miércoles, 1 de abril de 2009
El peletero/Augustus y Fidelius (sobre Arte)
14 Enero 2008
AUGUSTUS Y FIDELIUS son dos personajes, padre e hijo, que “El peletero” ya utilizó una vez y de manera paródica, haciendo pasar sus conversaciones como textos estoicos del siglo II, en el post titulado: “El peletero en la torre”
-Queridísimo Augustus, y al mismo tiempo amadísimo padre, ¿puedo preguntaros algo que hace tiempo me tiene intrigado?
-Naturalmente que sí, Fidelius, pregunta lo que quieras hijo mío, trataré de responderte, lo mejor que sé, que no es mucho.
-Venerado padre, la comida puede ser sofisticada o sencilla, sus ingredientes exóticos o de la huerta de nuestra propia casa. Su elaboración es obra casi de químicos y alquimistas o bien de gente llana como nosotros, la comida simplemente hervida o asada, a fuego lento, procurando y vigilando únicamente que la carne no se queme o el arroz no se pase. La presentación también puede ser escueta o bien muy elaborada, casi como esculturas, monas de pascua o sombreros como los que lucían las damas en la Corte francesa de Luis XVI, diez años antes de su ejecución en la “guillotine”. A pesar pues de todo ello, de todas esas enormes diferencias que hay entre unos platos y otros, cualquiera puede comer de cualquiera de ellos.
-Así es Fidelius.
-Pero, ¿no es verdad también, padre mío, el dicho que afirma que la miel no está hecha para la boca del asno?
-Es cierto el dicho en relación al goce del ágape, nada más, allá cada cual con su capacidad de disfrute y deleite, amado hijo mío.
-Entonces, cualquiera puede tragar y masticar aquello que le plazca. ¿Es así?
-Así es, efectivamente, allá cada cual con su lengua y su bolsillo.
-Entonces admirado padre, ¿me equivoco si afirmo que el Arte es igual que la comida? ¿Y que no hay diferencia entre lo que nos llevamos a la boca y lo que mostramos a nuestros ojos, o procuramos que oigan nuestros oídos?
-No te equivocas Fidelius, pero dime, ¿por qué me lo preguntas?
-Os lo pregunto porque para leer un texto escrito en mandarín, hay que saber esa lengua. Pero según parece el Arte está escrito en una lengua que todos podemos entender.
-Es verdad Fidelius, todos tenemos boca para comer y ojos para mirar aquello que nos plazca, pero no es exacto afirmar que eso que llamamos Arte esté escrito en una lengua universal.
-¿No?
-No todos miramos igual, ni tampoco miramos las mismas cosas, Fidelius.
-¿Pero vemos lo mismo?
-No siempre.
-¿De qué depende?
-De lo que sabemos, y lo que sabemos depende de lo que aprendemos, y aprendemos lo que nos enseñan y lo que nosotros queremos y somos capaces de saber.
-Querido padre, dicen que la música sí es un lenguaje universal.
-Amado Fidelius, la música es una forma de ordenar el tiempo. El tiempo sí es universal, pero cada uno, cada familia y cada tribu lo ordena como quiere. El ser humano es casi eso, un archivista, alguien que ordena y jerarquiza el mundo. Alguien que quiere descubrir su protocolo.
-Augustus, si digo que cada idioma, cada lengua, es una manera distinta de cantar, ¿estaré en lo cierto?, ¿crees que es una metáfora correcta?
-Sí, amado hijo, lo es.
-¿Augustus?
-Dime, Fidelius.
-¿Has dicho que también miramos diferente?
-Sí Fidelius, también miramos distinto.
-¿Qué es distinto, amado Augustus?, ¿la manera de mirar o aquello que miramos?
-Ambas cosas.
-¿Es igual ahora que antes?
-No Fidelius, no es igual ahora que antes. Las artes plásticas concebidas a la manera tradicional están muertas, no hay otra manera de decirlo. El suyo es un mundo endogámico y que se alimenta de sus propios excrementos, coprofágico. Todo él es una perversión y un gran malentendido. Pero aquello que empezó a matarlo a finales del siglo XIX y a primeros del XX, -la aparición de eso que se conoce como “vanguardia”, y antes que ella, el movimiento romántico- es una de las grandes “ideas fuerza” que se han inventado, es tan grande su poder que llega hasta hoy.
-¿Por qué es grande su poder? ¿En que consiste?
-Amado hijo, hoy eres muy inquisitivo, pero yo te he enseñado a serlo, así que me siento orgulloso de tus preguntas al igual que del nombre que te di. Fidelius, su poder consiste en dos cosas, en el subjetivismo y en la novedad. La primera enfatiza y da valor a la “sensación”, la segunda es la coartada filosófica y moral que esconde su mercantilismo.
-Yo también me siento orgulloso de pronunciar el tuyo, padre. Augustus es el mejor que mi abuelo podía darte. Pero déjame afirmar que según mi criterio, nada de lo que alegas es malo, ni siquiera la mercantilización del arte.
-No lo es Fidelius cuando se afirma y no se esconde, los artistas también tienen derecho a vivir. Pero sí es malo cuando se disimula hipócritamente. Y es malo el subjetivismo cuando no se es exigente. Todo el mundo tiene “emociones”, pero no todas las emociones son iguales. De esas dos cosas que configuran el poder de esa “idea fuerza”, la primera democratiza el consumo de arte, no se necesita nada más que ponerse delante de la obra para “experimentarla”. Te gustará o no, la disfrutarás o no, eso es lo de menos, lo importante es que cualquiera es capaz, no se necesita saber nada para “apreciar” el arte. Ésa es una idea, una argumentación, que como te puedes imaginar ha tenido un gran éxito popular. Uno de sus corolarios es la confusión entre espontaneidad y creatividad y la conclusión de que el “saber” coarta la libertad, esa espontaneidad y la necesaria creatividad que todo artista, obviamente, necesita.
-¿Qué piensas querido padre, de la enseñanza moderna en relación a estos asuntos del arte de los que hablamos? Ya sabes que yo soy maestro, enseño a criar y a entrenar gallos para pelear.
-Pues ya debes suponértelo, amable Fidelius. En relación a estos malentendidos que mencionaba, uno de sus compañeros de viaje han sido también todas las corrientes pedagógicas modernas, muchas de las psicológicas y alguna de las sociológicas, y que tú debes conocer muy bien y que yo, con mi habitual exceso verbal, califico, como una de las más grandes estafas del siglo XX y XXI y que debería estar prohibido por ley ser pedagogo, y que todos los que actualmente ostentan y lucen semejante título deberían estar directamente en la cárcel o condenados a trabajos forzados.
-Sí, conozco perfectamente vuestro exceso verbal Augustus. Es desmesurado, pero es un acicate.
-Fidelius, hay que procurar dejar claras también dos cosas. Una es que las artes plásticas no se limitan únicamente a la pintura, o al arte de “salón”, de este arte pensado y realizado exclusivamente para el galerista, el coleccionista y el museo. A alguien puede gustarle coleccionar algo, desde sellos de correo a vello púbico, como hacía el Marqués de la “Escopeta Nacional” de Berlanga. Pero es una contradicción en sí mismo construir algo directamente para el coleccionista. Cuando eso sucede hay algo que no funciona. Y casi todo el “arte plástico que ocupa y del que se ocupan la mayor parte de los media, es eso. Material de colección, como esos fascículos que ponen a la venta los quioscos de periódicos.
-Pero Augustus, padre, todo el mundo tiene derecho a decir o hacer lo que le parezca, ¿no?
-Sí, naturalmente, precisamente por eso Fidelius, la segunda cosa importante que hay que resaltar es la legitimidad de la obra del “artista”. Él tiene derecho a decir lo que quiera mientras no viole ninguna ley. Ley avalada y promulgada por un Parlamento democrático.
-¿Entonces?
-Entonces, de esa legitimidad podemos extraer una conclusión válida y también importante, que es: de cualquier cosa dicha, cantada, escrita, dibujada, pintada, fotografiada, podemos aprender. Con cualquiera de esas técnicas se pueden decir verdades importantes, desvelarlas ante nuestros ojos y oídos igual que si abriéramos las puertas de una habitación cerrada. Dentro puede esconderse el Paraíso o agazaparse el Infierno. ¿Entiendes lo que te digo, Fidelius, hijo querido?
-Sí, lo entiendo. ¿Es eso poesía?
-Félix de Azúa nos dice que la poesía es la verdad del Arte, pero también afirma con absoluta seguridad y convicción, y sin ningún asomo de duda, que el Arte está muerto.
-¿Por qué Augustus?
-¿Por qué?, porque ya no cumple la función por la cual nació, que es la de representar el fuego sagrado, alrededor del cual se reúne la comunidad, escenificando la liturgia a través de la cual se explica y narra el mito fundacional de la que nació, las claves psicológicas que definen su identidad. Solamente así, cuando la comunidad sabe “quién” es, sabe también “qué” debe hacer.
-¿Y por qué no cumple esa función?
-El Arte ya no cumple esta función porque nuestras comunidades aparte de matar a Dios, mataron también al padre, a la madre y al hijo y a la hija. Las nuestras son sociedades huérfanas y la civilización de la que surgen es cada día más una civilización muda, a la que se le van muriendo los símbolos y las palabras. Nos vamos quedando sin habla y sin memoria, exactamente igual que un enfermo de Alzheimer.
-¿Tan grave es?
-No sé si es grave o no, yo solamente sé que aquello que nuestra civilización hace o dice ya no tiene referentes, la tradición también agoniza (entre otras cosas porque los mismos artistas abominan de ella como si fuera un lastre. Esa quiere ser su coartada moral, cuando en realidad no es más que la disculpa de un deudor que no tiene un céntimo para pagar su deuda, o responder y contrarrestar su propia ignorancia de las cosas. De aquí el elogio del ignorante que está orgulloso, y así lo manifiesta en público, de no saber nada) Y ya no hay palabras que puedan construir un “relato” más o menos coherente de, como mínimo, lo que hacemos o dejamos de hacer. La novedad no es enemiga de la tradición, pero muchos no lo entienden así. Ya decía Eugeni D’Ors que todo aquello que no es tradición es plagio. Y Paul Valery afirmaba también que “lo que no se parece a nada no existe”
-Así pues, ¿no hay arte? Y si no lo hay, ¿qué hay?
-Hay objetos y gestos estéticos. Hay adorno, hay un cierto orden, algo de técnica constructiva. Hay algún manifiesto, denuncias gratuitas, algún propósito, una cierta predisposición, un intento. Hay manierismo, se hacen cosas “a la manera de”.
-Así pues, ¿en lugar de Arte hay moda?
-Eso es Fidelius, hay moda y gastronomía.
-En lugar de Música hay… ¿qué hay Augustus?
-En lugar de Música hay “crooners” y espectáculo. Y todo lo contrario también, hay autismo. ¿No te has fijado en todas esas personas que van por la calle con el i-Pod colocado todo el tiempo? Quieren adornar su vida permanentemente con un hilo musical, música de ambiente. ¿Te has dado cuenta?
-Sí.
-En lugar de la Verdad, lo que existe es la opinión.
-¿Opinión?
-Permíteme citarte a Harry G. Frankfurt y unas pocas palabras suyas de su libro que ya conoces “On Bullshit”. Frankfurt dice:
La proliferación contemporánea de la charlatanería tiene también raíces más profundas en las diversas formas de escepticismo que niegan que podamos tener acceso seguro alguno a una realidad objetiva y que rechazan, por consiguiente, la posibilidad de saber cómo son realmente las cosas. Esas doctrinas “antirrealistas” socavan la confianza en el valor de los esfuerzos desinteresados por determinar qué es verdad y qué es falso, e incluso en la legitimidad de la noción de indagación objetiva. Una respuesta a esta pérdida de confianza ha consistido en renunciar a la disciplina exigida por la dedicación al ideal de la “corrección” para refugiarse en un tipo de disciplina muy diferente, impuesta por la persecución de un ideal alternativo de “sinceridad”. En lugar de tratar primordialmente de lograr representaciones precisas de un mundo común a todos, el individuo se dedica a tratar de obtener representaciones sinceras de sí mismo. Convencido de que la realidad no posee naturaleza alguna inherente que uno pudiera confiar en determinar como la verdad fiel de las cosas, se consagra a ser fiel a su propia naturaleza individual. Es como si decidiera que no tiene sentido intentar ser fiel a los hechos, por lo que, en vez de eso, ha de intentar ser fiel a sí mismo.
-Es claro y contundente.
-Sí Fidelius, lo es. Tú que tienes un blog ya debes haber notado que la“opinión” debe ser la palabra más usada en la blogosfera. Y la expresión: “todas las opiniones son válidas y todas aportan algo” la frase más escrita en las bitácoras de todo el mundo, acompañada de “no me gusta ni quiero polemizar”.
-Todo lo contrario de lo que nos ocurre a nosotros, y de lo que tú me has enseñado que debo hacer, polemizar, cuanto más mejor. Pero cuando conversamos y contamos cosas, ¿hemos de procurar que sean fácilmente entendidas?
-Hemos de procurar que sean simplemente entendidas, ni más ni menos. La comprensión de las cosas es una de sus medidas, la más importante, y un kilómetro de camino lo seguirá siendo siempre, sea éste una carretera, una autopista, o un sendero de cabras.
-Pero las palabras pueden ser oscuras.
-Sólo si las usas mal o las desconoces.
-No todo el mundo las conoce todas.
-Nadie las conoce todas, pero no puedes pretender subir una escalera bajando.
-Hay quien sí.
-Los charlatanes que desprecian el valor de la Verdad y que venden medicinas milagrosas. Entender es un deber que todos tenemos y su responsabilidad no solamente está en quien habla, también está en quién escucha, no solamente lo es del maestro, lo es también del alumno.
- A ti, querido padre, y a mí, al menos nos gusta explicar las cosas al igual que intentaba hacer Van Gogh cuando escribía a Theo, su hermano.
-Tienes toda la razón Fidelius, escucha eso que Van Gogh le cuenta a su hermano a propósito de “El café nocturno”, el 8 de septiembre de 1888, Van Gogh dice lo siguiente:
“En mi cuadro Café nocturno, he tratado de expresar que el café es un sitio donde uno puede arruinarse, volverse loco, cometer crímenes. En fin, he tratado por los contrastes del rosa tierno y del rojo sangre y el borra de vino, del suave verde Luis XV y Veronés, contrastando con los verdes amarillos y los verdes azules duros, todo esto en una atmósfera de hornaza infernal, de azufre pálido, de expresar algo así como la potencia de las tinieblas de un matadero”
-¿Eso es así, Augustus?, ¿el resultado responde a la voluntad del pintor?
-En el caso de Van Gogh sin duda que sí, Fidelius, lo que pretende lo consigue, pero en este caso, además, consigue contar acertadamente cómo y por qué ha pintado de tal o cual manera. Y lo consigue hacer de una forma tremenda y feroz. Es sorprendente la riqueza de matices que le da a los colores, en la que solamente se nos escapa la tonalidad “suave verde Luis XV”, pero nos la imaginamos. Podríamos averiguarlo, sería fácil, pero queremos mantenernos en esa suposición tan poética y llena de significados y símbolos evocadores como lo es la misma música, el sabor y el olor de una magdalena, o cualquier tempestad desatada y violenta en el centro del claro de un bosque. El texto vale tanto como el cuadro.
-Es un gran libro “Las cartas a Theo”.
-Lo es Fidelius. Y yo quiero que tengas un hermano o una hermana para que puedas escribirle cosas tan bellas. Gracias a ese texto y a todo el resto de correspondencia habida entre ellos dos, convertida ya en una muestra impagable de epístolas, lecciones de pintura, dolor y alegrías humanas y amor fraternal. Gracias a él, pues podemos hacer la triple distinción esencial que hallamos en todo aquello que no pretende ser únicamente útil.
-¿Qué distinción?
-Esa triple distinción es la de Arte, Estética y Poesía. ¿Qué las diferencia?, ¿en qué consiste cada una de ellas?
-Cuéntamela.
-La estética es la forma, todo tiene forma. El nuestro es un mundo, un Universo, que tiene forma y que los científicos se esfuerzan en describir muy bien y que nosotros resumiremos, de una manera burda y demasiado simple, como el espacio-tiempo. La misma naturaleza y nuestras obras tienen un orden y un ritmo, una jerarquía, existen grados y rangos que adquieren relevancia a nuestros ojos y oídos y también a nuestro entendimiento. Esta relevancia, este gusto se constituye en tradición. Tradición que varía lenta o rápidamente, en el mismo tiempo y en el espacio. Tradición que se fosiliza, tradición que engendra hijos que viajan a las diferentes regiones del mundo. Hijos que dan nietos y que dan lugar a grandes sagas, o que se quedan estériles.
-Eso que dices me recuerda el humo.
-Claro que sí Fidelius. La estética es la forma que toma el humo, que nunca estará quieto mientras el fuego arda.
-¿Y la poesía?
-La poesía es la verdad del Arte. Diferente de la verdad científica, esa verdad, ya lo hemos afirmado en numerosas ocasiones parafraseando o citando a Félix de Azúa, es la capacidad que cada uno tiene de soportar el dolor. ¿Qué clase de dolor?, Azúa no lo especifica, pero no puede ser otro que el dolor de vivir, ése que produce la conciencia del tiempo, que es también la conciencia de nuestra mortalidad.
-La poesía es pues el calor que da el fuego. Siempre acogedor mientras el fuego arda, como el vientre de una madre.
-Como el vientre de una madre no, Fidelius.
-¿No?
-No, como el vientre de cualquier mujer, recuerda eso siempre, debes de tenerlo muy presente, es muy importante, de ello dependerá que vivas solo o en compañía. Recuérdalo, de cualquier mujer.
-¿De cualquiera?
-Sí, todas tienen el vientre cálido, otra cosa es que lo usen para bien o para mal.
-¿Cómo podré saberlo?
-No podrás, hijo mío. No podrás hasta después.
-¿Después de qué?
-Del daño.
-¿Hay cura?
-Depende
-¿De qué?
-De ti.
-Y eso lo sabré cuando ocurra, ¿verdad?
-Así es.
-Lo recordaré Augustus. Pero ahora háblame del Arte, ¿qué es?
-El Arte es precisamente ese “Fuego” que quema, y alrededor del cual nos sentamos todos. Es el Fuego que nunca nos cansamos de mirar absortos. Es el Fuego que nos permite seguir vivos, sin él ya estaríamos todos muertos de frío, pues afuera, el frío es mortal. En ese Fuego contamos historias. Historias inventadas, todas ellas son mentiras, todas son falsedades y a esas historias les llamamos mitos y ellas nos cuentan, a través de sus personajes heroicos, de dónde venimos y qué hemos venido a hacer. Así, sabiendo eso, sabemos también quiénes somos.
-¿En algún lugar de esa “Trinidad” se halla la Ética”, Augustus?
-Por supuesto, ha aparecido sin nombrarla directamente.
-¿Cómo?
-En la palabra “Verdad” y en la frase “qué hemos venido a hacer”. El Arte tiene un compromiso con la Verdad, ha de revelarla, sacarla a la luz. Nos la debe mostrar. Y lo debe hacer de una manera no muy distinta a como lo hace el científico.
-¿Y, cómo lo hace el científico?
-Siendo fiel a la realidad, Fidelius. Esa es la razón de tu nombre, Fiel. Ya nos lo dice el poeta Wallace Stevens, “la realidad es sólo el principio, pero es el principio”
-Pero eso no casa muy bien con el subjetivismo.
-Claro que no Fidelius.
-Así, estamos otra vez al cabo de la calle.
-Sí. Todos entienden la palabra “subjetivo” porque les permite opinar.
-¿Cómo defines lo objetivo, Augustus?
-Objetivo es todo aquello que es invariante al observador, sea ése quien sea.
-Dame un ejemplo.
-La velocidad de la luz en el vacío.
-¿Nuestro nombre lo es?
-Lo pretende.
-Entonces Augustus, El Arte es una especie de Bautismo.
-¡Exacto! Sí Fidelius, eso es. El Arte es el nombre de las cosas, y también es nuestro nombre, es el nombre que está anotado en una lista, es el nombre que alguien algún día pronunciará frente a toda una multitud o en la más absoluta soledad de un desierto. Al oírlo sabremos que alguien nos llama y entonces habremos de escuchar la pregunta que se nos hará.
-Así, si conocemos nuestro nombre sabremos responderla, ¿verdad Augustus?, si no, no.
-Si no, no.
Y ésa es la pintura de Van Gogh, en la que según él: “uno puede arruinarse, volverse loco, cometer crímenes…”
Y en la que se muestran en toda su potencia: “las tinieblas de un matadero”.
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