miércoles, 7 de abril de 2010

El peletero/Los cocodrilos del alba (9)


9 Diciembre 2009

Cloacas, alveolos y aguamiel.

Era una monotrema, solamente disponía de un orificio de salida y casi de entrada.

Un alveolo es una celdilla, una cavidad, un hueco, está vacío, no contiene nada excepto aire, con él se pueden construir castillos y puentes celestiales, es el eslabón perdido de una escalera que no nos lleva a ninguna parte. Los seres vivientes y los muertos, las cosas y los eventos, están todos construidos con ojales y lazos, con esos panales alineados igual que el papel taladrado que nos indica por dónde debemos cortar.

Quizás por esa razón su boca estaba llena de ellos con sus dientes engarzados como diamantes de carnicero.

Su cráneo presentaba dos agujeros que lo aligeraban de peso, su corazón era una masa de carne, sanguinolenta y brillante. Cuando lo extirpabas palpitaba, cuando se lo hurtabas huía atemorizado, parecía vivo como un gallo decapitado.

Libélulas y mariposas, saltamontes y alacranes alimentaban su estómago que descendía como un pozo hasta el desagüe que libera las aguas fecales y que solamente nutren a los hongos y a los vegetales.

Efectivamente era una monotrema, el útero, la vejiga urinaria y el intestino desembocaban en una única alcantarilla. Una sola salida común para los huevos, los sólidos y los líquidos del cuerpo, todos ellos evacuaban por el mismo conducto, la “cloaca”.

Pero… cuando bebía sediento y ansioso de ese vertedero inmundo, olía a flores, a perfumes y a bálsamos, a panales y a miel. Las suyas siempre fueron las mejores fragancias y los más dulces almíbares, los aceites más grasos, los ungüentos más limpios. Sus suspiros y jadeos eran más poderosos que los cantos de la blanca ballena, que los aromas de las más elaboradas esencias y que los besos de la mujer más perfecta. Era aguamiel.

El cielo es negro y claro, es un estallido, un rayo y el cuchillo que rasga el vientre de un tiburón, que te corta el cuello, que te mata, que te despoja como un ladrón. Ella era el escualo, la flecha y el corazón.

Era el tesoro y el cofre, la perla y el caparazón. Ella era el camino y también el callejón.

2 comentarios:

Ventana indiscreta dijo...

Te has olvidado, Milord, de algunos apéndices costureros que la piel les revoca a estos cretácicos monotremas.
¿Qué curioso, si quitamos la 'r' a monotrema?
No lo olvides, la mujer que mejor besa tiene bastantes rasgos imperfectos.

El peletero dijo...

Ya lo sé, Sofía, a mi no me gustan, ni me han gustado nunca, las mujeres perfectas. ¿Monotema?, ¿hay otro?, ¿cuál?

No te confundas, no hablo nunca de sexo ni de mujeres, sólo hablo de muerte.

Saludos.