jueves, 10 de junio de 2010

El peletero/Quince días (18 de 23)


14 Abril 2010

Día dieciocho.

Mi asistenta sanitaria es bella, tiene un cuerpo joven y bien formado.

Es de mediana estatura, morena, y muestra y me enseña un pequeño pubis depilado y unos pechos caídos lo necesario y justo para que su respiración provoque en ellos el temblor que luego causa el corrimiento de las famosas placas tectónicas del planeta, los terremotos y los célebres tsunamis, esos desplazamientos abruptos de los océanos que tantas muertes ocasionan.

Me recuerda a Pier Angelli, una encantadora actriz italiana que hacía honor a su nombre.

A mí me gustan más “magiorattas”, más mujeronas, por así decirlo, pero no desprecio el sabor de especia escondida que ocultaban las “Madonas” de Rafael, santas y ninguna virgen.

- ¿Para qué sirve una mentira?- me ha preguntado.

- Para restablecer el equilibrio- le he respondido.

- ¿Entonces?, ¿la verdad qué utilidad posee?

- No tengo ni idea.

- ¿Cuál debe ser el cebo?

- Tú misma.

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