la cara la tenebra marina. Veritat que, per la inexorable diferència també, en aquest cas, de temperatures entre la realitat i l’esperança, s’anirà dissolvent mica en mica, lentament, poc a poc, fins acabar desapareixent diluïda en els abismes d’un mar sense sostre que omple bona part de les depressions i les fondàries, les anomenades terres baixes de l’ànima on la infantesa és un patrimoni que l’amor mai pot amortitzar.

Tot aquest preàmbul és per a avisar el lector que no m’ha de creure si afirmo amb seguretat i satisfacció que la noia que surt ballant en el vídeo que encapçala el post d’avui a l’esquerra de la pantalla i en primera línia de les dues files de balladores va ser una novia meva. No m’ha de creure perquè és mentida si així ho afirmo, però sí és cert que la noia que veiem sembla, ni més ni menys, la germana bessona univitel·lina de la que realment ho va ser, ja fa d’això uns quants  anys. Ambdues s’assemblen tant com es poden assemblar dues gotes d’aigua, el mateix cos, els mateixos membres rígids o semi rígids, durs i tous, la plasticitat neuronal, la mateixa manera de bellugar-se i de ballar, el mateix cabell arrissat, ulls, boca i el mateix rostre amb el seu somrís dolç característic.

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Diario de invierno (2)

Charlatanería.

Hoy estamos a 28 de diciembre, el día de los Santos Inocentes, ha pasado Navidad, San Esteban y hace frío. Uno de mis primeros pintores favoritos fue Paul Gauguin, lo descubrí cuando aún era un adolescente y un inocente, pero tengo que reconocer que en realidad no me gustaba su pintura glacial y sus figuras hieráticas y rígidas sino él y el hecho que se hubiera ido a la otra punta del mundo a pintar mujeres desnudas de pieles oscuras y pelo negro. La lectura de Soberbia, de Somerset Maugham, terminó de construir en mí el mito que todavía me acompaña, un mito tan falso como lo son todos.

Harry G. Frankfut, uno de los filósofos moralistas estadounidenses más importantes, en su librito On Bullshit (charlatanería) afirma que cuando se miente de una manera eficaz, el mentiroso debe necesariamente conocer la verdad. En cambio, "al charlatán no le interesa el valor veritativo, es ajeno a todo interés por la verdad, por eso no considera que esté mintiendo, no presume de conocer la verdad y sus afirmaciones no se basan ni en la creencia de que es verdadero como correspondería a la mentira”.

Todos los buenos psiquiatras clínicos, los jefes de personal, de publicidad, de compras y los directores comerciales saben que cualquier persona que habla, piensa, escribe, canta o pinta produce en diferentes grados palabrería constantemente, desprecia los hechos o tergiversa sus propias intenciones . Todo ello lo hace, evidentemente, a su manera, razón que paradójicamente lo convierte a la vez en alguien también sincero. La sinceridad del charlatán, sin embargo, es una cualidad onírica similar a la de la memoria somática de los materiales rígidos o semirrígidos, huesos, cartílagos, metal, madera, músculos o similares, y en la neuronal o plástica de los organismos nerviosos, ojos, orejas, narices, brazos de estrellas de mar, cabezas de gallo o colas de lagartija; propiedad mnemotécnica muy singular porque está construida con los típicos componentes inasibles de los sueños y las olas arrítmicas del viento solar que, conjuntamente con el núcleo duro de hierro incandescente de la tierra y su magnetismo, pintan en el cielo las auroras.

En este sentido y en esta lógica de las cosas ni el mentiroso ni el charlatán pueden evitar por más que lo intenten que la verdad aflore y flote gracias a la conocida diferencia de densidades entre la necesidad y el azar, exactamente igual como lo hace el hielo en el agua, manteniendo siempre, eso sí, tres cuartas partes sumergidas y escondidas al público en general excepto a los submarinistas intrépidos que se atreven a mirar a la cara la tiniebla marina. Verdad que, por la inexorable diferencia también, en este caso, de temperaturas entre la realidad y la esperanza, se irá disolviendo despacio, lentamente, poco a poco, hasta terminar desapareciendo diluida en los abismos de un mar sin techo que llena buena parte de las depresiones y las profundidades, las llamadas tierras bajas del alma donde la niñez es un patrimonio que el amor nunca puede amortizar.


Todo este preámbulo es para avisar al lector que no me ha de creer si afirmo con seguridad y satisfacción que la chica que sale bailando en el vídeo que encabeza el post de hoy a la izquierda de la pantalla y en primera línea de las dos filas de bailarinas fue una novia mía. No me ha de creer porque es mentira si así lo afirmo, pero sí es cierto que la chica que vemos parece, ni más ni menos, la hermana gemela univitelina de la que realmente lo fue, hace de ello unos cuantos años. Ambas se parecen tanto como se pueden parecer dos gotas de agua, el mismo cuerpo, los mismos miembros rígidos o semirrígidos, duros y blandos, la plasticidad neuronal, la misma manera de moverse y de bailar, el mismo cabello rizado, ojos, boca y el mismo rostro con su característica sonrisa dulce.

4 comentarios:

Eastriver dijo...

Xerrameca i una mica de poesia...

El peletero dijo...

Sí, tens raó, i una mica de poesia al costat de la xerrameca. Es fa el que es pot.

Una abraçada.

Marga dijo...

Yo siempre he pensado que la mentira es lícita, los cuentos más, por supuesto.

Lo que no es perdonable es engañarse a uno mismo, no al menos en la medida de lo posible. Por tontuna contradcitoria, no más, jeje.

En otro orden de cosas, si usted lo dice yo le creo, faltaría más.

Besos y congratulaciones varias.

El peletero dijo...

Tiene toda la razón, querida Marga, mentir es lícito si la causa es buena, aunque lo realmente bueno es mentir en contadísimas excepciones, una buena alternativa a la mentira, ya lo sabe usted, es el silencio.

El peor error y pecado, sin embargo, es, evidentemente, mentirse a uno mismo, por eso Paul Gauguin se fue a los Mares del Sur esperando encontrar allí el paraíso que sabía, o debía saber, no hallaría, y por eso también el charlatán no considera que lo que hace o dice, ni las intenciones por las que lo hace o dice, sea algo que tenga que ver con la verdad, por ello no considera que esté mintiendo a nadie ni mucho menos a sí mismo, aunque lo haga.

Créame, una chica casi, casi, casi igual a la que aparece bailando fue novia mía, una verdadera belleza como usted misma puede comprobar.

Besos sinceros.